Otro 'feo' de Ancelotti en Múnich confirmó la frustrante realidad de Nacho que comenzó en Mestalla
El canterano fue el primer cambio contra el Bayern a pesar de estar jugando a buen nivel.

Minuto 65 del Bayern-Real Madrid. El cuarto árbitro levanta la tablilla en la que luce el dorsal 6. Nacho Fernández (34 años) era el primer jugador sustituido por Carlo Ancelotti. En su lugar entraba Camavinga, aunque su puesto en el centro de la defensa lo ocuparía Tchouameni. Él, que ya se lo olía, no tardó en emprender la carrera hacia la banda en cuanto se anunció el cambio. El equipo perdía 2-1 y no había tiempo que perder. Pero ese saber estar del canterano esconde una realidad diferente.
En Múnich volvió a ver cómo su estatus en el equipo es diferente al que le gustaría. Cuando más se notaba el peso de la camiseta y Ancelotti necesitaba a sus mejores hombres, cambió al canterano sin que le temblase la mano. Su titularidad se debió a una cuestión táctica -el cuerpo técnico quería un equipo más defensivo-, y él cumplió con una gran primera parte. Pero eso no le valió para aguantar todo el encuentro. Otro 'feo' que hastía un poco más su relación con el técnico.
Las lesiones de Militao en agosto y Alaba en diciembre le daban la titularidad. Una gran oportunidad de lucirse en uno de sus últimos años de blanco y con la renovación encima de la mesa. Pero llegó en un mal momento. Su bajo estado de forma provocó que la confianza en él por parte del cuerpo técnico se resquebrajara. El que siempre cumplía dejó de hacerlo. A su vez, el canterano se sintió señalado y vio cómo el Tchouameni pasó de central de emergencia a quitarle el puesto.
Todo empezó contra el Valencia en Mestalla. Después de tres titularidades de Nacho, Ancelotti lo dejaba en el banquillo para apostar por el galo. Era la primera vez y al madrileño no le sentó nada bien. Dos semanas después, contra Osasuna en el Bernabéu, repetía Tchouameni junto a Rüdiger. Y también contra el Manchester City de nuevo en casa, en el partido más importante del curso. Había captado y aceptado el mensaje, no sin frustración al ver que no se contaba con él. Por ello, la vuelta contra los ingleses le sirvió como reivindicación.
Este, entre otros motivos, le han llevado a tomar la decisión de marcharse a final de temporada. Él es feliz en Madrid, la ciudad de sus amores, y en el club donde lleva 23 años y actualmente porta el brazalete de capitán. Pero mantiene intacta la competitividad y le duele cuando no juega. Lo dicho: no sólo se trata de lo deportivo. También existe una reflexión personal y familiar para probar nuevos retos.
En cualquier caso, quiere marcharse por la puerta grande. Con LaLiga en el bolsillo, queda el reto de conquistar la Champions League. Si lo consigue igualaría a Gento con seis trofeos continentales y se colocaría como el jugador blanco con más títulos en toda la historia junto a su compañero Modric, ambos con 26. Sólo con el local igualarían a Marcelo y Benzema en lo alto de la lista. Un colofón a una carrera para el recuerdo de un canterano que siente como nadie el Real Madrid y que, jugando o sin jugar, aportará su granito de arena para levantar los dos títulos que quedan en juego.