El hombre que se inspiraba en Napoleón, no fue feliz en el Barça ni en el Atleti y vio al Real Madrid como Sinatra o Gardel
En el banquillo azulgrana ganó tres títulos, pero nunca se entendió con Núñez y en el rojiblanco, Gil y Gil le despidió antes de finalizar la temporada.
La primera vez que me crucé en su camino, en el Hotel Montíboli, Villajoyosa (Alicante), a César Luis Menotti le perseguían, literalmente, un medio centenario de periodistas, radiofonistas, cámaras, fotógrafos y curiosos que, insospechadamente, habían podido violentar el aparatoso servicio de seguridad del búnker en el que la selección argentina había convertido su paradisiaco lugar de concentración a orillas del Mediterráneo. Debían quedar tres o cuatro días para el comienzo del Mundial 82 y la selección albiceleste, campeona del mundo en ejercicio, preparaba sus maletas para viajar a Barcelona, donde le esperaba el partido inaugural en el Camp Nou, el 13 de junio.
De cerca, a dos metros, el 'flaco' impresionaba. Tenía 44 años. Melena al aire, pantalones cortos-cortos, 'remera' sin mangas con los colores de su equipo nacional y un pitillo de esos que nunca se acaban jugueteando entre los labios... Aquella, posiblemente, fue la primera conferencia de prensa suya que presencié en directo. Verbo fácil y fluido y convencimiento absoluto en todo lo que decía. "Como su equipo juegue como su seleccionador habla, estos revalidan el título, fácil", debí pensar en aquel momento. Pasó el Mundial, Argentina fue eliminada en la segunda fase y Menotti, relevado de su cargo, se tomó unos meses sabáticos antes de acudir a la llamada del Barcelona en marzo de 1983. Duró menos de lo esperado: 14 meses plasmados en 77 partidos. Su prestigió no quedó excesivamente tocado. Peñarol y Boca Juniors le reclutaron antes de aterrizar en Madrid en agosto de 1987 para hacerse cargo del Atlético. Se iba a convertir en el primer entrenador de la era Gil y Gil.
El equipo estaba concentrado en el hotel Puerta de Segovia y allí que me mandaron a hacerle una entrevista. "Pero no una entrevista cualquiera, queremos hacer un serial de por lo menos tres capítulos, que la afición del Atlético conozca bien al personaje. El Mundial, su pase por el Barcelona, Maradona...", me dijeron los jefes de turno. Como si entrevistar a un campeón del mundo fuera una faena fácil. Con la ayuda de Carlos Peña, entonces ya delegado del club rojiblanco y hoy, todavía, delegado de campo, fuimos robándole ratos a las 48 horas que pasamos allí concentrados. No es que Menotti no quisiera hablar, es que apenas disponía de tiempo entre entrenamientos, reuniones, llamadas telefónicas, fichajes...
Menotti, recuerdo, hablaba rápido. Fue imprescindible grabar la conversación con uno de aquellos magnetofones que pesaban dos kilos. Intentar tomar nota a bolígrafo resultaba imposible. Medio tumbado sobre la silla, con sus larguísimas piernas, todavía bien musculadas, el interlocutor daba la impresión de ser un pozo de sabiduría. De vida y de la otra, futbolística. Quién sabe si para impresionarme, no llevábamos mucho tiempo de la primera charla, cuando, de repente, se pone a hablar de Napoleón Bonaparte. Tal cual. Textual. "El mejor técnico que he conocido está muerto. Napoleón, estratégicamente, no políticamente es el mejor entrenador posible. Enseñaba al enemigo lo que el enemigo teme. Siempre tenía una respuesta de conducción de los suyos. Leí un anécdota que una vez uno de sus subordinados le preguntó: ¿qué hacemos mi general? Y Napoleón le contestó: ¿cómo me puedes preguntar qué hacemos, si no me has dicho con qué contamos?".
Menotti aseguraba que en las biografías de Napoleón "encontró definiciones sobre táctica y estrategia brillantes. Pensaba que había que defenderse sin renunciar nunca a la victoria, como si dijera que había que jugar a la defensiva para ganar el partido. Políticamente no tengo nada en común con él, pero estratégicamente era admirable".
Medio amarillentos, rescato los recortes del Marca del 5, 6 y 7 de agosto. Quien guarda, halla. Para comenzar, dos pinceladas de su pasado. La primera de sus tiempos en el colegio. "No me enseñaron nada. Solo fechas. Ni la historia de mi país. Me engañaron como a muchos en algunos nombres y datos". La segunda, de su pasado futbolista. "Jugaba de volante, tenía un buen manejo de balón, llevaba el '10' a la espalda. El jugador español al que más me podía asemejar era a Vicente del Bosque, pero con un poco más de profundidad, de media distancia. Chutaba muy fuerte. Diría que me parecía a Sócrates, el brasileño".
Dos títulos con el Barcelona
Pasado el Mundial de España, Menotti vivió su primera aventura en el fútbol patrio. Le llamó nada menos que el Barcelona para sustituir a Udo Lattek. Un argentino por un alemán. Era el Barça de Maradona (que salía de su supuesta hepatitis), Schuster, Urruti, Marcos Alonso, Migueli, Alexanco, Carrasco... Aterrizó un 6 de marzo con la Liga medio perdida. Quedaban seis partidos. En la Recopa, fue eliminado por el Austria de Viena. Sin embargo, ganó la Copa del Rey al Real Madrid con un inolvidable gol de Marcos, de cabeza, en La Romareda y también la Copa de la Liga, al propio Real Madrid. Doble partido: 2-2 en el Bernabéu y 2-1 en el Camp Nou. Ganarle dos títulos al eterno rival revalorizó su caché entre la afición.
