RAYO 1 - BARCELONA 1

Xavi vive en un bucle y la crisis amenaza al Barcelona

Los azulgrana no pasan del empate ante el Rayo Vallecano y reafirman su mal momento de juego y resultados. El triunfo del Atleti le descuelgan al cuarto puesto.

Xavi ante el Rayo Vallecano. /EFE
Xavi ante el Rayo Vallecano. EFE
Albert Blaya

Albert Blaya

El Barça no está luchando solo por ganar, sino por convertirse en un equipo reconocible para que la victoria, que se le está alejando y convirtiendo en algo extraño y lejano, sea algo mucho más que un parto en cada partido. Sin Gavi, que desahucia al FC Barcelona de un punto competitivo imprescindible para reconocerse cuando las cosas no salen, los de Xavi han ido a Vallecas como si fuesen al dentista, con todas las caries a la vista y tanto miedo como el de un niño en su primera visita. Ante una falta de confianza alarmante, no hay talento que valga... aunque ayude. Y para más inri, el triunfo del Atleti al Mallorca descuelga a los azulgrana al cuarto puesto.

El dircurso de Xavi ha entrado en un bucle en las últimas semanas.

Xavi vive en un bucle que amenaza con comérselo y que consiste en que después de cada partido el técnico azulgrana explica que el equipo ha mejorado en el segundo tiempo y que esta es la imagen a seguir. Esto nunca se traslada al siguiente encuentro, como si después del pitido final el Barça sufriese un vaciado de memoria y jugase solo siendo consciente de sus limitaciones y de un miedo que paraliza a todos los jugadores. Los de Xavi solo empiezan a entender el partido y a tomarle el pulso al encuentro una vez se ven muertos; el juego nunca es causa, lo es el resultado. Y el Barça no puede ser reconocible si no invierte el orden de los factores.

Un Barça sin grandes partidos

A mediados de noviembre, y a punto de llegar al clímax de la primera parte de la temporada con el Porto, Atlético y Girona aguardando, el Barça solo ha ganado dos partidos de forma contundente en los que ha podido disfrutar de su plan de partido: Betis y Amberes, de forma consecutiva y con el debut de los Joao's, lo que a estas horas tiene el recuerdo amargo de una fiesta que terminó muy tarde, una borrachera colectiva que ahora mismo nadie se puede explicar. Porque es grave que el Barça, a mediados de noviembre, no haya podido ganar ningún partido más allá de esos dos con relativa comodidad, y que la mayoría de sus victorias no hayan tenido un punto de dominio colectivo que llamase al optimismo. El Barça, aunque Xavi diga que los detalles le van en contra, está sobreviviendo muchas veces por esos mismos detalles.

Quizás lo que más preocupa es que no hay un diagnóstico claro y conciso, algo que señalar para que la parroquia culé se tranquilice. Los rayos X no ofrecen una mancha concreta, sino un cuerpo que ya no responde a los estímulos como antes y en los que todas sus fortalezas se han transformado, de la noche a la mañana, en sus principales debilidades. Es un paciente que tiembla porque no sabe lo que le sucede, y Xavi no apunta a un sitio, sino que dispara a muchos temas: intensidad, el entorno, entender el juego. Cuando todo se tambalea, es que los cimientos no están bien construidos.

El Rayo y un mar de pruebas

Ante el Rayo Vallecano, equipo al que Xavi todavía no ha podido vencer, el técnico azulgrana trató de cambiar ciertas cosas: regresó De Jong y con él el Barça se posicionó de forma distinta, con el neerlandés haciendo de eje y Romeu tratando de sobrevivir más arriba. Cancelo volvió a pisar zonas interiores y Pedri acompañaría toda la mediapunta con más libertad. El Barça mejoró desde un orden más riguroso, pero no encontró forma de poder encontrar las debilidades del Rayo, mientras que los de Francisco insistieron una y otra vez en aquello que más le duele al Barça.

El Barça viene siendo un equipo incapaz de imponer su voz, quedando como un actor secundario en sus propias películas. Alguien ajeno a su propia voluntad. El principal problema del equipo de Xavi es de juego, de no ser capaces de potenciar a unos futbolistas que parecen peores de lo que son, y cuando esto sucede es que algo falla más allá de un bajón individual. Sin juego y sin diagnóstico, el Barça se limita a dar bandazos para tratar de adivinar qué está fallando. El equipo que ganó presionando ahora ya no sabe cómo hacerlo. Y sin una fortaleza que sostenga el resto, el Barça no tiene más argumentos que un discurso que cada vez cala menos.