"A Laporta le tuve odio. Es de esas personas que en lenguaje macarra decías: 'Que no me lo encuentre'. Me hizo mucho daño"
Dani García Lara, exjugador de Real Madrid y Barça, entre otros, habla con Relevo antes del Clásico sobre fútbol, amor y vida.
Nunca pensé que empezaría hablando con Dani García Lara (Cerdanyola del Vallès, 1974) sobre el Real Madrid y Rafa Benítez y acabaría hablando de amor. No de Guillermo Amor. Amor con minúscula pero mayúsculo e importantísimo en la vida del exfutbolista hasta el punto de abandonar proyectos en su búsqueda.
Entre medias, una carrera sobre el verde que disfrutó y sufrió a partes iguales. Los seis meses que estuvo apartado en el Barça tras la llegada de Joan Laporta. La negativa a dejarle ir al Valencia, su marcha al Zaragoza y sus secuelas psicológicas "de por vida". Como las que le generó salir de casa con 15 años o los problemas que le ha acarreado el dinero.
Y también lo bueno: la llamada de Rivaldo que le llevó a Olympiakos. "Él me llamó para ir allí. Incluso el contrato me lo negocia él". La visita a su casa de Gil Marín para que fichara por el Atlético de Madrid. O las dos veces en que Vicente Del Bosque le convenció, siendo cadete, para jugar en el Real Madrid. El orgullo de ver unidos "a mis tres hijos de dos mujeres", a que se sientan como hermanos, algo por lo que este hombre "muy sentido" vive y trabaja cada día en Salamanca, aunque también le gustaría volver a hacerlo en televisión o en una dirección deportiva.
El final de la charla deja claro el porqué de esa "obsesión" fraternal. Hace que conozcamos al Dani que se esconde, para no sufrir de más, detrás de Dani García Lara. "La vida es así".
Dani, debutas en 1992 en el Real Madrid Castilla y del 93 al 95 coincides con Rafa Benítez. ¿Cómo te marcó? ¿Qué te enseñó aquel Benítez, que después lo hablaremos, te quiso para el Valencia?
Rafa me marcó porque fue uno de los entrenadores pioneros en cuanto a los conceptos tácticos. Yo ya lo había tenido también en el Sub-19, que fue un año en el que ganamos todos los partidos, ganamos Copa del Rey, Liga. Una persona que, a nivel deportivo, me dio muchas opciones y mucha confianza. Yo creo que fui un alumno aventajado dentro de Rafa, porque me tenía un cariño especial y gracias a él que tuve la posibilidad de destacar ya en el Castilla, en el División de Honor, y luego tener la opción de jugar con el primer equipo.
¿Ya apuntaba a entrenador de élite?
Sí. Le decíamos Arrigo Benítez, de Arrigo Sacchi a Arrigo Benítez, porque era muy pesado a nivel táctico, sobre todo con la defensa. Era muy seguidor del Milan de esa época y es verdad que introducía conceptos que, hasta el momento, no eran muy habituales. Ahora todos los entrenadores están muy preparados, pero en aquella época -hablamos de hace 30 años- no era habitual. Aparte, era un entrenador muy joven y era muy cercano con nosotros. Los aspectos tácticos los trabajaba muy bien y también tenía ese feeling con el jugador. Él había jugado también en el Real Madrid, creo que llegó a jugar en el Castilla, y conocía muy bien la casa y supo sacar un gran rendimiento de un buen equipo.
¿Y a qué apuntaba aquel chico que había salido de casa con 15 años?
Para mí fue muy difícil. Yo venía de un pueblo y con 15 años me salgo de lo que es mi entorno familiar, de amistades y del colegio, de todo, y me costó adaptarme a una ciudad tan grande como Madrid. Luego soy un enamorado de esa ciudad, porque para mí es la mejor ciudad del mundo, pero me costó mucho adaptarme. Fui allí con miedo, con muchas inquietudes, con una sensación de querer ir y a la vez de no querer ir. Tuve un conato de volver a mi casa. El primer año me volví a mi casa y no quería regresar a Madrid porque lo pasé muy mal. Luego me convencieron otra vez para que fuera con Vicente Del Bosque y a partir de ahí fue el inicio del despegue. Empecé a jugar más, a meter goles, a destacar y ya fue todo muy seguido. Casi no tuve ni tiempo de poder adaptarme, porque cada año que venía era mejor al anterior.
¿Cómo fue ese conato de abandono? ¿Qué pasó?
Fui con 15 años, nosotros vivíamos en una pensión. No es como ahora, que a lo mejor están en el hotel, que están mucho mejor cuidados. Teníamos una persona que estaba a nuestro cuidado de esa residencia, donde había personas de la tercera edad en la parte de abajo y nosotros estábamos en la parte de arriba. Fue difícil porque pasas de vivir con tus padres y con tu hermano a verte en un hostal viviendo, cogiendo el autobús, cogiendo el Metro, cogiendo el tren para ir a entrenar, adaptándote a unos compañeros, unos hábitos totalmente diferentes. Era muy complicado. Teníamos un rato por la noche para hablar con nuestros padres, porque no había móviles. Se hacía allí una cola de diez, doce chavales para llamar. Me costó mucho. Me costó jugar también. No estaba ni jugando, no estaba feliz y yo soy una persona que siempre me he movido mucho por mis estados de ánimo: si las cosas me hacen feliz, tiro adelante; si no me hacen feliz, abandono. Y no era feliz y decidí marcharme. Luego me convencieron y, por fortuna, las cosas salieron bien.
¿Quién te convenció?
Vicente, Vicente del Bosque. Habíamos ganado un campeonato de Cataluña -jugaba en la cantera de la Damm de Barcelona- y jugábamos el campeonato de España de Cadete allí en Madrid. Y él vino a verme. Él fue el que me convenció para firmar y luego, cuando me quise volver a mi casa, él me llamó para decirme: "Bueno, esto son procesos normales. Las adaptaciones cuestan, pero confiamos en ti. Hemos hecho un esfuerzo, piénsatelo porque creo que puedes ser importante". Y al final me convenció. Mis padres siempre me dejaron la libertad de decisión: "Es una cosa que es tuya, es tu sueño. Sabemos lo duro que eres, pero si te quieres ir, bien; si te quieres quedar, igual de bien". En esa semana que me lo estuve pensando, al final dije: "Venga, voy a probarlo otra vez". Pero no iba yo muy convencido. Sin embargo, luego la cosa cambió y mucho. Podríamos decir que sí, que fue el gran descubridor de un chico que estaba en Barcelona.
Antes de dar ese salto al primer equipo del Real Madrid, tuviste un positivo en el Castilla. ¿Cómo se dio?
No recuerdo el partido que era. No sé si estábamos jugando con Osasuna. Estábamos con el doctor Neira y es verdad que tomábamos las típicas vitaminas que te dan. Luego tuvimos que ir a un juicio allí en la Federación, que aquello impone de cuidado. A ti te hablan de las vitaminas y tú te fiabas del doctor. Unas vitaminas que venían de Estados Unidos, que eran para gimnasio. Creo que no hubo ni sanción o una sanción muy leve, porque había varias de las sustancias que no venían reflejadas en el prospecto. Nos tocó a Paco Sanz y a mí. Hicimos el control, yo estoy con la Selección Sub-21 y me llama José María García. Y me llama Benítez: "Oye, que hemos dado positivo, que qué ha pasado. ¿Qué te has tomado?". Y yo no tenía ni idea. Digo: "Yo no he tomado nada que no me haya dado el doctor". Y tuvimos que ir a juicio, pudimos demostrar nuestra inocencia y quedó en eso, en un susto sin más, pero te lo llevas, porque te hace hasta dudar. Decía: "A ver si yo en algún momento he tomado algo y no me he dado cuenta o no me acuerdo". Porque no son situaciones en las que estemos acostumbrados a lidiar.
¿Te acuerdas de la sustancia que te hizo dar positivo?
Me suena que era 'Ripped fuel'. Eso suena a potencia (sonríe), y la verdad es que ese partido creo que lo perdimos. Tampoco tengo el recuerdo de decir que físicamente me encontrase mejor ni que aumentara mi rendimiento. Hace muchos años ya.
¿Y qué recuerdas de La Séptima?