Su recuerdo de la estancia en Barcelona lo tenía reciente, apenas habían pasado tres años. Menotti no se mordía la lengua. "Nada más llegar al Barcelona comencé a escuchar comentarios extraños, que los jugadores habían echado al entrenador, que eran ingobernables, conflictivos, imposibles de dominar. Por mi experiencia nada de eso era cierto. Conmigo tuvieron un comportamiento excelente y guardo un gran recuerdo de todos ellos. El problema que tenían es que pensaban que con un trofeo salvaban todo. Mi pensamiento era todo lo contrario. Un título como mucho dura 30 días".
La segunda temporada estuvo marcada por las lesiones de Maradona y Schuster. Comenzó ganando la Supercopa, pero en la Liga se quedó a un punto del campeón, el Athletic. Fue eliminado por el Manchester United en la Recopa y perdió la final de Copa, que acabó en una batalla campal, en el Bernabéu, ante el Athletic. "No creo que en el Barça me quedara a mitad de camino. El vicepresidente Joan Gaspart me ofreció un contrato en blanco para que continuara, cuando les dije que quería descansar y me quería marchar. Me prometió que conseguiría ante los directivos todo lo que le pusiera en ese folio en blanco. Guardo buenos recuerdas de mi estancia allí. Sin Maradona y Schuster estuvimos a punto de ganar la Liga, que es el trofeo por el que se ponen nerviosos en Barcelona. Nunca fui una carga para el Barcelona. Dejé una plantilla formada y ordenada que el año siguiente, con el único cambio de Archibald por Maradona, ganó la Liga. No tuve problemas con nadie. Se discutía por tonterías, si nos entrenábamos por la mañana o por la tarde. Si hubiese dejado conflictos no hubieran ganado la Liga tan pronto".
Núñez nunca fue su amigo
En aquella entrevista, que ahora recordamos, dejó bien claro que nunca había sido amigo de Núñez. "Nunca lo fuimos. Era imposible. A mí me respetó porque no podía ser de otra manera. Creo que es imposible ser amigo de alguien con quien tienes una relación contractual. Pienso que me va a ser más fácil ser amigo de Gil (después le echó antes de finalizar la temporada) que de Núñez, que tiene demasiados compromisos, demasiadas cosas. Nunca se mostró desatento conmigo".
Su llegada al Atlético estuvo acompañada de una gran respuesta mediática. Gil y Gil-Menotti. Choque de trenes. Dos hombres de carácter fuerte. Con ideas bien dispares tanto en asuntos políticos como sociales. Después surgirían los futbolísticos. De las palabras del técnico argentino a su llegada a Madrid se desprendía que estaba ilusionado con el proyecto. "Gil en estos primeros días me ha parecido un hombre lanzado. Me ha demostrado un coraje como hacía tiempo que no me había demostrado un dirigente del fútbol. Es imposible saber si todo saldrá bien. Ahora lo que debe es respaldar con orden, inteligencia y paciencia todo lo que ha hecho. No debe perder la cordura. Yo como entrenador no puedo estar todo el día diciendo que mando, porque entonces es que no mando nada. Mi 'conducción' de un equipo está avalada por el afecto y el conocimiento. Solo así se puede liderar. Si intentas hacer las cosas por la fuerza, lo único que te puedes encontrar que al darte la vuelta un día te claven un puñal por la espalda. En los años que llevo entrenando jamás coloqué una multa a un jugador".
Sus primeros pasos de entrenador rojiblanco no fueron fáciles. "Equipo, lo que se dice equipo, no tenemos. Tengo un montón de hombres que juegan bien al fútbol. Los equipos se hacen trabajando. Si el fútbol se decidiera por dinero, el Milan o el Barcelona siempre serían campeones. El problema es que la gente hable de un Atlético campeón. Si a la gente se le miente, se le hace trampa y se le prometen cosas que no se pueden asegurar, es lógico que luego se enfaden. Solo la mentira se salva con el triunfo. He venido aquí a trabajar con tranquilidad y respeto y exijo lo mismo. Sé que pedir tranquilidad con un entrenador no es posible. Ninguno la tiene".
Despedido después de un derbi en el Calderón
Y no la hubo. Al primer traspiés, el presidente criticó públicamente a los jugadores, y como era lógico y normal, el entrenador se puso del lado de sus futbolistas. Un 0-4 liguero en el Bernabéu y una buena racha de resultados permitió a Menotti insinuar que veía a su equipo "capacitado para ganar la Liga". Era final de año. Pero en febrero con otra racha de malos resultados volvieron las hostilidades. Esta vez las acusaciones fueron contra el técnico. Se le acusó de que entrenaba poco y de ser demasiado soberbio al querer jugar siempre de una manera, cuando los resultados no acompañaban. Menotti se defendió. "El fútbol no es como un reloj y las pruebas físicas no arrojan resultados contundentes. Hay una frase que dice que sentirse cansado no es estar cansado. Lo que pasa es que la pasión ha hecho olvidar a muchos que hasta hace veinte días estábamos a cuatro puntos del Madrid y en buena línea. Me parece que trasladar los últimos resultados del equipo por esta vía es tratar los problemas por el lado más cómodo".
El 20 de marzo, tras una derrota (1-3) ante el Real Madrid en el Vicente Calderón, Menotti fue destituido. Había resistido 29 partidos de Liga y seis de Copa. En enero, el Atlético había sido eliminado por la Real Sociedad en cuartos de final.
Ahí concluyó su segunda experiencia en el fútbol español por el que Menotti siempre declaró una devoción especial. Hasta el punto de que en aquella charla, entre el Barcelona y el Atlético, salió el nombre del Real Madrid y su respuesta derrocha admiración. "Frank Sinatra. Gardel. El Real Madrid es al fútbol lo que estos artistas a sus profesiones. Es una institución, un símbolo".