Al ver la declaración de Jenni Hermoso me nació un... ¡Oye, ya basta!

Miedo, vergüenza, estupor, enfado... Sería imposible describir todo lo que se me pasó por la cabeza cuando el programa de Cuatro, Código 10, emitió ayer de manera íntegra, y en prime time, la declaración de Jenni Hermoso ante la Fiscalía. Incluso cambiaron la programación para emitirlo en Telecinco conscientes del revuelo que se iba a formar. El show sólo acababa de empezar. A falta de muchas de las declaraciones y con la investigación abierta, el juicio mediático asistía a su primera sesión.
Fue difícil verlo y no parar de pensar en todo lo que está pasando Jenni Hermoso. En el miedo que tiene que sentir. En la falta de protección que está teniendo. En la que sentirá que no tiene cualquier víctima de abuso, acoso... La amenaza social que representa la filtración de sus palabras, de sus imágenes, es mayúscula. Da pánico. "Se suele filtrar siempre todo", me decía un compañero experto en información de tribunales al ver nuestra sorpresa. Y sentí inseguridad y pena por un sistema judicial que sigue sin ofrecer un entorno seguro a las víctimas. También lo sentí por mi profesión porque no todo vale. No todo debería de valer.
Sobre todo, hubo un momento en el que se me puso un nudo en el estómago. "Vamos a observar en la imagen que ella tiene un gesto muy particular", empezaron analizando. El foco, una vez más, se puso en la víctima. Y de manera aún más profunda, juzgando todo lo que hizo y hace para darle más o menos credibilidad. Como si no hubiese quedado claro con una simple imagen que lo era y punto. Ya no es sólo si Jenni sonrió en la celebración, reaccionó antes o no, son sus gestos, su forma de mover las manos... Es que llegaron a determinar si podía ser o no verdad lo que se decía por tocarse la nariz. ¡Por tocarse la nariz!
"Lo que ella está verbalizando va un poco en contra con lo que su inconsciente tiene capturado como un recuerdo. (...) Esto ocurre porque cuando distorsionamos la realidad puede que el riego llegue a los pelitos que tenemos dentro de la nariz. Esto hace cosquillitas en la mucosa y tenemos que rascar", comentaba de manera distendida en el programa una experta sobre su comunicación verbal. A mí tras ver esto me nació un... ¡Oye, ya basta!
Me puse en la piel de Jenni, sin poder imaginar ni la mitad de la mitad de lo que estará pasando. Porque fue la víctima de lo que ocurrió en la final, pero también está siendo la gran víctima de todo lo que ha sucedido después. Y aquí somos todos cómplices, de una u otra forma. "¿Y quién me protege a mí?", comentaba la jugadora de cómo la RFEF se volcó en salvar la imagen de Rubiales. Una pregunta que se vuelve a repetir. El sistema la vuelve a dejar sola ante todo. Ante la presión mediática. La sociedad la vuelve a juzgar. La pone aún más en el foco. Jenni, cuánto siento lo que estás pasando. Y aunque sirva de poco consuelo en medio de este sufrimiento, somos muchas, pero muchas, muchas, las que estamos contigo.