El final más cruel para Abel Ruiz
El capitán acabó bañado en lágrimas después de errar un penalti decisivo en el añadido. Era su último servicio a la Sub-21.

Sin consuelo. Abel Ruiz (23 años) terminó la final del Europeo Sub-21 bañado en lágrimas, ignorando el apoyo de sus compañeros y con un único pensamiento en su cabeza: el error desde el punto de penalti que dejó a España sin prórroga. El momento del partido, en el minuto 99, y el tipo de campeonato, un torneo con el que Abel y la generación del 2000 cerraban un ciclo plagado de éxitos, añadió mayor dramatismo a un desenlace que tardará tiempo en olvidarse. Si alguien no lo merecía, desde luego, era él.
😭😭 ¡No puede seeeeeeeer!
— Teledeporte (@teledeporte) July 8, 2023
Abel Ruiz tuvo el empate en sus botas desde el punto de penalti en el minuto 97 pero Trafford se vistió de héroe para salvar a Inglaterra. #U21EURO2023
¡Qué final más cruel para España en Batumi! pic.twitter.com/PACJoUshTK
Abel ha sido el capitán y el líder futbolístico de una Selección con la que ya conquistó el Europeo Sub-17 (en 2017) y el Sub-19 (2019). La cita ante Inglaterra, además del título que había en juego, era especial porque podría haber erigido a esta camada en la primera en proclamarse campeona continental en las tres categorías. El partido también era simbólico en lo individual: con su participación ante los británicos se convirtió en el jugador con más internacionalidades en la historia de las inferiores (86) y, de haber ganado, tenía muchas papeletas para haber sido elegido MVP del torneo. El gol afortunado de Jones y la pena máxima detenida por Trafford echaron el sueño por tierra.
Más allá de su fallo desde los once metros, el valenciano ha protagonizado un campeonato para enmarcar. En el debut ante la anfitriona Rumanía falló dos goles clarísimos (uno de ellos clamoroso, casi en la línea) y las redes sociales se inundaron de críticas y memes hacia su figura, pero se repuso de forma inmejorable: marcó en el siguiente encuentro ante Croacia, anotó otro gol decisivo contra Ucrania para cerrar los grupos, asistió en cuartos frente a Suiza y brilló como nunca en semis ante los ucranianos ('mojó' y brindó el 5-1 a Sergio Gómez).

En la final sufrió para recibir en la primera mitad, pero se desató en la segunda. El VAR anuló un fenomenal cabezazo que hubiera supuesto el 1-1, rozó el empate con otro testarazo en el tramo final y se generó, al anticiparse a Colwill, el penalti de la discordia. No dudó en asumir la responsabilidad, pero su lanzamiento raso se topó con la estirada de un Trafford que ha acabado el Europeo imbatido. Fue la muerte de España y el último servicio de Abel, que después del partido recogió la Bota de Oro que compartió con Sergio Gómez, a las inferiores. Su carrera siempre ha estado ligada a sus éxitos con La Rojita y cierra el ciclo de la forma más amarga posible.
La bala de los Juegos Olímpicos
El canterano del Barça ha brillado a nivel futbolístico, pero su papel en el vestuario no ha sido menos importante para Santi Denia. Es uno de los veteranos y de los encargados de guiar por el buen camino a un grupo al que conoce a la perfección. Con Víctor Gómez, Guillamón, Miranda, Antonio Blanco y Sergio Gómez ya ganó un Europeo hace seis años y se ha mantenido siempre en la estructura titular de la Selección. Aunque en este momento no baste para equilibrar la balanza, el gran torneo protagonizado por Abel le ha revalorizado y le ha convertido en un futbolista todavía más apetecible para los grandes de Europa.
El valenciano, considerado uno de los cracks de La Masia desde los 12 años, ha vivido de todo a lo largo de su corta carrera. Con los cadetes, juveniles y el Barça Atlètic se hinchó a marcar, pero el club culé nunca le otorgó una oportunidad en el primer equipo y salió por la puerta de atrás en 2020. Los comentarios que decían que no tenía el nivel para rendir en la élite le hicieron más fuerte y le llevaron a tatuarse en su brazo derecho la palabra resiliencia, a cuyo significado ("capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas") deberá agarrarse ahora más que nunca.
Tras salir del Barça fichó por el Sporting de Braga, que pagó ocho millones de euros por él y en el que ha ido de menos a más. Esta ha sido su mejor temporada en Portugal (12 goles y siete asistencias) y el Europeo ha puesto de manifiesto todas sus virtudes: olfato, capacidad asociativa, inteligencia en el juego de espaldas y un poder innato para desajustar defensas con sus movimientos entre líneas. Marcar ese penalti y forzar el tiempo extra le hubiese coronado, pero el vestuario cerró filas con él tras el partido y evidenció lo que todos saben: es el líder y ningún fallo podrá empañar una trayectoria inmaculada con España.
El de este sábado ha sido su último encuentro para las inferiores, pero todavía le queda la bala de los Juegos Olímpicos. Por edad (el torneo es para futbolistas nacidos a partir del 1 de enero del 2001) no podrá acudir, pero la RFEF suele utilizar las tres excepciones de mayores de 23 que marca la normativa FIFA para los jugadores que han sido claves a la hora de conseguir la clasificación. Sin duda, Abel es uno de ellos y oposita con fuerza a tener una nueva oportunidad para redimirse en París.