FÚTBOL

Las heridas del Vidakovic entrenador: "En Cádiz te acusan de que dejas a los jugadores salir por la noche y entras al trapo; no piensas en lo que hay detrás"

El técnico repasa su carrera en los banquillos, con los sinsabores en el club gaditano y en su Betis. "Claro que me gustaría volver a dirigir en Europa", asegura tras sus experiencias en Asia.

Risto Vidakovic, en su etapa de entrenador del Betis Deportivo./ABC
Risto Vidakovic, en su etapa de entrenador del Betis Deportivo. ABC
Samuel Silva

Samuel Silva

Tras dejar el fútbol en 2002 en el Poli Ejido, ante las graves secuelas que le dejó esa lesión que cambió su carrera en el Betis, y que contó en la primera parte de su entrevista con Relevo, Risto Vidakovic (Sekoviçi, 1969) se pasó a los banquillos. "Me había pasado toda mi vida en el fútbol y decidí probar a ver si me gustaba", confiesa el histórico defensa verdiblanco, que pasaría por Serbia, como ayudante de Javier Clemente, Écija, Cádiz y Betis Deportivo antes de iniciar sus aventuras en destinos exóticos como Honduras, Filipinas, Maldivas o Indonesia.

"Me gustaría volver a entrenar en Europa, pero es complicado. Todas las ofertas que me llegan ahora son de Asia", cuenta Vidakovic, a quien sus frustradas experiencias en el Cádiz, de la que realizará autocrítica durante su conversación con Relevo, y en el filial heliopolitano, lo llevó a tomar distancia de Sevilla. "Me sentí decepcionado con muchas personas de mi alrededor y quise cambiar de ambiente", relata el exfutbolista, que estableció su residencia en Madrid en 2014 y ahora se ha afincado en Marbella.

Tres veces campeón de la liga de Filipinas con Ceres Negros, otro título en Maldivas con el Maziya, clasificaciones para la Champions League asiáticas... Vidakovic se ha granjeado un nombre en el fútbol asiático. "Pasamos todos los límites que nos marcaron", dice el exbético, que guarda un excelente recuerdo de su paso por Indonesia, donde el fútbol se vive con pasión. "Allí se juega en campos con 80.000 espectadores", señala para resaltar esa importancia de la pelota en lugares desconocidos para el espectador español.

¿Cómo decidiste empezar en los banquillos?

Durante mi lesión tuve tiempo para pensar qué hacer en el futuro. En esa época ya empecé a pensar a qué me podía dedicar después. Claro, toda mi vida la he pasado en el fútbol y decidí probar a ver si me gustaba. Me apunté a un curso para sacarme el título. Me gustó, lo vi interesante y pensé que tenía algo que podía aprovechar.

Y la primera experiencia como ayudante de Javier Clemente. ¿Cómo surgió esa opción?

Cuando terminé el curso, él tuvo una oferta de la selección de Serbia. Le dijeron que necesitaría un ayudante serbio para que lo ayudase con los jugadores, por el tema del idioma. Él me llamó y me preguntó si quería estar con él. Como se trataba de la selección serbia no podía decirle que no. Además, a mí me caía bien, se había portado muy bien cuando estuve lesionado y me apoyó. En ese tiempo de lesión pasas mucho tiempo solo y él me dijo que fuera a la ciudad deportiva y estuviera con el equipo. Yo iba a la rehabilitación en Mapfre y luego al gimnasio, con lo que tampoco pasaba tiempo con ellos. Entonces él cuando invitaba a la plantilla a comer también me llamaba. Me metió en la dinámica del equipo para ayudarme a recuperar el ánimo. Acepté su propuesta con mucho agradecimiento. Para mí era un placer estar con él y con la selección de mi país.

Como entrenador principal empezaste en el Écija. ¿Qué te llevó allí?

Para mí fue una época muy bonita, la viví muy bien y siempre estaré agradecido a la gente de Écija por la oportunidad que me dieron de entrenar. El club estaba en una crisis económica muy grande, no tenía dinero. Yo cogí al equipo a mitad de agosto, la liga empezaba al final y sólo teníamos un jugador en plantilla. Con la ayuda de José Ramón, que era el director deportivo y conocía la categoría más que yo, hicimos el equipo en 15 días. Él llamó a todos los jugadores que estaban sin equipo por si querían venir y así al menos poder jugar. Hicimos un equipo prácticamente de jugadores descartados. Sabíamos que no había dinero, pero que dependíamos de nosotros y que si hacíamos un buen año sería más fácil encontrar equipo. Todo el mundo se involucró, todos estaban metidos en el proyecto y al final hicimos un buen papel.

Casi os metéis en el 'play off' para subir a Segunda.

