FC BARCELONA 2 - REAL MADRID 1

El Barcelona da carpetazo a LaLiga

Un gol de Kessie en el descuento deja al Real Madrid a 12 puntos. El VAR anuló un gol de Asensio por fuera de juego que hubiera dejado LaLiga aún con vida.

El Barça celebra el gol del empate de Sergi Roberto. /EFE
El Barça celebra el gol del empate de Sergi Roberto. EFE
Sergio Gómez

Sergio Gómez

Al Real Madrid se le fue el partido de la esperanza. Se lo arrebató un Barça que ya mira desde lo lejos, a 12 puntos a falta de 12 jornadas, distancia suficiente para convenir que ha dado carpetazo a LaLiga. Un gol de Kessie en el 91', con su equipo sufriendo, decidió un Clásico que comenzaron ganando los blancos con un gol en propia puerta de Araujo y que acabaron perdiendo por el mayor corazón de los azulgrana y por un tanto anulado por el VAR a Asensio, que hubiera resucitado el campeonato. Se derogó por un fuera de juego milimétrico. Eso cargó de argumentos y sospechas a un Madrid que, salvo en los últimos minutos, caminó siempre en situación límite. Esta vez fue mejor el Barça, que también ha demostrado poseer la capacidad de tolerancia a la angustia propia de los campeones.

En un Clásico inflamado por la borrasca del caso Negreira, que empezó agrietando la credibilidad en el sistema y ha acabado llevándose por delante imágenes institucionales (no hubo comida de directivas y Florentino se ausentó en el palco), Ancelotti llegó con las ideas claras. Es en los partidos de alcurnia donde los entrenadores se despojan de cortesía y exponen sin disimulo sus titulares. Y el italiano suele volver al lugar donde fue feliz. Así que se abrazó a los que ganaron al Liverpool y ascendió definitivamente de rango a Camavinga. 

El francés está ya por delante de Tchouameni, que aún le falta letra y encanto para rimar. Su partido en el Camp Nou volvió a empoderarle. Por su parte, Xavi, sin Pedri ni Dembélé, sí movió músculo. Concretamente el de Kessie. Se ahorró a Ferran, recuperó los cuatro centrocampistas y sorprendió con Sergi Roberto por delante del marfileño. El canterano es uno de sus ojos derechos y el africano, salvo en contadas citas como en La Cerámica o en el Bernabéu en Copa, no había dado argumentos para agarrar el puesto. Al final, los dos acabaron saliendo en los títulos de crédito.

El inicio del partido vino a confirmar lo que ya sabíamos: que el gol a veces coge otro camino distinto al fútbol. Ya lo comprobamos en el Clásico de Copa del Bernabéu, cuando un Barça que renegó de la pelota y se mostró a la defensiva venció con un tanto en propia puerta de Militao. Igual comenzó sucediendo en el Camp Nou, aunque con un espejo delante. En esta ocasión los papeles se tornaron, como vasos comunicantes que son.

El Barcelona no salió por la ramas, fue al grano. Solo así, agarrando los problemas desde el principio tienes más opciones de resolverlos. En los cinco minutos iniciales se sirvió un encuentro con los azulgrana cumpliendo a rajatabla con dos de sus mandamientos: la primera presión, voraz, y pelota. Ese primera impresión se tradujo en un derechazo de Lewandowski y un cabezazo de Raphinha que se encontraron con el mejor dique de LaLiga: Courtois. A los 23 segundos, Benzema ya había disparado a puerta, pero tanto ese remate como el resto de su partido fue de fogueo.

Un gol casi sin querer

El Madrid supo aguantar el temporal buscando un enchufe al espacio. Y así, en el 9', se encontró con el premio casi sin pretenderlo. Un error de Busquets se juntó con el atrevimiento de Camavinga en el ataque. El francés, al alza, combinó en el interior del área con Vinicius, que centró. El balón no llegó a su destinatario y sí a la cabeza de Araujo, que le embadurnó de veneno hasta meterlo en la portería. Era la primera vez que Vini salía con una sonrisa de un duelo con Araujo, su nudo gordiano particular. El tanto dejó al Barça aturdido, impaciente y con cierto descontrol, pero el Madrid no supo aprovecharlo. Es costumbre en los últimos tiempos que deje las cosas a medias cuando la carretera se allana, se acomoda en el control en lugar de apretar la mandíbula.

