OPINIÓN

El Barça vive del pasado en un presente absurdo donde no existe el futuro

Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, en el palco. /AFP
Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, en el palco. AFP

El Papus murió hace un par de semanas. El Papus fue cantante de Útimos de Cuba, una banda que a finales de los 80 zarandeó desde Barcelona los escenarios mas comprometidos de la ciudad. Era un fenómeno que llegaba a los bares –la mayoría ya no existen- al grito de "¿dónde esta esa mugre?". En una de sus canciones que dejaron recuerdo generacional, y que se escuchó en el día de su despedida en Terrassa, cantaba: "Vivimos del pasado, en un presente absurdo, donde no existe el futuro".

Asistiendo al espectacular sainete en el que se ha convertido la realidad del Barcelona no puedo hacer otra cosa que acordarme del Papus y de los Últimos de Cuba.

Hace 30 años que el Dream Team ganaba en el Camp Nou su cuarta Liga consecutiva. ¡Qué tiempos! TV3 produce un reportaje sobre como consiguió el Barça fichar a Johan Cruyff como futbolista y, de paso, acabar con la farsa de los oriundos. ¡Que tiempos! En Movistar acaban de estrenar Núñez, un documental de la productora Abacus que rompió audiencias en el canal autonómico catalán hace unos meses y que, me dicen, tiene algún problema de traducción en su emisión para España. ¡Que tiempos! Y conozco compañeros que ya están preparando el recuerdo de los diez años de la final de Berlín, la que le dio el triplete al Barça de Luis Enrique, aunque aún falta un año para recordar aquella epopeya de Messi, Neymar y Suárez. Y el culé mira atrás con melancolía y ve los días en que para unos Cruyff, Marcial o Asensi, para otros Bakero, Koeman Guardiola o Zubi, y a los mas jóvenes Xavi, Iniesta Valdés o Messi, les hicieron sentir orgullosos.

Unos rememoran a Montal desmontando la farsa de los oriundos, otros a Núñez poniendo en su sitio a García o a Mendoza, y otros a aquel Laporta que llegó montado en un elefant blau y barrió los restos del nuñismo. A esos de "al loro" les parecía mucho mejor aquel Laporta que hacía lo que decía que este que hace lo que no dice o todo lo contrario, este compulsivo al hablar, al comer y al decidir. Que dirige el club desde su casa, como Núñez lo hacía desde su despacho de la calle Urgell y lo peor, como si fuera su empresa familiar, ese catalanista que ahora es caudillo. Mira atrás el Barça y todo lo que ve es mejor que este absurdo presente en el que vive.

La afición del Barça, triste por Xavi pero ve necesario un cambio. EFE

El día que Laporta decidió no invitar más a Xavi a 'sushi'

Porque el presente es tan absurdo como que a Montjuic se apuntan 17.000 socios, no llega a una media de asistencia de 40.000 pero a Bilbao, a una final de Champions femenina, se van más de 40.000 y muchos sin entrada, gracias a otra chapuza del club en la venta de localidades. La absurdidad del presente es la gestión de la continuidad de Xavi, que dimitió, se quedó y lo han puesto en la calle, gracias a la gestión personal del presidente, que el día 29 de enero aceptó la huida en dimisión, porque "era él", un mito. Un absurdo, que si podía ir a más, iría. Y fue el 22 de marzo, cuando Laporta dijo en la portada del Mundo Deportivo –su órgano de expresión habitual, solo eso ya se antoja absurdo visto con cierta memoria y perspectiva- que confiaba en convencerle de que continuara en el Barça una temporada más. Pero no hay límite para el presente absurdo. Resulta que dos meses después, aparecen brotes verdes –chavales del juvenil muy buenos- y el Barça llega con alguna esperanza a la vuelta de los cuartos de final de la Champions; Xavi cambia de opinión, se va a casa del 'presi' de forma muy discreta (se le llenó el portal de periodistas a los cinco minutos), se comen unos 'sushis' y un poco de 'sashimi' y Xavi sigue porque se miran a los ojos y descubren que se quieren, que hay amor al Barça. (Eso sucede después de haberle explicado esa mañana al resto de los directivos que en el área deportiva no había cambiado nada, que Deco seguía buscando sustituto porque Xavi se iba). Pues Xavi no liderará el proyecto ilusionante un año mas.

O sea, un absurdo.

Tan absurdo como no haber hecho caso a los que avisaron al jefe de que en diez días jugaban contra el Girona, que viendo como jugaban unos y los otros les podían volver a meter cuatro y ser terceros. El Girona les metió cuatro y el Barça se puso tercero y dicen que volviendo a Barcelona Laporta decidió dejar de comer 'sushi' con Xavi.

