RCD MALLORCA

20 años de la Copa del Mallorca: "Han querido desvirtuarla, pero no lo conseguirán"

Mateu Alemany (gerente), Pep Bonet (director deportivo) y Gregorio Manzano (entrenador) construyeron un equipo de leyenda. Los dos últimos y el portero Leo Franco lo recuerdan con Relevo.

Samuel Eto'o celebra la Copa ganada por el Mallorca en 2003. /AFP
Samuel Eto'o celebra la Copa ganada por el Mallorca en 2003. AFP
Manuel Amor

Manuel Amor

"He vivido días muy bonitos, pero nunca volveré a sentirme tan grande como aquel 28 de junio". Gregorio Manzano, 20 años después, recuerda con exactitud cada fecha, cada detalle, cada sistema y cada sensación. Tal día como hoy, en 2003, 'su' Mallorca vivió la noche más feliz de su centenaria historia: arrasó al Recreativo de Huelva en la final de la Copa del Rey (0-3) y consiguió un título que nadie olvidará jamás. Fue la culminación de una temporada extraordinaria, de una plantilla gestada con mimo y precariedad y de un equipo de noveles y veteranos que se acoplaron a la perfección. En los despachos lideraba un imberbe Mateu Alemany; sobre el campo, Eto'o, que daba sus primeros pasos, marcó la diferencia. Pep Bonet (director deportivo) y el propio Manzano fueron otros de los pilares de aquel gran éxito.

A Bonet, ya desvinculado del fútbol, le sorprende la llamada de Relevo: "¿Ya han pasado 20 años? Madre mía, qué nostalgia...". La confección de aquel grupo de leyenda se realizó en conjunto. "Quien tomaba la última decisión era Mateu, pero siempre con un asesoramiento de la secretaría técnica y escuchando las opiniones del entrenador", cuenta. El Mallorca, que empezaba a oler su época dorada, venía de disputar la Liga de Campeones la temporada anterior... y de salvar la categoría en los últimos minutos de la última jornada. Su situación económica, "muy precaria", como reconoce Manzano, le obligó a maniobrar en el mercado con inteligencia y con el apoyo de agentes externos.

La construcción del Mallorca campeón

"Yo fui el primero que estuve a punto de no venir", relata el técnico. "Cuando terminé la temporada con el Rayo recibí una oferta de renovación de la familia Ruiz-Mateos. Hubo una reunión, pero mi agente, Manuel García Quilón, ya tenía una propuesta en firme del Mallorca. El Rayo insistió, pero cuando nos reunimos con ellos ya les dijimos que no íbamos a seguir... y en el último momento surgió la posibilidad de marcharme a Osasuna. Patxi Izco se iba a presentar a las elecciones y llamó a Quilón para decirle que quería que yo fuese el entrenador de su candidatura. Al final, pese a todo, optamos por Palma. Mateu y Pepe Bonet vinieron a Madrid, nos juntamos y ahí comenzamos a diseñarlo todo", cuenta Manzano con el entusiasmo de quien descifra los capítulos más excitantes de una trayectoria de más de 400 partidos en Primera.

"Por aquel entonces teníamos un hándicap enorme: la pasta. Recuerdo que, en campañas posteriores, el presidente siempre me decía lo mismo: 'Míster, para equilibrar las cuentas el Mallorca tiene que vender todos los años por valor de seis o siete millones. A partir de ahí, podremos operar'". Bonet apoya su exposición. "Es tal cual. Por suerte o por desgracia, teníamos que renovar la plantilla cada año. Estábamos obligados a traspasar para poder equilibrar presupuestos".  Lastrados por lo financiero, el ojo y la fe fueron ensamblando aquel Mallorca.

"Firmamos a dos laterales jóvenes y sin experiencia en la élite: Cortés y Poli. Los dos venían de descender a Segunda B con el Extremadura. Queríamos suplir y hacer competencia a los teóricos titulares, Olaizola y Soler. También fichamos al argentino Lussenhoff como central. En el medio, como Engonga no siguió, me traje del Real Valladolid a Harold Lozano, un colombiano que vino libre. Y apareció otra figura importante: Albert Riera. El club quería cederlo, pero pedí que me lo dejasen ver en pretemporada. Se quedó e hizo una temporada sublime. Donde teníamos más problemas era en la delantera. Estaba Eto'o, pero con él y Luque las habían pasado canutas para continuar en Primera. Había una oferta del Deportivo por Luque y se aguantó su traspaso hasta la última semana. Con su venta, a cambio, nos trajimos cedidos a Pandiani y al Turu Flores", rememora Manzano. Lozano fue una apuesta personal y Riera un flechazo, pero... ¿cómo se firmaba a un jugador cuando no había Wyscout ni sistemas de vídeo tan avanzados?

"Era un proceso mucho más rutinario. Ahora al jugador se le ve más en el ordenador que en el campo. Se ha perdido lo de analizar al futbolista 'in situ', examinar cuáles son sus condiciones, cómo juega un partido en casa, cómo lo juega fuera, cómo juega con presión... Yo he tenido la gran suerte de tener como agente a García Quilón. Si alguien sabe de fútbol, igual le empata, pero no le gana. Me apoyaba mucho en él para fichar. Ya lo hice en Valladolid y nos funcionó. Era una combinación de todo: ver a los jugadores en vídeo y pedir las opiniones de las personas que sabían", revela el técnico pucelano. "No eran los niveles de ahora, pero estábamos bien informados. Hablabas con gente, veías vídeos, te mandaban partidos completos, emergió la empresa de Maldini, que facilitaba material… Nos arreglábamos", apoya Bonet.

