Santi Segurola augura un gran futuro comercial para el Athletic: "La tienda pequeña o delicatesen tiene posibilidades impresionantes"
El periodista deportivo, entregado al actual Athletic, a Valverde, De Marcos e Iñaki Williams, reconoce que le preocupa la obsesión por la final de la Europa League en San Mamés.

Santi Segurola (Barakaldo, 1957) se yergue en la silla cuando le digo que vamos a hablar de su Athletic. "'El fútbol no se elige, al fútbol no se aficiona a uno, como se aficiona al tenis o se aficiona al golf o se aficiona a…' El fútbol nace ya prácticamente en ciertas sociedades, en la inglesa, en la española, en la vasca en concreto, en el Athletic. Naces empapado de fútbol y, además, no te preguntas por qué", rememora el periodista de entre las páginas del "mejor libro que he leído nunca", de Arthur Hopcraft.
Charlar con él es surcar, como lo hizo hace un año la gabarra en su ría tras una final de Copa en la que "no vi los penaltis, no me atreví", entre canciones, libros, partidos y nombres propios del mundo del deporte, del fútbol, y del Athletic. Pasados y presentes. Valverde, Óscar de Marcos, Iñaki Williams, "uno de los diez futbolistas más importantes en la historia del Athletic", asegura quien tiene en el próximo 21 de mayo un sueño y un calentamiento de cabeza. "Me preocupa la obsesión con la final de la Europa League en San Mamés". El siguiente escollo para encaminarse a la cita, este jueves ante el Rangers. "Prefiero jugar contra el Glasgow Rangers que con el Fenerbahce de Mourinho, que ya me resulta un poco repelente todo lo que tiene que ver con el personaje", afirma Santi en un nuevo capítulo en su distancia futbolística, moral y de modales con el técnico. Al margen de esta temporada "magnífica", este hombre tan pausado como contundente le augura a su club un gran futuro: "La tienda pequeña o delicatesen, iba a decir de lujo, tiene posibilidades impresionantes".
¿Cómo estás viviendo la temporada de tu Athletic, Santi? Cuarto en la Liga y este jueves, ante una cita importante con la ida de los cuartos de la Europa League.
En general, las dos últimas temporadas han sido magníficas. El éxito en la Copa fue más que un éxito concreto, yo creo que rompió el techo casi de acero que teníamos encima durante cuarenta años. Creo que nos liberó, y no solamente nos liberó, sino que se vio lo importante que es el fútbol para la gente: el poder de convocatoria, la adhesión, el vínculo que hay entre la hinchada del Athletic y el… Yo no digo que sea ni mayor ni menor que otra, no quiero hablar en términos morales ni en términos deportivos, simplemente, algo que era verdad, y es que el Athletic con sus circunstancias y sus ideas tiene un poder de movilización brutal, yo creo que casi desconocido. No recuerdo ningún recibimiento, y no es el primero, ya en los años 80 los hubo, o la movilización para ir a una final de Copa con 100.000 hinchas del Athletic en Sevilla. Digamos que eso es lo objetivo y, si pasa, pasa por algo, que creo que es intrínseco a esa relación del Athletic con su entorno.
Y yo creo que es algo excepcional. Me gusta que ocurra, evidentemente. También, yo soy muy sufridor del Athletic. Hay un tipo de hincha del Athletic que es el optimista por naturaleza, yo soy siempre cuidadoso, siempre pienso que las características del Athletic van en contra de la dirección que se supone que se debe tomar en el fútbol. Yo he sido un gran defensor de la idea del Athletic actual, siempre, incluso en términos mercantiles. Suelo hablar de que el fútbol se está convirtiendo en un lugar homogéneo, de grandes superficies, hipermercado, que es todo muy parecido y que, a veces, en ese mundo demasiado homogéneo, donde todos se parecen a todos, pues la tienda pequeña, la delicatessen, iba a decir de lujo, por decirlo de alguna manera (sonríe), tiene unas posibilidades comerciales también impresionantes, porque entra en conflicto con las ideas generales, pero también tiene particularidades. Tiene posibilidades hasta en terrenos publicitarios, mercantiles…
Luego, hay que hacer las cosas bien. Creo que el Athletic lo está haciendo muy bien. La cantera, siempre se habla de Lezama, que si Lezama no funciona, que si Lezama funciona… Creo que el trabajo que está haciendo en los dos o tres últimos años en Lezama en general es muy bueno. Yo veo jugadores que ascienden al equipo y que son fundamentales: Vivian, Unai Simón, los dos Williams, Sancet, Jaureguizar, que me parece un jugador estupendo.
