REAL MADRID 3 - BARCELONA 1

¿Por qué Kroos deja en evidencia el control de Xavi?

El Barcelona volvió a quedar expuesto ante un Real Madrid que transformó cada salida en una pesadilla.

Busquets durante el partido/Getty
Busquets durante el partido Getty
Albert Blaya

Albert Blaya

Hay veces que una jugada explica a un equipo, a un partido. El 1-0 de Benzema disecciona lo que son ambos clubes a día de hoy y, sobre todo, su confianza en lo que hacen. Muy pocos conjuntos tienen tantos problemas para reaccionar a una pérdida como este Barça de Xavi, temeroso y desconfiado hasta de sus virtudes. Pérdida mucho más cercana a Lunin que a Ter Stegen y entre Kroos y Vinicius logran transformar un aparente control culé en un desorden imposible de resolver. El control del Barça es un decorado de cartón piedra.

El plan estaba claro. De inicio, Xavi buscó girar y cambiar la inercia del día del Inter. Bajar pulsaciones, ritmo lento y equipo junto ante un Real Madrid contemplativo, consciente de que su mejor arma es la mentira, el hacer parecer que es dominado mientras, en realidad, dominan ellos. Y lo hacen con algo que el Barça no tiene: la confianza. Creen que, mintiéndole al rival, el error contrario siempre estará cerca y el suyo, lejos. Y así fue durante un primer tiempo que expuso todos los dramas del Barça de Xavi.

Es complicado dominar cuando se juega a no perderla nunca, sobre todo si el riesgo no se entiende ni lee bien. Así, cuando recibían Dembélé o Raphinha, el Real Madrid ya estaba atrincherado, sin opción a amenazar realmente una línea defensiva que logró sobrevivir relativamente cómoda. El problema reside en que tus bandas sean inofensivas y que la circulación, lejos de mitigar esa falta de acierto, lo subraye más. Como si cada pase del Barça quisiese exponer lo que son como equipo. Y mientras tanto, el Real Madrid solo necesitaba saber que si robaba podría llegar ante Ter Stegen con dos pases, y lo sabían como se sabe que mañana saldrá el sol. Una verdad irrefutable.

En el fútbol a veces se trata más de aparentar que de ser. Pero el Barça se derrumba en sus apariencias, incapaz de transformar ese control en campo rival en algo real, tangible. Tener a Busquets y jugar en campo rival y que lejos de ser un arma para tu equipo se transforme en una limitación, es que algo no funciona, y no solo el propio nivel de Sergio, sino el de un plan que no logra hacerle pesar allí donde siempre pudo hacerlo. Pedri y Frenkie, pendientes de socorrer a su pivote, Lewandowski sin poder entrar en juego y unos extremos que no amenazan, el Barça se ahoga en su propio control.

Pocos jugadores como Kroos para lograr que vivir casi en tu área solo represente un atajo hacia la portería rival. Ante una presión desestructurada, con fe pero sin sustento táctico, el alemán se marcó un partido colosal controlando, pasando y fintando. De sus botas nace el 1-0 y la mayoría de salidas del Real Madrid. Y es que el Barça no solo no tiene la confianza, sino tampoco jugadores como Toni. El Barça demostró que por ahora su fútbol es más discurso que juego, mientras que el Real Madrid no necesita hablar, ni siquiera decir que juega, para jugar.