Poco a poco, después de un inicio turbulento (tres derrotas en tres partidos), aquel Mallorca cogió fuelle con la idea de Manzano. "Siempre jugaba con un mediocampo en rombo y dos delanteros. En las primeras jornadas no pudimos contar con Eto'o por una sanción que arrastraba de la temporada anterior. Pandiani y el Turu llegaron un día antes de la competición, ni siquiera se habían entrenado con nosotros. Se tardó en hacer el equipo y el inicio no fue nada positivo. Tres jornadas, cero puntos. Dije: '¡Madre mía, cómo empezamos!'. Había comenzado apostando por los jugadores que ya estaban y en la cuarta jornada, en Bilbao, decidí darle una vuelta a todo: cambié a los laterales (entraron Cortés y Poli), puse en el medio a Robles… y ganamos 0-2. A partir de ahí surgió una trayectoria de siete partidos consecutivos ganando, un récord en la historia del club, y pasamos del último puesto a ser segundos. De haber derrotado al Villarreal en casa nos hubiéramos puesto líderes. Imagínate qué transformación".

Esa victoria en San Mamés, efectivamente, supuso un punto de inflexión para una escuadra que empezaba a asentarse sobre su once tipo: Leo Franco, Cortés, Lussenhoff, Nadal, Poli, Lozano, Riera, Álvaro Novo, Ibagaza, Pandiani y Samuel Eto'o. Franco, un portero que se revalorizó como pocos aquella campaña, da con otra de las claves del éxito: "El ambiente era tremendamente divertido, pero tremendamente competitivo. Unos pocos empezamos a ir a desayunar siempre al mismo sitio. Recuerdo que cada vez la mesa era más grande: venía un grupo, otro grupo... Eso fue fundamental, pero a la hora de competir teníamos un porqué: ganar la Copa. Y lo hicimos".

La caída del Superdépor y el Madrid de Zidane

Los bermellones se acomodaron pronto en la zona tranquila de LaLiga y no tardaron en colocar el foco sobre la competición del K.O.. Todos se ponen de acuerdo en el momento en que empezaron a creer en la gesta. "Cuando nos cargamos al Madrid en cuartos. Sin duda. En la ida empatamos a uno en el Bernabéu y en la vuelta les ganamos ¡4-0! Fue una masterclass", enfatiza Bonet. Eto'o, que besó a Del Bosque antes de empezar, se exhibió ante los Raúl, Zidane y compañía. En semifinales esperaba el Superdépor... y tampoco fue rival: 2-3 en Riazor y un controlado 1-1 en Son Mòix.

El rey Juan Carlos entrega la Copa a Miguel Ángel Nadal, capitán del Mallorca.  AFP
El rey Juan Carlos entrega la Copa a Miguel Ángel Nadal, capitán del Mallorca. AFP

"Algunos se han preocupado de desvirtuar aquella Copa por ganársela a un rival como el Recreativo, pero no lo conseguirán. Veníamos de superar dos eliminatorias muy importantes y con un fútbol espectacular. El recital en Palma contra el Madrid lo recordaré hasta que me muera", apunta Bonet. El Recre, cierto, no parecía un adversario temible para la final que se disputó en el Martínez Valero. Ya habían descendido a Segunda y los tantos de Pandiani y Eto'o (2) les desmontaron con relativa facilidad. El camerunés, a la postre estrella, estuvo a punto de no jugar aquel partido.

"Se había perdido las dos últimas jornadas de Liga por disputar la Copa Confederaciones con Camerún, pero negociamos que volviese", relata Manzano. Eto'o regresó... y se llevó uno de los mayores golpes de su vida a dos días de la final: mientras el equipo se entrenaba en un campo anexo al Martínez Valero conoció la muerte de su compañero Marc Foe, que se había desplomado en un encuentro ante Colombia en la propia Confederaciones. Manzano fue el encargado de comunicárselo antes de que el delantero abandonase la sesión entre lágrimas. "Después se cargó de fuerza, jugó por Foe y protagonizó una actuación espectacular: doblete y penalti provocado".

Aquella conquista, paradójicamente, significó el final de una etapa. El club, condicionado por su situación extradeportiva, no le ofreció la renovación a su entrenador. "Fue Mateu quien me lo comunicó. Me dijo: 'Si tienes algo, aprovéchalo, porque yo tampoco sé si voy a seguir aquí. La economía está muy mal y no sabemos qué va a pasar con el futuro del club'. Terminó el curso, el club se vendió y yo, cuando Luis Aragonés renunció, me fui al Atlético", recuerda Manzano . La incertidumbre atrapó los días posteriores al triunfo, pero el Mallorca salió adelante y vuelve a vivir, ahora con Aguirre al frente, otro período de bonanza y felicidad. "No creo que se vuelva a repetir, pero si Osasuna ha llegado a la final este año... ¿por qué no podemos soñar?", se anima Bonet. Hace 20 años, cuando nadie se lo esperaba, pasaron a la historia sin Wyscout, entre reuniones matutinas en cafeterías y con la ayuda del ojo de Quilón, ahora representante de Lucas o Theo Hernández. Alemany y Manzano acabaron en los juzgados a demanda de este último, pero nada podrá acabar con la leyenda de aquel Mallorca campeón: "Ay, lo que disfrutamos...".