Los 10 kilos que tuvo que ganar Carlos Cuéllar para ser leyenda del Rangers: "Allí todos los equipos juegan con siete Urzaizs"
El exfutbolista madrileño, ex de Numancia, Osasuna y Almería, se convirtió en leyenda del conjunto escocés en un año histórico en el que rozaron el título de la Europa League.

Es difícil no pensar en el histórico Osasuna al hablar de Carlos Cuéllar (Madrid, 44 años), pero el excentral fue mucho más que el líder defensivo de aquel club rojillo que brilló a comienzos de siglo disputando una final de Copa, clasificándose a la Champions o alcanzando unas semifinales de la Copa de la UEFA. Fue, también, una leyenda del fútbol británico y en Glasgow le tienen como a uno de los suyos gracias a una temporada 2007-08 en la que fue elegido mejor jugador de la liga escocesa, ganó las dos copas locales y disputó una final de la UEFA que desbordó Manchester con cerca de 300.000 aficionados del Rangers por las calles. Cómo no va a ser recordado.
Él también les tiene en su corazón y vive intensamente esta buena temporada del conjunto de Glasgow, que ha renacido tras sus problemas económicos y sueña con volver a una final. Antes deberán superar al Athletic, al que se miden esta noche, queriendo revivir lo que consigueron con Cuéllar defendiendo su escudo durante 63 partidos que le hicieron llegar "sin piernas" al tramo final de un campeonato en el que protagonizó un cambio físico "durísimo" para aguantar la dureza de un fútbol británico que "ya no es lo que era". "Allí cada equipo tenía siete Urzaizs"
El madrileño, hoy iniciándose como entrenador dirigiendo al filial del Murcia, atiende por videollamada a Relevo para recordar aquel curso y también sus inicios en el fútbol, imprescindibles para entender cómo llegó a Escocia para probar suerte en un fútbol que siempre había admirado y que se convirtió en sueño en todas esas tardes de domingo en la que un chico que practicaba atletismo -empezó a jugar a fútbol en serio a los 14 años- se ponía delante de la tele para ver la Premier.
Ya sabes que el motivo de esta entrevista es hablar de aquel histórico año en el Rangers, pero para entender aquello te tengo que preguntar antes por un momento que creo que fue clave para ti cuando aún no sabías si ibas a ser futbolista. Creo que le dijiste que no al Atlético de Madrid, ¿no?
(Se ríe) La verdad que fue todo muy rápido y no te lo esperas porque estás como en una burbuja. Yo siempre me había dedicado más al atletismo, pero en el último año de juvenil tengo la suerte de estar en División de Honor en el San Federico; ese año el Atlético de Madrid quería hacer un equipo en Tercera División y hacen una selección un poco más o menos de los futuros jugadores que pudiesen ser seleccionables y vamos a jugar un torneo a Italia. Ganamos, me dan el premio al mejor defensa… Pero cuando vuelvo tengo la opción de firmar por el Numancia, que justo es el año que están en Primera División y me daban la opción de hacer pretemporada con primer equipo, aunque sabía que era casi imposible porque tenía 18 años. Yo conocía la Tercera madrileña y los muy veteranos siempre te decían que allí no puedes estar, que hay muchos equipos, que si quieres triunfar tienes que salir... Se lo comuniqué al Atlético, les dije que no.
Una decisión difícil, imagino, pero que luego se demostró acertada.
Fue un año que a mí me sirvió, sobre todo para salir del núcleo familiar y para darme cuenta de que ya tienes que ser autosuficiente porque vives lo que es un vestuario profesional con esa pretemporada en Primera División… Luego salí cedido a Segunda B, al Calahorra, y me costó adaptarme, al principio casi no jugaba, no iba ni convocado y de hecho debuto como lateral izquierdo en Barakaldo. A partir de ahí ya me hago con un puesto de central, pero que esos comienzos no fueron sencillos, fueron duros y me sirvieron para esa resiliencia, para descrubrir lo que son vestuarios profesionales y saber aceptar los tiempos. Estoy convencido de que eso me ayudó cuando me ficha Osasuna, después de dos buenos años a nivel personal en Segunda con el Numancia. El primer año yo no entro deportivamente los planes de Javier Aguirre y me cuesta bastante adaptarme y ganarme el puesto. Había que pagar el peaje y lo que había vivido me vino muy bien.
Te acabaste adaptando bien porque si uno piensa en aquellos años gloriosos de Osasuna, le viene a la mente Carlos Cuéllar. Un mito del club rojillo.