Para mí fue un año bueno en cuanto a que pude vivir el Real Madrid, el primer equipo, desde dentro. A nivel deportivo no fue bueno porque la competencia era brutal: Mijatovic, Suker, Morientes, Raúl. Para hacerte un hueco ahí, no te quiero ni contar. Era muy, muy complicado. Pero sí que es cierto que yo entrenaba siempre muy fuerte y soy una persona que, a nivel profesional, creo que nunca nadie puede tener ninguna duda de mí porque lo he dado todo, cuando he jugado y cuando no jugaba. Y esa disciplina fue la hizo que con Heynckes acabara teniendo una buena relación. Fui el jugador que más partidos fue convocado. Jugaba muy poquito o me quedaba en la grada, pero fui a todos los partidos. Estás en un equipo que, ahora cuando han pasado los años, uno piensa: "Es que tú fíjate qué jugadores había ahí". Te hablo de Fernando Hierro, de Manolo Sanchis, de Redondo, de Seedorf, Panucci, Roberto Carlos… Jugadores que tú entrenabas con ellos todos los días y que compartía vestuario con ellos, aprendí mucho.
"A Heynckes le quedó un poquito grande ese vestuario del Real Madrid. Decía una cosa y se le rebatía"
¿Qué aprendiste, sobre todo? ¿Qué anécdotas guardas de aquel vestuario?
Más que anécdotas, lo que a veces he contado con los amigos, es que a Jupp Heynckes, que me parece que era un entrenador bastante bueno, le quedó un poquito grande. Yo viví escenas en ese vestuario… Yo no estaba acostumbrado. Un entrenador te decía alguna cosa y yo había estado cedido en el Zaragoza dos años, o el Real Madrid Castilla cuando estaba con Benítez, y mi experiencia era poca, pero el entrenador decía una cosa y así se hacía. Y en ese vestuario yo veía que había muchos momentos en los que el míster decía una cosa y se le rebatía lo que decía. Se le podía cuestionar, incluso se decía: "No, míster, yo no estoy de acuerdo en esto". Y a mí aquello me chocaba, porque yo decía: "Si lo dice el míster". Con la perspectiva de los años te das cuenta que había jugadores con una experiencia terrible y que tenían una visión de lo que era el Real Madrid, interna. Le costó también adaptarse. De hecho, no sé si eran 32 o 31 años los que llevaba el Madrid sin ganar la Champions, la gana Jupp Heynckes y al siguiente año le acaban echando, que quizás otro entrenador ya tendría crédito suficiente para varios años. Ese vestuario, de alguna manera, a él le superó y por ahí yo creo que no tuvo esa continuidad.
¿Se le puede poner nombre propio a quien le cuestionaba en aquel vestuario?
Es que había muchas personalidades. Para mí Fernando Hierro ha sido una referencia en un vestuario. Son estos jugadores que te decían algo, pero luego eran los primeros que en el campo cumplían. Fernando Redondo, exactamente igual. Manolo Sanchis. Eran personalidades muy fuertes de jugadores muy importantes. El mismo Roberto Carlos, Raúl, Pedja Mijatovic, Suker. Es que eran todos muy buenos y todos, además, eran comprometidos. Era un vestuario difícil, difícil por ese tema de los egos. Porque Seedorf, por ejemplo, era muy protestón, pero era más chaval y de vez en cuando le callaban. Pero había ahí cuatro o cinco jugadores que cuando decían alguna cosa pues, evidentemente, el resto a callar, a aceptar y poquito más. Pero porque también eran ejemplares. Cuando hay una jerarquía y hay jugadores de ese tipo, no es una imposición. Al final tú dices: "Es que son consecuentes con lo que dicen". Son referencias positivas. Fernando, Sanchis, eran jugadores que marcaban un poco la diferencia. A pesar de no haber jugado, la experiencia, haber estado un año en el primer equipo del Real Madrid, me sirvió de mucho.
De ahí te marchas al Mallorca y llega el Barça para convertirte en el fichaje nacional más caro de la historia de LaLiga. Aquellos 2.500 millones de pesetas, cómo suena. ¿Cómo lo viviste?
Ahora lo ves y dices: "Qué barbaridad". En ese momento va todo tan rápido, que no tienes tiempo para pensar. Ese año en el Mallorca nos juntamos una serie de jugadores que veníamos de no haber jugado, gente cedida. Paunovic, Biagini, Arpón. Ellos vienen de una buena temporada el año anterior, pierden la final de la Copa del Rey en Valencia frente al Barça en penaltis. Un Mallorca que había estado mucho tiempo también en Segunda División. Y salió un año perfecto. Desde el título de la Supercopa de España, que aunque sea un título menor, para un equipo de ese tipo era el primer título de la historia. Yo empiezo marcando en los dos partidos, a tener buena sintonía con los compañeros. Con Hector Cúper de repente existe un feeling que lo tienes o no lo tienes, y él empieza a sacar de nosotros la mejor versión. Todo va tan rápido y tan bien que nos presentamos en el último partido de Liga creo que en la segunda posición, que nos la quita Valencia. Nos presentamos en una final de la Recopa de Europa contra el Lazio. Y, claro, en toda esta temporada, en Navidad, viene el Arsenal. Y me llama Héctor Cúper y me dice: "Mira, ha venido el Arsenal, pero no te vamos a dejar ir".
Yo decía: "Bueno, míster, pero es el Arsenal". Estás en el Mallorca, pero yo me quería ir. "Ya, pero tú no te preocupes, que el club se va a portar bien contigo. Queremos darle continuidad esta temporada. A final de año hablamos. Y tú no te preocupes que haremos lo que sea para que tú estés contento, y ya está". Sólo tuvimos esa conversación. No se volvió a hablar nada más. Y cuando acaba la temporada, la oferta del Arsenal seguía ahí en la mesa. Y cuando voy para Barcelona al terminar la temporada, en el ferry, me llama mi representante, que era Miguel Ángel Cermeño, y me dice: "Dani, que te quiere el Barça". Ostras, te quedas un poco: "Me quiere el Barça, el Arsenal…". Y me dice: "Pero te quiere ya". Y se hizo en dos días. Yo creo que ha sido la negociación más rápida, más sencilla, que menos he hablado con mi agente. Es como si tú dices: "Yo quiero pedir…". Y te dan esto. "Y si me dan tres…". No, te dan cinco. Si es que no puedo pedir nada. Tengo que ser agradecido con todo lo que me están ofreciendo, porque de alguna forma supera mis expectativas. En dos días yo pasaba de a lo mejor firmar durante el verano por el Arsenal a irme al FC Barcelona y presentarme en poquitos días. Fue todo como muy rápido. Primer fichaje español de la era Van Gaal, el fichaje más caro en ese momento de la historia del fútbol español. Demasiadas cosas, pero como estás ahí metido, no eres consciente. Sí, un buen fichaje, estoy en el Barça, ilusionante y yo contento, pero poco más. Tampoco me pilla siendo un chaval, pero sí que fue una cosa como mínimo impactante.
"Van Gaal me firmó y en su segunda etapa me dijo que no me quería. Las paradojas de la vida"
Hablabas del buen feeling con Cúper. ¿Cómo fue con Van Gaal? ¿Qué destacas del neerlandés?
Bufff, con Van Gaal he vivido de todo, pero tengo que decir que ha sido un tío que siempre ha ido de frente conmigo. Siempre. Él me firmó y él luego me dijo, en la segunda etapa cuando vino, que no me quería. Fíjate las paradojas de la vida. Siempre ha sido muy honrado, ha sido muy claro y me lo ha puesto fácil. Cuando me firma del Mallorca, él me quería y me dice: "Yo te quiero y vas a jugar, tienes enfrente a Kluivert". Muy difícil, pero para mí era un reto y, efectivamente, ha sido con el delantero que más me ha costado ganarme un puesto, porque para mí Patrick ha sido el mejor delantero con el que yo he podido luchar. Y luego, en la segunda etapa, cuando a él lo echan y viene, yo ya tenía menos participación en el primer equipo. Estaba de vacaciones en Ibiza y me llaman para decirme que no cuenta conmigo, que me busque equipo, pero era complicado porque tampoco tenía muchas opciones.
