Josip Visnjic relata cómo una lumbalgia evitó que viajara con Juanito el día de su accidente: "A las seis de la mañana me llama el preparador físico: 'Juanito, muerto'"
El serbio repasa su trayectoria en España, donde ahora es entrenador: "Me molesta que ataquen al señor Bordalás".

Cuando le pregunto qué le marcó tanto de los cinco meses que tuvo como entrenador a Juanito en el Mérida, Josip Visnjic (Belgrado, 1966) esboza un sincero "no sé", pero antes y después salpica la charla de anécdotas y momentos compartidos con el exmadridista que denotan el vínculo que generaron entre ellos, a pesar de que el exfutbolista serbio llevaba sólo cuatro meses en España y apenas hablaba español. "Yo no me enteraba de nada, pero él simplemente decía: 'Blanco', y yo voy a blanco, 'sube la grada' y yo subo la grada, y eso pocos entrenadores lo consiguen. Tenía algo. Y yo estoy seguro de que Juanito si hubiese seguido vivo, habría sido entrenador de Real Madrid", asegura el exjugador de Mérida, Rayo Vallecano y Hércules y actual entrenador, a la espera de banquillo tras su reciente dimisión en el Jove Español.
Son varios los nombres de peso sobre los que conversamos: José Antonio Camacho, a quien tuvo de entrenador en el Rayo Vallecano, "siempre a ras de suelo"; David Vidal, quien le entrenó en el equipo de la franja y en el Hércules -"Yo siempre decía: '¿Qué le he hecho yo a este Dios para que me lo ponga dos veces?' Por desgracia, en el mundo del fútbol cabemos todos"-; Hugo Sánchez, con quien compartió vestuario en el equipo madrileño -"Yo decía que Hugo Sánchez no jugaba solo, que necesitaba al equipo, y me decían que yo estaba celoso de Hugo Sánchez. Vino ya de veterano e iba a lo suyo"-; o José Bordalás -"Me molesta mucho que ataquen al señor Bordalás. ¿Le atacamos porque es feo, entre comillas, porque cae mal, porque el tono de voz es el que es…? No lo sé"-, pero, sin ninguna duda, quien marcó la carrera profesional, y la vida, del balcánico fue Juanito. La marcó hasta el punto de que él debía haber viajado con él a Madrid, en el coche del exmadridista, para presenciar en el Bernabéu el Real Madrid-Torino de la UEFA al que asistió Juanito la noche antes de fallecer trágicamente en un accidente de tráfico, el 2 de abril de 1992, cuando regresaba a Mérida. "Me coge el lumbago y dice: 'Tú no vas a ir porque te duele la espalda'. Entonces, me quedo en Mérida. Al día siguiente, a las seis de la mañana, el preparador físico me llama a mí, que ni idioma ni nada, y simplemente: 'Juanito, muerto'.
¿Qué tal, Josip? ¿Cómo estás? ¿Y dónde? Porque ahora andas sin equipo y te tenemos perdida la pista…
Hasta el mes de diciembre estaba en Jove Español, aquí en Alicante, en Tercera División. Presenté la dimisión en diciembre, antes de la Navidad, y ahora nada, viendo fútbol. Vivo en Alicante y, sobre todo, viendo mucho fútbol.
Como jugador tuviste una carrera bastante estable, dos equipos en la antigua Yugoslavia y tres en España, pero en los banquillos, la carrera como técnico ya es otra cosa, ¿no?
Yo he cambiado de ciudad muchas veces en España, eso tiene una parte de suerte, pero ya cansa un poco el ir cambiando, tantas ciudades, pero también es gratificante: vas a Fuenlabrada, vuelves a Fuenlabrada, al Hércules otra vez… El mundo del entrenador y el mundo del futbolista no tienen nada que ver, pero a mí me gusta tanto el fútbol que después de futbolista decidí ser entrenador (sonríe). Como se dice, siempre tropiezas en la misma piedra, pero no sé que tiene el fútbol… La verdad es que yo no lo he descubierto aún, simplemente creo que es amor hacia él. Me gusta entrenar, me gusta, y viendo fútbol ahora para intentar tener otra oportunidad a partir de junio.
¿Qué ha pasado en el Jove para esa dimisión?
Empezamos bastante bien y luego, los resultados, varias cositas, pero principalmente por los resultados. Yo soy una persona que prefiere ayudar, entre comillas, al club. Tenía buena relación con el director deportivo. Después de un partido vi que conmigo igual no se podía conseguir más. De hecho, luego vino otro entrenador y ya van bastante mejor. Cuando llegué, entre pretemporada y los primeros 5 o 6 partidos de Liga no perdimos ni un partido en dos meses y medio, entonces, se veía que hay algo, pero la Tercera es lo que es, pierdes dos partidos y vas abajo, ganas dos y subes arriba… Yo, igual, acostumbrado al fútbol profesional, buscaba algo un poco más tranquilo en el sentido de menos presión, pero la presión me la pongo yo a mí mismo, me da igual si es Tercera, Segunda, Preferente, Liga de la Comunitat, porqueel año pasado yo estaba con el filial del Hércules en la Liga de la Comunitat. Me gusta ganar, entonces, no veía yo que podía sacar más de la plantilla y le dije al director: 'Rafa, yo me voy, seguramente os irá mucho mejor', y, de hecho, va mejor.