"Me preocupa la obsesión con la final de la Europa League en San Mamés"
Son jugadores que están formados en el Lezama y son fundamentales, no sólo para el Athletic, sino para el fútbol español ahora. Por lo tanto, el trabajo es muy bueno. La alegría es muy grande, los desafíos son enormes. Para mí un desafío es quedar entre los cuatro primeros, es muy importante para el Athletic, y creo que va a sufrir, evidentemente, ahora me pongo en la posición del sufridor. Y está la Europa League, que lo que me preocupa es esa obsesión con la final en San Mamés. Me gustaría que se olvidara el equipo y la gente de todo eso y que pensara en el partido con el Glasgow Rangers como una eliminatoria de Europa League, sin mirar más allá.
¿Hay demasiada obsesión con ese 21 de mayo? ¿Crees que puede ser perjudicial?
Pues quizás sí, por otra parte, es un motor de impulso, pero, en cualquier caso, estamos en la conversación. El Athletic ahora mismo está en la conversación del fútbol. La contribución que tuvo en la selección que ganó la Eurocopa fue muy importante, como la de la Real también, y es un gran momento, insospechado para algunos, porque después de la ley Bosman el comentario general de los que estudian en las escuelas de negocios es que el Athletic estaba condenado a un pésimo futuro. O abandonaba su política iba a decir secular, porque tenía casi un siglo, o estaba condenado a irse a Segunda división.
De hecho, hay muchos equipos que han sido grandes e importantes en Primera y están en Segunda y les cuesta volver. Bueno, pues el Athletic, a su manera, ha subsistido, ha llegado a una final de la Europa League, ha disputado seis finales de la Copa, tiene un campo estupendo, se suele llenar, 51.000 personas en una ciudad relativamente pequeña, que no llega a los 400.000 habitantes o por ahí, aunque sí el entorno urbano… Bueno, ¿qué más? "No, es que no vais a ganar la Liga". ¿Y quién la gana? (Sonríe). ¿La ganan los que tienen extranjeros? La gana el Madrid y el Barça y, algunas veces, el Atlético de Madrid, que también es un superclub que se beneficia de muchas razones, de la historia, pero también de estar en Madrid, de tener un campazo, de hacer las cosas bien… Pero es un nivel hasta presupuestario muy superior.
¿Cómo ves la eliminatoria con el Rangers?
No sé lo que pasará. Al fútbol escocés le ha pasado un poco lo que debería haberle pasado al Athletic, digamos que el hecho de perder mercado televisivo… Porque Escocia es pequeña en comparación con Inglaterra, sólo hay dos grandes equipos, que serían equipos de primerísimo orden en la liga inglesa, pero esta liga escocesa con poco mercado televisivo, pocas posibilidades económicas, poca competencia interna… ¿Y eso qué significa? Menos dinero, menos presupuesto, menos jugadores, menos todo. El primer club británico que ganó la Copa de Europa fue un club escocés, el Celtic. Se ha deteriorado el fútbol en Escocia, pero son clubes con tradición, con un ambiente enorme en sus campos, con un entusiasmo, con un fervor por el fútbol enorme, equipos un poco primarios quizá, pero competitivos, fuertes en lo suyo.
"Prefiero jugar contra el Glasgow Rangers que con el Fenerbahce de Mourinho, que ya me resulta un poco repelente todo lo que tiene que ver con el personaje"
Hombre, prefiero jugar contra el Glasgow Rangers, porque además la vinculación de Bilbao con el fútbol británico es intensísima, que con el Fenerbahce de Mourinho, que ya me resulta un poco repelente todo lo que tiene que ver con el personaje. Ya jugó el Athletic contra el Fenerbahce en la primera fase y dos veces y más Mourinho ya me parece demasiado.
Creo que es accesible, pero no será fácil el Glasgow Rangers. Todavía recuerdo cuando era niño, cuando tenía 12 años, una eliminatoria Athletic-Glasgow Rangers, que estuvimos a punto de remontar después de perder 4-1 me parece en Glasgow, y a ver si esta vez podemos. Por cierto, en aquella eliminatoria el delantero centro del Glasgow Rangers le marcó un gol al Athletic y se llamaba Alex Ferguson. (Se ríe). Estos son los recuerdos que me vienen.
