El pragmatismo de Giulia Dragoni en la Roma a la espera de un sitio en el Barça: "Aquí me siento más considerada"
La centrocampista italiana, cedida en la Roma por el Barça, habla con Relevo: "No noto la presión, la ansiedad. Mi fútbol es serenidad pura".

Silencio, que nadie se distraiga. Esto es un manual para perseguir los sueños. No los éxitos, la verdad o la justicia con la necesidad de reivindicarla después. No, simplemente los sueños, especialmente si son futbolísticos y tienen que ver con la poesía, con la inconsciencia virgen de alguien que todavía es adolescente. "Me pongo hits de música española antes de saltar al campo. Ningún tema, en especial, solo las listas que me sugiere Spotify. Me motiva". En este contexto alegre, sonoro y desenfadado, emerge un decorado aliado de Giulia Dragoni (Senise, 2006), flamante jugadora de la Roma cedida por el Barcelona.
Vive en una ciudad donde aún despuntan campos improvisados y espontáneos en los que jugaba hace medio siglo el cineasta y poeta Pasolini. Además, nació en un país donde sí, el talento grácil fue sospechoso, pero eso no privó que siempre terminara por descorcharse. Lo saben bien Roberto Baggio o el romanista Francesco Totti, tótems de ese coto selecto y privado de genios osados, dueños de la calle que mimaban y salvaguardaban el balón para vivir. Su universo era infinito y serio. Era calcio, y ahí no se admitían bromas o conjeturas. No se consumía el tiempo; se gozaba.
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"Yo aprendí a jugar en el jardín de casa. Con mi padre y mi hermano. Tenía cuatro años. Después, no lejos de allí, estuve en un club con algunos chicos mayores que yo. Era la única niña, pero fue interesante porque me ayudó a crecer, madurar, a tomar decisiones, a mejorar mis cualidades". Hoy esta habilidosa centrocampista es la caja fuerte del instinto callejero freestyle, del regate sin cadenas como acicate hacia la diversión. Una marca registrada también por Antonio Cassano, viento de Bari. "Mi ídolo, sin embargo, es Ronaldinho. Ese estilo feliz y extrovertido que tenía…", subraya al teléfono en tono jovial y distendido.
Aunque Giulia acaba de cumplir dieciocho años, su cosmos se presume interminable. No por los récords cosechados a una edad tan precoz, que también, sino por la complejidad que supone comprender la arrolladora simplicidad con que lo afronta. Cabe destacar que comenzó con un balón de plástico y va camino de uno brillante. Entre medias jugó un Mundial, engalanada de Azzurra con tan solo 16 años (edad del debut en Serie A con el Inter). Esa gesta que le sirvió para batir las marcas absolutas de Rita Guarino y un tal Beppe Bergomi. Repertorio de adultos, sí.
Giulia, además, fue la primera futbolista extranjera en formar parte de La Masia, donde curtió su clase a la vez que seguía mordisqueando la historia: única italiana hasta hoy en lograr una Champions, la debutante foránea más joven en la historia del Barça (incluso delante de Messi) y ganó el premio Italian Golden Girl, entregado por Tuttosport. Precisamente en esa gala habló de algo profundo y potente, que parece entrar en colisión con los tiempos frenéticos que corren. Sí, el sentimiento de pertenencia. Siempre cultivado en el ambiente, en el jardín giallorosso. Allí no es latín, precisamente.
🤩 Oggi Giulia Dragoni ha ricevuto il Best Italian Golden Girl 2024
— AS Roma Femminile 🇮🇹 🏆 (@ASRomaFemminile) December 16, 2024
Complimenti, Giulia! 💪#ASRomaFemminile pic.twitter.com/50DRzHsIE4
"Me felicitaron en la gala. ¿Consejos principales? Que no perdiera el instinto, la creatividad, que fuera libre, que fuera yo", explica esta artista en potencia, a punto de romper el boceto. Sin coartadas ni techo. "Antes de llegar a Roma, me anticiparon la magia esta maglia. Lo comprobé… Después, la ciudad, los tifosi, la emoción del derbi contra la Lazio… El mundo Roma es fantástico, y hay que respetarlo", añade, siempre grata con el presente, aunque también con el pasado. "Recuerdo cuando debuté con Italia… Qué emoción. Mis padres estaban en casa viéndolo por televisión. Verás, en general me siento contenta, tranquila, porque en el campo soy inconsciente. No noto la presión, la ansiedad. Mi fútbol es serenidad pura. Solo así puedo dar lo mejor de mí. Ahora y siempre".
