Carlos, el goleador que vivía en una montaña rusa: "Menotti me dijo: "Mira, vaya donde vaya no te llamo nunca más"
Nacido en Úbeda y emigrado a Barcelona, pasó de un campo de tierra a rozar el Barça de Maradona y el 'Dream Team' de Cruyff: pero, por un motivo u otro, algo siempre se cruzaba en su camino.

Carlos Muñoz nació en Úbeda (1961), pero cuando tenía siete años su familia emigró a Barcelona. Criado en el barrio de Santa Eulalia y crecido en el fútbol sobre tierra, a los 21 años seguía jugando en Regional y empleándose de butanero, pintor, albañil o camarero: trabajos alimenticios para aportar algo de holgura económica a su familia. Y de repente, pocos meses después se cambiaba en un vestuario al lado de Maradona, Schuster, Víctor, Migueli, Quini, Julio Alberto, Marcos y el Lobo Carrasco: aquel Barcelona del Aquest any, sí... que acababa siendo otra vez que no.
Ese mismo espíritu resignado presidió la carrera del delantero: cuando parecía que Carlos estaba a punto de dar el salto, se le cerraba la puerta: y mira que él no hacía más que tirarlas abajo a base de remates furibundos y goles de delantero clásico. Como vivir en una montaña rusa. Le pasó en el Barcelona, en el Atlético y en la Selección... un poco por su temperamento, programado sólo para la línea recta, y un mucho por las circunstancias, a menudo inexplicadas. Hoy es embajador del Oviedo y mira atrás con Relevo, en un repaso que en esta primera parte se fija en los indecisos años iniciales de una carrera que parecía no arrancar nunca.
En algún momento has dicho, recordando todo aquello, que tú fuiste profesional del fútbol “por casualidad”.
Sobre todo porque tampoco pensaba mucho yo en ser profesional. Me gustaba el fútbol, hacía todo lo posible por jugar todos los días en la calle o con el equipo que teníamos allí en el barrio, el Santa Eulalia. Hasta que no tienes 15 o 16 años ni te planteas esa posibilidad, pero es que yo estuve jugando en 2ª Regional hasta muy tarde. Jugar en Preferente con el Polvoritense ya me parecía algo increíble, y después el Igualada me firmó por casualidad: porque salió una normativa que obligaba a todos los equipos nacionales a tener dos sub 20 en la plantilla. El Igualada no tenía cantera, ni juveniles ni nada. Y su entrenador, Solsona, se fijó en mí porque con el Polvoritense entrenábamos en ese mismo me campo y me tenía visto. Y además después me pilló la mili y me pasé un año sin poder jugar al fútbol. Así que... ¿quién se iba a pensar que yo llegaría a ser internacional con España?
Increíble porque, relativamente poco tiempo después, te ves en el Barcelona Atlético, en la órbita de unos de los grandes.
Cuando volví de la mili seguí en el Igualada. Jugué siete u ocho partidos con ellos y ahí tuve la suerte de que había dos directivos del FC Barcelona, Nicolás Casaus y Josep Mussons, que eran de Igualada. En ese momento todo el mundo hablaba de mí porque había sido el máximo goleador de Tercera División siendo sub 20, año y medio antes. Ellos dijeron que había que llevarme al Barcelona Atlético. Tuve la oportunidad de irme al Andorra, también al Espanyol, pero al final entré en el Barcelona Atlético.
¿Te impresionó ese salto?
Fíjate, es que pocos meses antes de eso, yo tenía 20 o 21 años y con unos amigos del barrio nos habíamos colado en el Camp Nou para ver un partido del Barcelona. No recuerdo qué partido era, pero nos colamos. Y ya ves, dos meses después estaba entrenando en el Barcelona Atlético. Ahí empecé a creerme un poco lo que podía ocurrir y pensé: de aquí no me echan ni con agua caliente.
"Pocos meses antes de empezar a entrenar con el Barcelona, me había colado con unos amigos en el Camp Nou: el primer día me fui para el barrio y no paraba de contar a todo el mundo que iba a entrenar con el Barcelona y con Maradona"
Ex futbolistaEmpecemos con el memorial de obstáculos imprevistos...
Al principio las cosas no fueron tan bien. Yo entrenaba con el Barcelona Atlético, pero seguía jugando con el Igualada. Y me pasó que, según empecé a entrenar con el Barcelona Atlético, dejé de meter goles con el Igualada. Parecía como si me hubiera dado un trastorno mental. Y me acuerdo de que Romero, el entrenador del Barcelona Atlético, me cogió un lunes en un entrenamiento y me dijo: "Bueno, ¿tú qué te crees? ¿Que porque estás en el Barcelona Atlético ya eres algo?". Y yo: "No, yo no me creo nada". "Es que has bajado un montón". Y ahí le contesté: "¿Pero usted me ha ido a ver jugar?". "No tengo que ir a verte, tengo personas que me informan y me cuentan". Y le respondí: "Bueno, pues usted venga un día a verme jugar y entonces me dice si yo estoy jugando bien o mal". Eso fue un lunes. Y el domingo por la mañana siguiente debutaba con el Barcelona Atlético. Contra el Oviedo...
