La goleada del PSV a su filial en la Copa de Países Bajos lleva a un recuerdo de 1980 y retrata la inestabilidad de la base del fútbol femenino
La Segunda División neerlandesa, que no tenía ascensos ni descensos, y que cuenta con doce filiales lleva al torneo a contar con el mejor 'B'.
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El PSV femenino ha cosechado uno de los triunfos más sencillos de toda su historia al golear por cero tantos a siete ¡¡¡a su filial!!! en octavos de final de la Copa, como aquella final de Copa del Rey entre Real Madrid y Castilla en 1980. Un resultado que no resulta sorprendente dada la ya evidente diferencia de nivel que marca el cartel del partido, pero que, más allá de resultar gracioso, retrata la inestabilidad de la base del deporte, la clave para que en un futuro el rendimiento que alcancen las jugadoras sea suficiente para, todavía más, remover al mundo y generar millones y millones de euros entre televisiones y publicidad. El fenómeno comenzó de tal forma que incluso el club bromeó a la par que daba normalidad a la situación publicando la alineación de los dos equipos... que en realidad eran rivales. ¿Pero cómo es posible que se haya dado esta emparejamiento tan peculiar?
La Copa femenina en Países Bajos comienza su fase decisiva en octavos de final, a donde llegan sin necesidad de jugar los doce equipos de la Eredivisie Women, la primera categoría. A partir de ahí, el resto del país juega unas eliminatorias que comienzan en el mes de agosto y se extienden hasta febrero. Una lucha a gran escala que, en realidad, solo da cuatro plazas para competir entre las mejores. Por esas cuatro plazas compiten las cuatro categorías por debajo de la élite: la Eerste Divisie, la Topklasse y las dos divisiones más bajas del fútbol femenino neerlandés.
Bien. Para entender cómo ha podido llegar el filial del PSV a la Copa hay que explicar que la Eerste Divisie no es una segunda división convencional. En ella, hasta esta temporada, no había ascensos y descensos. De hecho, en su primera temporada, la 2023-24, estaba formada por los doce filiales de los doce equipos de Primera. Por tanto, ¿cómo iba a haber descensos desde arriba? Se les unió también el Sparta Rotterdam y para esta campaña han llegado el NAC Breda y el De Graafschap. Por este motivo, la federación ha diseñado ya un sistema para que haya movimiento entre categorías, lo que sin duda aumentará el nivel competitivo medio y el margen de crecimiento de las jugadoras. Eso sí, tampoco hay demasiadas opciones, ya que los filiales son los que siguen llevando la batuta y son clara mayoría ahí. Un proceso de crecimiento por ahora algo estancado por estas circunstancias.
En la Copa solo participan de Segunda División cuatro equipos: los tres que no son filiales de los clubes de Eredivisie... y el filial del PSV. El motivo no es otro que ser el mejor equipo B de toda la pasada temporada. La invitación a este conjunto responde a la necesidad de mantener el nivel máximo en octavos de final. Cabe recordar que el resto de implicados de categorías inferiores son fútbol amateur y su rendimiento no es suficiente para verse las caras con las mejores de Países Bajos. Quizás el filial del PSV sea uno de los diez mejores equipos del país y al no haber una Segunda competitiva más allá de los filiales, no les queda otra que recoger la posibilidad de invitarles. Esta vez ha salido mal, por supuesto, ya que medirse al PSV ha destapado la rareza del sistema, ¿pero y si se llegan a enfrentar a otro y le eliminan? Hubiera sido una posibilidad real.
La Copa femenina de Países Bajos comenzó en agosto con una fase de grupos en la que hay hasta un Grupo V (sí, de uve, no de cinco). Entonces, competían los equipos de tercera a quinta categoría. Tercera es conocida como Topklasse, donde se puede descender, pero no ascender, un motivo más que dificulta la estructura sólida de una base que siempre encuentra un techo imposible de romper. Así van avanzando los modestos hasta esa sexta ronda donde sobreviven solo cuatro equipos, más los cuatro de Segunda División que empiezan ahí su andadura. En esta ocasión, De Graafschap y Sparta Rotterdam cedieron en eliminatoria directa ante Saestum y Ter Leede, ambos de Topklasse (3ª), que gozarán del gran privilegio de jugar contra las mejores.
Una segunda división que refleja la realidad del fútbol femenino
El sistema de la Eerste divisie, la Segunda División de Países Bajos, es tan peculiar que no le queda otra que revolucionarse con un formato algo extraño. Los equipos se dividen en la Liga A y la Liga B, que pertenecen a los seis mejores y los siete peores equipos. Entre ellas sí hay ascensos y descensos. Quien no da la talla en la A le toca pasarse a la B y las reinas de la B dan el salto a la A. Este proceso se da gracias a la división entre temporada de otoño y temporada de primavera. Es una manera de darle dinamismo a una competición ahogada en la rutina de que los clubes no puedan progresar. Al menos, así era hasta este momento, desde el cual ya buscan fórmulas de cambio que favorezcan el desarrollo de las futbolistas.
Una vía de progreso natural en un proceso de construcción hacia un fútbol femenino mejor en el que las jugadoras se desarrollen en un entorno de garantías, con categorías bien definidas y un sistema férreo que permita solo centrarse en el deporte como tal. Este jueves se ha dado una gran curiosidad que refleja esta realidad: el PSV ha ganado 0-7 a su filial en los octavos de final de la Copa de Países Bajos.