Esta actitud y el estado de necesidad del Barça hizo que los azulgrana volvieran al plan de inicio y comenzaran a agobiar a Courtois montados en el orden de De Jong y en la grupa de Raphinha, un constante incordio para Nacho, que nunca encontró ayuda en Vinicius. El brasileño, cuando no estaba centrado en su duelo con Araujo lo estaba en De Burgos Bengoetxea. Sobre todo después de que el colegiado amonestara al propio Nacho por un pisotón al central uruguayo del Barcelona cuando antes se había ahorrado una a Sergi Roberto por una acción similar. Hasta Benzema, desaparecido, apareció para reclamar silencio a su compañero y volver a reconducirle.

El encuentro ya era del Barça, una ola en la playa, que iba y venía al área blanca. Christensen amenazó dos veces a Courtois, el belga volvió a lucirse en un remate lejano de Raphinha... El Madrid había retrocedido sin disimulo y se protegía de las acometidas como podía. Los únicos que estaban en sus máximos eran Camavinga y el propio Courtois. Hasta ese instante la diferencia fue lo que paró el belga y lo que no detuvo Ter Stegen. Pero la marejada acabó empapando a los de Ancelotti justo antes del descanso. La insistencia tiene estas cosas. Vinicius volvió a mostrarse renuente a ayudar atrás, el balón llegó a Raphinha y, después de varios rechaces, Sergi Roberto, la sorpresa de Xavi, dio un mazazo a los blancos y encendió al Camp Nou.

Asensio agitó y el VAR apareció

El encuentro volvía a estar en la casilla de salida y los equipos no variaron sus biorritmos tras el descanso. El Barça raptó la pelota con un Sergi Roberto crecido y el Madrid siguió aguardando alguna ocurrencia de Vinicius. Ancelotti se jugaba LaLiga y para transformar la narrativa movió piezas. Quitó a Kroos, que acusó el cansancio del partido contra el Liverpool, y a Nacho, amenazado con una amarilla, por Rodrygo y Mendy para meter a Valverde en el mediocampo. El brasileño, que con frecuencia ha sido el mejor comodín de la llamada, rozó el tanto de inmediato gracias a la enésima pérdida de Busquets. Pero al Madrid le faltaba energía. Fue después de una clara ocasión de Lewandowski, tras estética chilena, cuando el entrenador madridista pulsó el botón rojo de las emergencias e introdujo un triple cambio que fue un mensaje inequívoco: morder e ir a por el partido.

El italiano borró a todo el centro del campo (Camavinga, Valverde y Modric) y aplicó oxígeno con Tchouameni, Ceballos y Asensio. El movimiento fue un estímulo. Benzema rozó el gol y Asensio, en el 80', lo marcó. Fue el epílogo de una buena combinación entre Vinicius y Carvajal. Pero lo hizo en fuera de juego, según el VAR y unas líneas dibujadas que precisan el ojo de halcón. El tanto anulado llenó de sospechas y quejas al Madrid (no hay Clásico sin salsa) y volvió a dejar una verdad atronadora. No hay ningún jugador en el Madrid con una relación tan fructífera con el gol como el balear.

Esto fue un toque de corneta y el partido enloqueció. Los blancos se descamisaron y encerraron al Barça: Benzema y Tchouameni volvieron a amenazar a Ter Stegen, Asensio se echó al equipo a la espalda... Pero como el fútbol va por un lado y los goles por otro, en el minuto 91, once después de aquel tanto anulado, Kessié marcó el 2-1, sentenció el encuentro y echó la cortinilla a LaLiga.