LIGA BRASILEÑA

Protagonizó un fichaje mediático del Atlético siendo juvenil y su obsesión con el gol le costó su salud mental: "Me estanqué, fue una época oscura para mí"

Héctor Hernández encadenó muchas cesiones en su etapa en el Atleti. Necesitó de ayuda psicológica y hasta se planteó si llegaría a ser profesional. Ahora es jugador del Corinthians y quiere hacerse un nombre en Brasil.

Héctor Hernández celebra el Paulista. /INSTAGRAM
Héctor Hernández celebra el Paulista. INSTAGRAM
Jonathan Ramos

Jonathan Ramos

Salir de tu Canarias natal rumbo a Madrid siendo todavía un juvenil no debe ser fácil. Dejar a tu familia para instalarte en una residencia es un trago que pocos pueden digerir. Y si para más inri has llegado a un club a punto de ebullición como el Atlético de Madrid, previo a dejar cientos de miles de euros en la UD Las Palmas, pues la presión que se genera sobre tu figura no es precisamente poca.

Ese es el inicio de la carrera de Héctor Hernández (Las Palmas de Gran Canaria, 1995). El delantero, cuyos entrenadores recuerdan como uno de los mejores cabeceadores que vieron a pesar de su 1,80 metros, tuvo una entrada triunfal en el Atleti. Hat-trick con el filial ante el Getafe y debut con gol en el primer equipo en escasos minutos. Las lesiones y su inmadurez le obligaron a buscar la continuidad con cesiones. Llegaron cientos de contratos, pero la estabilidad nunca apareció. Su obsesión con el gol, las espectativas puestas en sí mismo y las situaciones vividas hicieron que necesitara de ayuda psicológica.

Ahora, como delantero del Corinthians sonrié más que nunca. "Cambié el chip", dice desde Sao Paulo en una videollamada con Relevo. En Brasil pelea por ser titular y hacerse un nombre. "Yo tengo un coche blindado, ¿sabes? Eso te da a entender un poco la situación", dice sobre la seguridad en la ciudad. En lo que va de temporada, cinco jornadas, ya lleva un gol y ha repartido otra asistencia. A pesar de todos los baches, Héctor Hernández no bajará la cabeza.

Son ya varios meses en Brasil, ¿te ves adaptado?

Sí. Esta mañana entrené y luego tenía esta charla. Aquí ando en casa, ahora está empezando el invierno aquí. Lo que sí que noto es que hay mucha, mucha lluvia. De repente viene una nube y cae una tormenta de estas tropicales. Se nota en el campo. En el Paulista tuvimos dos o tres partidos retrasados varias horas por la lluvia. Al principio costó un poco, pero ahora con el Brasileirao y el gol que marqué y la asistencia que di el partido anterior, pues ya algo más contento. Estoy en una buena racha a pesar de la competencia que tengo aquí.

Héctor Hérnandez repasa sus primeros meses en el Corinthians. RELEVO / ALEJANDRO MORAN

¿Qué tal te trata la afición?

Pues bien. Aquí en Brasil el estilo de vida es diferente al europeo. Al final vengo a un club muy grande, exageradamente grande, y la gente te reconoce. Ya tengo que hacer más vida en casa, hay que tener cuidado con las cosas que uno hace y en ese aspecto, pues la vida cambia un poco. Pero nada, ya estoy prácticamente adaptado a esas situaciones.

¿En qué tienes que tener más cuidado? Imagino que te dieron varias recomendaciones con la ciudad de Sao Paulo.

Sí, recomendaciones obviamente me dieron. Yo tengo un coche blindado, ¿sabes? Eso te da a entender un poco la situación. En el tiempo que he estado aquí nunca me ha sucedido nada. La gente es muy tranquila. Pero sí, puedes notar cierta tensión, el estar alerta constantemente.

Antes de firmar por Corinthians estuviste varios meses sin equipo a pesar de haber hecho un gran año en Portugal, ¿cómo viviste todo ese proceso hasta llegar a Brasil?

Me acuerdo perfectamente del día en el que llamó Corinthians. Estaba con mi representante en la oficina. Eran un día normal, estábamos tranquilos. Justo le llamaron y me dijo: 'me han preguntado por ti'. '¿Quién?', le pregunté. 'El Corinthians'. Mi primera respuesta: 'hostia, el Corinthians'. La cosa avanzó y mostraron mucho interés. El proceso fue bastante rápido. Terminé con Chaves sobre el 18 de mayo y firmé a mediados de agosto con el Corinthians. Tuve prácticamente dos meses que llamaban y se informaban. Tenía propuestas hasta de países asiáticos, de muchos lados, pero todo era muy escaso. Solo sondeos. No mostraban el interés que yo en ese momento pensaba que merecía. 'Joder, tanta mala suerte no puedo tener', pensaba. Yo veía que a pesar del año que hice, que estaba entre los máximos goleadores de la liga portuguesa, que es una liga con mucha visibilidad a nivel mundial, aunque el equipo bajó, pero las propuestas no llegaban. Llegó el momento donde estuve a punto de aceptar cosas que no me motivaban porque me veía con el mercado de fichajes cerrado y sin firmar con nadie. Tuve mucho interés de gente, pero nadie se atrevía a mandar una oferta en claro.