¿Cuál ha sido el momento que más importante para ti como técnico? Has estado en grandes clubes: Las Palmas, Granada, Logroñés…
Mira, la misma situación que he tenido ahora en el Jove la tuve en Las Palmas. Yo presenté la dimisión en Las Palmas a 7-8 partidos para el final de la competición, en Segunda B. Íbamos muy bien, íbamos segundos, terceros, segundos, terceros, y tuvimos cuatro partidos seguidos de empate y hablé con el presidente: 'Miguel, aquí yo creo que necesitas un revulsivo'. Tuvimos buena relación. Siempre se dice: 'En el banquillo nunca presentes la dimisión', dicen que es malo, no sé qué, y le dije: 'Miguel, me aparto, cualquiera que venga subirá al equipo seguro'. Y subieron a Segunda. A partir de ahí, Las Palmas todo el rato en Segunda A. ¿Cuáles son los mejores momentos? Tuve buenos momentos en Logroño, en Las Palmas, donde no me fue muy bien fue en Granada, luego en Fuenlabrada bastante bien, Toledo, menos, pero en general sólo puede ganar uno, por desgracia. (Se ríe). Pero yo estoy contento, he tenido oportunidades en equipos grandes, con el Alcalá de Henares bastante bien, playoff…
Y has llegado a estar en Catar, en 2022, como segundo entrenador de Jokanovic en el Al-Gharafa Sports Club. Cuéntame alguna anécdota con él y en el país, que tiene poco que ver con Serbia o con España, ¿verdad?
La cuestión es que hay que acostumbrarse rápido, a todos los niveles. El tema organizativo no es el nivel de aquí, pero en cuanto a campos de entrenar hay facilidades de todo tipo. Juegas a las 3, los campos tienen aire acondicionado en verano. Cuando llega el invierno, por la mañana hace mucho calor. De hecho, nosotros nunca entrenamos por la mañana porque no se puede entrenar, se entrena por la tarde, pero ahí por la tarde ya te tienes que poner un jersey, porque hace un poquito de fresco. Por ejemplo, a mí me chocaba mucho que jugábamos la primera parte y en la segunda toca el tema del rezo y, claro, entrábamos en el vestuario y no había nadie. Por eso te digo, que al principio es un choque, hay que acostumbrarse, luego el fútbol es fútbol: menos calidad, hay mucha voluntad de la gente suya, la calidad la ponen los extranjeros que tuvimos nosotros, pero con el jugador nacional notas una gran diferencia entre unos y otros. No hay mucho público. No es lo mismo Catar que Arabia Saudí, que es mucho más grande, hay muchos más habitantes.
"Si eres un golfo, te daría igual. Igual es mejor, porque no tienes tanta responsabilidad, pero nosotros como serbios tenemos fama de muy competitivos. Cuando empatábamos nos volvíamos locos"
Nosotros hablábamos mucho entre nosotros, porque te dicen que no tienes casi presión, el tema del público, pero tú te vas ahí, te pagan un dinero y tú tienes que responder. Si eres un golfo, te daría igual. Igual es mejor, porque no tienes tanta responsabilidad, pero nosotros como serbios tenemos una fama de muy competitivos, entonces, cuando empatábamos nos volvíamos locos, y hay que mejorar, hay que mejorar… Nosotros pasamos allí el COVID, vivíamos en hoteles, no podíamos salir… Complicado. Al final tú quieres transmitir tus ideas, el jugador te da feedback, pero la calidad del jugador para transmitir esa idea en el campo… Necesitas más calidad, eso es evidente.
¿Cómo fueron tus comienzos en el fútbol, Josip? Tu llegada al Partizán te catapultó, propició tu viaje a España.
Yo me fui de mi pueblo muy temprano, con 18 años me voy a un equipo de Primera División que se llama Radnički Niš, y después de cinco años ahí paso un año en el Partizán de Belgrado. Jugué con varios jugadores conocidos o menos conocidos, pero que luego vinieron aquí a España, como Jokanovic, Bogdanovic, Milinko Pantic…
Mijatovic, ¿no?
Pedja, Pedja también. Tuvimos muy buen equipo, pero nos toca que el Estrella Roja, el equipo histórico rival, ese año fue campeón de Europa, entonces, (resopla y sonríe), complicado. Por calidad eran un poco superiores a nosotros, pero competimos hasta el final y por desgracia ese año empezó la guerra en Yugoslavia y cada uno, buscando las salidas… Yo mismo estuve un año en el Partizán y cuando terminó la temporada vine a España, me fui a Mérida. Muy buen año en todos los sentidos, aunque no sé (se ríe), porque aún no sabías hablar el idioma y no te enterabas de nada… Pero disfrutabas, sinceramente. Ese año de Mérida disfruté bastante.
Ahora te pregunto por tu llegada a España, por Mérida, por Juanito, pero me gustaría saber cómo viviste tú el estallido de la guerra. Nombrabas a tus compañeros en el Partizán, de aquella temporada del Estrella Roja. Erais una grandísima generación de futbolistas yugoslavos que os visteis marcados por la guerra y por la fractura de la antigua Yugoslavia.
