El Barça duerme líder gracias a Fermín... y a Ramos

Y cuando los debates se ciernen sobre los árbitros y la economía, el Barcelona vuelve a poner el foco en el fútbol. El partido ante el Sevilla empezó antes de que el balón rodara sobre Montjuïc, con el comunicado en el que los andaluces criticaban las prácticas que "supuestamente" realizó el club blaugrana. La comisión sevillista terminó sentada en la grada, lejos del palco.

Fue un partido que hace meses al Barça se le habría complicado. Por la dificultad del reto que es el Sevilla como rival y porque la llegada del gol parecía alejarse. Pero no aparecieron síntomas de estrés. A los tres puntos se llegó con Lamine Yamal y Fermín López. Y con el fútbol de Gavi, que ya es todo un veterano con 19 años. Lejos de palancas y de millones, fue La Masia quien mejoró el fútbol blaugrana. El Sevilla, que descansó sobre los hombros de Ramos y se estiró con la piernas de Lukebakio, asustó a Ter Stegen más de una vez. La cantera catalana fue la respuesta. Sólo la paciencia que Xavi quiere dedicarles les aleja ligeramente de la titularidad. No hay prisa porque son algo inevitable.

El fútbol es tan cambiante e impredecible que escribe historias tan bonitas como la de Fermín. De Linares a Barcelona se llega con un pelín de suerte y toneladas de talento. Fermín, acorazado en el aura del primer Pedrito, ha estado en el momento y el lugar adecuado. Ya no es la promesa ilusionante que se zampó al Madrid en Dallas, es una alternativa más que real para Xavi. Fue primer cambio a raíz de la lesión de Raphinha, adelantando una vez más a Sergi Roberto en la rotación.

Tuvo en sus botas el primer gol. Le asistió Lamine, que a la hora de construir arterias hasta el corazón del área rival es difícilmente mejorable. Allí estaba Fermín, que se giró pero disparo demasiado suave, todavía tierno y algo inocente. En el segundo tiempo, regaló una asistencia a Lewandowski que el polaco mandó por encima del larguero. Mejoró el ritmo de balón blaugrana. Nadie detectó mejor que él cuándo aparecer, cómo hacerlo y cómo deshacerse de la marca rival. Con la lesión del brasileño, Fermín ganará muchos minutos. Lo suyo fue una exhibición. De fútbol y de personalidad.

Saltó a calentar en un Montjuïc silencioso, todavía frío. Saludó a la grada sin recibir respuesta. Cuando la megafonía del estadio anunció su nombre, el barcelonismo se acordó de los años que Sergio defendió la camiseta del Real Madrid. Cada vez que tocó el balón, abucheo. Ramos jugó como si hubiera comprimido el tiempo. Con el punto de seguridad en sí mismo que nunca ha perdido. Se atrevió en ir a buscar a Raphinha lejos del área cuando el brasileño se acercaba a la base de la jugada, sin miedo a perder la espalda a campo abierto.

El partido intachable sólo lo corrompió su desafortunado gol en propia puerta. Por primera vez, la afición barcelonista terminó coreando su nombre. La historia nunca descansa. Hoy Ramos. El martes, Pepe.

En la ausencia de Pedri y De Jong, Gavi ha sacado el orgullo como escudo para postularse como primera espada como pelotero. El Barça cambió de forma ante el Sevilla, se olvidó del cuadrado para regresar al 4-3-3, con Cancelo más pegado al lateral y Joao Félix pinchado en banda. Acostumbrados a los cuatro centrocampistas, la construcción blaugrana echó de menos a ese elemento extra para coser jugadas. Conectaron menos por dentro.

Cuando pudo recibir, Gavi elevó el nivel de las posesiones catalanas. Al recibir de espaldas, su primer impulso es girarse. Pocos se atreven y él lo hace de manera natural. Los interiores quedaron, a ratos, algo descolgados. Con Raphinha y Fermín más adelantados, Gavi se acercó a Gündogan. Al alemán lo bloqueó la primera línea de la defensa sevillista. Fue su primer partido como pivote único. Gavi no sólo sabe bajar al barro.

Lukebakio enamoró al underground del fútbol europeo y a sus panenkitas con aquella zancada que conquistó estadios. En Montjuïc, irreverente en su primera vez ante el Barça, no solo tiró de piernas. Jugó por el centro pero también cayó a la banda. El Sevilla permutó posiciones de ataque. Ocampos nacía en la derecha y desembocaba en el centro. Lamela fue el más fluído. Lukebakio fue el arnés de Cancelo. El portugués tuvo que mantenerse más cauto en ataque. El delantero sevillista fue amenaza hasta cuando el Barça tuvo la posesión. Fue un martilleo constante a la espalda de Koundé y de Joao. Ningún otro sevillista estuvo más cerca del gol que él.

En el banquillo sólo quedaba Ferran y Xavi fue valiente a la hora de quitar a Joao Félix. El tiburón, que se había quedado con la miel en los labios en Mallorca, salió con la mentalidad de siempre. Inquebrantable. Del valenciano fue el centro que desembocó en el gol de Ramos en propia puerta, previo pase al centro del área de Lamine.

El Barça sólo se ha quedado a cero una vez esta temporada. Fue en el debut en Getafe y jugando más de media parte con un hombre menos. El Barcelona, con más talento y un fútbol cada vez mejor, sabe encontrar una variedad enorme de caminos hacia el gol. Y allí, en la zona de los hechos, tiene a muchos actores con ganas de agarrar papeles de protagonista. Será difícil que el Barça termine la temporada sin marcar en muchos de sus partidos.