FÚTBOL

El exportero que quiere cambiar el fútbol argentino junto a Tebas y se alejó de Boca para apoyar a River: bienvenidos a Javier Milei

Relevo desgrana la figura del dirigente argentino y su 'amor-odio' con Boca Juniors.

Javier Milei, en una conferencia de prensa. /REUTERS
Javier Milei, en una conferencia de prensa. REUTERS
Sebastián Fest

Sebastián Fest

El hombre está al mando de la tercera economía de América Latina, sí, y es un fenómeno de la política mundial, también, pero a Javier Milei no se lo entiende si no se pone el ojo en su relación con el fútbol, en sus años y años como portero y en sus múltiples viajes por el mundo siguiendo a Boca Juniors.

Era él contra todos en el puesto más solitario que puede ofrecer el fútbol. Lo apodaban "el loco". Y es él contra todos, o al menos muchos, hoy desde la Casa Rosada. Le sigue diciendo "el loco", pero hoy Milei celebra ese apodo. Cree que los presidentes que reciben el apodo de "locos" son los que reformaron la Argentina.

El presidente argentino, que aterrizó este viernes en Madrid para una visita de tres días, fue portero en su juventud y llegó a integrar el primer equipo de Chacarita Juniors, un club popular y de historia. Ya dedicado a la economía, viajó por el mundo siguiendo a Boca Juniors y tocó el cielo con las manos en diciembre de 2000, cuando el equipo argentino derrotó al Real Madrid en la final de la Copa Intercontinental. Años después, sin embargo, se alejó de Boca, asqueado por "el populismo" de sus dirigentes.

Hoy, desde la presidencia, Milei quiere cambiar el fútbol argentino. Y su plan va de la mano de Javier Tebas, que acaba de visitar Buenos Aires para asesorar al gobierno en su plan de impulsar las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Días antes de que Tebas pisara Argentina, Milei se reunió en Los Ángeles con Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, para hablar de lo mismo: el modelo de negocio y las vías de financiación del fútbol argentino.

Fuera de la economía, que lo obsesiona, hay dos temas con los que Milei se apasiona y distiende. Uno es el de sus perros y los perros en general: no puede evitar detenerse a saludarlos y a acariciarlos cada vez que se cruza con uno. El otro es el del fútbol. Y lo analiza con la perspectiva del economista que es. "Nosotros no exigimos privatizar los clubes, solo abrir la posibilidad de que haya clubes privados", dijo recientemente antes de explicar qué es el fútbol a su entender.

"El fútbol no deja de ser un espectáculo. Eso tiene una contrapartida en términos de beneficios. Los jugadores en su mejor etapa profesional se van al exterior y eso degrada la calidad de nuestra Liga. A los equipos argentinos les cuesta mucho obtener resultados en el plano internacional, y eso tiene que ver con esta situación de que no haya competencia, de que se lo interprete como un negocio. ¿Los Rolling Stones son gratis? No, son un negocio, y cuanto más dinero recaudan, mejor producto van a ofrecer. Soy un señor mayor, no puedo hablar de Taylor Swift porque no la conozco...".

El hoy presidente y en su juventud portero tiene una teoría muy particular acerca del puesto más solitario del fútbol: "La Liga italiana es tácticamente perfecta, pero la gente no disfruta la táctica. La gente quiere divertirse y ver goles. Es tan valioso hacer goles como evitarlos, ¿no? Bueno, ¿me puede explicar entonces por qué los delanteros cuestan diez veces más que los arqueros? ¡Porque la gente quiere ver goles!".

Las cosas no se dicen con sutileza ni necesariamente con buenos modos en el mundo liberal, hasta hace poco prácticamente oculto, hoy en primer plano y exhibiéndose con desenfado gracias a Milei. Es en parte por eso que el presidente admira a Sergio "Kun"Agüero, que desde sus "streamings" habla sin tapujos de lo que se le pase por la cabeza.

Javier Milei en el Centro Cultural Kirchner.  REUTERS
Javier Milei en el Centro Cultural Kirchner. REUTERS

"El Kun (Agüero) es una persona de una inteligencia para nada convencional, tiene una capacidad analítica sorprendente", elogió Milei al ex del Atlético de Madrid, que apoya sin dudar la apertura del fútbol argentino a las inversiones del extranjero. Entre los interesados en invertir en Argentina figuran el grupo dueño del Manchester City, pero no solo ellos.

En ese contexto apareció Tebas, que pasó por Buenos Aires prácticamente dando cátedra de lo que se debe y no se debe hacer en el fútbol, además de reunirse con los responsables deportivos del gobierno. "Me llama la atención que el presidente de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) diga que son campeones del mundo y no tienen sociedades deportivas", dijo Tebas al diario Olé.

"¡Son campeones del mundo a pesar de la AFA! ¿Cómo pueden decir eso cuando esos campeones del mundo se han ido a Europa con 18, 19 años, se han forjado en clubes europeos, se han hecho competitivos en el fútbol europeo? Eso tendría que haber sido en Argentina. Entonces, la AFA sí tendría que sentirse orgullosa".

