FEDERACIÓN

Una foto y un desprecio mundial a Javier Lozano demuestran que la huella del Rubialismo aún pervive en la RFEF

El mural de los campeones que recorre el pasillo principal de la sede de Las Rozas 'olvida' al rival de Rubiales, el seleccionador que dio a España dos Mundiales y tres Eurocopas de fútbol sala.

Imagen panorámica de la sede de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. /
Imagen panorámica de la sede de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) está inmersa en un proceso de transformación que comenzó con la victoria de Rafael Louzán en las urnas el pasado 16 de diciembre y que tiene cuatro años por delante para seguir dando pasos en el deseo de alcanzar ese nuevo horizonte que pretende. En su estrategia se mantiene como máxima prioridad borrar todas las huellas negativas del Rubialismode ahí la reciente ola de despidos— al mismo tiempo que se protege, con justificaciones de todo tipo, aquella parte del legado del expresidente que nadie quiere o se atreve a liquidar por diversas razones. Y, claro, como en toda reforma puesta en marcha, aún hay goteras que no se han podido tapar y que dan especialmente el cante.

Una de ellas es el 'olvido' de Javier Lozano (Toledo, 1960). El actual presidente de la Liga Nacional de Fútbol Sala (LNFS) fue, entre otras muchas cosas, exjugador internacional, el seleccionador que dio dos Mundiales y tres Eurocopas a España, el director de la Ciudad del Fútbol en tiempos de Ángel María Villar y hasta ayudante de José Antonio Camacho en el Mundial de Corea y Japón en 2002. Sin embargo, y según numerosas fuentes consultadas, su figura ha estado claramente vetada durante los años de Luis Rubiales al frente de la RFEF (2018-2023), donde quedó prohibido mentarle, reconocerle e invitarle a actos u homenajes. Cualquier roce con él de los trabajadores de la casa podría traer consecuencias —aunque fuera por el simple hecho de saludarle y dialogar— hasta que la actual dirección ha acabado con el veto.

Por eso, más que un despiste o una casualidad, en la sede de Las Rozas pervive una venganza que más de uno pide corregir de inmediato. El pasado jueves se pudo comprobar en la Gala de la Mujer que celebró la federación madrileña en sus entrañas, en la sala Luis Aragonés, a la que el toledano fue invitado por Paco Díez (vicepresidente de la RFEF) después de mucho tiempo sin aparecer por las instalaciones federativas. Medio en broma medio en serio, circuló un chascarrillo entre los invitados más ilustres que fue elevado a la categoría de chapuza pese a que la mayoría de los presentes no habían reparado en ello: Javier Lozano no aparecía en el mural de los campeones del que presume la Federación en una de sus paredes principales.

En ella, justo la que está por encima de la cristalera a través de la cual se ven los campos de fútbol donde se entrenan los internacionales, hay una enorme fotografía del Mundial 2010 logrado en Sudáfrica por la Selección de Del Bosque. A su lado, aparecen las protagonistas del Mundial 2023 de Sídney, copa en mano, junto a Jorge Vilda. Pero, sin embargo, la fotografía siguiente, también de considerables dimensiones, ilustra la especialidad del fútbol sala con una instantánea de uno de los siete Europeos y no con una de los dos Mundiales logrados (2000 y 2004). Y eso que el escudo que la acompaña sí recuerda las dos estrellas que también se bordan en el pecho de las camisetas. La razón es única: el seleccionador en aquellos gloriosos campeonatos fue Javier Lozano, el gran rival de Rubiales durante su mandato.

Panorámica de la sede de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.

Las consecuencias

De esta manera, la RFEF no sólo decidió hace año y medio colocar ahí la fotografía de uno de los campeonatos de Europa que pueblan las vitrinas del fútbol sala sino que, además, decidió elegir la imagen con uno de los cuatro Europeos ganados con Venancio López en el banquillo y no con uno de los tres de los que presume haber conseguido Javier Lozano. Blanco y en botella. Y pese a quien a estas alturas ha querido justificar la decisión, no cuela el argumento de que se haya elegido utilizar una fotografía del último gran éxito colectivo. Si se compra esa versión, la elección en el caso del fútbol masculino tendría que haber sido la Eurocopa de 2024. O, si los tiempos y las prisas no lo hubieran permitido, la Nations League de 2023 o la Eurocopa 2012.

La imagen de la Eurocopa de fútbol sala de 2016 lograda en Serbia, donde por cierto sólo hay un campeón del mundo como Paco Sedano, actual secretario general del Comité Nacional, aún se mantiene en el edificio. Aparece junto a las selecciones campeonas de fútbol sala femenino y la de los diferentes equipos de voley playa. Y siendo el feo más evidente con toda una leyenda, no es el único que se mantiene. En la web de la RFEF, en el apartado dedicado al palmarés del fútbol sala, se habla desde hace bastante de los dos Mundiales logrados con alguna peculiaridad. En el del 2000, disputado en Guatemala, se cita a toda la plantilla menos al entrenador. Y nadie lo corrige. E incluso en el acto del 20 aniversario ni se le invitó ni se le nombró mientras que sí participó en él Venancio López. Con el segundo Mundial, el de 2004 en China Taipei, es peor. Se habla de que el seleccionador entonces era Venancio López, con declaraciones incluidas, cuando el bilbaíno fue seleccionador en dos etapas (1996-1998 y 2007-2018) pero no en esos momentos, cuando dirigía a Autos Lobelle.