La guerra empezó primero desde Eslovenia, Croacia y Bosnia. Nosotros siempre decíamos: 'Es imposible, es imposible que haya guerra'. Yo estaba fuera de todas estas cosas porque yo estoy educado de otra manera, no diferencio a las personas ni por la religión ni por de dónde son. De hecho, yo sí odio algo en este mundo es el tema del nacionalismo. Tú puedes hacer lo que te dé la gana, pero que tú eres más porque eres eso y yo soy menos porque… No. Y yo lo digo siempre, yo perdí mi país por el nacionalismo. Yo estoy educado como yugoslavo. De hecho, el miércoles fui a una residencia de la tercera edad a dar una charla a los abuelitos, y una me pregunta: 'Y eso qué pone ahí, ¿Yugoslavia?' Y yo digo: 'Es un país…' Yo me siento yugoslavo, y eso que desapareció el país hace 35 años.
Y en el fútbol yo aún tengo amigos que son de otra nacionalidad, ahora son croatas, bosnios, eslovenos, macedonios, no sé qué, pero el 90% o más sigue siendo lo mismo, como hace 30 años. El problema es los jóvenes que vienen ahora con un odio, que no saben ni lo que fue la guerra, no saben ni qué ocurrió, no saben nada, pero vienen con un odio hacia las otras personas que yo, sinceramente, no lo entiendo. Puedo entender a quien ha perdido a alguien en la guerra, porque hay que estar ahí para vivirlo… Puedo entender eso.
Y en el tema de fútbol, yo jugué un partido en Croacia, contra el Hajduk Split, y ese partido se suspendió en el minuto no sé qué y tuvimos que salir corriendo del campo de fútbol. Cuatro horas en el vestuario, no podíamos salir. Todo eso es un cultivo, empezó a moverse el tema.
Entonces, ese año ya tuvimos a nuestro primer hijo mi mujer y yo y, claro, yo le decía: 'Marina, ¿qué hacemos? (Levanta las cejas, resopla y mueve la cabeza). ¿Futuro?' Y claro, tú estabas jugando un año en el Partizán y las ofertas que te podían llegar igual no eran, digamos, adecuadas y había que coger cualquier cosa. Yo antes te he dicho que Mérida para mí fue un año maravilloso, pero entre comillas también fue un error muy grave en mi vida en el tema futbolístico, porque, claro, tú pasas del Partizán de Belgrado, un equipo bastante importante, y vienes a España, a un Mérida… De hecho, yo le pregunté a un chico que jugaba ese año en el Sporting de Gijón y le digo: 'He firmado por el Mérida'. Y me dice: 'Mérida no, Lérida'. Entonces, Lérida. Digo: 'No, Mérida'. 'No, no, no, Mérida no existe, es Lérida'. Es decir, Mérida tampoco en España era algo…
¿Cómo se produjo esa oferta? ¿Cómo recalas en el Mérida?
Yo me voy con el Partizán de Belgrado a una gira por Japón y a la vuelta llegamos muy temprano por la mañana y cogimos el periódico en el estanco y un compañero me dice: '¡Eh, no dices nada, y te vas a España!' (Hace gesto de sorpresa). Nada, cero. Anteriormente, la gente se fichaba por por los vídeos de VHS, y yo tenía un chico que me hacía esto. No sé dónde lo mandó él, Bea, no tengo ni idea. Simplemente entré en el autobús, me dice el compañero esto y salimos del autobús y me dice el director deportivo: 'Vete a casa, descansa y por la tarde ven al club'. Voy a casa y me dice mi mujer: 'Hay una gente que ha venido aquí a casa…' Ni idea, Bea. Llevaban siete días en un hotel en Belgrado. Y le digo: 'Marina, ¿y si hay algo?'. Cuando me dicen que es Mérida… (Echa el cuerpo hacia atrás y vuelve a poner cara de sorpresa, de duda).
Ocurre que al día siguiente llegamos a un acuerdo, rápido, y el director del fútbol base del Partizán de Belgrado era una leyenda del Partizán y una leyenda en Francia, en el Nantes. Yo no sabía nada y me dice: 'Josip, tengo algo para ti, para Estrasburgo y Nantes', y el Nantes entonces era un club importante. Digo: 'He firmado esta mañana en España'. '¿¡Cómo que has firmado!?' Entonces mucha gente en el mundo del fútbol trabajaba con comisiones, como si fueran ahora los representantes, pero antes era más relaciones de 'yo te conozco a ti, tú me haces esto y se hace eso'. Y en vez de ir a Nantes, me voy a Mérida, que luego salió todo redondo, toda mi trayectoria futbolística y de entrenador, todo salió redondo bajo mi punto de vista. En todas las ciudades, por la familia, deportivamente, salió todo redondo. Ahora me dices, ¿repetirías lo mismo? Sí repetiría lo mismo. Igual ganaría mucho más en el Nantes, seguramente, pero la verdad que toda esta trayectoria de treinta y tantos años, bastante, bastante bien.
Dices que cambiarías tu paso por Mérida. ¿Cómo te fue? ¿Cómo viviste tu llegada allí?