Precisamente contra el Oviedo.
Me hicieron un penalti y metí dos goles.
Primera muestra de la personalidad de Carlos como futbolista.
Creo que aquel hombre me vio con ese temperamento mío, que gracias a Dios me sirvió para unas cosas bien y para otras mal. Me encaré con él y le dije: ven a verme y entonces hablamos. Creo que al decirle eso se dio cuenta de las ganas que tenía yo de debutar en Barcelona Atlético.
Y pronto estabas entrenando a las órdenes de Menotti en el primer equipo: nada menos que con gente como Schuster, Maradona, Carrasco, Víctor, Alexanco, Migueli, etc.
Para mí entrar en el Barcelona Atlético ya era algo totalmente anormal. Nunca me pude imaginar algo así, llegar así al fútbol profesional. Yo vivía en Santa Eulalia, en una calle que se llama Riera Blanca. Iba a entrenar andando todos los días, unos 15 minutos. Y ya simplemente entrar en las instalaciones del FC Barcelona, estar en el vestuario ahí con la ropa ya preparada, las botas limpias, tu secador de pelo... para mí eso era ya increíble. Y no te digo nada cuando un día me dicen a mí, a Manolo y a Valor: "Esta tarde tenéis que ir a entrenar con el primer equipo". No te cuento lo que fue eso. Me fui a casa y anduve por el barrio con los amigos diciendo que iba a entrenar con el primer equipo del Barcelona, que iba a estar ahí con Maradona, con Schuster, con Quini. Nah, era increíble.
¿Qué imagen te ha quedado grabada en la memoria de esos días?
Cuando entrabas allí, antiguamente, se entraba por el túnel aquel por el que bajaban los coches. Y yo entraba andando, con mi mochila, un poco asustadito. Cuando llegué al vestuario ni te cuento: casi no entro. Era tal impresión personal que yo decía: uf. "Aquí estoy y ahora ¿qué?". Pero nada, fue entrar y me trataron todos de maravilla: Maradona, Quinocho, Esteban, cualquiera... cuando subíamos alguno del filial que llegábamos ahí nos trataban de maravilla.
Tenías exactamente la misma edad que Maradona.
Diego y yo, que en paz descanse, nos llevábamos sólo unos meses.
El entrenador era Menotti y siempre contó mucho contigo. Ibas para el primer equipo, pero otra vez problemas.
Le he dado mil vueltas a esto muchas veces y siempre he dicho: es increíble cómo me trataron en el Barcelona, para unas cosas muy bien y para otras muy mal. Yo jugaba en el Barcelona Atlético, jugaba de maravilla, llega Menotti y me sube al primer equipo. Sé que él tenía mucha confianza en mí. Es más, cuando acaba la temporada, que Maradona ya se iba a Nápoles, Menotti y yo nos despedimos y me dijo en el vestuario: "Bueno, Carlos, nos vemos en pretemporada: cuídate y pasa un buen verano". Me acuerdo de esas mismas palabras suyas. ¿Qué pasó? Que mientras estábamos de vacaciones, echan a Menotti. Y cuando volví ya no subí al primer equipo, volví a quedarme en el Barcelona Atlético. No sé qué pasó ahí. Seguí jugando con el Barcelona Atlético y ya nunca más me volvieron a llamar. Nunca me dieron la oportunidad de jugar en una pretemporada, que eso es algo que siempre voy a llevar el dolor en el pecho. No haber tenido nunca esa oportunidad y que luego te digan: bueno, vales o no vales.
En el filial coincidiste con gente como Guillermo Amor, Pedraza, Fradera, Vinyals, Nayim... ¿Nadie te dio nunca ninguna explicación de ese 'olvido'?
El director deportivo del fútbol base me dijo alguna vez que no podía entender por qué no llegaba al primer equipo, porque todos los informes que ellos daban eran buenísimos. También estaba ahí Oliver, con el que tuve un cierto rifirrafe, así que no sé... Hubo cosas que nunca entendí. Hasta que llegó un momento que me cedieron al Elche y ahí empezó mi carrera de cesiones, de aquí para allá.
"Le he dado mil vueltas y es increíble cómo me trataron en el Barcelona: para unas cosas muy bien y para otras muy mal. Nunca me dieron la oportunidad de jugar una pretemporada, de decirme si valía o no. Es un dolor que siempre llevo en el pecho"
Ex futbolistaEsta parte inicial de tu carrera es llamativa: sales cedido cada año a un equipo, el Elche, el Hércules y el Murcia...
Fui a Elche y jugué doce partidos. En esos doce partidos metí seis goles. En Primera División. Descendimos a Segunda División, que estaban casi descendidos ya cuando llegué, pero creo que con seis goles en doce partidos hice una buena campaña ahí. Los informes eran buenos pero vuelvo y me dicen que no, que al año siguiente me tengo que ir cedido al Hércules. Y así todos los años.
En el Hércules coincidiste ya veterano con Mario Alberto Kempes, otro gran ídolo argentino de aquellos años.
