El calentamiento que cambió la carrera de De Marcos y enamoró a Bielsa: "Prepárese que va a jugar"
Cuando su futuro en el club estaba en el aire y tras un inicio convulso con el argentino, el técnico le hizo titular por sorpresa en un amistoso, enamorado de su comportamiento.

Marcelo Bielsa llegó a Bilbao en el verano de 2011, tras unas elecciones presidenciales que venció Josu Urrutia y que permitieron el aterrizaje del rosarino en Lezama. Un fichaje que lo cambiaría todo. A nivel estructural, futbolístico y emocional. Quienes coincidieron con él lo tienen claro. Fue una revolución y eso nadie puede discutirlo, más allá de ser más o menos defensor de sus prácticas, su exigencia casi enfermiza y su estilo tan metódico y ofensivo. Cambiaría la vida de un grupo de jugadores que tocó la gloria, aunque los comienzos fueron muy convulsos. Quizá demasiado, sobre todo para el grupo de jugadores que desde el primer día fueron descartados por el técnico argentino. Algunos, sin embargo, fueron capaces de hacerle cambiar de idea.
El caso de Iñigo Pérez es el más especial porque el navarro fue apartado, pero acabó convenciendo al entrenador y convirtiéndose en un suplente de lujo, más allá de la relación personal que hicieron y que mantienen hoy en día. Óscar de Marcos, uno de los jugadores predilectos de Marcelo y que acabó el curso con 56 encuentros jugados, 9 goles y titular en todas las noches importantes de aquel histórico curso, incluidas las dos victorias al Manchester (anotó en la ida y en la vuelta), estuvo también cerca de ser un descarte. Los comienzos fueron complicados entre ellos.
Verano de 2011. Marcelo confecciona una pretemporada plagada de partidos pensando en la previa de Europa League que debían afrontar ante el Trabzonspor turco. Entre el 20 y el 31 de julio se midieron a Alzira, Southampton, Werder Bremen, Numancia y Catania. De Marcos, que venía de dos temporadas discretas a las órdenes de Joaquín Caparrós y, sobre todo, una segunda en la que apenas jugó 15 partidos, no aparecía en las quinielas de nadie para ser titular. Tampoco en las de Marcelo, que se había 'cansado' de ver vídeos antes de aterrizar en Bilbao y le utilizó únicamente en 70 minutos de entre esos primeros cinco encuentros.
Al día siguiente de medirse al Catania, otro grupo de jugadores debía enfrentar al Amorebieta. Óscar, que había tenido algunas diferencias con el técnico, tampoco aparecía entre los titulares. Pero como siempre con el argentino, todos los convocados saltaron a calentar al césped de Urritxe para acumular trabajo físico. Y el de Laguardia lo hizo a máxima intensidad. Al volver a los vestuarios, justo antes de iniciar el amistoso, todo cambió. Marcelo se acercó a De Marcos y le dijo que se preparase porque finalmente iba a ser titular. Había calentado tan bien, pese a no ser uno de los titulares, que el técnico le dio el premio de salir en el lateral izquierdo en sustitución de Enric Saborit, quien era el elegido para disputar aquel choque.
Disputó todo el encuentro. Al acabar y tras haber dado la asistencia del primer gol, el argentino le destacó su comportamiento, aunque no tanto su fútbol: "Con esa actitud llegará lejos". De Marcos pasó de prácticamente no aparecer en los amistosos a jugar como titular los tres siguientes ante Tottenham, Sestao y Valladolid y, sobre todo, ser incluido en la alineación del primer encuentro oficial del curso en la importante previa ante el Trabzonspor.
4.811 minutos en un año inolvidable
Después de aquellos amistosos vinieron 56 encuentros oficiales, jugados todos ellos como titular. De Marcos se convirtió en un interior llegador que asaltó Europa, marcando goles tan importantes como los mencionados ante el Manchester United, pero también en los cuartos de final en Alemania ante el Schalke. Fue clave en un Athletic que llegó a la final de la Copa del Rey y de la Europa League y lo hizo con el 10 a la espalda. En aquel inolvidable curso no se ganó ningún título, pero Óscar se enamoró de Marcelo y este entendió que De Marcos era un pilar para el equipo, en lo futbolístico y en lo emocional.

"Marcelo nos sacó el mayor rendimiento deportivo a casi todos los jugadores. Fue un lujo tenerlo, fue un lujo descubrirme cosas que ni yo mismo sabía que tenía. Vivimos días inolvidables", recordaba el propio lateral hace años en un repaso de su carrera. Dos temporadas a las órdenes del argentino que le colocaron en otro estatus dentro del club de su vida y acabaron con las dudas que tenía él mismo sobre su futuro cuando Caparrós lideraba el banquillo rojiblanco.
Llegó después Ernesto Valverde, el técnico con el que más tiempo ha pasado y el que le acabó dando el lateral derecho en la campaña 2014-15, en detrimento de Andoni Iraola, para convertirse en un titular indiscutible hasta hoy. Son dieciséis temporadas que quizá nunca hubiesen sucedido si en Urritxe, en una mañana de agosto, De Marcos no hubiese calentado como si le fuese la vida en ello.