MLS

El alcance de un año de Messi en EEUU va más allá de lo futbolístico y alcanza a Apple TV, la geopolítica y el Mundial 2026

Hablamos con uno de los autores del libro 'El gran juego', para comprender los entresijos del poder escondido en torno a un futbolista y a un balón de fútbol.

Un aficionado con una bandera de Messi y el Inter de Miami. /Getty
Un aficionado con una bandera de Messi y el Inter de Miami. Getty
Julio Ocampo

Julio Ocampo

Cuando Leo Messi llegó al Inter Miami, el club era el colista de la Conferencia Este de la Major League Soccer. Hoy tiene unos ingresos anuales de 200 millones de dólares y su valoración se ha multiplicado un 70%, según Forbes, ahora vale más de mil millones. Por si fuera poco, en el ámbito deportivo, además, ya no es una utopía verlo competir por la MLS. Lógicamente, el desembarco de La Pulga hace justo un año se trataba de algo mucho más que un simple fichaje. Era un golpe en la mesa para hacer virar el devenir de un país entero a través del soccer. Un enorme mordisco a la historia. Adoctrinar con un mensaje. Algo así como decir "quiero a Messi para cambiar el mundo".

Lo mejor es comenzar por el inicio. Miami (Florida) es la única ciudad de Estados Unidos donde predomina el castellano al inglés. Asimismo, la población de origen hispano -principalmente Cuba- integra las clases dominantes, algo que no ocurre en ningún otro punto del país. "Leo llega a un lugar que históricamente representa el puente entre Norteamérica y América Latina. Geopolíticamente es interesante, porque Messi no es solo un jugador argentino, sino un fenómeno global", comenta Valerio Mancini, analista y politólogo experto en relaciones internacionales. Uno de los autores -junto a Narcís Pallarès y Alessio Postiglione- del libro El gran juego, quizás el manual necesario para comprender los hilos de oro que cosen el fútbol.

Porque sí. Considerada, lingüística, económica y culturalmente, capital de Latinoamérica, Miami se sitúa en el extremo sur de Estados Unidos. Efectivamente, ejerce de puente entre las dos Américas: la anglosajona-protestante y la de cultura latina y católica. Es un lugar estratégico para solventar los problemas de identidad estadounidenses y reforzar así su posición privilegiada en el mundo. De hecho, El gran juego (en italiano, Calcio, politica e potere) enmarca este episodio dentro del ingente desafío inminente al que se enfrenta el país: Hispanic Challenge, una cohabitación de la inmigración hispana con la american creed, esa especie de "religión civil" que desde la independencia aglutinó en un único arcano los inmigrantes de todas las nacionalidades y lenguas, dejando el inglés la de uso común.

En este difícil contexto, la presencia de Messi se podría catalogar como una oportunidad. Los motivos son varios: La Pulga (dos Copas América y un Mundial con Argentina) se asienta como eje vertebrador en el nuevo paradigma del mundo multipolar, ya que podría aumentar la importancia de las zonas de influencia regionales. Así pues, el diez y su magia sería un canal, un nexo entre los dos polos americanos, actualmente en las antípodas. No es casual tampoco que esto suceda, como documenta el libro, justo veinte años después que el ilustre politólogo Samuel Huntington publicara en la revista Foreign Policy un artículo basado precisamente en esa entrada continua de inmigrantes hispanos que dan la espalda al inglés y a los valores protestantes. Algo que suponía un reto, un peligro, y que amenazaba con desintegrar el país reduciéndolo a dos pueblos, dos ideas, dos lenguas y dos culturas. Era un mensaje de alerta en el entonces remoto 2004.