Él me dijo: "Te quieres quedar, te quedas, te vamos a tratar como uno más. Si tú entrenas y trabajas y, en algún momento, te ganas el puesto, tendrás minutos. Pero no te puedo engañar, tú partes como el cuarto delantero". Acabé jugando ese año, en enero, un partido de Champions contra el Galatasaray, que marqué un gol. En esa temporada hay una charla que me pone de ejemplo. Él dice: "Dani, en su momento, hablé con él. Es el ejemplo de una persona que, a pesar de no tener minutos y saberlo por mi boca, ha seguido entrenando y, con el paso de los meses, ha tenido su recompensa". Tuve mis minutos, varias convocatorias. Por eso te digo que he tenido mis idas y venidas, pero nunca podré hablar mal, porque conmigo siempre se ha portado bien. Por lo menos ha sido sincero, que eso es lo que muchas veces te pide el jugador. Por lo menos no me engañes.
Y volvió a aparecer en escena Rafa Benítez.
Es cuando llega Laporta de presidente y está Txiki Begiristain de director deportivo. El club decide no contar conmigo y me dicen que no voy a tener minutos, que me puedo ir cedido. Querían que me fuera cedido a Osasuna y yo en ese momento recibo una llamada de Rafa, que me quería para el Valencia si el Barça me dejaba la posibilidad de salir. Entonces yo entendía que si el Barça no me quiere, puedo rescindir el contrato e imagino que me podré ir. Ésa era mi impresión.
Pero nada más lejos de la realidad, porque acabas apartado del equipo seis meses.
La realidad es que se complicó y de qué manera. El Barça no me permitió ir al Valencia. Quizá pequé yo de ser muy sincero y decir el equipo que me quería, porque el Valencia era un equipo que en esa época nos hizo muchísimo daño en competiciones, y no me dejaron. Hasta tal punto que me apartaron del equipo en ese verano que estábamos Riquelme, Rober Enke, Tito Bonano y yo. Ellos encontraron equipo y yo no, y ahí me apartan. Me suspenden de empleo, de sueldo, tengo que entrenar a las cuatro de la tarde con Paco Seirul.lo -preparador físico del Barça- y es un año muy, muy complicado. Un año muy, muy difícil, me marcó mucho. Fue la temporada 2003-2004.
¿Cómo te lo comunican? ¿Cómo te dicen que vas a estar apartado y que vas a trabajar en solitario?
Yo tuve una reunión primero con Rijkaard, que viene de entrenador. El club le dice que tiene que decidir entre Gerard y yo. Gerard era mucho más joven, también había venido, creo que dos años antes, como uno de los fichajes estrella del Barça, y a lo mejor por situaciones de equipo, por puestos, se decide por Gerard. Pero Rijkaard muy bien. Es Joan Laporta el que me dice: "Bueno, pues entiendo que no quieres jugar al fútbol, que estás aquí cómodo". Y él decide "vas a entrenar aparte" como la típica media de presión. Pero yo creo que se le fue de las manos, sinceramente. Ha sido la mala fortuna de que me tocó a mí, pero por otro lado me alegro de que haya sido el único jugador al que le haya pasado y que, a partir de mí, no le haya pasado a ninguno más. Siempre tiene que haber un precedente. Me quitan los pases para poder entrar al estadio, no podía ir los domingos a ver los partidos, no podía coincidir con mis compañeros en el vestuario.
"Cuando me iba al Zaragoza se lo dije al vestuario del Barça: me faltó su apoyo. Eso no se debe vivir"
Recuerdo una charla cuando me iba a Zaragoza, en los meses posteriores, que se lo comunico a todos. Hice una despedida, los típicos ágapes que se hacen y se lo comenté a los chicos que estaban en el vestuario, que me faltó su apoyo, porque creo que eso no se debe vivir. Como colectivo no tenemos que permitirlo, más habiendo sido una decisión de club. Si es por una indisciplina grande de un jugador, pues se puede entender. Si tú has cometido un error, para eso están las responsabilidades. Pero cuando es por una decisión de club, porque no encajas en lo deportivo o en lo económico, creo que en ningún caso te tienen que privar de poder hacer tu trabajo, tu labor, como el resto de compañeros. Ahí me faltó el apoyo. Tuve luego mensajes de compañeros a nivel particular que así me lo dijeron también, y que lo sentían. Pero bueno, estas cosas ya quedan para mí y para mi experiencia.
La gente me insultaba: "Pesetero, a ver si te marchas ya, sólo quieres ganar dinero, no quieres jugar…"
Llegaste a denunciar al club por mobbing.
Sí. También es cierto que yo cometo el error de aislarme por completo. Decido no hablar con la prensa. Y, claro, con el paso del tiempo te das cuenta de que las únicas versiones que había venían de una sola dirección, y eso me perjudicó. Me aislé mucho y me relacioné con muy poquita gente, con entorno que no tenía nada que ver con con el mundo del fútbol. Pasaba muchos días en mi casa, sin querer salir, porque los primeros meses eran difíciles. La gente me insultaba: "Pesetero, a ver si te marchas ya, sólo quieres ganar dinero, no quieres jugar…" Comentarios difíciles de aceptar cuando uno sabe que no es la realidad. Me cerré en banda, poco a poco te vas metiendo en tu rutina, en tu mundo, te vas aislando y eso es una pena, pero sucede. Al final a nivel mental vas encontrando un hábitat en el que dices "yo quiero estar tranquilo, quiero tener mi seguridad, no me quiero relacionar". Empiezas a desconfiar. Aquello me afectó hasta tal punto que me planteé dejar el fútbol. La gente piensa que tampoco es para tanto. Son muchos meses, desde agosto hasta enero. Firmo el 31 de enero con el Zaragoza. Me tienen hasta el último día intentando la medida de presión que funcionara. Me tocó marchar perdiendo mucho dinero y de cualquier manera. Agradeciendo al Zaragoza que me ofrece la opción de volver, por parte de Miguel Pardeza, pero fueron unos meses tremendamente complicados, que me dejaron hasta secuelas de por vida.
¿Qué secuelas?
Forma parte de tu formación como persona. Es una primera gran decepción de mi vida, Esta situación nunca la había vivido y cuando no vives una situación de ese tipo, pues muchas veces aparecen los miedos, las inquietudes… Te deja secuelas porque empiezas a tener dudas: si todo el mundo actúa de esa manera, no actúa de esa manera… Cuando han pasado muchos años y uno lo ve con la distancia, a lo mejor muchas de las cosas que luego he hecho en mi vida, en relacionarme con según qué personas o a nivel profesional, seguramente me han pasado factura, porque fueron meses muy difíciles, meses de estar encerrado en casa… Muy complicado.
Dani, sobre sus seis meses apartado del Barça: "Me dejaron secuelas de por vida"
Hasta el punto de que te planteaste no sólo dejar el fútbol, sino irte de España.
Sí, porque se había generado una imagen que luego te cuesta quitarte, imagen de pesetero. Yo no podía ir uno a uno explicándole a la gente las cosas. Muchas veces en petit comité, cuando tú las hablas, la gente lo entiende y lo comprende. En esta sociedad que tenemos un poco esa doble moralidad, ese morbo vende mucho y la envidia está muy presente. Entonces, si te va mal, hasta casi que me alegro. Para mí era muy difícil, fue muy duro aceptar esa situación, porque además creía que no me la merecía.
¿Laporta es la persona que más daño te ha hecho a lo largo de tu carrera?
En aquel momento reconozco que le tuve odio. Era de esas personas que en el lenguaje macarra decías: "Que no me lo encuentre". Porque me hizo mucho daño. Con el paso de los años, y además tenemos un amigo en común, me lo encontré una noche y él me pidió disculpas, que se arrepentía de esa situación. Lo hizo público y yo se lo agradecí. Al final, a la gente hay que darle también ese voto de confianza, si son disculpas sinceras, yo entendí que así eran, pues se las acepas y ya está. Pero eso no exime ni quita la responsabilidad que en ese momento él tuvo. Y yo puedo aceptar esas disculpas, pero hay cosas que no puedo perdonar, no porque mi persona no quisiera perdonarle, sino porque me hizo tanto daño que yo eso no lo puedo olvidar. Joan Laporta no obró de forma correcta, no sé si porque estuviera mejor o peor asesorado por Txiki Begiristain, que también puede ser, que fue el que hizo más hincapié en no dejarme marchar a Valencia, pero bueno, al final el responsable del club era él, y cuando uno es responsable de algo, las consecuencias también las tengo que tomar con él. Yo quería seguir compitiendo y quería seguir jugando y quería hacerlo bien, pero quería hacerlo a mi manera y donde me quisieran. Si tú no me quieres, por lo menos permíteme el derecho a poder decidir dónde me quiero ir yo, y esa libertad es la que a mí me privaron. Y eso es algo que me cuesta aceptarlo.
