La lucha contrarreloj del último rincón del planeta sin fútbol: en 30 años 'todo' se habrá inundado
Las Islas Marshall dependen de una campaña para tener selección... mientras se preparan para lo peor del cambio climático

¿Qué serías capaz de hacer por tu hijo? Shem Livai, ciudadano de las Islas Marshall, decidió crear la federación de fútbol nacional para que su hijo y sus amigos pudieran practicarlo. En las remotas islas, escondidas en la inabarcable mancha azul que es el Océano Pacífico, tienen el reto de formar una selección. De momento, ni tan sólo tienen estadio. Además, luchan contra el reloj: el cambio climático arrasará con parte de las islas.
Durante años, las Islas Marshall fueron el banco de pruebas nuclear de los Estados Unidos. Situadas entre Nueva Zelanda y Hawaii, los norteamericanos tienen allí una base militar, en la que hay la única cancha de fútbol del país. En algunos puntos de las islas, el nivel de radiación es superior al de Chernóbil y Fukushima. Las consecuencias: alimentos radiactivos, defectos de nacimiento y el aumento exponencial de personas con cáncer. Un país al que sólo le queda agarrarse a la supervivencia está viendo cómo el fútbol comienza a nacer.

Lloyd Owers pasó como entrenador por clubes como el Oxford United o el Colchester United. También trabajó en la federación inglesa. Tiene un blog en el que publica ejercicios de sus entrenamientos y entrevista a técnicos de todas las partes del mundo. Una de esas charlas acabó con una oferta de trabajo: ahora es el director técnico de las Islas Marshall. "Fue muy random, pero acepté", recuerda.
"La gente juega a fútbol pero de manera informal, en los parques. Uno de nuestros objetivos es crear una liga, porque cuanta más personas jueguen, mejores jugadores tendremos en la selección", explica Owers. El director técnico vive en Inglaterra y nunca ha visitado la isla. Para llegar a ella se necesitan decenas de horas de vuelo y un presupuesto de unos 2.000 euros.
Su futuro y el de la federación dependen, ahora mismo, de una campaña de micromecenaje. Los fondos recaudados se destinarán a comprar material deportivo y a que Owers pueda trabajar sobre el terreno. Actualmente le dedica unas 20 horas semanales y no cobra por ello. Como las Islas Marshall no pertenecen a ninguna federación, no reciben ayudas económicas. Uno de los primeros pasos es entrar en la OFC, la federación de Oceanía, o la CONCACAF. Y de ahí, a ser reconocidos por la FIFA.
Uno de los primeros pases para formar jugadores ha sido el de incluir el fútbol en las escuelas, en las clases de educación física. Las Islas Marshall tienen unos 50.000 habitantes. Además, la relación con los Estados Unidos y la facilidad para cruzar la frontera ha llevado a que unas 30.000 personas con sangre de las islas viva en Norteamérica. La moneda del país es el dólar. Owers también se dedica a buscar apellidos nativos de la isla para reclutar jugadores para la futura selección. De momento ha encontrado a tres: dos en Arkansas y uno en Missouri, uno de los cuales juega en las ligas universitarias del país.
La amenaza del cambio climático
Las dificultades para la creación la selección van mucho más allá de formar y reclutar futbolistas o de la creación del estadio, que estará acabado en verano y tendrá una capacidad para 2.000 espectadores. El mayor rival es el cambio climático.
Se calcula que en 2030 el 40% del país estará bajo el agua. En 2050, más de la mitad se habrá inundado. Sólo las islas más grandes, en principio, resistirán. El estadio se está construyendo al lado del océano y se situarán unas barreras para impedir que el agua lo acabe barriendo.
En 2020, Shem Livai creó la federación: puso nombre y logo. Y se quedó allí. Ahora Lloyd Owers ha seguido dando pasos. "Todo el mundo me pregunta por qué lo hago, que dónde está eso. Algunos de los que dudaban han comenzado a donar algunos balones, conos...", revela el director técnico. El fútbol aún no ha aterrizado en las islas y ya se encuentran disputando su partido más complicado.