El caso de Javier Lozano recuerda al despiste que se vivió en 2020 con Iker Casillas. Entonces, la RFEF decidió elaborar un vídeo conmemorativo por el octavo aniversario de la Eurocopa de 2012 y en la pieza distribuida por los canales oficiales alguien se olvidó de incluir al guardameta levantando la copa. El capitán en aquella cita se vio obligado a escribir un doloroso tuit como respuesta: "No sé si le he hecho algo malo a @SeFutbol, pero si es así pido perdón. Nunca me olvido de vosotros, siempre de mi Selección!". Luego se confirmó que el borrado fue intencionado, ya que el madridista se había postulado como rival de Rubiales en las elecciones. Así que como respuesta, con pinta de maquillaje, aquel ideólogo tuvo su castigo.

Al menos, en el apartado de la web referido a las Eurocopas logradas por la Selección de fútbol sala, sí aparece el nombre de Javier Lozano. Porque no todos los redactores obraban de la misma forma ni acataban las directrices de sus jefes de la misma manera. Y quizás también se ponga de ejemplo como una primera señal del paulatino cambio que se avecina en esta Guerra Fría. Porque el bicampeón del mundo va volviendo poco a poco a reconciliarse con la Federación. Igual que otra foto importante suya desapareció de la noche a la mañana del museo, una bien grande del Mundial 2004 luce desde hace menos de un año, ya sin Rubiales ni sus escuderos en Las Rozas, en el maquillado pabellón de la Ciudad del Fútbol. Y el giro de guion no sólo se debe a una cuestión estética. Supone un cambio de tendencia.

Así luce el pabellón de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.
Así luce el pabellón de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.

Louzán, según ha podido saber Relevo, ha dado instrucciones para que se acaben las hostilidades con él para que se recupere la sensatez entre la RFEF y la LNFS. De hecho, en septiembre ya hubo una reunión en Cartagena entre Lozano y uno de los pesos pesados en el fútbol sala de la Federación como es el barón de Murcia, José Miguel Monje Carrillo. Ahí regresó la "normalidad institucional". Y hay más: hace pocas fechas el propio presidente de la RFEF despachó con Lozano para conocer de primera mano todo lo que había sucedido estos años, acercar posturas, limar asperezas, olvidar el pasado y estudiar la manera de tender cuanto antes los mismos puentes que ya hay con LaLiga o Miguel Galán. Nadie en la RFEF, donde Lozano siempre fue muy querido, quieren que vuelvan las guerras. De hecho, Louzán se ha cargado recientemente a García Plata y a Javier Lorente, que iba a ser director deportivo.

Pelillos a la mar

Aquella batalla que mantuvieron Rubiales y Lozano aún tiene hoy sus consecuencias. E igual que ahora Tebas puede ser un punto de encuentro y un facilitador, la buena relación de Lozano con el presidente de LaLiga fue un lastre en su día para su entendimiento con la RFEF. Pese a que Lozano y Rubiales partieron como compañeros de la Junta de la RFEF en 2018, con el excelente trato que ambos mantenían con Villar como punto de partida, las cosas se fueron torciendo sólo un año después. Fue clave la firma de la LNFS con Mediapro y la aparición en escena de García Plata como fontanero, asesor y hombre de confianza del motrileño en una sección que estaba bajo la responsabilidad de Pedro Rocha, entonces presidente de la federación de Extremadura y también firme opositor a Lozano. De hecho, bajo el mandato del interino ahora inhabilitado, el técnico llegó a recibir el chándal y los billetes para acudir al último Mundial y una petición suya a FIFA lo dejó en tierra. Sumaba esta traba a la negativa para que formara parte de un órgano técnico en el mismo campeonato.

Javier Lozano, el pasado jueves en la sede de la RFEF.
Javier Lozano, el pasado jueves en la sede de la RFEF.

Fue a partir de 2019, cuando Rubiales propuso una reestructuración profunda de la organización del fútbol sala y pidió liderar esa revolución a cuatro clubes, cuando saltaron chispas entre ellos. Ahí se desató una guerra que acabó con grandes consecuencias: con la RFEF quitando la encomienda de la gestión a la LNFS, concedida desde 1989, con la petición de medidas cautelares para la patronal, con denuncias cruzadas, con una propuesta de inhabilitación a Lozano por presuntas irregularidades con el Caja Segovia y con una querella criminal de Lozano como respuesta, que mantenía el apoyo mayoritario de los clubes, por supuestos delitos de coacciones y prevaricación federativa que al final quedó en papel mojado.

Aquella situación irrespirable ya es prácticamente historia. Si no fuera por el recuerdo de estos pequeños pero importantes detalles que adornan la casa del fútbol.