En un momento así, ¿cómo afrontas los días en los que estás sin equipo?

Yo con mi representante tengo total confianza. Llevo muchísimos años con él y es casi de mi familia. Tenía la confianza de que iba a salir algo bueno, a pesar de la situación, que me generaba el estar nervioso. Al final salió lo del Corinthians, que creo ha sido un gran paso en mi carrera.

La falta de continuidad durante tu carrera te habrá ayudado en esta etapa.

Yo tuve muchos altibajos en mi carrera, he pasado por situaciones difíciles. Ya sea las lesiones, o los momentos en los que he tenido una época mental complicada donde he necesitado ayuda psicológica, pues me ha venido bien en la vida. Creo que cambié para bien gracias a las etapas difíciles. Desde ese momento mi carrera ha ido para arriba. Yo he pasado de debutar en Primera División con el Atlético de Madrid a volver a Segunda, o jugar en Primera RFEF con el Rayo Majadahonda, de eso a pegar un salto en la liga portuguesa y de ahí a un grande como el Corinthians. Creo que todo eso son etapas en las que tenemos que mejorar. Si hubiese tenido la mínima madurez que tengo ahora siendo mucho más joven, pienso que mi carrera hubiera sido muchísimo mejor. Estoy 100% seguro.

¿En qué situaciones te faltó madurez?

Yo salí muy inocente de Canarias. Destacaba mucho por mi fútbol, pero había ciertas situaciones que a lo mejor no las llegaba a manejar de la mejor manera. Injusticias de entrenadores que no me ponían porque tenían preferencia por otra clase de jugadores, aunque yo destacara más que ellos. Eran situaciones que tenía que saber gestionar y no la hice bien en ese momento. La inocencia que tenía me penalizó un poco los primeros años de mi carrera.

¿Qué recuerdos tienes de tu etapa en el Atlético de Madrid?

Fue un comienzo superbueno. Debuté contra el Real Madrid C, en el filial del Atlético. El siguiente partido, contra el Getafe, marqué un hat-trick en siete minutos. El traspasó de Las Palmas juvenil al filial del Atleti llamó mucho la atención a nivel peninsular. Destaqué muchísimo porque llegué haciendo goles. En la temporada tuve un buen papel, pero tuve la mala suerte de que me lesioné la clavícula y estuve otra vez un mes y medio parado. Al volver me llamaron con el primer equipo. En el debut en Copa contra el Sant Andreu marqué. Estaba en una etapa muy buena. ¿Qué pasó? Otra vez tuve una mala suerte que me volví a romper la clavícula. Esas lesiones me han venido en momentos clave, porque si no me llego a lesionar por segunda vez hubiera jugado algún otro partido en el primer equipo con 18 años. Eso me afectó bastante. Al año siguiente hice la pretemporada con el primer equipo, quedé segundo máximo goleador de la pretemporada y destaqué bastante. Dudaron si hacerme ficha del primer equipo, pero no me la hicieron. Estuve cerca de mi sueño, tener mi dorsal en el Atlético de Madrid con 18 años. El último día de mercado ficharon a Cerci, el delantero italiano, y se me cerró esa ventana. Eso fue un punto de inflexión, me afecto bastante para el año siguiente.

Te veías en Primera y en el último día te confirman que tendrás que volver al filial, ¿con qué cara se levanta uno a entrenar?

Son esas situaciones que en ese momento necesitaba alguna ayuda y no la tuve. Me afectó mucho porque estaba en mi mejor momento y verme ahí en Segunda B, pues no me gustaba. Creo que los entrenadores no me supieron manejar bien y en el equipo no había un ambiente muy sano. Fue un año difícil. El vestuario estaba un poco intoxicado, no había ambiente de unión. Además el Atlético comenzó a crecer mucho como club. Estaba Griezmann, Torres, Mandzukic… Veías que la puerta al primer equipo se estaba cerrando. Ahí empezaron las cesiones.

Encadenaste muchas y te faltó continuidad en la gran mayoría.

Al principio eran una oportunidad de crecer. Al final necesitas una estabilidad para hacerlo, porque estando cedido no la tienes. Cuando no te llega la continuidad son situaciones que te dejan dudando muchas veces. De todas formas siempre he confiado en mi potencial y nunca me he dado por vencido.

Héctor Hernández y su etapa en el Atlético de Madrid. RELEVO / ALEJANDRO MORAN

¿Qué se te pasa por la cabeza en esas situaciones?

Muchísimas cosas. Una de ellas, el pensar que no llegaré a lo que quería ser, que es ser futbolista de élite. Piensas que no estarás en grandes equipos y que no te harás un nombre. Encima a eso se me unió la pandemia, que me pilló en la Cultural Leonesa y ahí me replanteé muchas cosas. 'Algún día seré futbolista profesional', llegué a pensar. Me estanqué, fue una época oscura para mí.

Nunca lograste la continuidad que necesitabas en las cesiones.

