Álvaro Rodríguez, la nueva perla blanca: las piernas de Haaland y la cabeza de Raúl
Excompañeros y exentrenadores nos cuentan cómo fueron sus inicios por Girona.

Los canteranos acostumbran a ser hijos de la ruina. Emergen de la nada cuando sus clubes no encuentran la respuesta entre sus primeras espadas, se cuelan por ese resquicio y se instalan en la élite. Lo de Álvaro Rodríguez fue una revelación. Primero, con dos pases de gol en El Sadar, uno de los cuales quedó anulado por fuera de juego. Y luego, con un cabezazo raulesco para empatar el derbi.
Álvaro Rodríguez siempre fue una anomalía. Un futbolista que compitió en categorías que, por edad, no le tocaban. A ese rostro aún de aspecto pueril le acompaña un físico privilegiado, el que le llevó a destrozar laterales, semana sí y semana también, por los campos de las comarcas de Girona. Su aparición no es un accidente, sino la confirmación de una insinuación de quienes le vieron crecer.
"Desde pequeño veías que tenía unas condiciones muy buenas y una mentalidad competitiva diferente a los niños de su edad", comenta Adil el Bouazatti, que entrenó a Álvaro en el Global Palamós, donde el delantero jugó en sus etapas prebenjamín y benjamín. Álvaro nació en Palamós en la época en la que su padre, el 'Coquito' Rodríguez, jugó en la ciudad catalana.
Fútbol de raza charrúa
Su fútbol tiene tintes de sangre uruguaya. Los que han jugado con él destacan su garra y su hambre competitiva. Es la herencia del 'Coquito'. "Su padre ha sido una figura clave en su carrera. Le acompañaba a todos los entrenamientos y todos los partidos. Sin llegar nunca a presionarlo, le inculcó que siempre se podía dar más", comenta Adil.
Pese a su estatura, Álvaro comenzó su carrera como un extremo clásico, un zurdo jugando por la izquierda. "Era muy alto, pero muy coordinado", remarca Roger Rodríguez, entrenador con experiencia en las comarca de Girona. "Salvando las distancias, era como Haaland en el fútbol base. Tenía las piernas muy largas y también el dominio de juego de pies para jugar tanto por fuera como por dentro", explica Roger.
"Era como Haaland en el fútbol base"
Entrenador con experiencia en GironaTras dejar atrás Palamós, Álvaro fichó por el Gironès Sàbat. Allí sólo duraría una temporada, su primer año de alevín. La siguiente campaña ya la disputaría con el Girona. "Jugar en el Sàbat y en Torres de Palau, donde compite el fútbol base del Girona, le ayudó porque los campos son muy pequeños. En esas categorías tocas mucho balón. Se encontró con situaciones que no hubiera tenido si hubiera fichado por el Barça en edad alevín, allí le habrían encasillado a la banda. Y con más espacios, habría evolucionado menos como jugador", expone Roger.
Uno de los ex compañeros que le conoce bien es Iván Rodríguez. Jugaron cuatro años juntos en el Girona y cuando Álvaro se marchó al Madrid, Iván se fue al Atlético. Iván es central y le tocaba bregar semanalmente con los centímetros de su amigo. "Me tocó defenderlo en muchos entrenamientos y con la planta y las patas que tiene era muy difícil", recuerda el ahora jugador del Nàstic de Tarragona.

"Se le nota la garra uruguaya. Es luchador, siempre lo da todo, quiere estar siempre en los momentos importantes, nunca se arruga. "No hablaba mucho, pero cuando lo hacía se notaba el carácter charrúa", comenta Iván. El ex rojiblanco recuerda especialmente un gol de Álvaro como jugador del Girona. Lo marcó ante el equipo barcelonés del Sant Gabriel. "Metió un gol de cabeza para darnos la victoria. Guardo muchísimos recuerdos así", comenta. Ante el Atlético, simplemente repitió lo que ha hecho durante su etapa en el fútbol base. Al más puro estilo Raúl, el técnico que le ha moldeado en el filial antes de dar el salto al primer equipo.
Tras marcar el empate en el derbi, le felicitaron Rüdiger y Militao y se fundió en un abrazo con el otro charrúa blanco, Fede Valverde. "Tiene un cabezazo impresionante", resalta Iván. Ancelotti lo ubica como 'nueve', mientras que durante su etapa formativa fue una especie de 'falso nueve'. "Tendía a ir por fuera y siempre se iba del lateral. Pero cuando centraban desde la derecha siempre terminaban llegando a rematar dentro del área", comenta el futbolista del Nàstic.
"No me sorprende que haya llegado tan lejos. Su sueño siempre fue ser futbolista y jugar en el Real Madrid", relata Iván. En Girona le crecieron las piernas de Haaland. Y en Madrid, bajo la mirada y el cultivo del 'siete', se quiere ver reflejado en el espejo de Raúl. El delantero del futuro ya está aquí.