¿Cuál es tu mejor recuerdo del Athletic, o el primero, Santi? ¿Cómo nace o cuándo eres consciente de tu pasión por el Athletic?
Mira, el hincha de fútbol no sabe muy bien por qué es hincha de fútbol, y ¿sabes por qué lo es en realidad? Hay un libro que creo que se va a reeditar, de Arthur Hopcraft, un gran escritor, periodista inglés, que, por ejemplo, fue el guionista de la serie El Topo, la serie basada en el libro de John le Carré, la mítica serie de la televisión inglesa, y escribió un libro sobre el fútbol extraordinario, quizá el mejor que he leído nunca, porque aunque habla del fútbol de los años 60, dice: "El hincha de fútbol, la gente, ama el fútbol desde que nace, porque nace empapada de fútbol. El fútbol no se elige, al fútbol no se aficiona a uno, como se aficiona al tenis o se aficiona al golf o se aficiona a…' El fútbol nace ya prácticamente en ciertas sociedades, en la inglesa, en la española, en la vasca en concreto, en el Athletic, naces empapado de fútbol y, además, no te preguntas por qué, sino sabes que eres ya hincha de fútbol prácticamente desde que tienes 4 o 5 años, y ahí estás.
Claro que recuerdo mi primer partido, en San Mamés, la primera final de Copa que gana el Athletic en el 69, de mi época, quiero decir; mis mitos: Iribar, Uriarte, Arieta II y Rojo. Las Ligas de Clemente, el disgusto posterior por la feísima polémica Sarabia-Clemente, Clemente-Sarabia, que tanto daño hizo al Athletic, que yo creo que ahí, en ese sentido, Clemente fue más allá de donde debía, y creó una división que todavía hay algún rescoldo, fíjate, casi cuarenta años después.
Todas esas cosas también tienen esas decepciones. Me decepcionan también los ultras del fondo, eso que se llama grada de animación, que me parece un nombre muy feo para nombrar a la gente, a gente joven que ocupa ese espacio. Creo que están chantajeando, que están coaccionando, que no están participando del entusiasmo general, que de alguna manera dividen, que colocan a los jugadores en una situación muy delicada, que amarga en este tiempo de victorias, que han encontrado en ese lugar privilegiado, que es el fondo más cercano al campo, un caladero para instrumentalizar yo diría que hasta políticamente, y eso me decepciona, me desespera. Porque he coincidido con el mismo movimiento en otros clubes, en otros campos, en otros estadios. Es el crecimiento de lo radical estúpido, lo veas por donde lo veas, y eso también me decepciona. Creo que este equipo y este club y la gente que va a San Mamés merece otra cosa, sinceramente, y creo que se deben tomar las medidas oportunas para que no se persista en ese envenenamiento que, finalmente, acabará dividiendo al personal.
¿Qué destacas del trabajo de Ernesto Valverde? ¿Qué supone su figura para el Athletic?
Pues hay algo que empieza a ser en Valverde y en su relación con el Athletic una especie como de patronazgo, en el gran sentido de la palabra. Está como hecho para dirigir al Athletic (se ríe), que no es fácil. Me gusta como entrenador, me gusta la relación que tiene con el club, me gustan las cosas que dice, me gustan las cosas que hace, me gusta el respeto que yo por lo menos percibo, desde fuera, de los jugadores hacia su figura, que es una figura que no es nada estruendosa, que para mí se corresponde con un valor importante en el deporte y en el Athletic también, por supuesto, más diría yo. Me gusta que sea cercano, que le veamos por la calle en Bilbao, como a los jugadores. Digamos que forma parte de un paisaje que era más habitual en el fútbol de antes y que ahora es cada vez más infrecuente, ahora lo que funciona es el divismo, el divo.
Le tengo un enorme aprecio, un enorme cariño, me alegro muchísimo por él cuando gana el Athletic y el Athletic cuando gana porque él también está en el banquillo. Estoy muy contento también por el Athletic por otra cuestión, porque siempre ha habido como esa mirada, para mí, deliberadamente crítica, porque era un club que se le consideraba cerrado, sectario… Yo creo que el Athletic eligió un modelo popular, dentro de lo que conoce y ya está, no voy a decir que sea ni mejor ni peor, es lo que le gusta a la gente, lo que le gusta al club, pero éste es un club que finalmente integra, integra mucho, y que es muy importante para representar simbólicamente o realmente los cambios sociales que se producen, que se han producido en los últimos 20 o 25 años.