A ver, en Pamplona tuve la suerte de que salió todo redondo, porque tuve la suerte de estar cuatro años y son los cuatro años que quizás coinciden con los más gloriosos de los últimos de la historia de Osasuna. Europa, una final de Copa del Rey que perdimos contra el Betis en el Calderón, una semifinal de la UEFA, previa de Champions… Y ese es el recuerdo de la afición y que, además, siempre lo he recalcado, en mis años de retiro me voy a vivir a mi Pamplona, porque la gente y el club siempre me han tratado como uno más y yo me he sentido muy a gusto.
Javier Aguirre… Otro mito, eh.
Como un padre. Muy cercano y muy directo.
Alguna anécdota tendrás con él, seguro.
(Se ríe) No entendía que yo venía de hacer un fútbol que quizá para la categoría era muy muy arriesgado y con esa de edad era un poco inconsciente. Me gustaba salir conduciendo, filtraba pases cuando no debía, regatea en zonas donde no debía… Es verdad que a lo mejor por eso destaqué un poco más en Segunda, pero en Primera la verdad que no me daba y te tienes que adaptar porque ya los jugadores son más rápidos y más listos. Me lo dijo muchas veces: tienes que aprender a ser defensa. A trasmitir más seguridad. Yo hacía mucho la de mirar para un lado y filtrar dentro y siempre me decía que 'la primera te entra, pero la segunda no'. Me costó elegir la toma de decisión y elegir el momento adecuado para cuándo arriesgar, cuándo no, cuándo ser más contundente y cuándo ir poco a poco.
Aquel Osasuna recibió también golpes muy duros que os marcaron, imagino. Perder una final de Copa o perder una previa de Champions… ¿Qué fue más duro?
Yo creo que nos costó más la previa de Champions, pero sobre todo porque es el momento y luego tienes toda una temporada por delante. La final ya te coge a lo último de la temporada y encima era como un premio. Es verdad que en el momento nos costó recuperarnos porque, claro, teníamos más partidos por delante y en LaLiga nos costó mucho y estuvimos peleando por no descender. Nos costó porque además nos vimos superiores al Hamburgo.
Es verdad que perder aquella previa os permitió jugar la Copa de la UEFA. Y qué UEFA, llegando a semifinales y, creo que para ti, cambiándote la vida por aquel partido contra el Rangers.
Sí, al final es lo que hablamos, ¿no? Del fútbol, los momentos, la suerte también, pues coincide que nos enfrentamos a Rangers y ellos tenían dos jugadores muy veteranos, que uno de ellos, David Weir, fue luego compañero mío y se retiró con 42 o 43 años. Coincide que justo en ese partido yo hago uno de los mejores partidos de mi vida seguramente y, a raíz de él, despierto un poco la atención porque ellos estaban en la búsqueda de ese central para rejuvenecer un poco la plantilla.
¿Cómo y cuándo te enteras?
Al lo último de la temporada, ya cuando termina. Estábamos en un momento también nosotros ahí complicados en los últimos partidos, pero empezaban los rumores. Además ya desde el club se hablaba muchas veces de quién se ha acreditado y todo eso, pero es verdad que no sabíamos para quién era y eso sí que nos tenía desconcertados. Pues el Rangers últimamente viene mucho y tal… aunque todos pensábamos que era más para un jugador de ataque. En la última jornada ya me dice el club que habían hecho una oferta formal, nos ponemos a hablar y fue todo muy rápido y sin ningún problema.
¿Dudaste?
No, no. Desde el principio lo vi muy bien porque es un club histórico, veníamos de jugar contra ellos y había visto el estadio, la afición, sabes que siempre está compitiendo en Champions League y con opciones de ganar títulos. Lo veía como una puerta y como una oportunidad a dar el salto a Inglaterra. Desde pequeño tenía ese sueño de jugar en la Premier y, además, justo antes de fichar por Osasuna estuve dos semanas a prueba con el Leeds United. El club me autorizó, pero por un tema económico no se llegó a un acuerdo de traspaso. Quiero decir que ya había vivido un poco lo del fútbol británico y tenía esa ilusión.
¿No tenías ofertas en España?