¿Qué piensas ahora cuando lo ves lidiando con el 'Caso Negreira'? ¿Te ha removido algo?
Es complicado. Yo nunca he tenido la sensación de que ningún árbitro nos echara un cable o nos pitara a favor de forma intencionada. Es difícil y hay que ser muy comedido porque es un tema tremendamente delicado. Como no tengo toda la información, lo que sí que me gustaría es que se esclareciera. La sensación que todo el mundo tiene es: "Vale, se ha presentado la Fiscalía para la causa, se presenta el Real Madrid y se presentan el resto de clubes. Está todo fenomenal, pero lo que la gente quiere es que lo aclaren. Qué tipo de servicios se hacían, para qué eran esos servicios, con qué intención… Y muchas veces nos falta mucho sentido común, porque a lo mejor estamos hablando de cosas que aparentemente parece que son muy graves y a lo mejor son mucho más graves de lo que pensamos, o a lo mejor no tienen la trascendencia, la importancia que realmente se les está dando, pero cuando hay ese hermetismo, cuando hay ese silencio, cuando no se aclaran las cosas, es cuando se genera la duda, y cuando se genera la duda tú piensas: "Si es algo tan fácil o algo tan sencillo y tan claro, ¿por qué no se dice? Lo que queremos es que salga a la luz pública el porqué se tenían esos servicios contratados y con qué fin, y a partir de ahí se podrá valorar un poquito más todo.
Sobre el 'Caso Negreira': "Yo nunca he tenido la sensación de que ningún árbitro nos echara un cable o nos pitara a favor de forma intencionada"
El Barça no te deja ir con Benítez al Valencia, pero hablemos del Atlético de Madrid, porque también tuviste opción de marcharte allí la temporada anterior. ¿Cómo fue aquella conversación con Gil Marín? Teníais un acuerdo verbal.
Vino Miguel Ángel Gil a casa, a San Cugat. Me llama un día mi agente: "Oye, que el Atlético de Madrid te quiere". No estaba jugando mucho en el Barça, pero venía de unos meses que había hecho las cosas bien y el Atlético de Madrid me quería. Es verdad que contra el Atleti siempre que he jugado me han salido buenos partidos, y también esas cosas influyen en el desarrollo de la carrera profesional de un jugador. Vino a verme Miguel Ángel y estuvimos reunidos en mi casa, hablando, con la intención de que a la siguiente temporada pudiera estar incorporado dentro del equipo. Ellos querían ver si yo estaba interesado o no en el Atlético de Madrid, y si por las dos partes había intención, la idea era de jugar ahí. Y sí, yo tenía intención de marcharme para jugar en el Atleti, pero justo un mes y medio más tarde me fracturo el peroné en una entrada en un entrenamiento, con Gerard. Con la desgracia de que son lesiones que afectan muchos años, que tampoco sabías cómo quedabas. Me fracturé el peroné, el tobillo, me pusieron una placa, y coincidió justo que mi recuperación sería a final de esa temporada o a principio de la siguiente. Y el fichaje ya no se llevó a cabo, pero si no me llego a lesionar, probablemente habría estado en el Atlético de Madrid, si el Barça y el Atletico de Madrid hubieran llegado a un acuerdo, que yo creo que sí.
¿Supuso algún tipo de frustración que no se hiciera? Teníais un acuerdo verbal, pero luego ya nunca se retomó esa opción de marcharte al Atlético…
Me quedé en el Barça y luego vinieron varias lesiones. Fue un año complicadísimo. Cuando no era una cosa, era otra. Nunca más se retomaron las conversaciones. Es verdad que está la frustración de que te puedes marchar a un gran club como el Atleti, pero yo estaba en el Barça, tenía el contrato, yo estaba bien y tampoco supuso ningún problema para mí. Me afectó mucho más lo del Valencia, que no me dejaron ir, que lo del Atlético de Madrid.
Al Valencia con un Benítez que te conocía mucho.
Cuando tú tienes una conversación con un entrenador es muy importante que te muestre su confianza. Ningún entrenador te va a garantizar que vas a jugar, pero que un entrenador te llame, como en cualquier profesión, y te diga: "Mira, quiero contar contigo", pues ya es un signo de que confía en ti. A Rafa yo lo conocía desde mi etapa en el Sub-19 del Real Madrid y lo pusieron en el Castilla. Lo conocía perfectamente, sabía qué tipo de jugador era. Además, él y yo teníamos relación personal, hablábamos de muchísimas cosas, de fútbol y de muchas cosas. Eso sí era para mí una motivación, porque yo sabía que ese entrenador me quería porque me conocía a la perfección y podía encajar en lo que él pensaba. Y eso es una ventaja, es un camino recorrido de no tener que adaptarte a un entrenador ni a sus automatismos ni a la forma de entrenar, porque hacía ya muchos años que lo conocía a Rafa.
No saliste ni al Atleti ni al Valencia. Te marchas al Zaragoza y acabáis ganando la Copa del Rey al Real Madrid, gol tuyo incluido.
El Zaragoza me vino muy bien, porque como yo había estado dos años cedido en el Zaragoza cuando empecé a jugar en Primera División, ya conocía la ciudad y también conocía el club. El director deportivo en ese momento es Miguel Pardeza. Había sido compañero mío en el Zaragoza en su último año, éramos compañeros de habitación. Miguel me conocía también perfectamente. Y me ofrecen esa posibilidad, pero el Zaragoza tenía lo que tenía a nivel económico, ibas regalado. Te daban la posibilidad de jugar. Era un club que yo decía: "Claro, es que ya lo conozco, conozco el campo, la afición…". Eso me ayudó a tomar la decisión. También llegó Villa de refuerzo en ese invierno, el Zaragoza estaba en puestos de descenso y en marzo estábamos ganando la Copa del Rey al Real Madrid.
Las paradojas que decías antes.
Quién me iba a decir a mí que un mes y medio más tarde, sin ritmo de competición y con todo lo que había vivido, el fútbol me iba a dar esa posibilidad. Fue algo totalmente inesperado, algo que ni en mis mejores sueños podías imaginar: de estar apartado entrenando por las tardes solo a un mes y medio más tarde… Creo que sólo jugué un partido, el del Alavés y luego ya jugué la final. Te encuentras de repente ganando una final, siendo protagonista en la final, marcando un gol, volviéndote a sentir otra vez de futbolista. Aquello fue muy bonito, muy emotivo.
"Si no estoy feliz en un sitio me voy. A mí me mueve la felicidad"
De ahí te marchas al Espanyol. Empiezas teniendo protagonismo, pero la cosa va cada vez un poco peor. Renuncias a tres años de contrato a tus 30, y acabaste alegando problemas personales con algunos compañeros. ¿Cómo fue aquello?
No, no ha sido fácil. Yo es que soy una persona que si no estoy feliz en un sitio, yo me voy, y lo he tenido siempre muy claro. A mí me mueve la felicidad, el estar a gusto en un sitio. En Zaragoza se suponía que iba a continuar, porque hicimos una buena temporada, nos salvamos y ahí Víctor Muñoz me dice que me van a renovar, pero la situación no se da, porque firman a Óscar, que estaba en el Valladolid, muy buen jugador también y bastante más joven que yo. Y me llama Iván De la Peña y me voy al Espanyol. Feliz de irme al Espanyol, vuelvo otra vez en Barcelona, estoy en mi casa, un club que además me caía muy simpático y donde más he disfrutado del fútbol. Ha sido el año que mejor me lo he pasado, en el que menos presión he tenido, en el que yo creo que mejor rendimiento he dado, a nivel de fútbol. Por rendimiento quizá en el Mallorca, pero a nivel de fútbol, el Espanyol. Y es verdad que ahí tengo un problema puntual entre mediados de temporada y final con un compañero, que por respeto no diré su nombre, porque al final cuando tienes un problema con alguien o acusas a alguien, lo lógico es que también esté delante para que se pueda defender. Si no, me parece feo decirlo.
Sin decir quién, ¿nos cuentas qué pasó?
