El Barça gana con lo justo y acorrala a Quique

El Barcelona ganó 1-0 al Getafe por gol de Pedri. No ha sido un arranque fulgurante, pero sí la descripción idónea de los hechos. Poco más se puede rescatar de un duelo insulso, que al menos refuerza dos discursos. Este Barça sabe ganar y no es baladí. Los fantasmas del pasado ya no duermen en el Camp Nou. Ter Stegen los ahuyenta con sus paradas y Pedri los regatea con su descaro. Un solitario tanto del canario en el minuto 34 le da tres puntos a los de Xavi, que ya encuentran en el liderato su hogar. También dejan a Quique Sánchez Flores contra las cuerdas. Su puesto corre peligro y no se descarta que sea destituido en las próximas horas.

Precisamente lo ocurrido en el Camp Nou resalta la crisis existencial del rival blaugrana. Este Getafe tiene equipo para mucho más, al menos en propuesta. Su rutina es rezar a Ünal, aspirante al próximo delirio de la Premier de pesca por nuestro campeonato. O a Mayoral, un killer de errores y aciertos que esta vez no pudo con el muro Ter Stegen. Desde la medular, conectan envíos como si el césped fuera una carretera comarcal. La falta de fluidez se transforma en resultados insuficientes, con Ángel Torres meditando un cambio próximo.

Y así pasó una tarde más en el templo blaugrana, donde los devotos ya no portan la estampa del fútbol total, pero salen satisfechos con los tres puntos. Los viajes al Camp Nou no son siempre una visita de élite cultural, como antaño. El toque era La Gioconda, la Alhambra, la voz de Michael Jackson. El reglamento, no obstante, es franco: ganar los partidos da tres puntos y LaLiga es para el equipo que más sume. En eso el Barça va lanzado.

Quique Sánchez Flores dirigió al Getafe por primera vez el 29 de agosto de 2004. Para entonces, Gavi tenía 24 días de vida y Pedri no llegaba a dos años. Quizás esa trayectoria, dividida en tres etapas diferentes, es la que iguala su experiencia vital a la de un gato. Ya había muerto seis veces antes de llegar al Camp Nou, donde dio la talla sin colocarse el salvavidas. Su puesto pende de un hilo y en el Coliseum ya resuenan las campanas por la vuelta de Bordalás, un soldado que les aupó a la élite.

El todavía actual técnico se lleva consigo un sinfín de méritos. Y también reclamos. Su Getafe es insulso en la elaboración y no es capaz de aprovechar el enorme potencial de sus puntas. Tampoco goza de la fiabilidad defensiva de antaño, lo que fuerza un Djené-Duarte-Alderete acompañados de Damián Suárez y Juan Iglesias. No es un alarde al fútbol ofensivo, pese a que los recursos para el ataque no son precisamente escasos: Latasa, Jaime Mata, Munir, Portu, Seoane, Maksimovic... 16 goles rozando el ecuador de la competición son una pobre cifra para tal potencial. El Geta se ha acostumbrado a vivir en el alambre, a sobrevivir antes que a vivir. En el fútbol mandan los resultados y estos tampoco llegan. Se vienen horas agitadas por el sur de Madrid...

Es un vaivén el caso del '10'. Tras un par de goles de los que celebraba como rutina antes de la lesión, era natural esperar un mejor papel. Xavi confió en él como delantero centro por la sanción de Lewandowski y no estuvo a la altura. Más bien se mostró desorientado, escaso en la producción ofensiva. Lo intentó, algo que jamás se le puede reprochar. Incluso retrocedió en su posición para ofrecer espacios y alternativas entre líneas.

El carácter de un jugador que quiere triunfar a toda costa y al que no siempre le salen las cosas como desea. En la recta final, tiró un buen desmarque, señal de sus fundamentos y talento. Escuchó el pitido final sin haber dejado huella alguna en el encuentro. Continúa en ese sempiterno 'me quiere, no me quiere', aunque su posición influyó. Xavi vuelve a coger apuntes: mucho mejor en un costado.

Lleva razón Quique Sánchez Flores en que Jaime Seoane no ha aprovechado sus oportunidades hasta el momento. Llegó a Getafe en verano, como jugador libre y tras marcar 14 goles en un equipo puntero de Segunda División como el Huesca. Jugando en la medular, en ocasiones de pivote, con algo más de libertad por delante, como extremo... Por ejemplo, marcó en cuatro jornadas consecutivas de la 25 a la 28.

En los últimos diez partidos, ha jugado un total de diez minutos. Poco se habla de él. Y de Portu. O de Munir, que sí festejó en la Copa. Son tres futbolistas de nombre reconocible, gran rendimiento en un pasado cercano. Este Getafe juega con un núcleo reducido y los resultados no terminan de llegar. Solo el tiempo dirá si Quique tenía razón en no apostar por ellos o si, por el contrario, eran merecedores de más oportunidades.

No le hace falta una participación constante para ser un tiburón. Ya se le veían costuras en su etapa en el Villarreal. Como diría Benzema, es un delantero para la gente a la que le gusta el fútbol. Le faltaba el gol y en los últimos años ha mutado en depredador. Su mejor cosecha es el temor que infunde a la zaga rival. También la libertad que entrega a su compañero Mayoral desde el movimiento. De sus botas nació el gol anulado al exmadridista por fuera de juego. Siempre ofreciendo soluciones, el disipador de problemas. El Getafe respira aliviado: un golazo de los suyos al Barça hubiera encendido las alarmas de la Premier, que invierte más en enero que en regalos navideños.

A la par que el Getafe-Barcelona se disputaba una oda al fútbol en el Emirates. El Arsenal ganó 3-2 al United ante el delirio de una afición entregada. Un partido de los que hacen vibrar al espectador, una explicación ideal para pasar esta fría tarde de domingo en el sofá en vez de recurrir a unas cañas. Y los de Arteta arrastran ese delito con orgullo. Van juntos, de la mano, vuelan. Son el clásico equipo para disfrutar de hemeroteca pasados unos años.

¿Y qué relación guarda esto con lo sucedido en el Camp Nou? El Barcelona, líder, ya está posicionado como el favorito a ganar LaLiga Santander, por delante del Real Madrid. Ahora bien, ¿despierta este equipo las mismas emociones que el Arsenal o otros grandes campeones de los últimos años? Lo cierto es que no. ¿E importa? Tampoco. Un título es el fin y para ello sí están justificados los medios. Este Barça ya sabe ser resultadista cuando la ocasión la requiere y le cuesta gobernar. Y brilla ante los focos, como en la Supercopa. A Xavi le queda demostrar que la sensación de fragilidad es cosa del pasado. Ante el Getafe, apenas sufrió.