El Mérida era un equipo pequeño, todo el equipo nuevo, empezamos mal, hasta que en el mes de noviembre llega Juanito, y entonces Juanito lo cambia todo, todo (dice contundente). Entonces sólo jugaban tres extranjeros en España, vino un chico también serbio y cambió todo. Yo entendía poco, en cuatro meses no podía entender más, y tampoco es que digas que inventó algo, no, pero simplemente andaba y tú decías: 'Boh, Juanito'. ¿Sabes cuando Juanito jugó en Belgrado el famoso partido en el que le tiraron el botellazo en la cabeza? Siempre que pasaba al lado nuestro: 'Eh, vosotros, tú me tiraste la…'.
En el tema táctico, siempre nos llamaba a los dos y como no había nadie de Serbia ni nada, pues la moneda de 100 pesetas era nuestra táctica. La colocaba, 'tú tienes que estar aquí, tú tienes que estar aquí, tú tienes que…'. Vino él, vino en noviembre, se mató el 2 de abril y esos cinco meses, maravilla. Esos cinco meses han influido tanto en mí… Por desgracia, se mata con el coche y seguramente nuestro rendimiento era un 50 o 60 por ciento peor que antes.
¿Por qué influyó tanto en ti, Josip?
No sé. (Responde rápidamente). Por lo simple que hacía… Ahora ha cambiado mucho el fútbol, sobre todo, en vocabulario. Hoy en día yo escucho a alguno y yo tengo 58 (años) y llevo desde los 16 y hay algunos que hablan y no los entiendo. Sinceramente, no los entiendo. Vocabulario, nuevos términos… Vale, ok. Pero él era tan simple y directo… No sé, yo no me enteraba de nada, pero él simplemente decía: 'Blanco', y yo voy a blanco, 'sube la grada' y yo subo la grada. Y eso pocos entrenadores lo consiguen, que íbamos veinte en una fila con él. De hecho, la noche que se mata yo tenía que ir con él en el coche, con Juanito, por la mañana, después del entrenamiento. ¿Qué ocurre? Que a mí la noche anterior me coge lumbago, entonces, en un coche tenían que ir cuatro jugadores y yo con él, y yo como no podía ir, se fue otro chico. Entonces, había dos coches: el preparador físico, Juanito y un jugador, y en el otro coche, tres. Iban a ver al Torino en Madrid. Y él, como se quedaba ahí con la gente, saludaba a todos, ese jugador que estaba con él pasó al otro coche…
Ibais a ir, tú ibas a ir a Madrid también a ver ese partido.
Claro, claro, claro. Íbamos a ir, él consiguió las entradas, iban cuatro jugadores, el preparador físico y él para ver el Madrid. Yo iba a ir con ellos pero me coge el lumbago y dice: 'Tú no vas a ir porque te duele la espalda'. Entonces, me quedo en Mérida. Al día siguiente, a las seis de la mañana, el preparador físico me llama a mí, que yo, te lo repito otra vez, ni idioma ni nada, y simplemente: 'Juanito, muerto' (Se lleva la mano a la frente, apoya la cabeza sobre el brazo y resopla).
Desde ese 2 de abril hasta el final, puede que quedaran diez jornadas, el rendimiento nuestro ya no era el mismo. Se veía totalmente el equipo, entre comillas, muerto, sin ganas, sin ánimo, sin nada. Y yo estoy seguro de que Juanito si hubiese seguido vivo, digamos, habría sido entrenador de Real Madrid. Vamos, fijo. Tendría la oportunidad de entrenar. Tenía algo… No te decía la táctica 4-3-4, no, no, él te decía blanco, y blanco. Antes en el descanso se tomaba el té o una bebida caliente, y teníamos unas tazas bastante grandes, y varias veces cogió la taza y a la pared y nosotros (se agacha), todos para abajo. Es decir, cositas que te despiertan en tres segundos. Jugador de equipo grande pero no se portaba como uno grande, a ras de suelo, jugaba al fútbol con nosotros y te daba codazos y todo. (Sonríe). Es que, la verdad, disfrutabas, disfrutabas. Y al año siguiente me voy al Rayo Vallecano y me encuentro con Camacho…
Espera, espera un segundo, Josip. Ahora te pregunto por tu llegada al Rayo con Camacho y por David Vidal, que vaya entrenadores con personalidad has tenido, pero antes…
¿Pero puedo hablar sinceramente o no? (Sonríe).
Por supuesto. Debes. No hay nada que valore más en el mundo que la sinceridad…
(Se ríe y mueve la cabeza). Vale…
Un segundo, te decía. Un matiz, porque me ha impactado el hecho de que a ti quizá te salvó la vida aquel lumbago…
Sí, señor. Por suerte… Vamos, por suerte, cosas de la vida. Por eso te digo, pero no sólo a mí, esos cinco meses con él dejaron impresionado a mucha gente. Tú veías luego los entrenamientos… Yo tuve dos, tres reuniones con el entrenador y con el presidente, el Pepe Fouto, ellos pensaban al final que yo no quería jugar. Fíjate tú cómo me veían ellos a mí. Yo me veía igual. Es decir, yo me considero un buen profesional, pero seguramente la...
…Sí, la muerte de Juanito te afectó.