Quién sabe si esta emoción contenida es cosa solo de los elegidos -como Messi o Lamine Yamal- o las predestinadas como ella, diamante incontaminado, duende y hada. "Has citado dos nombres inalcanzables. Son extraterrestres. ¿Sabes? Fue importante haber pasado por el Barça para crecer, tanto deportivamente como a nivel humano. Sí, es más que una escuadra. Apuesta por los jóvenes, y su cantera es única porque aplica los mismos conceptos para todas las categorías. Claro, cuando llegas al primer equipo (coincidió con el técnico Jonatan Giráldez) lo haces con las premisas perfectamente metabolizadas". Grabadas en piedra; conservadas en formol.
Dragoni silencia la fama: «Juego, y basta»
El camino ha comenzado. Con silencio, humildad y cautela. Eso implica poca o nula atención a las redes sociales, a lo que escriben sobre ella. Son las pautas que aplica Giulia Dragoni diariamente para soportar la presión, la jungla de asfalto. "Juego, y basta. Quizás, en unos años me daré cuenta de lo que está sucediendo en mi vida, pero no me detengo demasiado".
En este ámbito, la italiana reconoce también la importancia de su representante -Alessandro Orlandi (fundador de Assit Women)-: "Mi agencia me tutela. Me ayuda también como persona. Tenemos una relación confidencial que se extrapola más allá del terreno de juego. Incido también en la importancia de no hacer demasiado caso a las redes sociales. Sí, puede que haya mucha gente a la que no gustas, y esta intenta hundirte… Si lees ciertos comentarios negativos, podrías terminar por darles la razón. No, prefiero leer en general -como hobby- o ver series. Mi libro favorito es Open, de André Agassi. Habla de la relación con el padre, con el mundo del deporte… Te hace reflexionar, tener los pies en el suelo".
¿Una película? "No. Soy más de series. Me quedo con Prison Break", reconoce. El Barça y la Roma. La música, el cine y los libros. La ciudad y su belleza milenaria. Totti y Dinho. El Coliseo y Gaudí. La moda, el sponsor Nike y, por supuesto, el arte del balón como en los dibujos animados. Con la familia custodiando todo el tesoro. "Ahora tendré que trabajar un poco más con mi imagen. Poco a poco, porque soy joven. Respecto a Nike, muy contenta. Uso las mismas botas de siempre: Tiempo", explica Giulia, quien no deja que el pasado ni la cotidianeidad del presente caigan en el olvido. Solo así prevé crecer más y más, junto a su círculo más íntimo.
"Imprescindibles mi hermano y su comentario técnico-crítico de los partidos; mi padre, que me llevaba a entrenar entonces… Fuera de todo, mi madre, quien siempre me hace estar tranquila". Es ella, sí, la encargada de quitar ínfulas a su historia, de rebajar la euforia y las comparaciones con otros genios precoces del deporte femenino, como Simone Biles, Federica Pellegrini, Serena Williams, Nadia Comaneci, Billie Jean o Marta Vieira, seis veces elegida mejor futbolista del mundo. Es ella quien le resta peso al menhir.
Sin sitio en el Barça... por ahora: tiene contrato hasta 2027
Dicen que todos los caminos conducen a Roma. Aunque -antes del arribo a la capital- la azzurra renovó su contrato con el Barça hasta 2027, lo cierto es que no piensa más allá de hoy. "Quiero dar el máximo por mis compañeras, por los hinchas, por la historia de este club. El futuro no depende solo de mí. Aquí estoy estupendamente. Es una escuadra especial que le gusta el balón, la posesión. El estilo del míster (Alessandro Spugna) se adapta muy bien a mis características. Aquí me siento más considerada, cierto. Ya sabes, allí estaban por delante Alexia Putellas, Aitana Bonmatí, Patri Guijarro… Era más difícil destacar con las culés. Aquí tengo más espacio. El técnico me dice que juegue tranquila e intente dar el máximo", apunta con precisión.
Giulia Dragoni se viste despacio porque tiene prisa. Mientras quema etapas con celeridad, tiene clara una cosa. Está relacionado con la pureza, el candor, lo ordinario. "Me encantaría ser vista como alguien normal, porque en realidad lo soy. Una chica sencilla, simple, con los pies en el suelo. Fuera del campo, tengo una vida recatada, aunque me siento privilegiada por lo que hago. Cuando vuelvo a casa suelo acercarme a los campos de fútbol de mis inicios. Casi nadie me conoce allí porque muchos no ven el fútbol. Lo hago porque me gusta pasar desapercibida". Esa frase esconde un templo indisoluble, determinado. Un universo perfectamente arquitrabado e inmune. El suyo.