Eso es, no luchamos nunca por evitar el descenso e incluso estuvimos metidos entre los cuatro primeros que daba acceso a la liguilla mucho tiempo. Al final, el equipo se cayó un poco porque se nos fueron jugadores importantes. Me acuerdo de un jugador, Igor Angulo, que llegó cedido del Athletic y firmó por el Numancia de Segunda en enero. Nos quedamos sin jugadores de alto nivel y el equipo bajó un poco el rendimiento en los últimos partidos, aunque quedamos entre los ocho primeros.

Vidakovic, junto a Gordillo, en su presentación como entrenador del Écija. ABC
Vidakovic, junto a Gordillo, en su presentación como entrenador del Écija. ABC

Del Écija al Cádiz. ¿Fue tu peor experiencia como técnico?

Me vino esa oferta y creo que fue un poco pronto. Sólo tenía un año de experiencia como primer entrenador, venía de un equipo muy humilde y donde no había mucha presión. Llegué al Cádiz teniendo en cuenta que hay 100.000 personas en Cádiz que quieren ser entrenador del Cádiz. También hay un montón de periodistas, de periódicos, de radios que siguen sólo al Cádiz. Tuvimos un arranque de temporada espectacular, el equipo iba primero, pero no paraban de criticarnos. Llegó un momento en el que no entendía lo que estaba pasando.

"Mel nunca vio con buenos ojos que yo fuera el entrenador del filial, tuve esa sensación desde que entré"

¿Cómo se gestiona una situación así?

Cuando no tienes experiencia como entrenador y, además, eres una persona noble, no piensas en lo que puede haber detrás. Tú dices que estás jugando bien, que el equipo va primero, pero te están criticando en todo lo que haces. Encima te acusan de que dejas a los jugadores salir por la noche, te manchan con eso. Eres joven, inocente, no sabes mucho y entras al trapo.

Y...

Cuando te metes con la prensa estás muerto. Un día dije que si teníamos que caminar solos, que caminaríamos solos. Un mensaje inocente de un entrenador joven que estaba haciendo su trabajo. Cometí ese error y me enfrenté a la prensa, que es muy poderosa. Ellos pueden escribir lo que quieran, pero tú no. Empezaron a criticarme y cuando perdíamos, más. Eso se acumula en el club. A mí me cesaron estando a tres puntos del primero. El equipo estaba metido y jugando bien. Perdimos dos partidos seguidos y estaban esperando para cambiarme. Yo también era un poco cabezota y no quise echarme atrás. Mantuve el pulso con la prensa y creo que cometí un error. Un error de inexperiencia, de no tener esa madurez. Empiezas como entrenador y todavía te crees que sigues como futbolista. Pero me sirvió de aprendizaje y no le guardo rencor a nadie. Es una cosa que pasa y que tienes que aprender.

De allí al filial del Betis, donde empezaste bien pero tampoco funcionó la relación con los que mandaban.

Tú sabes la situación cuando llegué al Betis. Había una administración judicial que llevaba al club y a nadie le importaba el Betis. Estaba Gordillo, pero se dejaba llevar por ellos. Luego el presidente (Miguel Guillén) venía a saludar al entrenador y poco más. Por los pasillos de la ciudad deportiva también pasaban cosas raras. Todo fue un poco caótico, aunque yo me dedicaba a entrenar y teníamos un equipazo.

Tampoco con Pepe Mel la relación fue fluida.

Yo creo que él nunca vio con buenos ojos que yo estuviese en el filial, tuve esa sensación desde que entré. Esa presión la tuve que soportar, en cualquier entrevista o cualquier cosa que dijera en la prensa se miraba como que lo criticaba a él. Hablaba de un jugador muy joven (Álvaro Vadillo) que no tenía que haber debutado en ese momento. Había mucha presión y el chico se rompió los ligamentos. Yo era exigente, conozco el club y quería que creciera. El equipo empezó muy bien, íbamos primeros, y es normal que el primer equipo se lleve a algunos jugadores, para eso sirve el filial. Pero en muchos casos se llevaba a jugadores para ni siquiera estar en el banquillo. Nosotros nos jugábamos algo importante y te dabas cuenta de que no estaban jugando limpio.

¿Tuviste alguna opción de subir al primer equipo?

Yo estaba dedicado a mi equipo, pero llega un momento en el que el primer equipo iba muy mal. Llevaban ocho partidos sin ganar y me comenta el director deportivo de la cantera que si en el siguiente encuentro en casa perdía, me haría cargo del equipo. Yo le pregunté a él que quién lo había decidido. Me dijo que había habido una reunión dentro del club, que se había decidido conjuntamente y que lo sabía todo el mundo. Yo pensé que a ver qué pasaba porque si ganaba quedaba en nada. Me fui con el segundo equipo, jugábamos fuera de casa y yo estaba en la grada, que estaba sancionado. El Betis jugó en casa a las 12 de la mañana y perdió. No sé qué pasó después, pero a raíz de ahí no hubo más contactos conmigo. No se me explicó nada y no se me dijo nada. Y de repente todos empezaron a tener un comportamiento raro conmigo, como si fuera un bicho raro. Veía que ya no existía ese feeling de antes. Yo aguanté y ya está. Luego se cambió el cuerpo técnico, se quitaron a asistentes míos por motivos extraños también, pero yo empecé también el año siguiente.

