OPINIÓN

Inglaterra, otra noche de 'potra' final, pero no juega un pimiento al fútbol

Inglaterra celebra el pase a la final./AFP
Inglaterra celebra el pase a la final. AFP

Aunque Inglaterra y Países Bajos, con una final en juego, lo intentaron con más ahínco que talento, todavía no hay ninguna selección que alcance, ni se acerque, en esta Eurocopa el nivel futbolístico de España. Todos están lejos. En conceptos y en ejecución de los respectivos planes de partido. En juego colectivo y en individualidades. Un arranque prometedor nos hizo pensar que los de Southgate y los de Koeman nos podían ofrecer otra semifinal digna de la altura del campeonato en el que estamos. Craso error, las buenas intenciones se difuminaron demasiado pronto.

Se dejó ver, de salida, una Inglaterra más abierta. Menos cuadriculada que en otros partidos. Tampoco como para pensar que puede llegar a convertirse de aquí al domingo en un once temible. Al menos, pareció mejor plantada sobre el campo. Desde la línea de tres atrás, se desplegaba con más sentido en ataque. Sus piezas ofrecieron más movimientos. No solo Foden, más cerca de su posición habitual en el City, y Bellingham, que tienen barra libre para revolotear por donde les dé la gana cuando su equipo tiene el balón. También Saka, que oficiaba de carrilero derecho, por momento se movía por dentro, para dejar la banda para el 'central' Walker. Más aire también para Kane, más participativo en la creación del juego. Esa ligera mejoría le dio para empatar un encuentro que se le había puesto cuesta arriba con un "Yamalazo" de Simons. Una vez conseguido el objetivo, se terminó contagiando del ritmo lento y cansino de los naranjas y recordó a la Inglaterra de duelos precedentes.

Complicado saber a qué jugó Países Bajos durante muchos minutos. Reservón, especulador, con demasiado respeto. Sin priorizar que tenía cerca una final de la Eurocopa cuando llegaba de ser tercero de su grupo por detrás de Francia y Austria. Van Dijk, el gran líder del conjunto, se debe fiar menos de sus compañeros de selección que del Liverpool porque intenta no quedarse a campo abierto y prefirió jugar más arropado. Sin riesgo. Como tampoco el rival le incomodaba demasiado quiso alargar el partido esperando una acción aislada, que a balón parado podía llegar en cualquier momento.

A saber lo que pensaba el técnico inglés, cuando a diez minutos del final decidió sustituir a Foden y Kane. Los dos en el mismo paquete. Se me vino a la cabeza el doble cambio de Yamal y Williams contra Alemania, pero como entonces, uno de los que entró en el campo marcó el gol del triunfo en la prolongación. Watkins fue Merino y metió a su equipo en la final. Alguno tenía que ser, pero por lo demostrado hasta ahora ninguno asustaba. Ni mucho menos daba miedo.

Con su política del mínimo esfuerzo, seguro que los ingleses están envalentonados por llegar a donde han llegado. A estas alturas de la película, no deben tener ninguna duda de que se puede dar otra noche de 'potra', de chiripa, de chamba, de suerte, que les conduzca al título sin haber demostrado casi nada. Inglaterra está en la final, pero no juega un pimiento al fútbol.