No es Cholismo; es Ancelottismo

No hay mal resaca para quien está acostumbrado al esmoquin y la fiesta. Las copas (y los premios) las metabolizan tan rápido y bien que los días siguientes ellos lucen como una rosa. Así apareció en Elche este Madrid, que no necesita su mejor versión de forma continua para ir resolviendo trámites ligueros. El del Martínez Valero era un partido sándwich, entre el Clásico y el del Sevilla, y los de esta condición los suele cargar el diablo. Sin embargo, los de Ancelotti, que no se fiaba y solo metió dos cambios (Rodrygo y Rüdiger), sacaron adelante, con autoridad y momentos de fútbol redondo, un compromiso en el que el VAR volvió a ser el reflejo de esta tecnocracia que está maniatando al fútbol. Anuló dos goles por milímetros (el tercero era claro) y eso animó al Elche. El nuevo fútbol.

Salió en modo campeón el conjunto de Ancelotti, trenzando jugadas de exposición y jugando un fútbol bello. En uno de esos ataques 'champagne', pronto, en el 10', apareció el cañón (izquierdo) de Valverde para empezar a descoser el partido. El Elche se vio pronto superado por un tsunami y el Madrid quiso matar el choque; el intervencionismo lo impidió. Entre el VAR y la desaceleración del Madrid, revivieron a los de Almirón. Lunin, que se ha ganado el pan y el reconocimiento en ausencia de Courtois, se vio obligado aparecer en la foto con dos paradas de mucho mérito. Pero el líder tiene atributos que pocos poseen: la carga, la descarga y la resistencia. Finalmente, Benzema, tras una pared con Rodrygo (74'), y Asensio (88') adornaron el duelo y dejaron al Barça durmiendo a seis puntos... Este Madrid también juega a lo que quiere. No es Cholismo. Es Ancelottismo.

 

Quien dice que el elogio debilita, es que nunca ha sido elogiado. Un aplauso colma, pero también incentiva. Miren a Benzema. El Balón de Oro le ha devuelto el color después de algunos partidos 'mate' debido a lesiones y puestas a punto. En Elche estuvo participativo, muy ágil, generoso, generador y goleador. En la primera mitad le anularon un tanto y asistió a Alaba en el segundo gol invalidado por la tecnología. Volvió a dar una masterclass de paredes, desmarques y juego en la frontal.

En la segunda parte se cambió las botas, se calzó unas doradas con motivo de su galardón y ya no hubo VAR que impidiera el vuelo. Le volvieron a anular un gol. Sin embargo, en el 75', tras una preciosa pared con Rodrygo, marcó. Lo celebró con ironía. "Miradlo ahora en el VAR", pareció decir con gestos y esa pícara sonrisa del Benzema de siempre. Los 'dieses' son para el francés, pero bien podría ser compartidos con Rodrygo. El brasileño se siente importante. Le da igual si parte como suplente o como titular. Se divierte y se nota.

Hagan la prueba (o no). Si se asoman por la ventana y lanzan, por poner un ejemplo, una lavadora, es posible que vean a Fede Valverde corriendo para rematarla. Da igual si usted reside en Santiago de Compostela, en Madrid o en Santa Cruz de Tenerife. Ahí estará el uruguayo, que no hace prisioneros pero sí goles. Porque el Halcón no solo son pulmones y piernas. También es un arma, cada vez menos secreta, para el gol. Esta temporada se ha descorchado.

Pegar el estirón concede virtudes antes desconocidas. También las apuestas. La que hizo con Ancelotti, aquella de que rompería su carnet si no mete al menos diez goles, ha debido ser el pellizco que necesitaba el charrúa. En Elche recogió un rechace y, de nuevo desde fuera del área, marcó con zurdazo seco. Certero. Ya lleva seis tantos. Más que en las cuatro temporadas anteriores juntas. Su estado de forma y su golpeo son un escándalo. A este paso, Carletto puede respirar tranquilo. No se tendrá que retirar por no tener carnet...

Hemos pasado de ver fútbol a querer ver la perfección. El VAR ha convertido a este deporte en una sala de arquitectura, con el gol tendido en una mesa de madera noble y sometido a un exhaustivo análisis de escuadra y cartabón. El VAR vino para ser justo en acciones clamorosas, no un cirujano que da o quita una vida en base a un píxel. Como sucedió en la primera media hora de partido, cuando Gil Manzano anuló dos goles por el pelo de una gamba (el tercero, en el 60', fue claro orsay de Carvajal en su asistencia a Benzema). Más el segundo de Alaba, después de una extraordinaria jugada. Un centímetro de Benzema invalidó el tanto. En el 10', la línea abortó un tanto de Benzema tras otro jugadón al tener Vinicius un hombro fuera de la línea. Al fútbol me lo han cambiado.

El de Elche, si la ciatalgia de Courtois no lo impide y se cumplen los pronósticos de Ancelotti, ha sido el último partido como titular de Lunin. Al menos de momento. No me escondo y reconozco que comencé a mirar su titularidad con desconfianza. Pero en estos encuentros que ha encadenado, me he dado cuenta de que más que desconfianza era desconocimiento. Lunin ha dejado dos veces la portería a cero, un logro que parecía 'gafado' al principio de esta Liga. Contra el Elche protagonizó dos grandes paradas, la última a Clerc, sobresaliente. "Grande Lunin", tuiteó Courtois. Al premio Yashin no se le puede contradecir. El ucraniano ha demostrado que no es un sparring del belga sino un relevo de máximas garantías.

Este Elche de Almirón seguirá colista, pero tiene otra cara. La mostró contra el Valencia, que sólo la mala actuación arbitral (Pulido Santana invalidó un gol a Nico por pasar por alto la ley de la ventaja) evitó la primera alegría de la temporada y se quedó a medias. Y este miércoles le plantó cara al líder de LaLiga. Dejando a un lado el arranque del partido, cuando el Madrid salió como un torrente, el Elche alzó el mentón. Se vio muerto dos veces y el VAR le revivió. Nico y Boyé probaron a Lunin y, al regresar del descanso, con los locales mucho más agrandados, Clerc volvió a rozar el gol. El meta ucraniano sacó el cabezazo a bocajarro con una intervención solvente, de puños. Poco después marcó el Madrid y el conjunto ilicitano se vino abajo. Sigue colista, aunque este es un camino para encontrarse.