El Barça ya compite y sufre como un campeón

El Barça es una máquina de ganar. Ha alcanzado la madurez sumando cada vez más capas a su fútbol. En un estadio tan complicado como el del Betis, volvió a vencer. Xavi sabe que las ligas se ganan en el día a día, en el partido a partido que tan de moda puso Simeone. El Barça es a día de hoy un equipo intimidatorio en defensa y resolutivo en ataque. Tan alto está el listón que hasta el gol de Koundé llegó a dejar una victoria ínfimamente agria.

Los de Xavi ya son campeones de invierno y comienzan a desprender la sensación que tres puntos más son tres puntos menos, una forma de acercarse paulatinamente a LaLiga. Xavi ya tiene once de gala y domina todos y cada uno de los registros. Si este Barça repite patrón en la segunda vuelta alcanzaría los 100 puntos. El fútbol no siempre es el más brillante, pero los resultados dinamitan las dudas. Sobrevivir no es un problema para este equipo.

Los dos goles evidencian que el equipo domina todas las gamas de color. La España de Luis Enrique murió en el Mundial y se quiso imponer el relato de que el fútbol de toque había muerto. El de Xavi había mostrado los mismos rasgos en su primera temporada y parte de esta. Y muchas veces se estampa contra el muro rival y le sigue rezando a Dembélé.

Ante un plan dominador y un ejercicio defensivo del Betis prácticamente impoluto, el Barça marcó en dos jugadas aisladas. En el primer gol, con la picardía de un De Jong que parecía emanar el fútbol lo que Raikkonen emana en el motor. El neerlandés sacó una falta rápida que terminó en el tanto de Raphinha. El segundo, a balón parado, después de tantos años obstinados en sacar los córners en corto.

Un brasileño sin alegría es un alma errante. Raphinha fue uno de los futbolistas más divertidos de la Premier League, pero el mago perdió las cartas al llegar a Barcelona. Le quitaron la música y le obligaron a bailar. Se le ve impotente a pesar de que nunca deja de probarlo. Se ofrece, encara, busca pases en profundidad. Y en defensa nunca tiene un no por respuesta, baja hasta donde hace falta.

A Raphinha parece que le pesa el fútbol y sólo su voluntad le mantiene como un futbolista con ganas de demostrar que el mundo está equivocado. En la forma de esforzarse se parece a Griezmann, tiene alma de clase obrera. A Antoine no le bastó para triunfar en el Camp Nou. Raphinha tiene en estas semanas con el vacío de Dembélé su todo o nada. Su gol es otra forma de volver a comenzar.

Hace algunos días, Jagoba Arrasate comentaba en la previa del duelo copero ante el Sevilla que El Sadar estaría lleno y el ambiente sería impresionante. Pero que había que jugar con la cabeza, no sobreexcitarse. El himno del Betis es un lugar en el que quedarse a vivir, unos prolegómenos difíciles de igualar. Dicha sobreexcitación, sin embargo, terminó sacando al equipo de sus casillas. El Betis se pasó de revoluciones y se marchó enfadado con el arbitraje: por una posible falta sobre Ruibal que precedió a un gol del Barça y el servicio rápido de De Jong, a varios metros de donde se originó otra falta. Hasta William Carvalho terminó expulsado al acabar el partido, cuando ya sólo uno puede perder.

En algunos casos fue positivo, Ruibal comenzó el partido queriéndose merendar a Balde en cada duelo. En intensidad, lo que tanto se le achacó a los blaugrana durante mucho tiempo, los de Xavi vencieron al Betis. Cada duelo era una batalla a vida o muerto, al final de cada transición acababa el mundo. La olla a presión del Benito Villamarín confundió al Betis e hizo al Barça un equipo más maduro.

Pedri es el jugador más mesiánico que ha dado el fútbol tras Messi. El canario está empeñado a acariciar y apoderarse de la perfección, como Gollum y su tesoro. Unos hacen de toques de espuela el highlight de su carrera, Pedri deja tantos toques de artista en cada encuentro que éstos terminan enterrándose hasta pasar desapercibidos. Y todos tienen un sentido, todos generan una ventaja. En el primer tiempo, fulminó a dos defensores con un simple recorte. Y como los bajitos que le precedieron, apenas remata a puerta, como si el disparo fuera un gesto demasiado brusco. De Iniesta a Pedri, de Xavi a Gavi. El Barça tiene a un jerarca con cara de niño. Y poco importa.

Se ha asentado en la élite tan rápido como recorre la banda. El sistema de cuatro centrales sólo es posible si Balde se empeña en disfrazarse de lateral y de extremo a cada jugada. El canterano tenía en el Villamarín uno de los retos más complicados de la temporada. Xavi le quería proyectándose en ataque, desequilibrando desde la banda izquierda. Y en defensa tenía el difícil examen de Luiz Henrique, que en el encuentro de Supercopa ante el Barça hizo brujerías. Jordi Alba se marchó de Girona con una gran actuación, Balde la mejoró. No hay debate en el lateral izquierdo. Fue el mejor jugador del partido y, pase lo que pase, una de las mejores noticias de esta temporada.