De la misma manera que llegó la inmigración en los años 50-60, con el desarrollo industrial de las grandes empresas, ahora ha habido otra. Hay otro movimiento masivo, que es una inmigración que está llegando al País Vasco, concretamente, y ese club que parecía que se le criticaba, para mí sin ningún sentido en muchos aspectos, ahora mismo tiene como banderas a jugadores como Iñaki Williams, a su hermano, a Sannadi, a Maroan, y creo que eso es bueno para que la gente de ahí, de Bilbao, entienda que el fútbol es una representación bastante acertada de todo el tejido social. Y por ahí yo creo que está haciendo una gran labor.
"Me disgusta, deploro, el conflicto constante que se nota en los partidos de un sector intransigente y, en mi opinión, demagogo, oportunista, caradura"
Hay un gran capitán, creo que Óscar de Marcos es uno de los jugadores del Athletic que más he admirado y admiro. Me parece un personaje fundamental, porque su labor de capitanía se nota claramente en jugadores como Iñaki Williams, Unai Simón, Vivian y compañía. De alguna manera, siguen su ejemplo, como jugador ha sido magnífico. Me duele que se retire, pero, claro, (sonríe), tenemos que dejar de ser egoístas, también él tiene una vida por delante. Es decir, veo cosas que me gustan, y veo eso que no me gusta, que me disgusta, que deploro, que es ese conflicto constante que se nota en los partidos, que se advierte en los partidos, de un sector intransigente y, en mi opinión, demagogo, oportunista, caradura.
¿Cómo se visibiliza esa capitanía de Óscar de Marcos? ¿En qué valores se sustenta?
Para empezar, en su comportamiento en el campo. Comportamiento extraordinario, jugador que se ha ocupado de que toda esa nueva generación que llegó al Athletic entienda en qué consiste el club y en qué forma hay que defenderlo, me parece uno de esos jugadores que hace paisaje sin pretenderlo. Un gran jugador, por otra parte, porque el rendimiento ha sido tremendo y para mí es un orgullo, un orgullo increíble haberle tenido, haberle visto como jugador del Athletic y que sea el capitán del Athletic, y me ha alegrado muchísimo que pudiera disfrutar de un éxito como ganar la Copa. Me alegraría que cumpliera su siguiente sueño, que es ganar la Europa League, porque me entusiasmaría por mí mismo también (se señala y se ríe), porque nos alegraríamos todos.
Por ejemplo, esto que estábamos hablando de la integración, yo siempre digo que Iñaki Williams es uno de los diez futbolistas más importantes de la historia del Athletic, y me dirán: 'Bueno, ¿como jugador?'. Como jugador ha dado un rendimiento magnífico, pero es que su importancia dentro de la mirada que hay sobre el Athletic, la exterior y la interior, es tremenda, es crucial, es importantísima. Para mí es como si Iñaki Williams ha abierto una puerta casi desconocida en el Athletic, y su comportamiento también, en el campo y fuera del campo, me parece que es el revelador de lo que significa un jugador comprometido, no sólo con el club, con la hinchada, sino con su entorno.
De hecho, te iba a preguntar por la relevancia deportivo y social de los Williams en el Athletic.
Bueno (dice rápidamente, levantando la mano), de Nico Williams, por supuesto. Yo creo que Nico Williams, Sancet, Vivian, son jugadores… Yo soy sancetista (se acerca a la cámara y sonríe), por decirlo de alguna manera. A veces me pongo un poco nervioso porque se lesiona demasiado, y es un futbolista especial, y muchas veces hay que aceptar lo que con otros no... Se toma a veces unas licencias en el campo, porque es buenísimo. Yo creo que es muy bueno en lo suyo, pero claro, la gente querría que Sancet fuera todo lo que es, que es magnífico, y luego fuera un jugador en el campo universal, que fuera un Di Stéfano, en todos los lados… Bueno, tiene su manera de jugar al fútbol y cuando no está yo le echo de menos, muchísimo.