El Elche fue mi primera cesión. La verdad que no fue tan mala temporada, jugué bastantes partidos y con 19 años pocos jugadores había en Segunda. No marqué mucho, pero jugué en otra posición. No tenía esa madurez de decir: 'no estoy jugando en mi posición, pero vamos a hacerlo bien'. El año siguiente salió la opción de ir al Albacete, a un histórico. Se dio genial ese año, marqué 21 goles y ascendimos a Segunda División. Creo que fui la pieza más clave de ese año y tenía 20 años. Esa temporada acababa contrato con el Atlético y me ofrecieron renovar otros tres años más, pero con condiciones de primer equipo. Unos días antes de acabar el mercado tenía ofertas de Primera y estaba ya ultimando los detalles, pero me da una apendicitis. A mediados de agosto ningún club quiere un delantero lesionado. Mira la suerte que he tenido en el fútbol, que en momentos clave me he lesionado. Al final renové y me quedé cedido en el Albacete en Segunda. El entrenador que me había dado confianza lo despiden a la tercera jornada y el que vino no me quería.

De ahí directo al Málaga.

Después ese año malo me voy al Málaga. Tenía competencia, era un equipo diferente al resto. Habían bajado a Segunda y tenían unos contratos absurdos. Por desgracia no hay oportunidades, a pesar de que yo me veía muy bien. Estaba entrenando bien y hacía goles en los entrenamientos, pero no tenía la confianza del entrenador que creo que me merecía. De verdad, voy a ser justo y no voy a poner excusas, hay situaciones que yo no supe gestionar por mi falta de madurez, pero ha habido muchas veces que ha sido el entrenador. El año del Málaga a mitad de temporada veía que no había manera y buscamos una situación. Salí al Rayo Majadahonda en Segunda. En media temporada marqué como cinco goles, pero terminé mal por culpa de una pubalgia. Terminé fatal.

¿Cuánto te costó salir de la pubalgia?

Fue muy complicado. Empecé la pretemporada con el Atlético de Madrid, pero no consiguieron recuperarme. Me pasó lo mismo en el Fuenlabrada, los primeros meses me costaba entrar hasta que ya salgo de los dolores de pubis en noviembre. En ese momento el entrenador me dice que no cuenta conmigo. Me vi obligado a moverme y me fui a la Cultural Leonesa lo que quedaba de año. Al final terminé contrato con el Atlético y firmé dos años como agente libre en la Cultu. De nuevo, a mitad de temporada vino la pandemia. Justo cuando empezaba a salir del túnel, que cada vez marcaba más goles, llegó el confinamiento. Fue mentalmente muy duro. Me veía otra vez en Segunda B. Yo no me merecía eso porque siempre he sido una persona luchadora que ha trabajado mucho. Fue muy difícil y lo pasé muy mal. Además, al año siguiente la Cultu no cuenta conmigo. De ahí me fui al Rayo Majadahonda por segunda vez, que estaba en Segunda B. Ha sido el club más modesto en el que he estado, salvo el Fuenla, pero ha sido uno de los lugares donde más feliz he sido jugando al fútbol. A mitad de mi último año en León yo estaba con terapia psicológica y poder ir al Rayo Majadahonda me vino muy bien.

Pudiste relanzar tu carrera y acabar en Portugal.

Llegué muy fuerte mentalmente por todo el trabajo previo. Además, venía arrastrando todavía molestias en el pubis y el cuerpo médico me sacó para adelante. La verdad que son gente que llevo en mi corazón. Mira que al comienzo no estaba jugando, pero yo estaba muy fuerte de cabeza, me encontraba bien entrenando y sabía que mi oportunidad iba a llegar. En mi primer partido como titular, marqué gol y los siguientes tres partidos sumé un doblete. Me quedé medio mes fuera por una lesión, pero al volver seguía marcando goles. Fui importante, en el último partido nos jugamos entrar en playoff de ascenso y metí dos goles en el último minuto.

¿En tu peor época qué era lo que te llevabas a casa?

Todo lo malo del fútbol. Me di cuenta de que las cosas no vuelven. Tenía que aprender de ellas y no hacer las cosas que hice mal en su momento. Si fallo una ocasión en un partido no puedo pensar en ella el resto del tiempo que quede. Cambié el chip. Solo pensaba en la siguiente jugada, la siguiente. Yo como delantero, siempre me he obsesionado con el gol. Desde muy joven he estado obsesionado. Partido que no hacía gol, al llegar a casa no quería ver a nadie. Vivía obsesionado con el gol. Aún lo hago, pero he aprendido a controlarlo. Yo ahora mismo mentalmente me veo muy bien, muy sereno, muy maduro. Veo el fútbol de otra manera. El fútbol brasileño me parece diferente al europeo, más individual. Creo que estoy en una liga muy interesante y me veo creciendo. Al llegar flipé con la afición del Corinthians, no eres consciente de lo grande que es el club hasta que llegas. Es la mejor afición que he visto en mi vida. Por eso tengo ganas de hacerme un nombre en el club. Nunca he tenido tanta competencia en mi vida. Ver a Memphis Depay y entrenar con él, te sientes como un igual, es una sensación increíble.