El Barça aburre y se aburre en Getafe

El Barça intentó defenderse en el campo antes de hacerlo ante los micrófonos. El Caso Negreira es el elefante en la habitación, en el Camp Nou, y últimamente el fútbol no viene acompañando al Barça. El equipo aburrió y se aburrió en Getafe. El fútbol blaugrana fue gris, previsible, lento y desalentador. Tenía razón Xavi en que LaLiga aún no se ha ganado.

La realidad es que Quique Sánchez Flores ganó el duelo de la pizarra. Sucedieron muy pocas cosas, que es lo que buscaba el Getafe. Borja Mayoral, en los últimos instantes, hasta pudo haber marcado el 1-0. El Getafe-Barça fue todo parecía, prometía y aparentaba. No puede existir la excusa de factor sorpresa alguno. Sin el talento de Pedri el Barça se bloquea y el balón no rueda.

Si el equipo no pone el foco en el fútbol, no hay otro remedio que este pase a los despachos. Al Barça se le está haciendo demasiado larga la temporada. Volvió a quedarse a cero por tercer partido consecutivo. Sólo le queda esperar que Joan Laporta logre defenderse mejor de lo que hicieron los futbolista.

El Getafe sigue inmerso en el baile con el descenso. Y la música no se detendrá hasta que suenen los tres pitidos en la jornada 38. Los de Quique Sánchez Flores son un equipo distinto al que empezó la temporada. Esta tarde de domingo supieron competirle al Barça. De hecho, fueron superiores. En el terreno de juego se vio más lo que quiso que sucediera QSF que lo que quiso plasmar Xavi.

El Getafe apretó arriba al Barça para dificultar la salida de presión blaugrana. Y la realidad es que sólo Ter Stegen supo cómo desactivar la defensa adelantada de los azulones. Cuando los visitantes se afianzaban en campo contrario, el Getafe se metía en la cueva de David Soria. Entre las manos salvadoras del meta, los escudos de los tres centrales, la resistencia de la línea de medios y sus balances defensivos y la voluntad de los puntas -a Unal le quedó gasolina hasta para lanzarse en ataque-, el Getafe sumó un nuevo punto. Es el camino hacia otra temporada en Primera.

La titularidad de Balde por delante de Ferran y Ansu Fati fue un doble mensaje. El primero venía a corroborar que LaLiga no está ganada, el relato que Xavi ha ido empuñando durante las últimas dos semanas. El segundo, que no regala minutos. Se presentaba un escenario exigente y Xavi no quiso regalar minutos: Ferran y Ansu partieron desde el banquillo.

La entrada de Jordi Alba como lateral, según apuntaba Òscar Hernández antes del inicio del partido, era para buscar "último pase". Tenía todo el sentido del mundo. Sin embargo, el experimento no funcionó. Jordi Alba, víctima de un fútbol insípido, no logró encontrar situaciones de ventajas en las que sacar a relucir su zurda. Unos metros por delante, Balde evidenció que está mucho más optimizado llegando que estando.

Contaba Bojan Krikic en una entrevista con nuestra compañera Cristina Bea que "la sociedad no aceptamos que haya tiempo, que haya un proceso de recuperación". Nadie mejor que él sabe qué es tener que combatir con las expectativas. Ansu y Ferran tuvieron algo menos de media hora para dar el primer paso para volver. Presos del fútbol de sus compañeros, no lograron deshacerse de las cadenas del Getafe.

Parafraseando a Jack Kerouac, tanto Ansu como Ferran podrían decir aquello de que "ahora en los partidos encaro mi solitaria sombra". El escritor estadounidense se pasó la vida vagando por las carreteras de su país, viviendo su propia aventura al margen de lo establecido. Ferran y Ansu siguen sin encontrar su lugar. Y ahora más que nunca resuenan esas palabras de Bojan. El público tira a abajo a sus referentes hasta cuando las cosas van bien, con LaLiga -hasta hoy- encaminada. El fútbol ahoga, es demasiado cruel.

Hay partidos trampa y luego está la visita anual al Coliseum Alfonso Pérez. Es uno de les escenarios más farragosos para el Barça, que juega con pies de barro la mayoría de veces que viaja a Getafe. Unas semanas atrás, en Elche, los blaugrana actuaban en otro escenario propenso a dejarse llevar. Gavi no lo permitió. Fue el desfibrilador que necesitaba el conjunto de Xavi cuando encontró acomodo en el letargo.

Gavi vio amarilla en el primer minuto de partido tras un agarrón sobre Enes Unal en el círculo central. La amonestación apagó al centrocampista y se vio a un Gavi contranatura: tímido, escondido entre líneas y sin su mejor carta, la intensidad que conecta al equipo a los partidos. La amarilla fue muy discutida. Sin el látigo del canterano, el Barça se duerme.

Hay sueños que se rompen como el cristal. Centenares de futbolistas desfilan cada año por La Masia y sólo algunos pocos logran poner el pie en el vestuario del primer equipo. Y aún son menos los que saltan al verde. El Barça de Xavi ha contado durante los últimos partidos con los cameos de Ángel Alarcón, Aleix Garrido o un olvidado Pablo Torre.

"La memoria es una estantería llena de libros que abandonamos a medias", escribió en Prórroga Antonio Agredano. Los emocionantes thrillers que fueron los inicios de Munir y Aleñá se quedaron sin páginas que escribir. Porque no hay nada más vertiginoso que quedarse en blanco, afrontar un folio que espera sus letras. Munir nació junto a Sandro en el Barça de Luis Enrique. También hizo florecer una zurda quirúrgica Aleñá. Este lo hizo en el Barça de Ernesto Valverde tras años despuntando en el filial. Y cuántos como ellos hay repartidos por el mundo.

El primer equipo -De Jong le arrebató el 21- fue una ola de imprevisto en la playa. Se exiliaron para seguir cumpliendo el sueño de jugar a fútbol. Munir perdonó en el primer tiempo con un cabezazo y Aleñá entró en el segundo por el marroquí. Un sueño roto siempre deriva en el comienzo de uno nuevo. Los recuerdos siempre son felices cuando uno se encuentra fotos en alguna caja de cartón.