Se rumoreó Villarreal, pero la verdad es que nunca hubo nada concreto, y cuando fichó Aguirre por el Atlético de Madrid se rumoreó también la posibilidad de ir allí pero nunca se dio. Yo venía los dos últimos año jugando creo que a buen nivel, habíamos jugado en Europa, habíamos conseguido grandes cosas y si no había llamado la atención o no había tenido la oportunidad de dar quizá el salto a un equipo de los que estén peleando todos los años por Europa en España, el Rangers sí que me daba esa posibilidad de poder competir por Ligas, por Copas, de jugar Champions League… Me había quedado con la miel en los labios de haber jugado la previa de Champions. Es que los años de Europa son muy bonitos para el jugador, quizá no eres consciente hasta que no echas la vista atrás, pero en el momento que tú estás jugando Europa, que tienes la posibilidad de viajar, de jugar contra grandes equipos y otros grandes jugadores de otras ligas, es muy bonito y quieres seguir viviéndolo. Sabía que con Osasuna el año siguiente no lo tenía, creía que yo ya le había dado todo lo que le podía dar a Osasuna en cuanto a mi máximo nivel y ellos también lo entendieron, respetaron mi decisión e hicieron todo lo posible para llegar a un acuerdo.
¿Qué te encuentras al llegar a Glasgow? ¿Qué es lo que más te impresionó?
Pues un poco la historia y la masa social, porque es como venir aquí al Madrid o al Barcelona en cuanto a prensa, a gente en los entrenamientos, en cuanto a la importancia de los partidos y la obligación de ganar, que también se sentía. Sentías esa presión.
¿De inglés cómo ibas?
Te piensas que lo hablas, pero cuando llegas allí te das cuenta que no hablas nada. Era muy difícil. La suerte que tuve fue que Nacho Novo estaba en el vestuario y me hacía de traductor. Lo bueno es que no me enteraba de nada de la prensa, como mucho por lo que decían los compañeros.
[...]
Pero es que salías de todos los días de entrenar y había muchísima gente esperando, o ibas a hacer una pretemporada y a lo mejor en un partido de pretemporada contra un Preferente de Alemania había 20 mil personas sin entrada, tenían que clausurar el campo. Era una locura lo que movía. Me llegaban cartas de aficionados de todas partes del mundo.
A nivel físico, creo que tuviste que coger mucho peso, ¿no?
Sí, es que son bestias. Hasta el delantero, aunque le vieses pequeño, cuando iba al choque te desplazaba, te movía… Había delanteros de 100 o 110 kilos, con una corpulencia física muy fuerte. Ahora el fútbol inglés o el escocés es mucho más técnico, pero antiguamente era mucho duelo, balones directos, segundas jugadas y en la mayoría de los partidos los contrarios vivían de situaciones de faltas y de córners. Yo pensaba que era fuerte, pesaba 86 kilos, pero allí de los 11 titulares tienen 7 Urzaizs. Aquí en LaLiga tenías uno por equipo: a Urzaiz, a Kovacevic, a Milosevic nosotros en Osasuna, pero allí tenían siete. Igual el lateral izquierdo era así y o estás bien o te pasan por encima. Llegué casi a los 100 kilos.
¿Cómo fue el proceso?
Dificilísimo. Me costó mucho. Nutrición y mucho gimnasio, el problema es que encima tienes que competir entre semana. Aquí seguía el tema del Replay si se empataban los partidos de Copa, y de hecho sigo teniendo el récord de más partidos jugados en un año, que fueron creo que 63-65 partidos. Me costó bastante. Comer sin ganas, mucha disciplina, mucha prevención, pero por suerte no me perdí ningún partido por lesión. Luego me vino bien porque ya lo mantuve para la Premier, que ya no te encontrabas 7 Urzaiz pero te encontrabas 4 o 5 más potentes y más rápidos.
La gente te amaba. Creo que tenías canciones propias.
Es muy bonito porque allí, además de animar al equipo, a los que más les gustan, los dos o tres favoritos, les suelen hacer canciones individualizadas un poco con tu forma de jugar o con tu aspecto físico. Yo en esa época llevaba brackets y una de las canciones era un poco con eso. Que medía 1,90, que pesaba no sé cuánto, que tenía el pelo rizado y dientes con aparatos pero que no les importaba y que era el mejor del mundo (se ríe). Y otra que me cantaban era que me querían tanto que me dejaban que me acostase con sus mujeres, así que imagínate la locura. Te cogían un cariño increíble y es verdad que fue de la mano de un año histórico. Quedamos terceros de grupo en Champions, llegamos a la final de la UEFA que perdimos contra el Zenit, que fue como jugarla en casa porque jugamos en el Etihad, en el campo del Manchester City, ganamos las dos Copas de Escocia y la liga la perdemos en el último partido. Hay que decir que la Federación no se portó bien con nosotros porque pedimos postponer un poco el último partido por toda la carga de partidos que teníamos y no nos lo concedieron y llegamos muertos. No teníamos piernas ya.
¿Cómo es competir en Europa para equipos como el Celtic o el Rangers, que arrasan en sus ligas pero luego tienen que cambiar el estilo de juego en competición europea?