Sí. No estaba cómodo, era un jugador muy importante del club, yo tuve varias intervenciones con él, una charla en el centro del campo un día que Lotina propuso una reunión y yo fui de los que salté para decir lo que pensaba. Y a veces esa sinceridad no es del todo recién recibida, pero es mi forma de ser. Es verdad que en muchas cosas me ha ido mal, pero en otras cosas me ha ido muy bien. Fíjate que en el mundo del fútbol he tenido la suerte de estar en varios equipos por llamadas de compañeros, que eso también te dice mucho. Yo creo que he sido una persona bastante querida dentro de un vestuario, porque pienso que he sido siempre justo y me he portado bien con los compañeros, y éste no se estaba portando bien. El equipo estaba muy bien y creo que estábamos disfrutando todos, parecía que había algo que lo enturbiaba, y con tres años de contrato, decidí marcharme. Estaba Cristóbal de director deportivo, no me pusieron ningún problema. Sabían el problema cuál era. Sí que tuve que pagar la parte correspondiente a la comisión de mi agente (sonríe irónico), pero bueno, en ese momento se paga, porque yo lo que quería es irme. Y así fue, me marché a mi casa, pero tal cual, como estoy ahora sentado aquí, no tenía nada. 30 años, pero no tenía nada.
Y en esa semana que estoy en mi casa me llama Rivaldo: "Oye, Dani, ¿te quieres venir a jugar aquí a Olympiakos?". Y me voy para allá: "Si es que no tengo nada". Me pilla con 30 años, tampoco estábamos acostumbrados los jugadores españoles a salir fuera de España a jugar en esa época. Estaba allí también Gabi Schürrer, que había estado en el Deportivo de La Coruña; Lemmens, el portero, que había sido compañero mío en el Espanyol, y estaba Rivo. Y allí que me fui, a la aventura, a ver lo que me encontraba allí y a intentar por lo menos disfrutar del fútbol.
¿Qué sientes cuando recibes esa llamada de Rivaldo, con el que habías coincidido en el Barcelona? ¿Qué vinculo teníais? ¿Erais muy amigos? Ya lo decías, que te has movido entre clubes muchas veces por la llamada de excompañeros…
Nos llevábamos bien. Es que yo he sido siempre muy de vestuario, de hacer mucha piña, me llevaba siempre muy bien con los jugadores, las chorradas del día a día: un día llevaba cruasanes, otro día montábamos una comida… Siempre he sido una persona muy activa dentro del vestuario y yo creo que he tratado con mucho cariño a mis compañeros, y esto corresponde a eso que han vivido. Con Rivo yo me llevo muy bien a día de hoy y han pasado muchísimos años, y para que Rivaldo dijera: "Voy a llamar a Dani", que se ha enterado de que estoy sin equipo y me llame… Fíjate que tendrá compañeros para llamar, y me llamó a mí: "Lo conozco, me cae bien, es buen jugador", supongo que se junta todo.
¿Y la llamada?
Esa llamada fue más personal casi que deportiva. Incluso, el contrato me lo negocia él. Él era amigo del presidente y me dice: "Mira, Dani, te van a pagar tal". Y digo: "Rivo, me voy para allá". "¿Y qué marca de botas tienes?". Digo: "Mira, estaba con una bota…". "Hablo con Puma". Habló con Puma, que él era lo que él llevaba en ese momento. Entonces, tú vienes de la mano del máximo exponente del equipo que más seguidores tiene en toda la ciudad. Qué fácil. Yo aterrizo allí siendo, no ídolo, pero la gente con una admiración, con un respeto y con un cariño que sin haber hecho nada ya te lo estaban manifestando. ¿Por qué? Porque si lo dice Rivaldo que aquí es Dios, pues imagínate. Fui como un protegido a Grecia y fue un año bueno en muchas cosas. En lo deportivo tampoco acabó siendo un año espectacular, pero me sirvió mucho a nivel de vivencias, de evaluar cosas aquí en España, el tema del idioma, tener que buscarte la vida en un país en el que es difícil comunicarte. Todo eso me enriqueció, pero como llevaba ya cuatro años con cuatro equipos diferentes, ya no estaba disfrutando del fútbol. Me quedaba un año de contrato y hablé con el presidente para que me dejaran ir. Me dijeron que no…
Otra vez.
Igual. Me tuvieron otro mes allí con el pasaporte retenido, no podía volverme a mi casa y decía: "Por favor, otra vez esto no", porque otro año allí se me hubiera hecho muy largo. Llega el primer partido en Grecia de la siguiente temporada y me convocan. Y yo decía: "Por favor, que no me hagan jugar, si yo me quiero ir", porque estaba entrenando, pero estaba entrenando mal, no estaba entrenando con el grupo, y me convocan. Al final de esa semana me dejan ir. Llegamos a un acuerdo y digo: "Si me voy de aquí, dejo el fútbol ya". Y me retiré con 31 años. Y no me arrepiento lo más mínimo. Me retiré queriéndome retirar y queriendo disfrutar de otras cosas de la vida. A mí el fútbol en ese momento ya no me hacía feliz. Me hacía feliz jugar al fútbol, pero no me hacía feliz tener el régimen de un equipo, el compartir ya según qué cosas, la disciplina de estar en un equipo de máximo nivel, los viajes… Yo sufría ya mucho y así decidí dejar el fútbol.
Ahora retomamos tu adiós al fútbol y ese sufrimiento, pero no quiero que se me pase esto. Con Olympiakos ganas la Liga y la Copa, y hace unos días publicaste en tu Instagram unas fotos de las celebraciones con Rivaldo… y con Maradona. Cuéntanos ese momento, por favor, porque compartisteis una cena.
Sí. Maradona era amigo de Rivaldo y vino como una de las grandes sorpresas para el evento de la consecución del título. Hizo el saque de honor Maradona, que además salió allí y cogió el balón en el centro del campo y empezó a hacer toques hasta la portería siguiente. Un espectáculo, te puedes imaginar. Y luego estuvimos en el vestuario, fuimos a cenar con el grupo de los de los compañeros. Son situaciones que uno las normaliza porque estás ahí como jugador, pero tú vas mirando fotos de hace muchos años y dices: "Ah, estuvimos en esta cena, con el puro, una celebración, como consecuencia de un gran amigo…". Todas esas cosas que en ese momento lo ves algo normal y ya cuando pasan los años dices: "Joder, tuve la suerte de poder disfrutar de momentos que han sido únicos, al lado de jugadores que han sido los mejores del mundo". El fútbol me ha dado cosas malas, pero también me ha dado cosas muy bonitas.
Y con Rivo. Es verdad que estos jugadores siempre con especiales. Son gente que vienen de familias muy humildes, que de repente pasan a ser los mejores jugadores del mundo. Yo con Rivo tampoco soy del todo objetivo: me parece que es un tío muy generoso y muy cercano, conmigo siempre se ha manifestado de esa manera. Incluso cuando hemos coincidido con el Barça Legends. Cuando te ves, "hombre, qué alegría, ¿qué tal?". Mucha gente dirá que no he sido de su nivel, de esas amistades, pero yo le guardo mucho cariño porque conmigo siempre se ha portado muy bien.
Sobre tu retirada, Dani. Dejas el fútbol con 31 años porque ya quieres dejar de dar vueltas. ¿Lo vives como una liberación después de haberlo pasado mal? ¿Qué supuso para ti tu adiós?
Sí, para mí fue liberarme, porque los últimos cuatro años fueron muy difíciles. Cada año un equipo de una ciudad, eran vestuarios diferentes, conocer a gente nueva, adaptarte a otros hábitos de cada club. Se me hizo muy difícil. Tenía muy claro que me quería retirar. Encima, en esa época también le había cogido miedo al avión. Para mí los viajes eran bufff, un sufrimiento. Ya sufría por todos lados y sí, me liberé, me liberé, y es de las cosas que no me arrepiento. Quería disfrutar de otras cosas y tener tiempo para mí, porque ya no era feliz jugando al fútbol.
¿Cómo es que te apareció ese miedo a volar de repente? ¿Habías tenido algún mal vuelo? ¿Qué pasó?