Sí, la muerte de Juanito, pero mi posición del cuerpo seguramente transmitía otra cosa. En tu cabeza piensas que trabajas bien, pero luego la gente de fuera no te ve bien. O los partidos, cuando jugabas, tú quieres mucho, pero no te sale. Ni alegría ni si estás trabajando, todas esas cosas, que hoy en día viene eso, el tema mental, ¿cómo se dice?
La salud mental.
Salud mental. Seguramente ellos me venían de otra manera. ¿La reunión para qué era? Para darme ánimos, porque vino otro entrador y el entrador dice: 'Claro, este no me da', y yo decía que no, no, que yo soy el mismo, pero estoy seguro de que no.
Termina esa temporada y, como dices, te marchas al Rayo Vallecano, con otro ilustre ex del Real Madrid, con José Antonio Camacho.
Yo no sé por qué fui al Rayo Vallecano. Luego yo pregunté: Juanito hablaba bien de mí, entonces, como ellos hablaban mucho, eran íntimos amigos. Y me acuerdo de la frase del señor Ruiz Mateos, porque el Rayo pagó por mí, sinceramente, no lo sé, 80 o 90 millones de pesetas, y decía Ruiz Mateos: '¿Por qué por este pagamos tanto dinero?' Y decía Camacho: 'Bueno, bonito y barato'. Entonces yo ni sabía qué era bueno, bonito y barato ni nada por el estilo, luego ya te enteras de muchas cosas, pero me ocurre lo mismo que con Juanito.
"No sé por qué fui al Rayo Vallecano. Luego yo pregunté: Juanito hablaba bien de mí, como ellos (Juanito y Camacho) hablaban mucho, eran amigos íntimos…"
Nosotros teníamos entrenamiento -Madrid tú sabes que tiene la M-30, M-40, M-45, M-50… Entonces, M-45 y 50 no había-, entrenábamos a las once en Vallecas, en el mismo sitio vivíamos cuatro tíos e íbamos con un coche. Nosotros salíamos para llegar una hora antes del entrenamiento, entonces no había que ir una hora antes del entrenamiento. Te lo cuento por el ambiente, por cómo era dentro del grupo. Una hora antes del entrenamiento para estar ahí, para jugar simplemente al rondo, y no había seis o siete jugadores. Nosotros le pedíamos permiso a él, a Camacho, el preparador físico era Jesús Paredes, que trabajó mucho tiempo con el Valencia y en la selección española. Ese ambiente era… Yo tuve ese ambiente en el Rayo Vallecano tres años. Miento. Luego viene el señor con bigote, David Vidal. Ese año íbamos una hora antes del entrenamiento para jugar rondo, y cuando no se podía jugar rondo, un cubo y simplemente tenis, a tirarla dentro del cubo. Diez, doce jugadores. El ambiente era espectacular.
Pero también era el Rayo Vallecano cuando vino el señor y si llegábamos un minuto antes, era suficiente. Si podíamos llevar la ropa desde casa y venir en el coche ya vestidos… (Niega con la cabeza y se acerca a la cámara). ¿Qué produce eso? Con ese buen ambiente llevas dos años en Primera división, viene el señor al final del segundo año y… (lleva la mano hacia abajo) down.
«Viene el señor con bigote». Ni le nombras a David Vidal…
Le tuve dos veces.
Lo sé, que luego lo tuviste en el Hércules.
Yo siempre decía: '¿Qué le he hecho yo a este Dios para que me lo ponga dos veces?' (Sonríe). Te digo una cosa, para un mes, muy buen entrenador. Motivación, con las tonterías, entre comillas, tácticamente buen entrenador. A algunos les gusta las (se lleva el dedo índice a la boca. Intuyo que quiere decir 'las palabrotas')… y a otros no. Y a mí, con lo que tenía antes, digo: 'Es que no tiene nada que ver'. Después de él vino un señor que tú le conoces, que ya se murió el año pasado, el señor Paquito, excepcional también. El señor venía con dos libros aquí (debajo del brazo) y nos ponía una frase en la pizarra, y dentro de la plantilla lo mismo, había algunos a los que no les gustaba. Y lo mismo, yo decía: '¿Qué quiere decir?' Tuve suerte de que al lado mío se vestía Ismael Urzaiz, y le decía: 'Isma, tradúceme esto, tío'.
"Tuve dos veces a David Vidal. Yo siempre decía: '¿Qué le he hecho yo a este Dios para que me lo ponga dos veces? Por desgracia, en el mundo del fútbol cabemos todos'
Y cuando tú empiezas a pensar, pues mucho mejor, mucho mejor. Luego te explica, te dice, tal. Yo tenía mucha curiosidad por estas cosas. Un tío humilde más que, vamos, viajaba con el tren, viajaba con el metro… Un tío excepcional. Por desgracia, en el mundo de fútbol cabemos todos, ¿sabes? Cabemos todos. (Asiente y sonríe). Y este fútbol lo aguanta todo… Con esto te lo digo todo. Tres años en el Rayo Vallecano, futbolísticamente jugué en Primera división, bajamos en el segundo año, pero subimos inmediatamente con Paquito, y me vengo al Hércules.