Ellos lo que hacen muy bien y tienen muy diferenciado es un once de normal para la liga escocesa, sobre todo en mi época, con jugadores locales o que conocían más la liga y otro once con el que competíamos en Europa con jugadores más extranjeros y que tenían esa experiencia. Hacían esa combinación y a nosotros nos funcionó muy bien porque vas con esa mentalidad y el jugador extranjero de normal ya sabe que en liga va a participar menos, pero que su momento es el de UEFA. Y además mantienes el nivel competitivo. Walter Smith, el entrenador, hacía mucho trabajo individualizado, mucho trabajo de vídeo, nos enseñaba los jugadores a los que te ibas a enfrentar y trabajabas el nivel defensivo, corregir perfiles, hacia dónde orientar o no orientar… Al final, el 99% de los equipos que nos enfrentamos en Europa, nombre por nombre, eran superiores y nuestro fuerte era el grupo.

¿En la final no os sentíais superiores al Zenit?
No, no, habían ganado 0-4 al Bayern de Munich en semifinales… Nos daban un poco más de probabilidades por el tema de jugar en Mánchester, que era como jugar en casa porque se desplazaron 300.000 aficionados, tuvieron que poner cuatro o cinco pantallas gigantes por todo Mánchester para que los aficionados pudiesen ver la final y por eso nos daban algo más de opciones, pero sabíamos que eran superiores con Arshavin, Pavlichenko…
Con todo esto que cuentas y el cariño que desprendes al hablar del Rangers, imagino que tuvo que ser duro salir.
Me dio mucha pena, pero también sentía que era imposible que hiciésemos algo mejor. Era una opción irrechazable la del Aston Villa, un histórico de la Premier, venía peleando por estar todos los años en Champions, jugando UEFA, y era dar el salto a lo que había soñado desde pequeño, desde que veía la Premier por la tele. Me costó mucho tomar la decisión, fue seguramente de las más complicadas porque había vivido muchas emociones en poco tiempo y sentía tanto el cariño de la gente, me encontraba tan a gusto y me había adaptado tan rápido, que por una parte si me costó. Pero luego fríamente, sobre todo por el aspecto deportivo, lo veía como una oportunidad y más para ese época en la que se rumoreaba que podía haber alguna posibilidad de Selección, pero que el jugar en una liga como la escocesa me restaba opciones. No te voy a engañar que fue clave eso, pensando que quizá dando el salto a la Premier y si mantenía el nivel podrían abrirme las puertas. Pero claro, luego me junté con los bicharracos que salieron, porque en mi época lo que sobraban eran centrales.
Te encuentras en Londres con Martin O'Neill, leyenda del Celtic. Alguna broma te haría.
(Se ríe) Sí, en cuanto llegué me dice que es la primera vez que hace un fichaje que le da doble satisfacción. Una por firmar un gran jugador y otra por quitárselo al Rangers, porque él fue muchos años entrenador de Celtic. Nos echábamos muchas risas y teníamos muchas anécdotas cuando se enfrentaban entre ellos, estaba feliz porque decía que ese año iban a sufrir sin mí.
Serían calientes los Old Firm (el derbi de Glasgow) en las instalaciones del Villa.
Sí, porque además estaba Stylian Petrov también, que venía de Celtic y había sido también jugador de O'Neill. Teníamos esa rivalidad sana y esos piques ahí cuando iban a jugar, durante la semana ya empezaba el pique y estábamos casi más preocupados por lo que decían y las bromas nuestras que por nuestros partidos.
Después el propio O'Neill te llevó al Sunderland e hiciste carrera en el fútbol inglés. ¿Qué diferencias ves entre las dos ligas?
Ahora quizá ha cambiado y se está llevando mucho más a lo táctico, los equipos esperan más en bloque bajo, pero antiguamente, que había mucho entrenador escocés en la Premier, era un fútbol mucho más dinámico y más valiente, por decirlo de alguna manera, a la hora de ir a por el a por el partido. No priorizaban tanto el aspecto táctico defensivo sino mucho más el ofensivo, en ir a hacerle daño al rival. De hecho, muchas veces en los vídeos de motivación ponían un boxeador arrinconado en una esquina recibiendo hostias. Y te decían: 'Tú qué quieres ser; recibir o de vez en cuando soltar alguna, porque la única manera de ganar es soltando de vez en cuando'. Es decir, no importa que recibamos, pero si tú no sueltas no vas a ganar nunca. Y eso lo asimilaban un poco al tema de las transiciones y al balón parado, vamos a por ellos porque si no, no hay forma de ganar. Orientaban siempre la mentalidad del jugador y el plan de partido al ir a ganar. Por eso son tan vistosos.