Me aparece cuando nace mi hijo mayor, que le empiezo a coger un poquito de miedo. Luego a base de leer te das cuenta de que es algo que le pasa a muchas personas, ese miedo al compromiso, a la responsabilidad, "que tengo un crío, ¿y si me pasa algo?". Cosas que antes no piensas, de repente esos miedos empiezan a aparecer. Y empecé a coger miedo al avión, y claro, los futbolistas estamos todo el día con el avión. Pero te hablo de pánico, y me duró muchos años. Era un sufrimiento, yo iba tensión, sufriendo, iba sudando. Había un sorteo y te ha tocado un equipo noruego, cuando estaba en la Champions, y yo decía: "No me digas. Que no nos toque lejos". Me daba igual el rival, pero que nos toque uno que sea cercano. No podía evitarlo. Te dicen que hay un curso, intenté leer mucho, alguna vez me permitían viajar en cabina, que iba un poquito más tranquilo, pero no te creas tú que el miedo no lo perdí. Ha sido realmente hace unos años que dejé de sufrir.
"Dejaba de hacer viajes con los veteranos del Barça o Madrid por pánico a volar"
¿Y dejaste de sufrir por algo en especial, porque tus hijos ya son más mayores y te sientes responsable de ellos pero menos que siendo pequeños?
Pues puede ser eso. Mi hijo mayor ya tiene 22 años, entonces, no sé si es porque dices: "Bueno, ya te han visto, ya saben quién es su padre". Parece que vas perdiendo un poco esa responsabilidad de decir: "¿Y si no me conocen?" No sabes por qué un día vuelas y dices: "Pues he volado y he ido más tranquilo". Yo dejaba de hacer viajes con los veteranos, incluso, del Barça o del Madrid, por pánico a volar. Y ahora me pasa lo contrario, me dices: "Vamos a la República Dominicana", y soy el primero que me apunto, pero feliz me meto en el avión. Me pongo ahí tan a gustito, me echo a dormir. Lo que es la mente, que es la que te mueve por prácticamente todos los estados de ánimo.
Me alegra que hayas sacado tú el tema de tus hijos, porque cuando dejas el fútbol entiendo que se convierten en el principal motor de tu vida y me consta, porque en esa época nosotros coincidimos trabajando en beIN SPORTS, que lo has pasado realmente mal en estos últimos años tras tu separación…
Sí. Mi hijo vivía en Madrid y yo tenía claro que me retiraba y me iba a vivir a Madrid, porque quería estar cerca de él. Te pierdes muchas cosas de su crecimiento y de su formación y por mucho que tú quieras estar, el día a día no lo vives. Me fui allí, luego tuve dos hijos más, a Lucía y a Hugo. Se van haciendo mayores, van creciendo. Yo quería que tuvieran esa unión, porque al final yo soy el padre, estoy separado dos veces. Eres el padre de tres hijos con dos mujeres diferentes, y el que tiene la responsabilidad de esa cercanía soy yo. Quería que mis hijos se criaran como hermanos, porque así lo entendía y porque así son. Pero muchas veces las circunstancias no favorecen, no ayudan a que estas posibilidades se den.
¿Y lo has conseguido?
Yo creo que lo conseguido, porque entre los tres se llevan bien. Hay diferencia de edad, pero les he inculcado y les he hecho ver que son tres hermanos, aunque sean de diferente madre, y que así es como tienen que quererse y así es como tienen que relacionarse. ¿Que eso es un trabajo muy duro y muy difícil? Sí. Ahora ves el resultado y han pasado muchos años, pero cuando tienen cuatro, cinco, tres años es más complicado, porque su capacidad mental no les da para mucho y son muchos viajes, muchos encuentros, es cuadrar muchos horarios. Dificultades que muchas veces la propia sociedad y las propias separaciones te ponen en el camino, y tienes que aprender a vivir con ello. Y eso también te va marcando. No ha sido un camino fácil, pero estoy orgulloso de que lo que he conseguido con mis hijos ha sido muy positivo para ellos y espero que algún día lo sepan valorar.
¿Y cómo de positivo ha sido para ti o no? Porque llegaste a renunciar a tu trabajo en televisión para irte a Salamanca, a vivir cerca de ellos.
Sí, Hugo y Lucía viven aquí en Salamanca. Es verdad que yo estaba en una época en la que no andaba bien en la tele con un compañero también, que tuve un problemita. Ya ves que yo soy de tener problemitas con personas (ríe), pero a mí me afectan. Creo que mis carencias afectivas de haberme ido tan joven de mi casa y lo que yo he vivido a nivel del fútbol mata tus relaciones también. Yo soy una persona que he vivido muchos años solo pero soy muy de compartir. Esa contradicción te genera muchos conflictos internos. Y bueno, decido marcharme de la televisión, estaba trabajando en AFE, que la verdad es que estaba muy bien como director institucional, y hablé con David Aganzo y le dije: "David, tío, lo siento, pero me voy". Porque me coincidió justo con la pandemia, y la pandemia me cambió por completo mi vida, en todos los sentidos, y yo decidí venir aquí porque tenía a mis hijos.
"Soy capaz de hacer cualquier cosa por amor"
Era una cuestión de amor también con mi expareja. De una puerta que está cerrada, de repente se te abre de par en par y tú piensas: "Pues es que para mí esto es lo más importante". El problema ha sido que con el paso de los años, de estos tres años prácticamente desde que se inicia la pandemia, esa puerta ha estado entreabierta, y eso es lo peor que le puede pasar a una persona. Porque cada uno tiene sus prioridades, pero a mí el amor me mueve lo que haga falta, yo soy capaz de hacer cualquier cosa por amor, y cuando tú ves una puerta entreabierta, pues tienes la esperanza. Y la esperanza te destruye, porque a veces no sabes si sí, si no, no se cierra pero tampoco se abre, ufff, y es muy complicado.
Dices que la pandemia te cambia la vida. ¿Por qué?
Bueno, porque yo en esa época llevaba muchos meses que ya no tenía relación con mi ex. Había sido una separación de mutuo acuerdo, en la que los dos nos queríamos mucho, pero no sabes el porqué, porque no hay un motivo, no hay infidelidades ni ningún motivo de ningún tipo, quizás el desgaste de los años. Empezamos a distanciarnos y la cosa se rompe, y como en las separaciones cuando hay amor son dolorosas, pues a veces la mejor situación es "cuanto menos sepa de ti, mejor", porque me duele. No sé si está bien o mal, pero yo para afrontar problemas de este tipo necesito tener esa barrera. Y cuando pasa lo de la pandemia, justo ese día 13 que es el Estado de Alarma, nosotros tenemos una conversación y me dice: "Oye, no sabemos a lo que nos enfrentamos". Entonces, ella me propone poder venir aquí y estar con los niños, porque el pequeño tenía mucho miedo. Yo tenía ya mi casa, como todos, con todas las cosas guardadas en el congelador, y me dice: "Vente si quieres". En ese momento, a mí se me despierta otra vez la llama y me dice: "Vete". Me cojo el coche y me voy rápido para allá. Me hice una maletita y me vine. Y, claro, yo no he vivido una mala pandemia, porque fue como esas parejas que se han querido y de repente se reencuentran, es como, guau, otra vez. Fue hasta más bonito de lo que habíamos vivido en los últimos años. Y es verdad que era irreal, pero era lo que estábamos viviendo. Ahí dije: "Renuncio a AFE, porque esto ya no se rompe, esto es imposible". Luego se acaba la pandemia, las cosas vuelven otra vez a la normalidad y la situación no se acabó de dar, pero a mí me cambió mucho…
¿Por qué?
Porque nosotros los futbolistas, yo estuve yendo al psicólogo, como siempre nos hemos tenido que enfrentar a situaciones adversas que hemos sido capaces en muchos casos de superar, tenemos un gran problema: la aceptación. Y es algo tan sencillo, una teoría tan sencilla, pero llevarlo luego a la práctica cuesta tanto, porque nos empeñamos en lo consigo, lo consigo, lo consigo… Porque toda nuestra vida, desde que somos chiquitines, hemos estado relacionados con esa situación. Tienes que ser el mejor en tu equipo, tienes que seguir mejorando. Te enfrentas a retos continuamente. Y a mí esa situación personal me acabó superando hasta el punto que yo pensaba que podía con ello, y me dejé la vida. Me he dejado la vida en intentarlo. Pero hice lo que me pedía el corazón y cuando tú haces una cosa de ese tipo por ese motivo, no te puedes reprochar nada. Lo he intentado. A veces en la vida no tenemos la recompensa que nos gustaría, pero es así.
