OPINIÓN

André Cury se la cuela de nuevo a un Barça que se deja engañar

Vitor Roque el día de su presentación con el Barcelona./EFE
Vitor Roque el día de su presentación con el Barcelona. EFE

"Elegimos al Barça en lugar de otras opciones donde podíamos ganar el doble de dinero", aseguró André Cury en RAC1. "No queremos una cesión. Si el club decide que no se puede quedar, saldrá vendido", amenazó el representante. No hace falta ahondar más en su discurso para evidenciar que Vitor Roque ha sido una ficha más para Cury, otro peón. André es un viejo conocido en Can Barça, un sospechoso habitual que conectó por primera vez con el club en la incorporación de Ronaldinho y a partir de entonces se dedicó a lucrarse.

Xavi, sobre Vitor Roque.

Alguien pensó que sería mejor traer a un tercer punta antes que al pivote que pedía Xavi a gritos. El centrocampista valía 60 millones y no había pasta. Para el delantero, con el mismo coste final, se exploraron otras fórmulas. Los grandes Barça siempre tuvieron a un gran arquitecto como pivote. Para el actual se pensó que la ausencia de Busquets la curaría el tiempo -aunque cada vez duele más-. Fue mejor mirar a otro lado y dejarse engañar.

Vitor Roque, el menos culpable de todos, está en el centro de la diana. Los ojeadores con experiencia en el mercado sudamericano dicen que las grandes promesas del fútbol mundial cierran sus contratos con 16 años. Roque ya llevaba dos en la élite cuando el Barça llamó a la puerta. Y en la imperiosa necesidad de prensa y aficionados por comparar jugadores, se le puso al lado a Endrick, al que los expertos dilucidan a día de hoy un futuro con cotas más elevadas. Y que de entrada se plantará en el Santiago Bernabéu habiendo marcado ya en Wembley.

Durante las primeras primeras semanas en Barcelona, Vitor Roque tenía el beneficio de la duda. Únicamente Xavi y su cuerpo técnico sabían -y saben- el nivel real del futbolista. Primero clamaron que físicamente no estaba al 100% porque el último tramo antes de llegar a Catalunya lo pasó recuperándose de una lesión. Desde su entorno, en cambio, decían que estaba listo. Había disparidad de criterio en la directiva en invierno. Algunos catalogaban su llegada antes del verano como un "suicidio deportivo". Una temeridad para un chico que llegaba sin ritmo, con la necesidad de adaptarse y a un club que lleva años bordeando el abismo.

El mensaje a inicios de año fue claro: Marc Guiu estaba por delante de Roque. El técnico se amparaba en el tipo perfil e insistía en darle tiempo al joven brasileño. Las formas del fichaje, sin embargo, le desprotegieron. Roque necesita tiempo y el club vive de la inmediatez. Desde la etapa de las palancas. Desde que se agarra a disputar una Supercopa no por ilusión sino por necesidad. En un contexto límite en el que si quiere fichar deberá vender aunque le duela -y ninguno quiere irse-, nadie ha salido a explicar cómo se pagó tanto dinero por lo que podría llegar a ser un futbolista. Lo que fue un silencio agónico, un elefante en la habitación, es ahora una bomba de relojería.

El Barça trata de cuidar la economía al milímetro. Lo hace a todas las instancias. En La Masia, por ejemplo, ha cambiado los taxis individuales por los autobuses que recogen a varios chicos en ruta hacia la Ciutat Esportiva. Y ahora que la gran mayoría de equipos ya han ganado sus ligas, pasarán a entrenar un día menos. Con lo que conlleva a nivel de ahorros. A los periodistas que van a Montjuïc no se les da una funda para las acreditaciones, sino que cada uno reutiliza la suya. Algo que no sucede, por ejemplo, en Montilivi. Son pequeños cambios que ayudan a revertir poco a poco la situación. Hasta que alguien decidió romper la banca a martillazos.

Nadie asegura que Roque no vaya ser un futbolista de talla mundial, aunque la niebla que le envuelve ponga en duda la hipoteca del Barça. Lo que sí ha provocado su fichaje es haber recuperado la larga lista de veces que alguien -y en varias ocasiones, Cury estuvo de por medio- se la coló al club. Vinieron vestidos de promesas Matheus Fernandes, que no fue presentado y acabó demandando al club, jugadores con sobrepeso que no llegaron a debutar y otros que vagan por el fútbol semiprofesional. Teniendo en casa una de las mejores canteras del mundo, se sigue cayendo en la trampa de fichar futbolistas mediocres.

Cuando Cury habla del futuro de Roque no toca más variantes que la del dinero. Cuando un agente ni siquiera contempla una cesión, que podría ser buena para todas partes, es que solo piensa en comisiones por mover futbolistas como si fueran cromos. El Barça, que no puede permitirse el lujo de equivocarse al fichar, está tiritando y vuelve a dejarse enganchar y engañar por el juego. Y la banca siempre gana. Mientras tanto, Roque piensa en los dos goles que ha marcado en el ratito que le han dejado jugar y se pregunta qué está pasando.