Yo jugué con Gravesen: eructos, guantazos, antipastillas y "motos a 300 km/h por Madrid"
Compañeros del exjugador danés recuerdan su año en el Real Madrid junto a Luis Fermoso, que puso nombre a la 'Gravesinha'.

Jugó poco en España: 34 partidos entre la 2004-05 y la 2005-06. Metió un gol (al Dépor) y consiguió lo que parecía imposible: ser protagonista en una plantilla en la que jugaban Figo, Zidane, Ronaldo, Raúl, Beckham, Guti... Era increíble. La cámara lo adoraba y él se encargaba de no decepcionar.
Thomas Gravesen (Velje, 1976) es ahora mismo toda una celebridad. Tiene negocios multimillonarios en Las Vegas y disfruta de una "jubilación" futbolera muy satisfactoria. Everton, Celtic, Real Madrid... Los hay con mejor currículum, con muchísima más magia en las botas, pero es difícil encontrar a otro como él. Todo un personaje.
Era enero del año 2005 y un Real Madrid plagado de estrellas pagaba casi cuatro millones de euros por un fornido mediocentro danés al que llamaban "perro loco". Figo, Ronaldo, Zidane, Guti, Raúl, Beckham, Solari... Alguien tenía que pelear y de eso Gravesen sabía un poquito.
Este reportaje nace a partir de comprobar que otros trabajos periodísticos que se hicieron hace 20 años sobre Gravesen siguen siendo virales en plataformas que ni existían cuando el danés jugaba. Los ecos han llegado hasta 2025 a raíz de unas declaraciones de Ronaldo Nazario, quien le ha señalado como a la vez como genio y como el peor futbolista con el que jugó en el campo.
El periodista Luis Fermoso, uno de los padres de 'El Día Después' con Michael Robinson, se dedicaba a hacer historias diferentes en los partidos de Primera. "El taconazo de Guti ya lo había visto todo el mundo y yo podía dedicarme a otras cosas. Y, para eso, Gravesen era una locura. Es acojonante que se sigan viendo esos vídeos. Me siguen llegando menciones con la Gravesinha. Mi mayor actividad en redes sociales sigue siendo un puto vídeo de 2005".
"Gravesen ya había sido protagonista de varios vídeos de El Día Después, pero el día de la Gravesinha contra el Sevilla, el grito de Zizoooou, la sangre que no sabía si era de Kanouté o suya. Ese primer éxito de la Gravesinha duró cuatro o cinco partidos más. Luego yo ya decidí que no quería seguir siempre a Gravesen. Además me tocó un partido en el que no era titular, y yo tan contento porque así podía hacer otra cosa. Pero salió en el minuto 70 y lo primero que hizo fue lanzar por los aires a un rival, en menos de 10 segundos. Amarilla. Lo descalabró. Adiós a mi intención de no seguir al danés", recuerda Fermoso para Relevo. "Pusieras donde pusieras la cámara siempre hacía cosas, no tenía ningún tipo de filtro".
Casillas y Borja Fernández
"Pregúntale a Florentino y a Zizou primero", dice Iker Casillas (Móstoles, 1981) cuando le explicamos de qué va este reportaje. Iker vivió la presencia del danés siendo todavía muy joven pero se ríe cuando le recordamos algunas de las anécdotas que nos han ido ofreciendo. "Yo me acuerdo de que no le gustaba nada tomar pastillas para recuperarse de las lesiones. Las típicas de anti inflamatorios o cosas así, nada. Él prefería a lo bruto", recuerda.
Borja Fernández (Ourense, 1981) era también poco más que un niño recién subido del filial cuando se lo encontró. Los Zidanes y Pavones, ¿recuerdan? Thomy intimidaba en aquel vestuario. "Él se iba a Las Vegas y decía que iba allí a los casinos y a disparar tiros con sus colegas en galerías de tiro. Nos decía los nombres de las metralletas y claro a mí, con 23 o 24 años aquello me sonaba muy raro (risas). A él le flipaba eso", cuenta a Relevo.
"Recuerdo un día que estábamos tirando penaltis y Ronaldo, con otro balón, golpeaba al de Gravesen cuando le tocaba. A la tercera le dijo: Ronnie, no te aviso más. Se lo volvió a hacer y empezó a correr por todo el campo detrás de Ronaldo hasta que lo cogió, se lo echó encima (a Ronaldo, que no era delgadito precisamente) y lo metió contra la portería en las redes zarandeándolo. Siempre estaba así, no tenía maldad", recuerda.
