Ancelotti calca con Bellingham la táctica que empleó con Zidane en la Juve y con Kaká en el Milan
Ha adaptado el sistema del Real Madrid a las condiciones del jugador inglés, convirtiéndole en el epicentro del juego ofensivo del equipo.

En espera de cerrar su continuidad en el Real Madrid y jubilarse en el banquillo del Santiago Bernabéu o, en su defecto, poner punto final a su longeva trayectoria como entrenador en Brasil, al frente de la selección pentacampeona del mundo, la carrera de Carlo Ancelotti suma y sigue. Superado Alex Ferguson en partidos y victorias en la Champions, el técnico italiano, con sus cuatro Copas de Europa a cuestas, dos con el Milan (2203 y 2007) y dos con el Real Madrid (2014 y 2022), tira de experiencia cada vez que se le presenta una situación trascendente que exige el acierto.
Es raro que no tenga un precedente ya vivido en el que apoyarse para encontrar la mejor solución posible. Son tres décadas en los banquillos desde que en 1992 comenzara a la vera de Arrigo Sacchi, en la Italia subcampeona del mundo en el Mundial de Estados Unidos. Después llegaron la Reggiana en Serie B, el Parma. la Juventus, el Milan, el Chelsea, el PSG, Real Madrid (primera etapa (2013-15), el Bayern, Nápoles, Everton... y ahora otra vez el Real Madrid
En todos ellos, Carletto ha tenido una habilidad especial para detectar el talento y cuando se ha topado con uno, no ha dudado de poner al equipo a su disposición. Así lo demuestra su historia. Con Bellingham en el Real Madrid está pisando las huellas que antes marcara con Zidane en la Juventus y con Rui Costa, primero, y Kaká, después, en el Milan.
El autobús siempre esperaba a Zidane
La pretemporada californiana le sirvió al técnico italiano para hablar lo suficiente con el recién fichado como para saber que prefería jugar como media punta por detrás de los delanteros. Ahí le puso de salida. Pasó de su clásico 1-4-3-3 al 1-4-4-2 en rombo. Bellingham por detrás Rodrygo y Vinicius. Y desde esa posición comenzó a encadenar goles. En los últimos encuentros, las lesiones y las propias necesidades del equipo le han obligado a modificar un tanto ese posicionamiento y el inglés parte más desde la izquierda. En el meollo de esa pequeña reestructuración táctica se encontraba la figura de Vinicius. El técnico pretendía que la conexión entre el británico y el brasileño fuera la llave del funcionamiento ofensivo del equipo.
Cuando Ancelotti llegó al banquillo de la Juventus, a mediados de la temporada 1998-99, venía de trabajar en el Parma con un sistema de cabecera, el 1-4-4-2. En Turín se encontró con un equipo acostumbrado a jugar con una defensa de tres hombres en cuya plantilla, además, había un jugador llamado Zinedine Zidane. Le importó más lo segundo que lo primero. No está de más recuperar las palabras del técnico en su libro: 'el árbol de Navidad'. Merece la pena, para entender mejor todo lo que ha hecho con Jude desde que llegó al Bernabéu.
"Zidane era un jugador especial que no se podía comparar con nadie. Era Zidane, sin más. Sin Zidane el autobús no salía para el traslado, ni siquiera si tenía un retraso de una hora. Así que era impensable que yo idease un módulo de juego que no lo pusiese en el centro del proyecto. En ese equipo, Zidane era el punto de partida alrededor del cual se modulaba el resto. Por eso abandoné mi querido 1-4-4-2 para pasar al 1-3-4-1-2, que me permitía tener al jugador más importante en la posición más apropiada para él, detrás de los dos delanteros".
Kaká parecía un estudiante universitario
De la Juventus al Milan, donde Ancelotti se encuentra a dos jugadores de máximo talento: Pirlo, que ya jugaba de mediocentro por la obra de Carlo Mazzone, y Rui Costa. No tuvo dudas. Volvió a su defensa preferida de cuatro en línea y en el centro del campo dibujó un rombo con Pirlo en el vértice inferior y Rui Costa en el superior. Así jugó la final de 2003 en Old Trafford conta su exequipo, ya sin Zidane que había fichado por el Real Madrid. El Milan se impuso a la Juventus en los penaltis.