Y en cuanto a Nico Williams (resopla, sonríe), su progresión en los dos últimos años… Siempre pensé que podía ser un gran extremo, un gran delantero, pero es que ahora, cuando llegan los malos momentos, en general, Nico Williams se ocupa, se ha cargado el equipo encima. La final de Mallorca no se empata si no es por Nico Williams, que fue el único que estaba en condiciones de superar el crack nervioso que produjo el gol del Mallorca.
Un Mallorca al que el Athletic acabó superando, no sin sufrimiento, en los penaltis. ¿Cómo viviste el 11 de abril del año pasado? Fecha que seguro tendréis todos los athleticzales grabada a fuego la fecha para siempre. Cuarenta años después, volvió la gabarra a la ría de Bilbao. ¿Desde dónde la viste? ¿Cómo fue para ti? Tengo entendido que fuiste a propósito a Bilbao, pero es que no era para menos.
Sí. Bueno, primero es que yo ya tenía alguna experiencia en gabarras. Los que tenemos cierta edad estuvimos en las del 83 y el 84 que, por cierto, fueron las que inauguraron ese modelo. Eso sí que fue un exitazo. Siempre los recibimientos del Athletic habían sido extraordinarios. Recuerdo un artículo maravilloso de Patxo Unzueta, un gran periodista, que es al que le debo toda mi carrera profesional, por obligación casi, porque el Athletic iba muy bien y El País necesitaba un cronista, y Patxo Unzueta trabajaba en Bilbao como periodista político, se ocupó también de las crónicas del Athletic y yo no conocía crónicas mejores que aquellas.
Yo no le conocía, yo le leía con pasión todos los lunes a ver qué escribía del Athletic y tal, y era extraordinario, y me dijo que se tenía que ir a Madrid y que si yo podía ocuparme de hacer las crónicas del Athletic. Era esa época, la época de la gabarra, y aquello fue extraordinario, en un Bilbao muy diferente, en un Bilbao que sufría una depresión industrial y económica enorme, (resopla) políticamente eran tiempos muy, muy complejos y yo creo que aquellos dos años del Athletic sostuvieron o elevaron un poco la moral del personal en aquellos días. Había un nivel de paro brutal en la ría de Bilbao, en mi pueblo, en Barakaldo, se cerraban los hornos, la industria naval, y cuando hablamos de la importancia del fútbol, fue muy importante el Athletic en aquellos momentos. Nos alivió de cantidad de cosas.
"No vi los penaltis de la final de Copa. Los vi en mi casa, en Madrid. Había ido a las finales pero a ésta dije: 'No sé si voy a poder resistir'. Mi hija vino y me dijo: 'Hemos ganado'"
Y, bueno, cuarenta años después hemos podido disfrutar. ¿Cómo lo viví? Pues puedo confesar que no vi los penaltis. No me atreví, no podía. (Se ríe). Los vi en mi casa, estaba en Madrid. Había ido a las finales, estuve en Bucarest y tal, y a ésta dije: 'No sé si voy a poder resistir'. No tenía que hacer crónica, no escribo del Athletic. Cuando la gente me dice 'es que tú eres del Athletic, no sé qué', sí, pero yo no escribo del Athletic, solo sé yo lo que siento por el club, pero hace años que no escribo un artículo sobre el Athletic. Finalmente, mi hija vino y me dijo: 'Hemos ganado'. Nos fuimos toda la familia a Bilbao. Recuerdo que una sobrina mía que vive en Denver, sin avisar, se cogió un avión y se vino al recibimiento, a la gabarra, y al día siguiente se fue a Denver, y resulta que en ese viaje encontró a otra persona que estaba haciendo lo mismo.
Esto te dice esa capacidad de movilización. Los aviones de Londres, de México, incluso de Argentina. Fue un momento, sinceramente, delirante, yo creo que hasta excesivo que, por otra parte, tiene una parte que creo que es importante, qué valores o qué consecuencias positivas se puede sacar de todo eso. También se puede sacar negativas si no se controla, si eso llega a la histeria, pero esa capacidad de movilizar a un millón de personas y cómo se puede aprovechar esa energía enorme, canalizarla hacia lugares de encuentro. Es decir, que si el Athletic tiene esa capacidad de convocatoria, también tiene un deber, y el deber es hacer las cosas bien, y no sólo en el fútbol, sino socialmente, educativamente, en todos los aspectos.