Pues sí…
Que nadie se ponga triste, ¿eh? Es mi realidad, como la de muchos, y ojalá todo el mundo tuviera la posibilidad de enfrentarse a una situación de ese tipo con los recursos que yo he tenido, que todo el mundo no tiene esa opción.
No. De hecho, estaba pensando que tú hablas de las carencias afectivas que te provoca salir de casa con 15 años, y no sé si tus relaciones, situaciones como ésta, vienen marcadas precisamente por eso, por una necesidad de aferrarte al amor.
Sí, por eso yo el tema familiar siempre lo he defendido. Y soy muy cariñoso y muy detallista. Me gusta compartir todo lo que tengo y soy de "venga, hacemos un arroz y que venga quien quieras". Para ese tipo de cosas no tengo ningún problema, al revés. Cuanta más gente… Porque es una realidad, yo he vivido muchos años mucho tiempo solo. Cuando tú eres una persona de compartir y generoso y de tener detalles, vivir solo es muy difícil, porque choca frontalmente. Y a mí me encanta compartir una buena comida, y muchos días de mi vida he comido solo. Entonces, esas situaciones son frustrantes.
Tú compartes en Instagram muchas fotos de lo que comes, muchos días, de lo que te preparas en casa. ¿Es quizá una manera de no comer solo?
Sí, sobre todo, de compartir con mucha gente que está igual que yo. Una de las cosas que las redes tienen buenas, que he descubierto, que hay mucha gente que está muy sola y ofreciéndoles muy poquito, la gente es súper agradecida. Hay mucha gente que me escribe: "Hoy no has puesto el menú, hoy no has comido, ¿hoy no has jugado al pádel?" Hay mucha gente que está pendiente y gracias a cosas que te ven a ti, a mí me permiten a lo mejor tener un día mejor y tú no eres consciente de eso, y al final hay muchos mensajes que son súper emotivos, que dices: "Madre mía, yo no soy consciente de lo que supone para esta persona y la has hecho feliz con tres tonterías o con un comentario o con una publicación". Hay mucha soledad y yo creo que desde la pandemia ha habido mucha gente que tiene la sensación de quedarse muy aislada, y con las redes estamos como más acompañados. Pues ni que sea por eso, si hay gente que se siente feliz y le puedes ayudar, pues también muy agradecido.
¿Y cómo estás ahora? Porque acabó la pandemia y sigues en Salamanca.
Sí, estoy aquí, de padre, como una buena relación con su madre, con el tema de la radio, que es lo que también me ha venido fenomenal, porque me permite tener la cabeza ocupada en algo que me gusta, que me hace feliz. Es lo mismo que hacía cuando estaba en televisión. Es ver otros partidos, es datos, yo me lo tomo como si estuviera trabajando en televisión, las mismas horas, y lo hago por una cuestión personal, de satisfacción, no por una cuestión económica, porque la radio no es ni mucho como la televisión. Pero me mantiene al día, activo de mente, me permite hacer algo que me gusta y tanto Radio Marca como Onda Madrid me han dado la opción de poder desarrollar algo que me gusta. Me gustaría ser analista de un club de fútbol y formar parte de una dirección deportiva, pero tampoco se ha dado el caso, y mira que muchas veces lo he dicho y lo he hecho público, pero no ha llegado. Y yo tampoco soy de llamar a una puerta y decir: "Oye, ¿me queréis?" La gente te escucha, ya saben si les gusta o no cómo lo haces y a partir de ahí que decida la gente, que no es lo mismo llamar tú a ti a que te llaman. Eso también es importante tenerlo presente.
¿Y te gustaría volver a la televisión?
Sí, porque a mí la tele me gustaba y me encontraba cómodo. Es algo también a lo que te acostumbras o no. No es lo mismo hacer una entrevista, que te pregunten o tú tener que hacer una exposición, hay muchísima diferencia. Pero yo creo, humildemente, a mí se me daba bien, me gustaba, no tenía miedo a enfrentarme a la cámara, tenía mucha seguridad porque te lo preparas mucho y cuanto más preparadas llevas las cosas en teoría más fácil es. Estoy con ganas de volver. Si me llaman, feliz; si no me llaman, pues yo seguiré haciendo mi trabajo, aunque sea en la sombra o en la radio, que también estoy feliz.
"Que nadie piense que el dinero no te trae problemas"
Hace unos días reconocías en tu redes que no has tenido una vida fácil, que el dinero tapa muchas cosas, que has disfrutado de una buena carrera pero que has sufrido mucho.
Es cierto que con dinero se vive mucho mejor, evidentemente, pero que nadie piense que el dinero no te trae problemas. Yo he tenido problemas personales por dinero. Hay un familiar con el que no me hablo por una cuestión económica. El dinero me ha aportado muchas cosas materiales y me ha aportado muchas posibilidades para poder disfrutar de una buena casa, con mis hijos de buenos viajes, de poder tener ciertos privilegios que sin dinero y más en una sociedad como ésta, consumista, no hubiera podido tener. Pero también te genera muchos problemas personales, que eso es lo que la gente no ve. Porque mucha gente se cree con el derecho a "hombre, es que yo si hubiera tenido lo que tienes tú también te hubiera dado". O no. Yo he tenido y te he dado. Hay mucha gente que adquiere unos beneficios que dices, no sé por qué, es un decir, "como soy tu hermano o como somos tus padres, tus tíos o un amigo íntimo…" Bueno, y por eso me queréis a mí como persona, no por lo que yo tenga. En el momento en que tú empiezas a pensar que tienes que participar en los que yo he conseguido, pues ya tenemos un problema, porque lo que pasa a ser una cosa excepcional o de una buena voluntad por mi parte, pasa a ser una obligación y es una carga. Y dices: ¿Y por qué tengo que cargar yo con esto?, si esto a mí no me corresponde. De un día que he hecho una cosa puntual a por qué tiene que ser siempre otros.
A mí el dinero me ha traído muchos problemas en mi vida, mucho más de lo que la gente se cree. Y no sólo a mí, porque esto lo hemos hablado muchas veces entre los jugadores, a muchos nos han pasado situaciones muy similares. Yo tuve que decir hasta aquí porque tengo tres hijos y ellos son los que se merecen lo que ha hecho su padre, más o menos, pero es para ellos, y a partir de ahí cambias un poco. ¿Por qué? Porque te obligan a cambiar y eso es duro, porque esa cosa material que se llama dinero al final trasciende a situaciones mentales y personales que son los sentimientos y eso es lo más difícil de gestionar. Porque tú puedes perder dinero en una operación, en una venta, una compra, pero perder a alguien por dinero, hostias, tienes que soportarlo, ¿eh?, porque no es fácil. Y eso a mí me ha pasado. Solamente se ve la parte bonita del dinero.
En este sentido, compartiste un libro, 'Órdago a la vida', ¿qué ha habido más, órdagos de la vida a ti o tuyos a la vida?
Yo creo que más de la vida a mí. A mí la vida me puso en situaciones difíciles por una cuestión con mi hermano, me ha puesto situaciones como la del Barça. Situaciones duras de poder llevar, pero las he sacado adelante, mejor o peor, pero las he sacado. A nivel mental me considero una persona bastante fuerte y he sido capaz de soportarlo. Pero hay órdagos de la vida que, ufff, las separaciones son muy complicadas, porque además tienes que intentar tener una buena imagen y que cuanto menos sepan, mejor, porque al final esta sociedad también te penaliza. Y cuando tienes mucho te tratan muy bien y cuando tienes poco te tratan muy mal, y cuando tú pides parece que te tienen que tratar peor y cuando te vienen a buscar, entonces te tratan mejor. Cuanto menos emociones tú transmitas hacia afuera, mejor. Que me gustaría que fuera todo lo contrario, porque yo soy de los que prefiero que me conozcan como soy, y mis amigos de verdad o la gente íntima que yo quiero, me conocen como soy. Eso es lo más importante para mí en las relaciones, pero hacia fuera tienes que andar siempre con esa careta de que no se note mucho que o estoy enfadado o que estoy preocupado, que estoy triste o que estoy muy alegre. Tienes que andar jugando un poco con esa imagen.
