Así se gestó el Pichichi de Dani Güiza: "Aprovechaba para dar caladas a un cigarro en las duchas del vestuario"
El delantero fue el máximo goleador de LaLiga en la 2007-08 militando en aquel Mallorca dirigido por Gregorio Manzano.
Han pasado 16 años desde que un futbolista lograra el Pichichi en LaLiga sin pertenecer a los tres grandes de nuestro fútbol. Un dato que realza aún más la gesta conseguida por aquel Mallorca de Gregorio Manzano, que consiguió elevar a Dani Güiza al olimpo de los goleadores. En una temporada donde los bermellones quedaron séptimos, el jerezano viviría sin duda alguna su mejor año futbolístico. "Ya desde la pretemporada se vio que estaba inspirado", cuentan desde Palma, después de que Güiza anotase ante el Bayern en el Trofeo Ciudad de Palma o un doblete frente al Groningen.
La relación del delantero con el Mallorca y Manzano surgió mucho antes. José Manuel Rodríguez, persona de confianza de Luis Aragonés, captó para el filial a un prometedor juvenil que había hecho una gran temporada en Dos Hermanas, localidad sevillana en la que Dani estuvo cedido por el Xerez. También reclutó a Alejandro Campano, que acabaría siendo capitán. Firmaron juntos. Güiza logró debutar con el Mallorca, pero durante tres temporadas tan sólo jugó en seis partidos. Cogió la maleta y puso rumbo a Huelva, donde estaba Lucas Alcaraz, el entrenador que le sacó rendimiento en Dos Hermanas. "A Dani Güiza lo tuve en el 2003 cuando comenzamos la temporada e incluso estuvo en el banquillo en la primera jornada frente al Valencia, pero teníamos nada más y nada menos que a un tal Eto'o y a Pandiani. Decidimos cederlo ese año al Recreativo. Empezó con nosotros y acabó enfrentándose a nosotros", relata Gregorio Manzano a Relevo.
Tras una nueva mala experiencia parecía que su carrera y, sobre todo, sus oportunidades para asentarse en la élite se estaban terminando. Nueva aventura, esta vez en el Ciudad de Murcia, un club de reciente creación que acababa de ascender a Segunda División. Algo cambió. 16 goles en su primera temporada y 20 en la segunda llamaron la atención del Getafe, que apostó por él para devolverlo a la élite. El jerezano se agarró a esta nueva oportunidad y logró asentarse en LaLiga durante los dos años en tierras madrileñas. Y así el Mallorca volvió a aparecer en su vida.
"Él fue evolucionando y lo fichamos en 2007. Buscábamos un futbolista que pudiera encajar con Ibagaza, que era un gran pasador. Queríamos alguien que culminara las asistencias que él daba cada temporada. Anteriormente habíamos fichado al delantero del Barcelona Maxi López, pero no nos dio resultado, y entonces buscamos un goleador, sabiendo todos los problemas que había tenido Güiza antes en todos los equipos en los que había estado. Se nos presentó esta oportunidad y conseguimos ficharlo del Getafe. Creo recordar que pagamos entre tres y cuatro millones de euros. Fíjate lo que se revalorizó en tan sólo un año. Dejó en las arcas del club unos 15 millones", confiesa Manzano, que pronto notó que habían acertado de pleno.
En torno a Güiza y Diego Tristán, que no lograron coincidir ni en el filial ni en el primer equipo mallorquinista, siempre han rondado muchas leyendas extradeportivas. Algunas ciertas y otras no. Sobre Dani existía la creencia de que era un futbolista tan bueno como complicado. "No era un jugador problemático como he escuchado y leído por ahí muchas veces. Él tenía su manera de ser: un jugador especial, con una personalidad especial. Creo que lo supe llevar bien y él se portó bien. El estímulo de jugar de titular y marcar goles le hizo ser aquel año una de sus temporadas más felices y una de las mejores de su carrera", aclara el técnico jiennense, que recuerda una curiosa conversación bien entrada la temporada: "Yo le decía: 'El Pichichi de LaLiga es convocado por Luis Aragonés para la Eurocopa'. Y él me decía que eso era imposible: 'Míster, a mí no me convocan'. Le dije: 'Dani, cuando vayas a tomarte la segunda cerveza, piensa en lo que te estoy diciendo '. Me respondió: 'Míster, si yo no bebo'. Le contesté: 'Dani, la primera cerveza sé que te la vas a tomar. La segunda es la que no tienes que hacerlo. Cuídate que te vas a ir a la Eurocopa'. Y así fue. Fue seleccionado, jugó, marcó y la ganó. Eso hizo que el Fenerbahçe apostara por él".