Fichaje estratégico

Hoy algo ha cambiado, y la clave pasa por el de Rosario. El gran juego cita tres elementos claves que desmenuzan el arribo del astro argentino a Miami. El primero es que se trata de un club joven (fundado en 2018 por David Beckham) ocupando el lugar dejado por la franquicia Miami Fusión. De hecho, Joan Laporta, en 2009, ya intentó que su primer Barça entrara en simbiosis con ella, convirtiéndola en una especie de satélite azulgrana al otro lado del Atlántico. Entonces, la dirección del club pensó en Nueva York, por ser más global y multicultural. Finalmente, no se llevó nada a cabo, pero se intuía el potencial crecimiento de la MLS. Hoy es casi una realidad.

El segundo motivo es político, y tiene que ver con los propietarios. Ahí están Jorge y Jose Mas, grandes empresarios estadounidenses de origen cubano, dueños también del Real Zaragoza. Ellos la adquirieron en 2021. "El escudo del Internacional de Miami habla español, y en el centro de la camiseta emerge el lema 'Libertad para soñar'. Es el mensaje del anticastrismo histórico que lucha contra el socialismo tropical. Es la representación de la globalización, del capitalismo, de la libertad a través del calcio, la antítesis de la obsoleta Cuba, quien tuvo a Maradona como gran icono de Fidel", revela Mancini, apresurado a subrayar cómo han construido en el club una especia de parque de atracciones para Messi, rodeándole de amigos: Busquets, Jordi Alba, Suárez, sonó con fuerza Iniesta… A ellos se le suman otros exmiembros del Barça como Raúl Sanllehí o Xavier Asensi. "No hay que extrañarse, porque Mandela usó el Mundial con fines geopolíticos, Mussolini lo mismo, Hitler con los Juegos del 36 hizo lo propio… Lo de hoy es una visión del mundo contra el socialismo. La apología es la de ser cubanos libres en Miami, y ahí entra Messi como el nuevo profeta, como una especie de icono globalizado. Eso sí, Leo jamás habló de su ideología política, porque hoy ésta pasa a un segundo plano en realidad", espeta.

El tercer elemento es la renta geopolítica que Estados Unidos puede sacar de una figura como Lionel Messi, sobre todo porque no practica el deporte más seguido por el ciudadano medio, pero sí por la comunidad latina. El hecho de que un club menor y poco conocido como el Inter de Miami haya fichado a Messi puede tener una explicación lógica desde el punto de vista personal del propio jugador. En primer lugar, él está en la ciudad que mejor le hace sentir como en casa, donde reside la mayoría del star system español. Por si fuera poco, Miami ofrece ventajas de calidad de vida, calma, intimidad, practicidad (el aeropuerto internacional está cerca de Miami Beach) y seguridad. Desde ahí, su repercusión es planetaria. Ídem con su monetización.

Objetivo Mundial

Hay también una explicación a nivel de estrategia geofutbolística, y es que EE.UU. quiere dominar el espacio del fútbol internacional. Para ello cuenta con el apoyo de Apple TV. Los resultados ya se notan: un exponencial aumento de seguidores en sus redes sociales, que ya se hicieron eco del primer título en la exigua historia del club (Leagues Cup). "El gran objetivo es la difusión del soccer, que primero llegó con Pelé, luego se afianzó en el Mundial 94 y ahora tiene muchas expectativas en el del 2026, que se celebrará en EE.UU., Canadá y México. Una cita por la que apostó mucho Donald Trump, tycoon de Fox".

Como bien dice Valerio Mancini, circula por ahí una foto de Gianni Infantino (presidente FIFA) con Trump, y ambos aprueban la Copa del Mundo'26. "Será un evento interesante. El Mundial NAFTA, el de los países que representan el acuerdo económico del Atlántico Norte", sentencia.

Nadie sabe aún si Miami, con Messi, se convertirá pronto en una capital del fútbol mundial. Lo cierto es que la FIFA ya piensa en deslocalizar algunos de sus departamentos haciendo de ella la nueva Suiza. También que la final de dicha Copa podría disputarse en el Hard Rock Stadium, que actualmente celebra partidos de los Miami Dolphins (NFL) y los Miami Hurricanes (NCAA). Sí, todo está preparado para lo que sería el broche de oro de Lionel Messi. Ya está vestido de gala su Disney World particular.