Y ésa es la conclusión que saqué. Fue un momento extraordinario, vuelvo a decir, casi excesivo, te abruma y si un equipo, si la gente es capaz de esperar cuarenta años, pues se pueden esperar uno, dos, cuarenta o cien años más, no pasa nada.
¿Desde dónde seguiste el avance de la gabarra por la ría?
Tengo algunas imágenes que grabé. Bajé por el Museo Guggenheim, me acerqué todo lo que pude a la ría, pero acercarme era quedarme a cinco o seis filas de la ría, y pensé que eso era más para los jóvenes. Recorrí todo el puente del Ayuntamiento, estuve en la Gran Vía, en la Diputación… Superado por la masa y contento por estar en la masa también. Había una alegría enorme. Fue un momento extraordinario, de esos que te acuerdas para toda la vida. Me alegré, sobre todo, por los jugadores, porque habían estado en muchas finales, las habían perdido y eso es muy duro, es muy duro de metabolizar, de digerir y que se mantuvieran firmes. Me alegré también mucho por Valverde, porque venía de esa experiencia yo creo que muy difícil en el Barça, aquella salida un poco antes de la pandemia tan desagradable, y por la gente, por mi familia, por la gente en general.
La familia, que fue la que te hizo del Athletic, como decías, y…
(Toma la palabra). Mi padre era un hincha irredento del Athletic, también estaba en ese bando sufridor mío, de los que nos preocupamos por lo que puede pasar siempre (sonríe). Él había sido futbolista antes de la guerra. Llegó a jugar en el que fue el primer Granada y en el primer Cádiz y todavía recuerdo que de pequeño, yo fui hijo tardío, y cuando me llevaba por Barakaldo de repente se encontraba con una persona de su edad, y hablaban y tal y decía: '¿Quién es este señor?' Y me decía: 'Pues este es Pachuco Prats'. (Levanta los hombros y frunce la boca con gesto de desconocimiento). Pachuco Prats tenía un bar ahí en Barakaldo y me decía: 'Éste fue un jugador que jugó en el Madrid y jugó en la selección española. Jugó contra Inglaterra en la primera derrota de Inglaterra, en el 4-3, en el que jugaba Zamora de portero y Pachuco Prats. Y de esa relación con el mundo intrínsecamente futbolero de la Margen Izquierda y muchos que habían jugado con él en el Athletic, me llevaba a ver al Barakaldo… Eso te hace que sepas muy bien de dónde te viene la mecha. (Sonríe).
¿Y eso hizo también que quisieras ser periodista deportivo? ¿Nace ahí tu pasión por el periodismo deportivo?
(Desvía la mirada, sonríe y ladea la cabeza). Ésta sí que es… Yo tuve un conato de gran estudiante cuando era muy pequeño, sacaba muchas matrículas y, luego, de mal estudiante cuando llegué a la adolescencia.

¿Te nublaste?
Sí, me nublé, me nublé (sonríe). La cuestión es que querían que estudiara ingeniería, como mi hermano, y yo sabía que eso no iba a ir a ninguna parte. El fracaso fue monumental. Estuve dos años en la Escuela de Ingenieros, nunca me involucré en todo aquello. No me sentía a gusto. Lo que sí sé es que el mundo del periodismo y del deporte siempre me había gustado. Yo con 8 o 9 años, igual 10 años, recuerdo que iba a la ciudad deportiva de San Vicente, en Barakaldo, por ejemplo, un miércoles por la tarde, que teníamos libre entonces los miércoles por la tarde, a ver a Pipe Areta, que fue olímpico en salto de longitud en Tokio y en triple en México 68, -luego se hizo cura, (sonríe), donostiara-, a ver un intento de récord de longitud. Lo tenía él en aquellas pistas y en la tribuna estaba yo, prácticamente solo, viendo algo que me interesaba.