Aquel Güiza había encontrado la estabilidad personal con su relación con Nuria Bermúdez, que incluso pasó a ejercer como su representante. "Había mucha crónica rosa alrededor del equipo, pero se encontró con un núcleo duro que lo ayudó mucho. Los Nunes, Ramis, Fernando Navarro... Lo protegieron y lo mimaron para que sacara lo mejor de sí en el césped", rememora Albert Salas, periodista de IB3 que cubría entonces la información del Mallorca. "La clave fue Nuria", señalaría Bernd Schuster tiempo después cuando el jerezano firmó por el Fenerbahçe.
La conexión con Ibagaza fue total, como destaca uno de los líderes de aquel vestuario, el central Iván Ramis, que sólo al final pensó que su compañero lograría conseguir su premio individual como mejor goleador aquel año: "La temporada con Güiza fue espectacular, tenía unos desmarques muy buenos, se movía perfectamente y a tiempo con el pase que le daban. También hay que decir que tenía un espectacular pasador, que era el Caño Ibagaza. Después todo lo que le llegaba iba para la red. La verdad, no pensábamos que podría ser el Pichichi hasta las últimas jornadas, fue un año muy bueno donde con su trabajo, y el del resto del equipo, pudo conseguirlo". El central recuerda "a aquel compañero divertido, siempre con una sonrisa diaria y haciendo grupo constantemente".
De hecho, hasta la jornada trigésima, Luis Fabiano, delantero del Sevilla, aparecía como destacado en la lista de goleadores. "El día especial fue el de San Mamés. En ese partido mete dos tantos y supera al brasileño. Allí ya se confirmó que iba a por el récord y anotó luego en los tres siguientes partidos", recuerda Salas sobre ese Güiza que marcó 12 dianas en las últimas nueve jornadas del campeonato. "Metía muchas picaditas, que él las llamaba pikachu. Era un tipo especial", añade sobre el delantero que dejó anécdotas casi a diario. El propio Salas recoge en su libro 'Los cracks se visten de rojo. Antología de 102 años de mitos mallorquinistas' una anécdota sobre esas costumbres particulares de Güiza que lo convirtieron en leyenda: "Aprovechaba para dar caladas a un cigarro en las duchas del vestuario antes de los partidos o en los descansos. El delantero decía que eso le daba suerte y los capitanes hicieron la vista gorda por su gran inspiración de cara a puerta. Pero Manzano olfateó algo en San Mamés. Ese día el técnico lo descubrió e interpeló a los capitanes. Todos se encogieron de hombros: el delantero llevaba tal racha que nadie le reprochaba nada. Manzano fue claro: 'Sal al campo y decide el partido. De lo contrario...'. Y así fue, aquel día marcó dos goles".
La aportación de Dani fue fundamental en un año en el que no sólo logró alzarse con el trofeo al máximo goleador, sino que lo hizo sin anotar desde el punto de penalti, a pesar de que Gregorio Manzano intentó ayudarle: "Fue muy importante durante toda la temporada. ¡Metió 27 goles y ninguno de penalti! Cuando ya estábamos terminando LaLiga, recuerdo que le ordené que si había alguno lo lanzara él. Contra el Murcia nos pitaron uno y Dani se lo dejó lanzar a Angelos Basinas. Se lo reproché porque se estaba jugando la bota de oro. Me dijo que él era un jugador de equipo. Esa era la humildad de Dani dentro del equipo". Ahora, casi 20 años después, el nombre de Dani Güiza sigue siendo historia de nuestro fútbol, con esos 27 goles que quedaron para el recuerdo.