La excusa para echar marcha atrás y despedir a Xavi –¿ahora dicen que no le quieren pagar? Pues si le echan que le paguen- es que Xavi pidió sensatez en una rueda de prensa, porque el horno no estaba para bollos y el año que viene, más de lo mismo porque no hay pasta para fichar. Y el presi se enfada, y Miguel Rico, referente del periodismo catalán, se entera y lo cuenta por la noche en la Cope; a la mañana siguiente Jordi Basté, la voz más escuchada de la radio en Catalunya, lo oficializa en su programa de Rac1. Y se lía parda.

Y el viernes, una semana después, otro kleenex a la basura. Con una carta tan emotiva que la podía haber escrito el jefe de personal de Primark para echar a uno de los electricistas de la tienda de Madrid por pillarle durmiendo en un vestuario de mujeres. Con un matiz: Xavi es otro mito al que se escupe en los pies.

Con un agravante. En el último proceso, el de la caída final de la guillotina, salió del club un mensaje clarísimo: "Nada de nada, no hagáis caso de rumores" (mensaje interno textual a algunos empleados de otros departamentos); aviso a los medios que se reunirían pero más adelante, hoy probablemente y ya el miércoles pasado el comunicador que comunica dijo que sí, que la decisión estaba tomada pero que nunca se haría nada antes de la final de la Champions. Dicho y hecho.

Xavi se va con «la conciencia tranquila» y «un aprendizaje tremendo»EFE

El socio en La Boqueria: «Oye, ¿tú me puedes explicar algo?»

Y el socio, en La Boqueria, cada mañana te mira con cara de "oye ¿tú me puedes explicar algo?". Porque el presente de este club es un absurdo como la vocación del club por seguir filtrando nombres de ensueño para reforzar la plantilla el año que viene cuando en verdad no tienen un duro para fichar, dado que dependen de conseguir que le fíen los bancos, que llegue una inyección de dinero de alguien, de conseguir vender algo, si es que queda una joya de la abuela por vender en el fondo del armario.

Pero muestras del absurdo hay muchas, muchas más. Como la voluntad de inaugurar un campo a medio construir, la tontería de echarle un pulso a Nike, decirle al socio que ahora las camisetas las va a hacer el propio club y acabar renegociando el contrato con Nike vendiendo que le sacaran un pastón cuando en verdad, conseguirán un anticipo prolongando del que tenían.

Y así, según decía Laporta en la entrevista concedida en exclusiva al MD el 22 de mayo, la realidad del Barça no era "una fantasía, podemos soñar". E insistía: "Que nos dejen soñar los que no creen". Y a esos, los que pensaban que el Barça no podía ganar –aún competía en Liga y Champions- a esos les pedía que se apartaran y no molestaran. Solo le falto decir, aquí estoy yo, aguántame el cubata.

Ganar el culé solo ha visto ganar a Aitana Bonmatí. Todo. Y es tan absurdo que el responsable del fútbol femenino no acabó a puñetazos en una junta directiva con un miembro del área deportiva de Laporta que criticó a las chicas y lo que le costaban al club. En el colmo del absurdo está el gran asesor del presidente, Alejandro Echevarría. No es directivo. Era su cuñado y patrono de la fundación Francisco Franco. Lo va a seguir siendo mientras Laporta sea presidente. Su asesor quiero decir. Franquista lo será siempre, se supone. En este presente absurdo, ¿quién puede creer en el futuro? Y para acabar la sublimación del absurdo en el caso Xavi, se le vio con su señora por el Parc Güell, en el desfile de Lous Vuitton, que levantó las iras de diversos colectivos sociales, entre ellos los vecinos y el grupo que se opone a la celebración de la Copa del América.

La comidilla de los viejos del lugar: «Esto reventará un día»

No existe. No hay futuro. El Barça cumplirá 125 años con la sensación de que la cuenta atrás se ha disparado. No hay dinero ni salud. Hay un presidente empeñado en sacar al club del fango donde se lo dejó Bartomeu, eso sí. Un presidente que un día dice una cosa y al siguiente otra. Un presidente que en un asado renovaba a Messi y en cinco minutos lo finiquitó, que humilló a Koeman –te quedas 15 días y si encuentro a uno mejor te vas- y ha hecho llorar a Xavi, que el 25 de abril era el mejor entrenador para el proyecto, diez antes de perder en Girona y ponerse tercero en la Liga, decidió volviendo a Barcelona que ya no era el capitán para una banda que desafina.

"Esto va a reventar cualquier día", resumía ayer un veterano ejecutivo del club, que las ha visto de mil colores, consciente de que el presidente, exigido por la economía, lleva más de cien trabajadores despedidos y ha perdido nervio y talento con esos despidos, aunque en el comité de empresa le defienden, diciendo que muchas de las bajas son voluntarias y otras "necesarias" y prejubilaciones: "un favor". Otro absurdo.

Sin fútbol, sin dinero y con cada vez menos talento en las oficinas y sin capacidad comunicativa, ¿qué futuro tiene el Barça?... ¿Futuro? Vivimos del pasado en un presente absurdo donde no existe el futuro. Ya lo cantaba el Papus.