Ya había visto la final del Mundial 66, mi hermano me había llevado al cine a ver la película de los Juegos Olímpicos del 64, muy pronto me empecé a interesar, a leer, leía periódicos, las páginas de deportes como un loco, intentaba saber lo que pasaba por ahí, quién era George Best o Jimmy Johnstone, quería saber, me gustaba. O Tommie Smith. Recuerdo que vi los Juegos Olímpicos en la televisión, Tommie Smith y John Carlos, toda la protesta del Black Power, Bob Beamon, y me gustaba. Y me gustaba no digo escribir, porque no escribía, pero sabía que podía escribir, y que era un mundo que me interesaba. Entonces, me inscribí a la Facultad de Ciencias de la Información, de Periodismo, en Bilbao y poco a poco, de ahí a hacer unas prácticas, luego no sé qué, siempre muy duro al principio, siempre con dudas de si vales o no vales para esto y al final, bueno, pues ha sido mi oficio.
Me has dejado fascinada con lo de la adolescencia, con que tuvieras una adolescencia complicada, no sé si rebelde…
Yo siempre decía que sabía más de deporte con 12 años que ahora, ésa es la verdad. (Se ríe). De hecho, con mi primer sueldo, que era bajísimo, ahorrando, me suscribí a Sports Illustrated, una revista americana mítica, que la recibía en la librería Cámara de la calle Euskalduna de Bilbao, ¿y qué es lo que ocurría? Que había dos maneras de conseguir la revista, vía avión o vía barco.
La vía avión era cara, no podía permitírmelo, y la vía barco tardaba un mes, pero a mí me daba igual, porque era una revista que más o menos era de reportajes, y me hice una colección durante diez años de Sports Illustrated porque me apasionaba todo aquello. Luego, cuando viajaba a Londres, -me gusta mucho Londres por la música, por ejemplo-, había la famosa librería Sports Pages, que ya no existe, en Charing Cross, donde, jo, aquello era una delicia, porque no había en España ese tipo de librerías. Tenías montones de libros, de grandes, de los mejores, del periodismo americano, del periodismo inglés, magazines… De todo. Claro, yo iba allí y me ponía las botas a comprar, me lo pasaba genial, era lo que me gustaba, y a eso me he dedicado.
Te dedicaste después de reconducirte en esa adolescencia (que no detalla) y de conseguir alejarte de los dictados familiares. Te zafas de estudiar ingeniería.
Hombre, es que ingeniero es una profesión seria y supongo que para mi padre, mi madre, sobre todo mi madre, esto del periodismo era una cosa muy poco seria, pero bueno, luego yo creo que estuvieron más o menos satisfechos. Yo creo que sí, por lo menos. (Levanta los hombros y sonríe).
Y tú también, ¿no?
Yo sí. Vamos a ver, es un oficio al que me he dedicado y que, habiéndolo hecho bien, mal o regular, es el que me ha permitido no sólo vivir de ello, sino creo que me ha permitido ver y disfrutar de cosas inimaginables para mí. He estado en acontecimientos asombrosos. He visto a Usain Bolt ganar en Pekín las tres medallas de oro batiendo récords mundiales y al año siguiente, batir récords mundiales que todavía no se han batido en los Mundiales de Berlín 2009, he visto finales de la Copa Europa, muchísimas, he conocido a gente maravillosa, tengo una gran opinión en general, en contra de lo que se dice, de lo que se cree, de los futbolistas en general. Hay de todo, pero en general los que me he encontrado han sido inteligentes, no creo que sean unos privilegiados, creo que para llegar a ser futbolista tienes que pasar por trabas que los adolescentes, los jóvenes, difícilmente pasan hasta que se hacen adultos, que su vida es corta, que tienen que aprovecharlo, que tienen sobre ellos una responsabilidad enorme, porque detrás hay masas de gente. Me parece que ser futbolista es el sueño de muchos, pero también a su manera, es una condena en muchos aspectos. Y, en general, lo que he encontrado ha sido gente magnífica, gente extraordinaria, incluso cuando he trabajado en la televisión les he visto y me han parecido superprofesionales en general, modestos, en todos los aspectos. Tengo una gran opinión del deportista general y del futbolista en particular.
¿Ha habido alguno que te haya sorprendido sobremanera?
No, mi opinión es general. Ya te he dicho que no he conocido muchos, he conocido a algunos, pero, por ejemplo, lo que te he comentado de De Marcos, Iñaki… Y con Iñaki no he hablado en mi vida, jamás, y con De Marcos dos veces, no te creas, pero dan esa sensación de bonhomía y de saber que detrás de ellos hay mucha gente y que su valor representativo lo cumplen de maravilla, que son personas inteligentes y que no son divos. Me gusta, me gusta todo eso.