Cuando terminé con el Elche, querían que me quedara con ellos. Me ofrecían un dinero que para mí, que en aquella época cobraba 250.000 pesetas al año, era un dinero muy bueno. Porque ya lo he contado muchas veces: a mí me mandaron al Elche simplemente por la comida y la cama. Nada más. Y me dijeron: ahí te quedas. Pero la verdad es que me trataron muy bien, siempre estuve muy bien con los compañeros. Así que me quería quedar en el Elche porque el Barcelona no cuenta conmigo. Pero me dijeron que no, que quieren que me vaya al Hércules. Y en esa época, tal y como estaba el fútbol, era así: o iba al Hércules... o iba al Hércules. No había otra. Fui allí, estaba Santi el hermano de José Mari Baquero, Petursson, Kempes... Íbamos bien toda la primera vuelta, pero después se marchó al Austria de Viena y el equipo cayó en picado y acabamos bajando a Segunda División.
Y vuelta al Barcelona.
Vuelvo y otra vez lo mismo: ni hago la pretemporada siquiera. Dices: bueno, hago la pretemporada, me dicen lo que sea y me voy cedido o tal. Pues ni eso...
Tu siguiente destino fue el Oviedo, también a préstamo. ¿Pensaste que ahí habías encontrado por fin tu sitio?
Bueno, allí también fue algo un poco anormal. Porque, imagínate, yo venía de jugar tres años cedidos en Primera División. Llego a Barcelona, pregunto por mi situación, qué hago, qué tengo que hacer. Y me dicen que tengo que irme al Oviedo. Me quedé perplejo: pero cómo me voy a ir al Oviedo, un equipo que ha bajado a Segunda B, que se ha salvado por la ampliación de la Segunda A... ¿Cómo voy a irme otra vez a Segunda División? Yo sabía que en aquella época Osasuna tenía un acuerdo con el Barcelona por el cual tenía prioridad sobre aquellos jugadores que no se quedaran en el primer equipo. Y tuve que firmar una carta como que yo no quería ir a Osasuna. Cuando tuve que firmar esa carta yo decía, pero bueno, ¿cómo voy a ir al Oviedo si me quiere Osasuna? Un equipo que era de garra, de centros por las bandas, yo que iba bien de cabeza... Y me hicieron firmarla e irme al Oviedo. Así que me fui para allá y se me cayó el mundo encima. Paradojas de la vida: encontré el sitio perfecto, donde todo me fue bien, hicimos una temporada maravillosa. Y allí empezó de verdad mi currículum deportivo.
Ascendiste con el Oviedo pero no pudiste quedarte ahí, porque el Barcelona decidió traspasarte al Atlético de Madrid.
Al Atlético de Madrid fui porque me pidió Menotti. Y cuando llego a firmar, es que es increíble... El día que voy a firmar a las oficinas del Atlético de Madrid me encuentro con Menotti. "¡Hombre, qué tal mister!". "Carlos, cómo estás, ¿todo bien?". Y le digo: "¿Qué? ¿Este año vamos a la UEFA, seremos campeones?". Y en ese momento me dice: "Carlos, me acaban de echar". Y yo: no me lo puedo creer, no me lo puedo creer. Ahí fue donde Menotti me dijo una cosa que...: "Carlos, te voy a decir algo: donde vaya yo ¡no te llamo más! En el Barcelona te voy a subir al primer equipo y me echan. Aquí te pido en el traspaso y me echan... Así que ya no te pido nunca más".
¿Cómo fue el año que pasaste en el Calderón?
Fue un año difícil. Nada más llegar ya tuve problemas. En ese momento Julio Salinas y Eusebio se fueron del Atlético de Madrid al Barcelona y a mí me valoraron en unos cien millones de pesetas y me metieron en el intercambio. La primera noche antes de la presentación me dio un cólico y perdí hasta cinco kilos. A la pretemporada ya llegué medio fastidiado. Maguregui, que en paz descanse, insoportable, chocaba mucho conmigo... Y yo ya estaba un poco alterado, porque encima no me daban el 10% que me correspondía del traspaso. Jesús Gil me agarra y me dice: "O firmas o no juegas en todo el año". En fin, muchos problemas. Luego fue una temporada muy complicada para el Atlético: tuvimos seis entrenadores, el equipo no andaba, nos echaron a la primera de la Copa de la UEFA.
Contemos también que arriba tenías competencia y de la buena.
Eso hay que decirlo. Es que tenía tres que ojo, también es desgracia: estaban Futre, Manolo y el brasileño este, Baltazar, que no había metido diez goles en su vida y ese año hizo no sé si 36, fue Bota de Oro o Bota de Bronce o yo qué sé. La verdad es que yo jugaba mucho, tenía muchas ocasiones, pero no me encontraba con el punto ese de meter goles.
Y mientras tanto, al Barcelona había llegado Johan Cruyff. Leí una frase brillante en un reportaje: “Estaba a punto de empezar la gran fiesta del 'Dream Team' y Carlos se quedó en la puerta”.
Sí señor (hace una pausa y sonríe antes de continuar). Como digo yo, me quedé entre Pinto y Valdemoro.