¿Recuerdas alguna de esas frases? ¿Qué os ponía en esas frases?
No me acuerdo, Bea, no me acuerdo. Luego me enteré que podía ser del Opus Dei… Esas son frases que te hacen pensar, que pones en el contexto del equipo, y muy bien. Pero también, de 22 tíos a 14 (ladea la cabeza y estira el brazo, señal de desinterés), y al resto, pues igual a uno le interesa, a otro menos, pero directamente 14 te dicen bah, pero bien, con Paquito bastante bien. A Paquito luego me lo encontré varias veces en Villarreal, cuando era jefe de la cantera o algo así, y es un tío del que guardo bastantes buenos recuerdos.
Del que tengo claro que no guardas tan buenos recuerdos es de David Vidal. Cuéntame alguna anécdota, más allá de la que decías del entrenamiento, que te hiciera pensar que estabais en las antípodas el uno del otro…
Viene al Hércules, y yo en el Hércules ya estaba como capitán (hace el gesto de las comillas) en la plantilla. No tuvimos ningún roce en el Rayo Vallecano ni nada por el estilo, pero me acuerdo que a mí me dijeron: 'Viene al Hércules'. Digo: 'Madre mía, que no'. (Se lleva la mano a la cabeza). 'Que sí viene'. Digo: 'Si me preguntan, yo voy a decir que no, ¿eh? El capitán me preguntó, Paquito. Digo: 'Paco, no me jodas, tío'. Firma y el primer entrenamiento, Bea, el primero, ¿eh?, me viene y dice (imita su voz): 'Visniiic, usted me echó de Rayo Vallecano, y aquí no quería que viniera'. Digo: 'Mira, David, míster, te voy a decir una cosa: es cierto que no quería que vinieras, es cierto, pero eso que dices tú del Rayo Vallecano, eso no… Qué te voy a echar yo del Rayo Vallecano si no sabía yo nada, pero aquí no quería que vinieras, sinceramente'. Primer entrenamiento, Bea, el primero.
Él solía (llevar) las medias hasta las rodillas, las botas de tacos de aluminio, 6, y el gorro este del golf, sólo la visera. Su forma de que, entre comillas, haya buen ambiente y que despertemos, porque él la mayoría de veces viene a los equipos a mitad de temporada, por eso te estoy diciendo que para esto, para un mes, muy bien, pero simplemente el hecho de que te viene con las medias, con botas, un campo durísimo… No hay lluvia ni nada. (Se ríe). Durísimo. Y la gente ya se empieza a reír. Y me venía gente y yo decía: 'Tranquilo, ya…' Pero ya luego cuando pierdes un partido, que si 'esto, esto, esto, tú tienes la culpa, tú tienes…' ¿Entiendes? Y todo eso ya lo sabía yo, y de hecho, ese año también (vuelve a llevar la mano abajo) el Hércules baja.
Cuando él vino al Rayo Vallecano, el primer día, yo tenía un compañero, buen amigo mío, Antonio Calderón, que es de Cádiz y David Vidal vive en Cádiz, y viene vestido de un traje que me dice Antonio Calderón: 'Yo no lo he visto nunca en mi vida con el traje'. Color verde manzana (sonríe) y, claro, Antonio no se podía aguantar… Nos sentábamos Antonio Calderón, yo y Urzaiz, y el primer día entró en el charla, porque en el Rayo jugábamos a las 12 siempre: 'Yo tengo un amigo en El Corte Inglés (dice imitando su voz) y me regaló eso'. Siempre hablaba como gallego, no ha cambiado el acento ni nada, y Antonio Calderón se reía tanto… Digo: 'Antonio, no te rías tanto, tío' y dice: 'Es un charlatán'. Bea… y tiene éxito. Bajo mi punto de vista, a la gente de fuera del fútbol le gustan más estas cosas, este tal… Pero fíjate tú, va a Murcia y sube a Primera división, por eso te digo que tácticamente y si dentro de la plantilla engancha a la gente, ha conseguido eso en el Murcia, y lo ha hecho bien.
Lo imitas bien, ¿eh?
Le tuve dos veces y claro, se me quedó bastante bien. (Sonríe).
Te quiero preguntar, Josip, por otros dos nombres propios; primero, por Hugo Sánchez. Compartisteis una temporada en el Rayo, en la que a pesar de que descendisteis él marcó 16 goles. ¿Cómo era Hugo Sánchez de cerca?
(Sonríe y tarda en contestar). Antiguamente el Marca, en la última página había 3-2-1-0 y a mí dos veces me pusieron 0, porque yo decía que Hugo Sánchez no jugaba solo. Hugo Sánchez necesitaba al equipo, nos necesitaba a nosotros, y a mí me decían que yo estaba celoso de Hugo Sánchez. Futbolista excepcional, pero iba a lo suyo, y tú cuando vas a lo tuyo, pues malo. Pero yo los viernes había baño y masaje y quien quería rematar a puerta, lo típico, faltas y todo eso, pues yo me quedaba y él se quedaba para los centros y sólo remates. Eso que veías en la tele, Bea, de tijeras y los remates, en mi vida he visto igual y he jugado 20 años casi de profesión, en mi vida. Y no hay de bote ni nada, sólo de primer toque, Bea, excepcional.