A la temporada siguiente, Kaká aterrizó en San Siro. Ancelotti pronto se dio cuenta de que tenía que inventarse algo. Que el equipo debía adaptarse a las circunstancias que iba a comenzar a imponer el nuevo fichaje. Carlo escribe en su libro. "Kaká llegó sin que ninguno de nosotros conociese su verdadero potencial. Al contrario habíamos recibido algunas indicaciones (negativas) sobre él que después resultaron ser completamente distintas a la realidad".
En un programa de televisión, el técnico arqueó la ceja más de lo normal cuando tuvo que recordar la primera impresión que había tenido al ver al brasileño. "Con sus gafas y su peinado con esmero, tenía la cara de un buen chico, solo le faltaban la cartera con los libros y la merienda. Dios mío, pensé, habíamos contratado a un estudiante universitario. No parecía un futbolista brasileño recordaba más bien a un testigo de Jehova en Cologno Monzese" (pueblo de la Lombardía).

Sin embargo, después de esa primera impresión, a la hora de la verdad, sobre el césped, Kaká le pareció más o menos lo mismo que ahora le parece Bellingham. Un superdotado. "Produjo el efecto de un tornado que sacudió y dio un vuelco al que hasta entonces había sido nuestro sistema de juego. De hecho se apoderó del centro del campo que se amoldó rápido a él". Kaká jugaba por detrás de los dos delanteros y desde allí marcó 14 goles. A lo Zidane en la Juve de Carlo. A lo Bellingham en el Real Madrid, aunque ahora su punto de partida esté un poco más escorado a la izquierda que a principio de temporada. "El l-4-3-1-2 resaltaba las capacidades de gran futbolista de Kaká. Era un jugador que se sabía mover en los espacios, que sabía atacar la profundidad y crear unas ofensivas con los dos atacantes, además de ser hábil en el pase filtrado para los dos puntas".
Con Kaká por detrás de Shevchenko y Crespo, el Milan de Ancelotti perdió la final de la Champions 2005, en aquel inolvidable partido de Estambul en el que el Liverpool forzó la prórroga y los penaltis después de irse perdiendo 0-3 al descanso. Dos años después, 2007, Ancelotti se tomaba la revancha con Benítez en la final de Atenas con una nueva variedad táctica en el escaparate. Era la máxima exaltación de su 1-4-3-2-1, su árbol de Navidad. Se pasaba del rombo con Rui Costa y de la mediapunta de Kaká con dos delanteros a un ataque con dos mediapuntas y un delantero: Seedorf y Kaká por detrás de Inzaghi.
A Bellingham es difícil que se le vaya la cabeza
En su conferencia de Prensa previa al partido contra el Granada, en la dosis de preguntas obligada con Bellingham de protagonista, Carlo, que ya no sabe qué más decir sobre el inglés, dejó escapar que la primera vez que vio a Jude vestido de blanco, con el '5' a la espalda y revoloteando por los tres cuartos de campo, le recordó al mismísimo Kaká.
La evolución y la riqueza táctica de Ancelotti se ratifica en las cuatro Champions que ha conquistado como entrenador. En la primera final, 2003, su Milan dibujaba un 1-4-4-2 en rombo; en la segunda, 2007, un 1-4-3-2-1 y en las dos últimas con el Real Madrid, Lisboa y París, su sistema fue el 1-4-3-3. Lo que no modifica es su convencimiento de que cuando tiene en la plantilla a un jugador 'mayor', desequilibrante, se tiene que convertir en el líder del colectivo.
En el caso de Bellingham, lo que más le ha sorprendido es "la madurez que tiene a los 20 años. No me sorprende su calidad porque la conocíamos. Lo que me sorprende es que tenga tanta a esa edad. Está disfrutando mucho, pero tiene los pies en el suelo. Está claro que llegará un momento en el que no marcará tanto porque él no es un delantero, pero aportará otras cosas al equipo en términos de calidad. Que no tenga una posición fija sobre el campo le da ventaja. No me parece que sea de esos jugadores que pueda perder la cabeza si se habla mucho y bien de él".