RANGERS - ATHLETIC

Un partido con el PSG y el penalti que convirtió en leyenda del Rangers a Arteta: "Tenía una calidad que no habíamos visto"

El técnico del Arsenal, que hoy se mide al Real Madrid, despuntó en Escocia y se convirtió en ídolo del próximo rival del Athletic.

Arteta celebra el penalti que hizo campeón al Rangers en 2003./Archivo
Arteta celebra el penalti que hizo campeón al Rangers en 2003. Archivo
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

"Necesitábamos jugadores como él para subir al siguiente nivel". Así recuerda Ronald de Boer a un joven Mikel Arteta, que tuvo que tomar en 2002 una decisión que cambiaría su carrera. Un mediocentro vistoso, técnico y que aún soñaba con triunfar en el Barça, donde había llegado con 16 años. Pero el fútbol le llevó a Escocia, al Ibrox Stadium, un estadio en el que estaban más acostumbrados al músculo que a la calidad. "Un talento especial", recuerda otro ex compañero. Su fútbol, en cambio, enamoró rápido y le convirtió en leyenda de un club que tocó fondo en 2012, pero que ha vuelto a renacer para vivir una etapa similar a la que a principios de siglo protagonizó con varios españoles en sus filas.

Uno de ellos fue el joven Arteta, un guipuzcoano que creció jugando en la playa de Ondarreta y perfeccionando su fútbol en el Antiguoko junto a Andoni Iraola y Xabi Alonso. Pero sería en París donde todo cambiaría. El donostiarra, cedido por el conjunto culé, compartió equipo con leyendas como Ronaldinho en un cuadro francés muy diferente al que hoy busca desesperadamente la Champions League. Eran años más modestos. Por eso, todos recuerdan bien una eliminatoria de la Copa de la UEFA ante el Glasgow Rangers que lo cambiaría todo.

Franceses y escoceses se vieron las caras en un mano a mano que se definió por penaltis y en el que el mediocentro sobresalió por encima de todos. En Glasgow se enamoraron de él y se convirtió en objetivo. Casi una obsesión. Tanto que Alex McLeish, nombrado aquel invierno técnico del conjunto protestante, viajó a San Sebastián para reunirse con él, su familia y sus agentes en busca de convencerles. Él quería seguir en París, pero las diferencias económicas con los culés abrieron las posibilidades del gigante de uno de los gigantes de Glasgow, aunque en principio hubiese dudas.

"Me hablaron de Mikel Arteta. Tenía dudas de que se pudiese adaptar el fútbol escocés. Sabía que se había formado en La Masía y en mi cabeza no paraba de rondar una duda: Si digo que no y luego se convierte en una superestrella seré recordado por haber dicho que no", recordaba McLeish en una entrevista. Sus ayudantes le siguieron durante varios meses, viéndole en primera persona en París hasta que se decidieron. Tenían una ventaja: Ibrox Stadium. "Jugué por primera vez allí y encontré una atmósfera impresionante, la mejor que había vivido hasta el momento", recordaba el hoy entrenador del Arsenal.

Un traspaso importante, pagando algo más de cinco millones al Barça por un jugador que no tenía hueco en un conjunto culé en el que Xavi luchaba por un puesto. En Glasgow cayó de pie. En su primer año conseguiría la Triple Corona (Copa de la Liga, Copa y Liga) en la que sería clave. Sobre todo para ganar el campeonato de la regularidad en uno de los finales más impresionantes que se recuerdan en el país. Llegaron a la última jornada empatados con el máximo rival, el Celtic. Si ambos ganaban, se decidiría por la diferencia de goles, que antes del encuentro era favorable a los protestantes por solo un gol.

En los últimos minutos, el Celtic goleaba Kilmarnock y el Rangers vencía 5-1 al Dunfermline, pero Arteta contaría en el último minuto con un penalti para acabar de decantar la Liga. Y lo transformó. Desde ese día, su nombre es leyenda del club. "Conozco muchos jugadores que no lo hubiesen querido tirar. Pero él me dijo: Lo quiero tirar", recordaba su entrenador: "Y ahora tiene una foto icónica". "Era el último segundo. Ganar o perder. Fue increíble, uno de los mejores momentos de mi carrera", dijo el jugador sobre aquel momento.

Arteta, tras marcar el famoso penalti. Archivo
Arteta, tras marcar el famoso penalti. Archivo

Un gol, un título y una temporada que traspasaría fronteras. Tanto que el Atlético de Madrid se obsesionó con el mediocentro, por el que negoció durante todo el verano y llegó a tenerle prácticamente cerrado en julio de 2003. Pero los dueños del Rangers, finalmente, desecharon la oferta. Seguiría un año más en Escocia, antes de fichar por la Real Sociedad como recambio de Xabi Alonso. Una historia que no salió bien y aún escuece en la familia. 

"Fue un desastre. Nunca me sentí conectado en ningún momento", reconoció el propio futbolista años después. "Amorrortu no le dio su sitio. Hubo compañeros que les gustaban más y apostó por ellos y Mikel, que venía con el rol de titular, no se vio como tal y buscó una salida", explicó De Paula en Relevo. Fueron seis meses antes de volver a las islas y convertirse también en leyenda del Everton y después del Arsenal. Pero si en algún lugar disfrutaron de su fútbol, ese es Ibrox. Allí donde el Athletic sueña con asaltar de nuevo la Europa League y alcanzar unas semifinales.