"Yo decía que Hugo Sánchez no jugaba solo, que necesitaba al equipo, y me decían que yo estaba celoso de Hugo Sánchez. Vino ya de veterano e iba a lo suyo"
Entrenador. Exjugador de Mérida, Rayo y HérculesVino ya de veterano e iba a lo suyo. Nosotros ese año terminabas la Liga y se jugaba playoff, dos bajaban directamente. Si había 20 equipos, el 20 y 19 bajaban y el 18 jugaba playoff contra el tercero de Segunda división. A nosotros nos tocó el Compostela. El primer partido lo jugamos en Vallecas, 1-1, se autoexpulsa. Vamos al Compostela, 0-0, y el tercer partido vamos a Oviedo. 0-1, de hecho, marco gol yo, pero al minuto 6-7 otra vez se autoexpulsa (aprieta los labios y ladea la cabeza) y el Rayo falla un penalti, con David Vidal de entrenador. Y uno dice una cosa, otro dice otra cosa, ni viene… Bah, muchas cosas. Es decir, futbolísticamente muy bien, muy bien, pero como es una estrella, hay estrellas que como Juanito, a ras de suelo, como Camacho, a ras de suelo, y hay otros que… (lleva una mano a la altura de su frente). Bien, lo que dices tú, 16 goles, nos ayudó bastante. Bajamos al final, pero imagínate si no tienes uno que te marque 16 goles. Evidentemente, futbolista top, como dicen hoy en día.
Te has mordido la lengua para no contar algo, «ni viene…»
(Sonríe y asiente). No puedo decir muchas cosas, ¿entiendes? No volvió con nosotros en el autobús. En el tercer partido en Oviedo no vino ni al hotel, porque se podía liar… Que tú bajas de categoría y… Pero luego tú ves el comportamiento suyo, las declaraciones suyas, y es eso: yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo. Cada uno tenemos nuestro ego, nuestro yo, pero yo considero que en el fútbol el equipo ayuda bastante. Lo individual es mucho en los equipos grandes, pero cuando no es un equipo grande se tienen que juntar muchas cualidades de muchos futbolistas. Futbolísticamente, estaba encima de nosotros, evidentemente, eso no hay ningún tipo de duda, pero luego, faltan cosas.
Vaya choque de trenes, de personalidades con la de David Vidal y él.
Pero David Vidal no podía decir nada. A David Vidal le decían del club y David Vidal, pues sí, sí. (Agacha la cabeza y asiente). Ni tampoco tenía tanta personalidad para chocar con él. David Vidal no tiene tanta personalidad. Cuando le ves, '¡ah, ah!' (Imita al técnico), pero luego ya es otra cosa. Luego se puede hablar y todas estas cosas, pero no es…
Oye, ¿y cómo era Míchel? Porque en tu segundo año en el Rayo llega al primer equipo Michel Sánchez, actual entrenador del Girona. ¿Tú ya veías en él algo de lo que ha demostrado después como técnico o te ha sorprendido?
Futbolísticamente mucho, pero luego no veías tú que podía ser entrenador de fútbol. Cuando yo terminaba en el Rayo, él empezaba. Futbolísticamente ya se veían cosas, que iba a ser muy buen jugador, pero que dijeras que iba a ser lo que ha demostrado con el Girona, no se veía. Tenía muchísima calidad, muchísima calidad, y era joven. Tampoco cuando tú eres joven en el mundo del fútbol no ves aún si está formado el carácter para algo. Yo, por ejemplo, a mí sí me veía de entrenador, yo con veintitantos años ya me apuntaba los entrenamientos y todas estas cosas, porque me gustaba. Mucha gente, Antonio Calderón, que es ahora entrenador, yo no veía que podía ser entrenador.
¿Tú te lo empezaste a plantear más seriamente cuando empezaron tus lesiones en el Hércules?
No, no, qué va, qué va. Ya desde pequeño ya apuntaba a los entrenamientos. De pequeño, de veintitantos años, antes de venir a España.
¿En quién te fijabas? ¿Qué fútbol era el que más te gustaba?
Yo estoy educado en el tema de resultados. A mí ahora como entrenador me llamaban resultadista. Considero que cuando tú ganas partidos el ambiente es diferente, la relación con la prensa, con el público, con la junta directiva es diferente. Cuando no ganas partidos, menos Guardiola… El señor Ancelotti, bueno, es el Real Madrid, pero cuando tú no ganas partidos te puedes llamar como te llames. ¿Formas de ganar el partido? Yo estoy educado en ganar partidos, no de todas las formas. A mí, por ejemplo, me molesta mucho que estén atacando ahora al señor Bordalás. Hay un desfase muy grande cuando tú hace tres días le das al señor Bordalás (un premio) como entrenador del mes, pero sigues diciendo lo mismo: que la forma… Algo no cuadra.
"Me molesta mucho que ataquen al señor Bordalás. ¿Le atacamos porque es feo, entre comillas, porque cae mal, porque el tono de voz es el que es…? No lo sé"
Es decir, entonces, ¿al señor Bordalás le atacamos porque es feo, entre comillas, porque cae mal, porque el tono de voz es lo que es? No lo sé. Yo soy de ganar. Si puedo ganar jugando bastante bien, pero claro, yo quiero trabajar y necesito el mejor ordenador del mundo para sacar las fotos, si estoy metido en el tema de ordenadores. Y si soy entrenador de fútbol, tú necesitas también material para hacer bien las cosas.
