CASO RUBIALES

El juez se guarda varias perlas contra Rubiales en la sentencia: "No es la forma de saludar a las personas"

La letra pequeña de la sentencia esconde el carácter del carismático juez José Manuel Clemente Fernández-Prieto

El expresidente de la RFEF Luis Rubiales durante el juicio. /EFE
El expresidente de la RFEF Luis Rubiales durante el juicio. EFE
Marta Caparrós

Marta Caparrós

El juez del caso Rubiales, el carismático José Manuel Clemente Fernández-Prieto, ha dictado sentencia y ha condenado al expresidente de la RFEF a una multa de 20 euros al día durante 18 meses (10.800 €) por besar sin consentimiento a Jennifer Hermoso durante la entrega de medallas tras la final del Mundial femenino celebrada en 2023 en Sídney. El de Motril está también obligado a indemnizar a la jugadora con 3.000 euros por daños morales y tiene prohibido acercarse a menos de 200 metros ni comunicarse con ella durante un año.

El magistrado, muy respetado en la judicatura, copó decenas de titulares y sus intervenciones durante el juicio acumulan miles de visualizaciones en redes sociales. Esa personalidad ha quedado también patente en la redacción de la sentencia, publicada este jueves. Fernández-Prieto lleva cuarenta años como juez y el pasado mes de junio se le concedió una prórroga para jubilarse a los 72 años, el máximo legal, lo que hace pensar que nada es casualidad en su relato.

La sentencia se divide en varios epígrafes, que incluyen los hechos probados (en los que da por ciertas las presiones de los acusados a la víctima, aunque no hayan sido condenados por ello) y los fundamentos de derecho. Es en este punto donde el magistrado resuelve que el beso sin consentimiento de Rubiales a Hermoso es constitutivo de delito, en concreto, de agresión sexual ("realizar de forma sorpresiva un acto que atenta contra la libertad sexual de otra persona, sin consentimiento de la agredida").

El juez explica entonces el carácter sexual del gesto, un asunto que trató de desmontar sin éxito la defensa de Rubiales en sus conclusiones, y va más allá: "No es la forma normal de saludar a las personas con quienes no se mantiene una relación de afectividad". Fernández-Prieto insiste en que el mismo Rubiales, "con sus propios actos" muestra que no besa en los labios a nadie como forma habitual de saludo: "Basta fijarse mínimamente en la filmación de la entrega de medallas para comprobar que este acusado recibe a todas y cada una de las jugadoras proporcionándoles un fuerte abrazo y los correspondientes besos en las mejillas, nunca en la boca". Hasta que llega el turno de Jenni y todo cambia: le agarra la cabeza con las dos manos para poder propinarle el beso. Una variación de trato que "no es explicada mínimamente por el acusado y que difícilmente puede verse justificada, como pretende, por el mero hecho de que la jugadora fallara una pena máxima".

¿Por qué no entrará en prisión?

El juez, además, responde de alguna manera a los repetidos intentos de la defensa de Rubiales y de parte de los testigos de desacreditar a Jenni durante el juicio, bien por su actitud de víctima imperfecta, bien por su presunto interés vengativo tras la crisis de Las 15. Para el recuerdo quedará la intervención como testigo de Pablo García Cuervo, exdirector de comunicación, en la que tachó a la víctima de persona influenciable y manipulable. Fernández-Prieto les contradice y da máxima credibilidad a Jenni: "No consta razón o motivo por el que tuviera que faltar a la verdad en la narración de los hechos".

El juez considera también, entre otras acciones (como la persistencia de Jenni en presentar a sus compañeras su disgusto con el beso recibido, al bajar de la tarima, en el vestuario…), la insuficiencia de la prueba pericial referente al vídeo de la entrega de medallas sacado de TikTok. La evidencia es, a ojos de la justicia, pobre por varias razones, pero una de ellas es especialmente llamativa: el hecho de que Rubiales se refiriera en fase de instrucción al beso como "piquito" y en el juicio como "besito". Esa contradicción, que tiene que ver con la pregunta que según Rubiales había hecho a Jenni antes de propinarle el beso y que utilizaba para justificar la aceptación de la jugadora, resulta contradictoria para el juez y motivo de desarrollo. Insiste en que en el "lenguaje habitual se utiliza la expresión pico en referencia exclusiva al beso dado en los labios, denotando una expresión específica de la genérica de beso" y añade que "no se explica de forma mínimamente convincente por el acusado por qué razón" le da el beso a Jenni en la boca y "no en las mejillas como se los dio al resto de las jugadoras".

Rubiales puede ahora recurrir la condena -de hecho, ya ha anunciado que lo hará en los próximos días-. También puede hacerlo Jenni, que, según ha podido saber Relevo, tiene la misma intención, igual que la Fiscalía y AFE. Consideran que el gran triunfo de Hermoso es el avance que supondrá para las mujeres que vivan algo similar en el futuro, pues su caso sienta precedente. Jenni Hermoso tenía razón.