FEDERACIÓN

Las 'medallas' de la RFEF son imposiciones: Rocha no quería echar a Camps

El presidente de la Junta Gestora de la RFEF se resistió hasta el último momento de la jornada de ayer.

Pedro Rocha, en la presentación de Montse Tomé en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. /EFE
Pedro Rocha, en la presentación de Montse Tomé en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. EFE
Sergio Fernández
Alfredo Matilla

Sergio Fernández y Alfredo Matilla

Derrocar el Rubialismo sin Rubiales no era ni mucho menos una tarea sencilla. Camps era de verdad el cerebro dentro de la RFEF desde que aterrizase en la Secretaría General en 2018. Era el que ejecutaba el día a día y trazaba la estrategia jurídica y de enfrentamiento para acaparar todo el poder y los ingresos. Por eso, pese la dimisión de Rubiales (el pasado 10 de septiembre), los cimientos de poder eran los mismos aunque las sombras de cara al exterior tuvieran otra apariencia. Por la verdadera dimensión que significaba la figura de Andreu Camps (y su elevado finiquito para las arcas de la RFEF) según pudo saber Relevo, Pedro Rocha, presidente de la Junta Gestora hasta que en febrero se celebren elecciones, no quería echarle. 

Su intención era dejar la Secretaría General como siempre había funcionado con Rubiales, mientras accedía a cambios y reestructuraciones menores en el seno de la organización. En la Federación, eso sí, venden ahora como cambios las exigencias que les está planteando el Gobierno. Que no han tenido más remedio y que, si hubieran podido, Camps seguiría en su puesto. Que han sido las jugadoras y la mediación del Ejecutivo los que lo han conseguido. Y no el afán renovador de un Pedro Rocha, que prefería seguir rodeado "de los suyos". Por eso contó hasta el último momento con el hasta ahora secretario general, sustituido de forma interina por Alfredo Olivares, antes director de Competiciones, y Elvira Andrés, directora del Gabinete de la Presidencia.

La situación llegó al límite en la madrugada del martes al miércoles, en el hotel Oliva Nova, cuando el Gobierno, a través del presidente del CSD, Víctor Francos, exigió un cambio real, traducido con nombres propios tal y como habían pedido las jugadoras para no renunciar a la Selección. Eso sí, el círculo más próximo a Rocha recalca que éste tenía claro el cese de Andreu Camps, pero, en realidad, los acontecimientos están demostrando que ejecuta las decisiones drásticas (Camps, Tomé, comunicados de disculpas...) cuando desde fuera le empujan a hacerlo.

Pedro Rocha no compareció en el cónclave de Oliva porque las jugadoras no le tienen simpatías por su inmovilismo, ya que lo asocian directamente a Rubiales. No en vano, Camps fue siempre un durísimo negociador con las futbolistas y eso le ha pasado factura.

El argumento de Camps: Rocha no le puede echar

Según apuntan fuentes internas dentro de la Federación, "esto va a ser muy difícil". El esto se refiere primero, al despido del propio Camps, que como ideólogo y jurista del Rubialismo no pondrá ningún tipo de facilidad e intentará bloquear-recurrir todo este procedimiento, además de reclamar hasta el último euro de su finiquito. El propio Camps decía que Rocha sólo era presidente de la Comisión Gestora, no de la Federación y ha peleado ese matiz jurídico hasta el último momento.

Pedro Rocha, línea continuista del Rubialismo, estaba encantado con la idea de que realmente no pudiera despedir al secretario general, debido a lo que esgrimía Camps (la diferencia de ser presidente real y presidente de la Gestora); pero, una vez más y acorralado por la presión del CSD y, sobre todo, de las jugadoras de la Selección, se ha visto obligado a prescindir de sus servicios, por más que fuera el hombre de confianza y el que manejase el día a día de todos los asuntos importantes en Las Rozas. Pero, al final, se impuso la sensatez dentro de la Federación en este sentido: la Comisión Gestora se encuentra legitimada para realizar todos los cambios que crean convenientes.

«La mayor estabilidad ahora es estarse quieto»

Cinco barones pidieron al CSD que mediara dentro de la crisis institucional que vive la casa desde el beso no consentido de Rubiales a Jenni Hermoso. Varios presidentes de territoriales y directivos de la Federación reclamaban elecciones inminentes a la presidencia, pese a que estén fechadas para 2024, pero Andreu Camps se mantenía firme en una idea: "La mayor estabilidad ahora es estarse quieto".

Ésa era la filosofía de Camps en cuanto el asunto electoral, donde también aparecían muchos intereses en juego. Uno de ellos, por ejemplo, era el de la candidatura al Mundial de 2030, donde hasta el mismo Camps fue desplazado de las reuniones de trabajo porque el Gobierno exigía cambios visibles y la apuesta por albergar el máximo torneo de selecciones era una de las grandes prioridades de la RFEF como del propio Ejecutivo.

Pedro Rocha estaría encantado de seguir con 'su gente', los que le designaron como sucesor, y se ha resistido a cambiar. Pero los que le rodean ahora (como Elvira Andrés, Marisa González o Alfredo Olivares) son mucho más sensatos y saben que la renovación de la RFEF ya es imparable. Que no hay vuelta atrás y que el Rubialismo ha pasado a mejor vida.