El último partido en Europa de un mito como Raúl González: homenaje, ovación y una visita al jacuzzi del viejo San Mamés
La última vez que el Athletic se clasificó para semifinales de la Europa League lo hizo ante el Schalke en el que la leyenda blanca daba sus últimos pasos.

Raúl González Blanco fue enemigo de San Mamés durante mucho tiempo, como casi todas las estrellas que visten la camiseta blanca y visitan La Catedral en esas noches únicas que se viven siempre en uno de los duelos con más historia de nuestro fútbol. El Viejo San Mamés, el único que pisó como futbolista, le recibía siempre con esa mezcla de rabia y hambre, aunque fue ovacionado en sus dos primeras visitas en los años 90. Pero en cuanto recibía cerca del área, se hacía el silencio. Sin embargo, el recuerdo que hoy queda en Bilbao, y también en la afición que tantas veces le pitó, es el último. Uno de los más bonitos y emocionantes, por haber firmado la paz y haberse dedicado halagos mutuos. Sentidos.
Porque San Mamés siempre fue complicado para Raúl -cinco triunfos, cuatro empates y seis victorias rojiblancas-. Y Raúl siempre fue complicado para el Athletic, con 17 goles, seis de ellos en La Catedral. Así se entiende que la última vez que pisó Bilbao como futbolista fuese en un clima completamente diferente, sin tanta crispación y sí una admiración máxima desde ambas partes. "Los partidos con el Real Madrid siempre han sido de mucha tensión y de gran rivalidad. Es un campo muy especial en el que siempre he disfrutado y volver a pisar este césped con el Schalke es todo un honor", decía en la previa de unos cuartos de final de la Europa League como los que se disputan hoy, agradeciendo el cariño que estaba recibiendo desde que aterrizó en Bilbao con el cuadro alemán. El choque sería especial.
Fue inolvidable aquella noche futbolística. Toda la eliminatoria. En la que fue su última temporada en el conjunto alemán, ya con 35 años, el delantero madrileño marcó un impresionante doblete en la ida (2-4) y volvió a celebrar un tanto en San Mamés una semana después. Antes, había dejado una imagen para el recuerdo. De esas que nunca se olvidan en la historia de un club como el bilbaíno y, de hecho, su camiseta de aquel día luce en el museo. Él, como capitán, hizo entrega de un ramo de flores al busto de Pichichi siguiendo una tradición de varias décadas y que realizan todos los conjuntos que juegan por primera vez en San Mamés. La ovación fue atronadora.
Don Andoni IRAOLA y Don RAUL González Blanco en la emotiva ofrenda a Pichichi. pic.twitter.com/kbOp5dV8Zm
— Historia del Athletic. El Txistu (@AthleticTxistu) April 5, 2017
La afición bilbaína ya estaba entregada. Como han hecho en muchas otras ocasiones con grandes rivales, supieron reconocer la calidad y la trayectoria de uno de los futbolistas más importantes de este siglo, aplaudiéndolo en varias ocasiones. "No he venido buscando el aplauso pero si lo hacen, genial", decía él en la previa. Después anotaría otro gol, un 1-2 que metía el miedo en el cuerpo pero que no valdría para nada. "Sólo me queda dar las gracias a toda la gente por el apoyo recibido", dijo tras el encuentro.
"Siempre ha sido un campo en el que me ha gustado jugar. Se vive un gran ambiente de fútbol. Me he sentido como en casa y estoy muy contento de haber participado también en la celebración de los jugadores del Athletic al final del partido", cerró en su intervención en la antigua zona mixta de San Mamés, minutos después de haber caído con el Schalke 04 en unos cuartos de final de la Europa League, también en un Jueves Santo como hoy.
Hizo honor al señorío que siempre le pusieron como etiqueta tras el pitido final. Lo había hecho en Gelsenkirchen, acercándose a la zona de la afición del Athletic para aplaudir tras el encuentro, y lo volvió a hacer en San Mamés, agradeciendo las ovaciones recibidas. También con cada uno de los jugadores. Aceptó la eliminación, pese a que los alemanes, semifinalistas de Champions un año antes, partían como favoritos antes de la eliminatoria. Pese a la frustración, compartió momentos íntimos con los rojiblancos tanto sobre el césped como en las entrañas del viejo San Mamés.

Su buena amistad con Fernando Llorente hizo que este le invitase a pasar al vestuario, donde se celebraba con euforia el pase a unas semifinales. Se callaron todos para recibirle. Allí permaneció más de diez minutos, charlando con los jóvenes jugadores rojiblancos mientras algunos descansaban en el jacuzzi, preguntándoles por la temporada, por los métodos de Marcelo Bielsa y las experiencias que estaban viviendo en aquella histórica temporada en la Europa League en la que también habían eliminado al Manchester United. Se despidió deseándoles suertes y reconociendo que eran sus preferidos para levantar aquel título. No pudo ser.
La despedida con gol de un mito europeo
Raúl, jugador con más partidos en la historia del Real Madrid, se despidió de Europa aquella noche. Dejó atrás 77 goles en competiciones europeas -71 en la Champions-, récord que fue superado en 2015, pero que durante años le permitió liderar todas las estadísticas. Solo le aventajan Cristiano Ronaldo, Leo Messi, Robert Lewandowski y Karim Benzema, algo que habla de su dimensión y, sobre todo, de la que tenía en aquel año 2012. Lo que nadie sabía era que aquel sería su último encuentro oficial en Europa y, por tanto, también en un estadio de nuestra Liga. Dejaría el Schalke meses después rumbo al Al-Sadd de Qatar, dejando un legado imborrable en Gelsenkirchen. Y, desde aquel día, también en San Mamés.