"Ser campeón del mundo no puede ser un argumento para decir 'no necesitamos las sociedades anónimas'. Con esto no digo que eso sea una garantía, pero el fútbol argentino tiene los derechos audiovisuales más bajos de todo el Cono Sur. Con un país con 45 millones de habitantes, con una gran penetración de la televisión pago, con una pasión por el fútbol inigualable, todos los jugadores de la selección están en Europa".

"Yo creo que ahora que el nuevo gobierno ha planteado esto de las SAD es un buen paso para empezar y en vez de prohibir y decir que no, tendrían que decir 'vamos a ver qué podemos hacer para participar' y ver cómo se crece. La Liga argentina tendría que estar, por su potencial y la calidad de los jugadores del país, entre las ocho primeras del mundo".

Que Milei se interese por el fútbol e intente influir en él es lo habitual en los presidentes argentinos: el fútbol es un factor de poder de primera magnitud en la tierra de Alfredo Di Stefano, Diego Maradona y Lionel Messi.

Pero Milei no es como Mauricio Macri, presidente entre 2015 y 2019, que vivió el fútbol desde la dirigencia, ya que fue presidente de Boca por doce años y hoy preside la Fundación FIFA. No, Milei vivió el fútbol desde la base y con pasión.

"Él viajaba por el mundo para ver a Boca, pero se convenció de que en Boca había un proyecto populista y dejó de seguir al equipo", dijo a Relevo Juan Luiz González, autor de "El loco", una biografía de Milei.

Javier Milei ejerciendo su voto en las elecciones de Boca.  AFP
Javier Milei ejerciendo su voto en las elecciones de Boca. AFP

La juventud de Milei fue dura, con graves maltratos por parte de su padre. Mucho de su tiempo transcurría en soledad. ¿Es casual que optara por ser portero? "Él hace esa relación hablando de la personalidad del arquero (portero), que es una personalidad única dentro de los 11 jugadores. En Chacarita, donde jugaba, también le decían el loco, porque salía a cortar centros y jugando con la pelota. Era muy osado".

En las fotos de aquellos años, el "look" de Milei recuerda a otro portero que no era famoso por ser portero: Rod Stewart. Titular indiscutido de la clase '70', Milei llegó a ser parte de la plantilla profesional de Chacarita, pero no debutó: en medio de una temporada negra para el club, apodado "el funebrero" por su cercanía con el cementerio de La Chacarita, Milei decidió a los 19 años dejar el fútbol y concentrarse en sus estudios de economía. No le fue mal: nunca antes un economista había llegado a la presidencia en Argentina.

Llegaron los años en los que el Boca dirigido por Carlos Bianchi ganaba todo: tres Copas Libertadores, dos Intercontinentales, cuatro títulos nacionales. Milei estaba enloquecido por la pasión y convenció a sus padres de comprar un palco en el segundo piso de La Bombonera. El clímax llegó en diciembre de 2000, cuando Javier y Karina, los dos hermanos Milei, viajaron a Tokio a ver el 2-1 sobre el Real Madrid con dos goles de Martín Palermo, el ídolo del hoy presidente.

Sin embargo, Milei no volvió a pisar el estadio boquense tras el 12 de junio de 2011, el penúltimo partido de Palermo con la camiseta de Boca. Milei explicó en una entrevista en la televisión argentina cómo perdió la pasión por Boca. "Era hincha de Boca, lo que pasa es que cuando (el entonces presidente Daniel) Angelici trajo a (Juan Román) Riquelme en un acto de populis­mo, dije: 'Bue, bas­tante tengo con vivir en un país populista como para ser hincha de un equipo que toma decisiones populistas'. Lo trajo para robar. Entonces, agarré y dejé de ser hincha de Boca".

La antipatía de Milei por Riquelme solo compite con la que siente por Fernando Gago. A tal punto que en la histórica final de 2018 por la Libertadores en Madrid entre Boca y River, Milei apoyó... a River.

"Ese día hinchaba por Boca. Estaba mirando el partido y cuando entró Gago, cuya vuelta fue otro acto de populismo, hinché por River. Para mí Gago fue un pésimo jugador de fútbol, una de las grandes mentiras del fútbol argentino, ahí me volví anti-Boca".

De loco por Boca a anti-Boca. Un Milei auténtico que, en la noche de su triunfo electoral, recibió a Macri y le pidió que desplazara en las inminentes elecciones en el club a Riquelme de la vicepresidencia, desde la que ejercía como presidente de hecho: "Necesito que me recuperes la alegría de ser hincha de Boca. La he perdido desde que Riquelme es presidente".

No funcionó, Riquelme arrasó en las elecciones. Milei busca entonces el atajo: reformar el país y el fútbol argentino. Si lo logra, es muy probable que de paso recupere aquel pasional vínculo con Boca.