"Recuerdo una pretemporada en la que saltaban muchas chispas. Entre Pablo García, Diogo, él... De pronto había unos choques que yo me cagaba. Escuchaba esos golpes y me cagaba. Y llega Robinho y le hace caño. Y este, según se giró, no le intentó robar la pelota ni nada, le metió un guantazo atrás y le dijo: 'Tú me haces caño, yo te pego'. Y claro, si eres Robinho tampoco vas a ir a por Gravesen, ¿no? Porque vas a salir perdiendo. Nos quedamos todos como pensando: ¿qué haces? Y él tan tranquilo. Como 'ya verás como a la próxima no me regatea'. Se quedó tan pancho. Luego más tarde tuvieron alguna más...", cuenta Borja Fernández.
"Un día en una charla con Capello se echó un eructo que sonó un montón. Capello le dijo: '¿Thomy, qué haces?'. Y él le dijo que eso en su país era normal, que era salud. "Bueno, pues no lo vuelvas a hacer, ¿vale?".
Motos (estaban prohibidas) y un Porsche a 200 por la M-50
"Se iba mucho a Las Vegas", recuerda también Paco Pavón (Madrid, 1980), otro de los jóvenes de aquella plantilla que, sin embargo, mantuvo durante mucho tiempo galones de titular. "Le gustaba jugar y con lo que jugaba le pagaban la habitación. Se iba solo pero como era tan extrovertido no tenía problema. Me lo contaba a mí y se lo contaba a todo el mundo. Era muy difícil llevarse mal con Thommy. La verdad es que todo lo que tenía de peculiar, lo tenía de majete".
También se declara fan de los vídeos de Fermoso. "¡Y las que no salían! Es que estaba continuamente así. Cuando llegábamos en pretemporada me decía: 'Paco, yo cerebro...fuera, sólo correr. Y luego vuelvo a poner cerebro". Se ponía a pegar balonazos, daba miedo, te perseguía que creías que te iba a matar, pero enseguida se reía. Lo de Robinho yo creo que más que un caño fue un autopase. Le soltó con la mano abierta y Robinho no entendía nada...".
"Recuerdo que le llevé a su casa un día y me llevó al garaje. Y allí tenía dos motos de estas... pues una Ninja y una no sé qué... Que nosotros no podíamos tener motos. Una era suya y otra de su amigo, que decían que iban a la M-50 [autopista de circunvalación madrileña que, en aquella época, estaba en obras] y la ponían a 300. Y luego cogía y quitaba la lona de un Porsche, pero uno de estos que era una barbaridad con 700-800 caballos, que parecía un Ferrari con el motor atrás... Y me decía 'chssssst', tapándose la boca como para que no dijera nada. 'Este para cuando salgo por ahí, que no me vea nadie pero lo pongo muy rápido'. Y yo pensaba que estaba zumbado".
"Hablaba mucho dentro y fuera del campo y él no sabía, se hacía entender. 'Voy yo'. '¿Lo he hecho bien?' Te preguntaba cosas que alucinabas...".
En silencio en el vestuario del filial y colleja a Barral
Las mejores historias sobre Gravesen las cuentan, casi siempre, los más jóvenes. Los que lo veían desde lejos y procuraban no cruzarse demasiado en su camino por supervivencia juvenil. Javi Paredes (Oviedo, 1982) apenas coincidió una temporada con él, y además le pilló subiendo y bajando del filial. Pero lo recuerda perfectamente. Como para olvidarlo... "Era un tío muy gracioso y desde el primer momento se quiso integrar. No hablaba español y muchas veces venía al vestuario del filial y se sentaba. No decía nada. Se sentaba ahí sin más. Nosotros flipábamos intentábamos hablarle en inglés, pero él decía 'No no no, spanish'. No permitía que no le habláramos en español. Y aprendió rápido, sobre todo porque muchos del primer equipo le enseñaban lo que no debía aprender (risas). Nos hacía gestos como 'venga, decidme algo'. Ningún jugador del primer equipo venía a vernos al vestuario. Nadie se pasaba con él. A lo mejor Barral alguna le soltaba y supongo que algún galletón es posible que se diesen entre ellos".
Siempre bromeaba con César y con Solari. También con Beckham. Le estaban siempre picando. Sus bromas siempre eran te paso, te doy una colleja, te empujo... Claro, si todavía no podía hablar...", recuerda.
Le dio como para vivir una batalla campal: "En los entrenamientos iba a full. Le daba igual que te llamases Paredes, o que te llamases Beckham: arrollaba y te dejaba un recado que terminabas tiritando. Pero mi recuerdo de él es siempre riéndose. Una vez nevó, nos entrenábamos en Las Rozas y nos recibió a todos a bolazos de nieve pero a lo bestia. Contra todos. Y se montó una buena porque, como además no nos conocía, nos tocó a todos. Él recibió bastantes bolazos claro, pero luego se vengaba. Hizo una bola gigante, pero gigante, y no sé a quién se la tiró. Era un niño que trataba de integrarse lo mejor posible".
"Los tres cuatro vídeos que hicieron de él con la Gravesinha, el tú alto yo bajo, y todo eso, le han convertido en todo un personaje más allá del futbolista bueno que era", zanja Paredes.