El Atlético resiste y el Valladolid se hunde en un partido lleno de errores

El primer lunes de la temporada en el Metropolitano llegó en un momento complicado... no por la fecha, que también hizo que muchos se queden en casa si no también por la situación del equipo, que tras las victorias del Madrid y del Barça el fin de semana tenía la obligación de ganar ante el colista de la liga, el Valladolid.

Pese a eso, la gente respondió y fue al estadio. Unas 56 mil personas en total. Mucho turista aprovechando la festividad y las vacaciones en Madrid para venir al estadio y disfrutar de un once de Simeone con todos los titulares menos De Paul, que se quedó fuera de la convocatoria por lesión.

Pero el Atlético ganó y no sin sufrir. Tuvo que remontar nuevamente y estamos hablando de la décima remontada en toda la temporada, aunque esta fue más descafeinada que muchas de las anteriores.Julián con dos goles fue el mejor del equipo rojiblanco, pero la gente se fue del estadio con la mosca detrás de la oreja porque no fue un buen partido de sus futbolistas. Eso sí, ahora tiene que esperar pinchazos de sus rivales.

Los de Simeone no salieron metidos en el partido y sí salieron a verlas venir. Toquecitos para un lado, toquecitos para otro, presión a cuentagotas, dejando jugar al Valladolid. Pero apareció alguien inesperado, el VAR, que le dio un penalti al Valladolid por manos de Lenglet en el minuto 20 que transformó Sylla y tres minutos después, otra vez tuvo que ir a ver el monitor el árbitro Díaz de Mera para corregir otra pena máxima, esta vez sobre Giuliano que terminó transformando Julián Alvarez.

Lo que parecía un partido aburrido se convirtió en uno divertido. Y tras el primer gol del equipo rojiblanco, los de Simeone se activaron y los pucelanos todo lo contrario. Giuliano Simeone, en una contra espectacular, tiró un recorte dentro del área yle pegó un zurdazo para en siete minutos dar vuelta el partido en casa y animar a la gente que sufría bajo la lluvia.

Tras el segundo tanto, el partido se volvió a planchar. El Valladolid estaba sin fuerzas y el Atlético tampoco quería acelerar. Giuliano activaba al equipo rojiblanco pero a su vez Griezmann lo ponía en modo reposo, pero claro, ambas cosas al mismo tiempo no pueden suceder y así nos íbamos al descanso.

Nada cambiaba en el Metropolitano al descanso, ni la lluvia que caía en el estadio. Calentaban los jugadores del Atlético, pero Simeone seguía confiando en los suyos, en los once que iniciaron el partido. Pero otra vez los once del Atlético no demostraron hambre y Simeone reaccionó cuando vio que el Valladolid marcaba el gol del empate en el minuto 58 de partido gracias a un libre directo del capitán Javi Sánchez que tocó en la barrera y despistó a un Oblak que no se lo podía creer y sufría tras el tanto.

Después de eso, Simeone ni esperó al minuto 60 como suele hacer. Se cargó a Koke, Griezmann y Lenglet, que tuvo un partido para el olvido para meter piernas y mente fresca. Riquelme, Le Normand y Sorloth tenían que buscar ayudar al equipo para conseguir los tres puntos y no perder puntos ante el colista.

Cuando el Atleti no podía, llegó otra pena máxima para los rojiblancos. En el minuto 70 fue derribado Llorente de manera bastante ridícula y el árbitro no dudó. Julián, nuevamente, no fallaba y cruzaba el disparo ante el que nada podía hacer Ferreira. Casi sin merecerlo, en un partido donde hubo más errores que aciertos, el Atlético se ponía por delante.

Tras el tercer tanto, el Valladolid sí dijo que no podía más. Y era normal porque el equipo pucelano demasiado había resistido en los 75 minutos anteriores. Riquelme aprovechó la banda derecha, desbordó y se la dio a un Julián que remató de nuevo, demostrando que se salva casi siempre de la quema. No marcó él ahora, pero lo hizo Sorloth en el rebote, pidiendo cada día que pasa un lugar en el once titular y más cuando lleva 16 goles en toda la temporada.

Con esta victoria, se queda a tres del Madrid y a siete del Barça el equipo de Simeone y no le queda otra que esperar un pinchazo de ambos. No va a ser fácil, lo sabe todo el mundo, pero como dice el lema rojiblanco, nunca hay que dejar de creer.