"Es triste que por una situación económica tú dejes de tener relación con un familiar, con tu hermano"
Has nombrado a tu hermano. Entiendo que era a él a quien te referías con los problemas económicos…
Pues sí… Tuvimos un problema personal y hace años que no me hablo con él. Son situaciones familiares que son duras, que te acostumbras a vivir, porque hace muchos años. Al principio me costaba mucho y luego ya llega un momento en el que creo que tenemos una capacidad los seres humanos para adaptarnos a cualquier situación. Si somos capaces de aprender a vivir con la muerte de un hijo, pues imagínate de lo que no somos capaces. Pero es triste. Es triste que por una situación económica tú dejes de tener relación con un familiar. Pero con una herencia, con una situación como la que yo he tenido. Dices: "Joder, hostias, ¿y no era más importante lo otro?" Pero, al final, todo eso influye…
Por eso no quiero que a mis hijos les pase. Por eso estoy siempre con mis hijos encima, porque "papá tiene mucha experiencia en la vida en muchas cosas, hacedme caso a muchas cosas que yo os diga. Aunque os tengáis que equivocar, pero tenedlas presentes. No quiero que papá sea una referencia por lo que ha vivido como hermano, por eso yo muchos de mis actos en mi vida vienen por un porqué". Porque yo sé lo que es no hablarte con un hermano, y yo sé que tengo tres hijos, dos de una mujer y otro con otra, y sé que tengo que esforzarme para que esos chicos tengan una buena relación. Y lo he conseguido, para mí eso es un logro. Tienes que tener tiempo, capacidad, la intención, la experiencia también, porque todo eso te ayuda. Es de las cosas que más orgulloso estoy, porque no lo he tenido fácil. Digo: "Hostia, qué pelotas le eché en aquel momento con esto, con lo otro… La de viajes que he hecho, la de cosas que he hecho por ellos". Porque se lo merecían. Si no lo hago por ellos, ¿por quién lo hago? No ha sido fácil.
¿Y la mayor locura que has hecho por amor? Que no me quiero quedar con la curiosidad.
La mayor locura para mí ha sido la de la pandemia, porque decidí cambiar toda mi vida. Tenía en Madrid una vida cómoda, una vida buena, que no me la había regalado nadie, la había conseguido yo y me vine a vivir a Salamanca, donde no conocía a nadie. Sólo estaba mi exmujer y mis hijos. A día de hoy ya me he hecho mi grupo de amigos, ya tengo mis relaciones, ya juego con gente a pádel porque soy una persona social y me sé relacionar, pero yo me vine aquí única y exclusivamente por ellos. A la aventura, y me daba absolutamente igual todo. Y a día de hoy sigo aquí. He cambiado mis costumbres, mis hábitos, mis amigos, mi residencia, todo, todo, todo. Ese hecho en sí ya demuestra mucho. A veces a lo mejor no te lo agradecen, no te lo tienen en cuenta o no te lo reconocen, pero yo sé lo que he hecho, y sé lo que he sufrido y sé los días malos que he tenido, las temporadas malas que he tenido. Y a pesar de ello, he estado estado aquí. He hecho lo que me pedía el corazón, y ya está.
Pues muy buen final, muy bonito, Dani. No triste, como decías.
No, no, no, que luego la gente se confunde, y yo digo que no, que no es una vida triste, es una vida enriquecedora en muchos aspectos. Lo que pasa que es cierto que yo con todo lo que he tenido, al final he sufrido mucho, porque he tenido muchos momentos de soledad. Y con todo lo que he tenido, cuando te paras a pensar dices: "Joder, podía haber tenido una vida súper buena en muchas cosas y no la he tenido". Teniendo mucho menos hay gente que ha sido mucho más feliz que yo. Mis momentos de felicidad han estado basados en cuatro chorradas jugando un parchís, haciendo el chorra con un TikTok, porque al final eso es lo que yo he valorado mucho más en la vida. Y eso es lo que en un momento de mi vida lo perdí. Recuperar esa posibilidad y luego luego volver otra vez a perderla, ha sido lo que, hostias… A veces les digo a mis amigos, yo tengo la suerte de que mis padres siguen vivos, pero ha fallecido uno de tus padres y tienes la posibilidad de volver a verle y dices: "Hostia", pero luego vas a dejar de verle otra vez. Y dices: "Uh, uh, espera, que entonces no sé yo si es bueno verlo o no", porque el choque frontal que tienes es complicado. Y que cuando el corazón te dice una cosa, por mucho que la cabeza la teoría se la sepa perfecta, al final lo que te mueve es esto, al menos a mí. Hay gente que tiene otra capacidad, yo no la tengo y reconozco que mi debilidad es ésa: mi corazón me puede, y cuando me puede mi corazón, pues a tomar por culo, lo que me dice es lo que hago, y es así. Ésa es la realidad. Ahora ya cuando han pasado unos meses pues la cosa está más tranquila, y ya lo afrontas diferente, pero ha sido muy duro, pero esto es la vida en sí misma.
La vida…
Sí. Y luego ves a gente con enfermedades, vidas tremendamente complicadas y les observas y dices: "Pero fíjate qué felicidad tienen, todos juntos aquí, todos juntos allí, fíjate cómo le mira el hombre a esta mujer, fíjate cómo le mira su mujer a su marido, los niños qué bien se llevan…" Porque yo soy muy observador para esas cosas, y muchas veces piensas: "Esos son más felices que tú y que yo". Y tú te piensas que eres más feliz porque tienes mucho, pero llegas a casa y tú tienes una casa, esta gente tiene un hogar, que hay mucha diferencia. "Vaya caserón tengo". Sí, sí, tienes una casa de puta madre. Sí, yo también, entro y digo: "Joder, qué bonita", pero digo "hola" y a mí no me contesta ni dios, y ese hombre entra en su pisito y: "Hola, papi", y sale corriendo… Y ésa es la diferencia. Confundimos esa percepción de lo que es la vida en sí y es complicado.
Es comprobar que el dinero no da la felicidad, es una demostración.
Yo soy el claro ejemplo que de que he tenido mucho y no he sido feliz, he tenido menos y he sido muy feliz y he vivido una pandemia de tres meses donde había situaciones terribles todos los días y yo me levantaba y decía: "Qué afortunado soy, porque todo lo que quiero lo tengo aquí", y no tenía ni mi casa ni mi coche ni mis propiedades. Que hace 15 años hubiera dicho: "¿Yo vivir en Salamanca? Ya te digo yo que eso sería imposible. Pues mira, al final la vida, los años también te van calmando y te van haciendo ver otras cosas. Y los hijos, los hijos a mí me han condicionado todo, porque si una relación de amor al final se rompe y no hay ningún vinculo, pues se rompe y se rompe, pero cuando tienes hijos, hostia, es más complicado. Porque aunque no quieras ver, ves; aunque no quieras saber, sabes, y de alguna forma estás relacionado y vinculado a esa persona. Y es que nunca acabas de desconectar, lo que te decía de la puerta entreabierta. Hostia, o la cierras o la abres, pero no me la dejas entreabierta, porque la esperanza te destroza, te destroza. Pero bueno…
Es difícil.
Ya veremos qué tal la vida. Lo que pasa es que se te quitan las ganas en general de todo. Los amigos me dicen: "Pero échate una novia, cabrón, tú que puedes". Nunca puedes decir, porque estas cosas no se saben, pero el pensar "ahora tengo que conocer a alguien". Mi experiencia me dice que yo pensaba que iba a ser la mujer de mi vida y al final no está siendo. Volver a empezar. ¿Tú sabes la pereza que me da eso? No te puedes imaginar. Y luego, como tampoco soy un tío de salir, de tener historias, pues todavía es peor, porque al final uno, como todo el mundo, tiene sus necesidades, te gusta dormir abrazado y te gusta tener tus relaciones como todo dios, y cuando no las tienes es complicado. Porque llegas a tu casa y dices: "Joder, es que estoy más solo que la una, me cago en diez". Que sí, que tengo mis amigos, que tengo mi vida, tengo tal, pero hostia lo que daría por estar aquí ahora mismo abrazadito, compartiendo un café o… y no lo tienes. Y te acostumbras, pero nunca te acabas de acostumbrar del todo. Entonces, eso es complicadillo. Así que, bueno, iremos viendo, Cristina. Iremos viendo lo que la vida nos quiera deparar. Ahí estaremos preparados para aceptarlo.
Todo lo mejor, Dani.