La foto que titula este artículo de opinión es tan poco común como reflejo de lo que es hoy el Valencia CF. Una piña. No es nada común que antes de un partido, cuando los jugadores chafan el verde por primera vez hagan corrillo y hablen entre ellos, habitualmente uno está con los cascos, otro con el móvil, otro reflexionando en silencio... Pero en este Valencia en el que los jugadores son colegas, salen juntos y hacen vida, eso no ocurre. Casi la totalidad del equipo hablaba antes del partido en común, el vestuario era consciente del partido que tenían por delante, para muchos de ellos era su primera eliminatoria en Mestalla. Su primer partido feliz tras haber irrumpido en el equipo en plena lucha por no bajar.
Y ese exceso de ímpetu, de emoción, de ganas de agradar al público pasó factura. El Valencia salió a comerse al Celta, pero en cuanto falló su primer bocado y recibió el del rival, le pudieron los nervios. Ni mucho menos fue un mal partido de los de Baraja, de hecho llegaron a meta rival mucho más que otras veces, pero se les veía nerviosos, atacados, con demasiadas ganas de vivir una noche de esas de 'balcón' en la Avenida de Suecia. ¿Y qué decir entonces?
Que es momento de apoyar a 'la quinta del Pipo'. Es momento de animarles ahora que Javi Guerra lleva unos últimos partidos sin estar atinado, o que Fran Pérez acabó frustrado por ser cambiado, o hoy que los kilómetros y kilómetros que corrió Hugo Duro acabaron sin gol que otras veces si llega. Es momento de animar al prometedor Yarek, a la 'sensación' Pepelu o al renacido Jesús Vázquez. Es momento de hacerlo, porque gran parte de Mestalla así lo hizo al acabar el partido: apenas un silbido y cánticos de apoyo a unos jugadores que se lo dejaron todo.
El Valencia hace piña antes del inicio.
Relevo.
Lo ocurrido hoy se puede entender como normal en una plantilla joven. Muy joven. En la cual la mayoría vive su primer año completo en la élite. Fue simplemente el exceso de nervios lo que mató a unos chavales que querían darle una alegría a su gente, ahora que han conseguido hacerles olvidar el temor de un descenso que el año pasado estuvo más cerca de lo que nunca debería estar.
Así que es momento de animar a este equipo, a estos chicos y, también y con mucha razón, de criticar a un máximo accionista que no permite que los Diego López, Javi Guerra y compañía tengan al lado o en el banquillo a jugadores veteranos que les ayuden a asimilar estas emociones. Hoy Hugo Duro, Gayà cuando salió, Paulista o Pepelu sí asumieron ese rol de tirar del equipo, pero estaban muy solos. Muy solos por obra y gracia de Lim. Así que ya que Lim ha dejado a la deriva a este club, que su gente siga de su lado, que se lo han ganado.