¿Me gustaría entrenar en Primera? Como a cualquier entrenador. Tienes mejores jugadores, pero cuando estás entrenando en Tercera, Segunda B, eliges la mejor táctica que puedes tener. Mi idea de fútbol es esa. Tú escuchas a muchos entrenadores y dicen: 'Mi idea de fútbol es jugar, combinar', pero claro, te encuentras con los centrales que no pueden salir desde atrás, entonces, ¿qué preferimos ahí, salir jugando y que te metan dos o tres goles, y si tienes personalidad, sigues con la idea de sacar el balón desde atrás, o cambias y buscas otra manera de hacer las cosas? Porque tú cuando vas al curso de entrenador te enseñan varias cosas: sistemas, formas, conceptos defensivos, ofensivos, conceptos tácticos. Estar preparado. Y yo busco la mejor manera de hacer las cosas. Estoy educado en ganar partidos, en sacar partidos, en sacar todo de mi equipo, pues lo intentaré hacer de todas las maneras.
Cuando juegas bien y pierdes, al final llega, pero ¿cuándo? La cara que tengo no es simpática, igual caigo mal a la gente. Yo siempre digo que el entrenador siempre se equivoca (enumera con los dedos) para el jugador, para el aficionado, para la directiva, para el periodista. Siempre está equivocado. Guardiola, que es el mejor para mí, no por los resultados, simplemente porque la forma en que jugaba atraía a todo el mundo, todo el mundo quiere jugar de esa misma manera, pues ¿qué quieres que te diga? Perdóname… Yo por eso lo digo, no porque Pepe sea de Alicante ni nada por el estilo, no nos conocemos mucho, pero yo (resopla) cuando yo oigo estas cosas…
Hay algunos que tienen los focos y te siguen donde vayas, '¿y qué quiere hacer usted hoy?' 'Pues quiero dormir en esta esquina', y hay otros que ganen lo que ganen, él es malo. Pues Pepe, ¿por qué es malo, porque lleva las gafas estas negras o porque le gusta vestir bien? No es así, no es así. Y hay que explicárselo bien a la gente. Igual mi forma de explicarme no es la adecuada, a la gente de fuera del fútbol, me refiero, al aficionado, a la prensa, que luego lo transmite a otra gente. Pero yo soy de ganar. Te lo repito otra vez, cuando ganas el ambiente es diferente y cuando pierdes es peor.
¿El mejor partido que tú hayas vivido en el campo de esos días de ganar? ¿Un partido que recuerdes como jugador? ¿Algún gran recuerdo que tengas?
¿Como jugador? Pues seguramente habría varios, pero, fíjate, te voy a decir uno. El último partido con el Hércules, que subimos, en Badajoz, ganamos y bien, pero si me pides un partido, el primer partido de Juanito coincide que es mi cumpleaños. 17 de noviembre. Fuimos a Bilbao, veníamos con una mala racha, de hecho, viene un entrenador nuevo, y ganamos 1-4 al Bilbao Athletic en San Mamés. No sé qué hicimos. Lo que te decía antes, que entra y 'bi, bi, bi, bi' y, yep, 1-4. El Bilbao, arrriba, y nosotros estábamos en la mitad y con él en cinco meses nos pusimos a 2-3 puntos de subir a Primera. Ocurre lo que ocurre y todo al través, pero en ese partido me coincide que hemos jugado bastante bien, que era mi cumpleaños, y luego se mata el 2 de abril, el cumpleaños de mi mejor amigo. No se me olvida el tema de Juanito, lo tengo aquí (se toca la cabeza), porque se muere el día del cumpleaños de mi mejor amigo, y el primer partido mío con él, el 17 de noviembre. Pero anécdotas y todas estas cosas no tengo muchas porque se me olvidan las cosas.
¿Y ahora, Josip? ¿Cómo ves tu futuro en los banquillos? ¿A dónde crees que te llevará?
Bea, un día vengo y digo 'ya estoy cansado' y al otro día ya... Todo lo que te he dicho es sincero. Al día siguiente de presentar la dimisión en el Jove Español ya estaba aburrido. Porque me gusta, me encanta. Nosotros hemos hecho en casa un poquito de obra, como ya la chica se fue a Coruña y el crío también trabaja por ahí, durante la semana no está, digo: 'Marina, quitamos una habitación' y dice: 'Pero nos quedamos sólo con una tele, ¿no?' Digo: 'Pues vale'. Y yo pensando que, claro, aquí sólo se ve fútbol, baloncesto y deporte, y ahora (sonríe) que exige que hay que ver películas, Netflix y todas estas cosas y yo no puedo ver el fútbol, digo: 'Marina, compro la tele y compro todo, tía, no puede ser'. (Sonríe). Y bien, tengo el fútbol en las venas, el deporte en las venas y lo que dices tú, igual mañana viene Jokanovic otra vez y te dice: 'Pues vamos para allá'. Y ya estamos.