20 años no son nada… menos en el Camp Nou
El Sevilla no gana al Barcelona a domicilio desde el 15 de diciembre de 2002. Algunos jugadores de aquella plantilla rememoran en Relevo una histórica victoria.
El Sevilla vuelve a visitar el Camp Nou cuando se cumplieron hace un par de meses 20 años de la última victoria andaluza en territorio azulgrana en la Liga (15-12-2002). Demasiado tiempo para un equipo que fue creciendo exponencialmente hasta alcanzar la gloria en 2006 con la consecución de la UEFA en la recordada ciudad de Eindhoven. Desde ese momento, historia con letras mayúsculas. Finales europeas, todas ellas ganadas hasta conquistar seis, Supercopas de Europa, dos títulos de Copa del Rey… Diez títulos y 20 finales en las temporadas más gloriosas que ha vivido el club de Nervión en sus 133 años de vida.
Más de dos décadas donde los andaluces han tenido plantillas no tan alejadas de la del actual líder. Grandes etapas que marcaron esa historia anteriormente mencionada. El Sevilla de Juande, con Luis Fabiano o Kanouté; el de Unai Emery, con Vitolo y Gameiro, capaz de romper muchos registros y conquistar Europa; o el de Julen Lopetegui, con Diego Carlos y Kounde, metiéndose hasta en tres ocasiones en puestos de Champions.
Aquel Sevilla de primeros de siglo estaba en construcción, poniendo las bases de lo que llegaría a ser. Venía de ascender dos años antes. La situación económica era todavía preocupante y Joaquín Caparrós trataba de armar un equipo con jugadores nacionales y muchos canteranos. La delantera aquel día la formaban dos de ellos: un José Antonio Reyes que crecía a pasos agigantados y Antoñito, que vivió su explosión futbolística en esos primeros años de la vuelta del Sevilla a la élite. Ambos habían forjado una gran amistad en la cantera. "Recuerdo un partido donde teníamos la necesidad de ganar. Estábamos en puestos de descenso y veníamos de dos derrotas consecutivas. Salimos muy concentrados, esa fue la clave", comenta Antoñito a Relevo.
Otra de las piezas importantes de aquel equipo fue Pablo Alfaro. Junto a Javi Navarro, se convirtieron en los guardianes de Nervión durante años. Su carácter y experiencia crearon a un Sevilla con una identidad muy marcada. "Yo recuerdo aquella época con mucha nostalgia. Son de esos días que se te quedan marcados. Vivían momentos convulsos y lo supimos aprovechar. Lo habitual ante estos equipos es pasarlo mal, pero ha habido años donde la distancia no era tan grande. El equipo en el Camp Nou se ha empequeñecido. Es una de las asignaturas pendientes", dice el excapitán con signos de melancolía.
Dos derrotas como precedente
Los andaluces venían de dos derrotas consecutivas ante Real Madrid y Real Sociedad. La situación de la entidad no provocó una enorme crítica hacia el inquilino del banquillo, pero el runrún sobre el proyecto circulaba por Nervión, a la espera de que el equipo diera pasos más firmes para volver a competir por posiciones europeas. Una situación a la que estaba acostumbrado el aficionado en la primera parte de la década de los 90, cuando jugaban en el Sánchez-Pizjuán los Zamorano, Suker e incluso Maradona. Eran momentos de tensión que recuerda otro canterano, Paco Gallardo: "Recuerdo como si fuera esta semana que entrando en el campo del Barcelona, con el autobús marcha atrás, marcó el equipo que venía detrás nuestra. Con ese resultado nos adelantaba y nos íbamos más abajo aún en la clasificación (iban decimoctavos). En el autobús pusieron la música a toda voz para que no se escuchara el silencio en ese momento. Después del partido, y como salió, fue una gran fiesta para nosotros".
Javi Casquero no sólo fue otro de los integrantes de aquel equipo que colonizó el templo azulgrana. Fue el autor del primer gol que provocó las primeras reacciones de ira en la grada: "Fue una victoria impresionante. Aquel grupo no se arrugaba nunca en ningún escenario. Si vas con miedo no tienes nada que hacer y obviamente ellos no deben tener su día. Es sorprendente que el Sevilla, con las plantillas que ha tenido, no haya roto nunca esa mala racha en los últimos 20 años".
"En el autobús pusieron la música a toda voz para que no se escuhara el silencio"
El choque del domingo será una nueva oportunidad para romper el gafe. Un Sevilla necesitado como el de aquellos años visita al líder de la Liga. Todos resaltan el buen momento que vive el equipo de Xavi pero pregonan la palabra ambición como eje de las opciones que tengan los andaluces. "Lo raro es que a estos equipos los cojas mal, pero sin fe y sin creérselo será imposible", reflexiona Alfaro. Palabras de capitán.
El día de la pañolada a Gaspar
No es aquel Sevilla el que saltará este domingo al Camp Nou. Ni tampoco aquel Barça, que vivía en un cataclismo permanente. De hecho, aquel partido será recordado también por la bronca que tuvo que soportar el que fuera presidente por aquel entonces, Joan Gaspart. Con el pitido final, el estadio fue un clamor. Gaspart volvió a dar una imagen muy triste al aguantar el chaparrón en el palco en lugar de retirarse. Allí permaneció varios minutos mortificándose, escuchando improperios y silbidos además del grito de "¡dimisión, dimisión!".
"Es algo que no he vivido nunca, sobre todo en el estadio de uno de los grandes. Terminó el partido y nos fuimos a la zona donde estaba nuestra afición. Empezó la grada a llenarse de pañuelos y todos miramos al palco. Allí estaba Gaspart aguantando", recuerda Antoñito.
Sampaoli tampoco ha ganado al Barcelona
El técnico argentino del Sevilla tampoco ha logrado ganar al Barça. Es cierto que sólo ha tenido la oportunidad de enfrentarse durante su primera etapa en el banquillo andaluz. Por aquel entonces, se midió en cuatro ocasiones a los azulgrana, ya que a los partidos de Liga hay que sumarle los dos que tuvieron lugar en la Supercopa de España. El balance es de cuatro derrotas y en Barcelona, un doble 3-0 en contra. Otro dato más para espolear a un equipo que quiere conseguir romper una tremenda sequía. Más de 20 años. No llega el Sevilla que podía incluso ensombrecer al Barcelona. Todo lo contrario. Se parece más a ese que adiestraba Caparrós, metido en la zona peligrosa. A veces las coincidencias abren el camino de lo imposible.