Ahí llegó aquel problema de La Cartuja...

Se empezó la obra en la ciudad deportiva y teníamos que mudarnos a entrenar por los pueblos de Sevilla. También llegó un momento en el que lo hacemos en el Estadio de la Cartuja, pero estaba en bastante malas condiciones. El césped se levantaba y era muy arriesgado para entrenar. El primer equipo también iba a trasladarse allí y entonces me preguntaron los periodistas mi opinión. Yo dije que el estadio no estaba en condiciones para el primer equipo, que existía un alto riesgo de lesiones y que al club no le convenía perder a un jugador por culpa de ese mal estadio. Después de eso me destituyeron, me echaron del club.

"Después del Betis pude seguir en España, pero me sentí decepcionado por mucha gente de mi alrededor y quería salir de Sevilla"

¿Te dieron alguna explicación?

No sé, a algún directivo le sentaría mal, habría dado el visto bueno o lo que sea, pero a mí me echaron. Luego, el primer equipo se fue a La Cartuja y a los cuatro entrenamientos se dieron cuenta de que el campo está hecho una mierda, que no se podía entrenar allí. Así es como terminó mi historia en el Betis.

Tras esa salida te marchaste a Honduras. ¿Por qué ese cambio de rumbo tan radical?

Pude seguir en España, pero me sentí muy decepcionado por muchas personas de mi alrededor. Quería salirme del ambiente de Sevilla, donde había pasado 20 años y tenía mi casa. Quería cambiar, pero estás un par de años fuera y la gente se olvida de ti. No busqué lo de Honduras, me llamaron y pregunté si había peligro de vida. Entonces era uno de los lugares más peligrosos del mundo. Me dijeron que podía visitarlo y decidir. Aunque luego no estuve mucho tiempo allí. En el fútbol cuando entrenas en un país diferente parece que es otro deporte el que estás haciendo. Quieres volver y te dicen que si has estado en Honduras, en Indonesia...

Pero luego te marchas a Filipinas...

Cuando vuelvo de Honduras, me mudo a Madrid en 2014. Decido estar un par de años sin hacer nada de entrenador, tenía que ayudar a mi familia a instalarse. Hay un futbolista que estuvo en el Cádiz y que estaba jugando en Filipinas. Se pone en contacto conmigo y me dice: 'Míster, ¿te apetece venir?'. Me sonaba a algo raro, pero me dijo que fuera, que el presidente y dueño del club, como quedaban siete partidos, me dejaba mirar la plantilla, el lugar, pasar un par de meses y si me gustaba, que me quedase y planificase el año siguiente. Cuando alguien te invita así... Luego me di cuenta de que el dueño es una persona maravillosa, que sólo vive para el fútbol. Tú no puedes dejar tirado a una persona así. Me gustó el ambiente, el país y me quedé cuatro años trabajando allí. Traje a muchos españoles, que estaban en Segunda B y cobraban poco o no cobraban. Incluso se vino Toni Doblas un año y pico conmigo, que dio la casualidad que estaba libre. Otro bético que jugó en el filial como Súper, Manuel Herrera López, estuvo en varios sitios también conmigo.

¿Qué tiene aquella zona que te atrapó?

En el sudeste asiático se vive muy bien, tienes playas maravillosas, las mejores del mundo. Yo he estado en Maldivas, que tiene la fama, pero el sudeste es mejor. Filipinas es espectacular, la vida es muy tranquila. En Indonesia, igual, y luego allí con el fútbol la gente es fanática. Les gusta, se llenan los campos, se respira ambiente real del fútbol. Muchos jugadores que vienen de Segunda B a la liga de indonesia alucinan. Nunca han jugado en un campo ante 80.000 personas. Es la mejor liga de Asia en cuanto a ambiente para jugar. Sabemos todos que los japoneses y los coreanos tienen ligas más fuertes, pero en cuanto a afición, Indonesia tiene lo que más se necesita en el fútbol, que es la gente.

¿Te gustaría tener una nueva oportunidad en Europa?

Te mentiría si te dijera que no. Me encantaría incluso entrenar al Betis algún día, pero la realidad es un poco diferente. Te vas a un mercado donde es complicado salir, al revés es mucho más fácil. Lo he intentado en equipos de Segunda B, ahora de Primera RFEF, pero es complicado incluso volver a algún equipo de Europa. Con la edad que tengo, todas las ofertas que me llegan en los últimos meses son de Asia. A no ser que alguien te conozca personalmente y apueste por ti...