100 años dan para mucho

No recuerdo ninguna sobremesa de domingo sin fútbol, igual que no recuerdo ningún domingo sin paella. Quien bien me conozca sabrá que lo mío viene heredado de casa, el legado, las cosas que se aprenden y descubren durante la infancia y que una echa de menos cuando se hace mayor. Lo del fútbol en Vila-real no es cosa menor. Es cultura y tradición. Y va creciendo con todos nosotros, como si no te dieras cuenta, pero el fútbol siempre está ahí.
El mundo en el que vivimos me ha permitido no tener que echar de menos el fútbol. Lo sigues con independencia de en qué parte del planeta estés. Ahí siempre está el Villarreal, que cumple 100 años de historia. A quien echo de menos es al que me llevaba de la mano todos los domingos a las cinco de la tarde al 'Madrigal' para ver el partido, que este año habría cumplido 89 años.
Y es que 100 años dan para mucho. Muchas generaciones, muchas ilusiones y muchas historias vinculadas al club de nuestro pueblo, de nuestra vida. ¿Se imaginan que de inicio ya les garantizan un siglo de vida? ¿Sabrían qué hacer? Seguramente, como le pasa al Villarreal, llegarían hitos impensables. Aunque no viví su nacimiento, podría decir que mis recuerdos alcanzan el inicio de su crecimiento, cuando marcó a toda una generación que disfrutaba de los éxitos del equipo llegando a alcanzar metas inimaginables.
100 años dan para mucho, hasta para cambiar de nombre. Hubo un puñado de años en los que el Villarreal pasó a llamarse Club Atlético Foghetecaz. Por aquel entonces el estado de la hierba era un mal menor, la entrada al campo se traducía en pocas pesetas y cómo eran las gradas os lo podéis imaginar.
100 años dan para mucho. Para que un pueblo se vaya haciendo grande, para que un club de fútbol ascienda de categoría. De Tercera División al Submarino Amarillo que conocemos hoy en día, referencia del fútbol español. También para que la gestión pase de unas manos a otras, para que los futbolistas vengan y se vayan, incluso para ampliar la cantera de aficionados que se iban sumando a la locura del Villarreal.
100 años dan para mucho, ¡hasta para subir a Primera División! Para jugar contra Real Madrid y un Barcelona. Pero también para volver a la categoría de plata. Y pensar con anhelo lo que hubiera sido volver a ir los domingos al campo para ver a los mejores equipos del panorama nacional sabiendo que el Villarreal estaba en ese grupo selecto. O para contar, cómo si de un gran logro se tratara, que un día 'Gica' Craioveanu me firmó la camiseta y fui la niña más feliz del mundo.
100 años dan para mucho. Para poder decir que Juan Román Riquelme fue jugador del Villarreal, que vinieron al 'poble' Arruabarrena, Senna, Forlán, Pires y ya paro porque esto de presumir no me gusta demasiado. Y para ser subcampeones de Liga y campeones de la ya olvidada Intertoto. También para hacer amigos eternos, como lo es el Villarreal del Celtic de Glasgow, lo que Europa unió que no lo separe nadie.
100 años dan para mucho. Para clasificarse para una Champions League, y qué digo, hasta para llegar a unas semifinales. Y aunque aquí solo los oriundos me entenderán, hasta para ver a Folgado comandando por las avenidas el Submarino Amarillo. También para que el pueblo se movilice, como si la vida nos fuera en ello, para alentar a un equipo y llevarlos en volandas hasta una final, aunque pareciese que nunca llegaría.
100 años dan para mucho. Para que Pau Torres levante una Europa League, para que Llaneza brindara cada vez que conseguimos la permanencia y le diera alas al fútbol femenino, para que Fernando Roig haga de 'El Madrigal', 'La Cerámica', y nos lleve a la élite del fútbol en Europa. Para tener una ciudad deportiva y una cantera envidiable, puntera, líder. Para que un club modesto sea ejemplo de cómo se hacen bien las cosas.
100 años dan para mucho. Pero, sobre todo, para darnos cuenta de que el fútbol es una excusa más para tener siempre un sitio al que volver, allí dónde una vez fuimos felices.