Camavinga y Tchouameni salvan el cortocircuito de Mbappé para que el Real Madrid siga en la Liga

Cada fin de semana se suele repetir una escena. Hay algo emocionante en mirar a un grupo de gente tremendamente privilegiada y ver que ellos tampoco son exactamente felices. Antes ocurría con el Barça. Ahora pasa con el Real Madrid. Al menos en esta ocasión salvaron el drama con un triunfo agónico en Mendizorroza, gracias al partido fantástico de Tchouameni y Camavinga.

Los de Ancelotti se impusieron al cortocircuito de Mbappé y se repusieron a las desdichas del propio partido, que no supo aprovechar el Alavés. También confundido en los minutos finales, entre tanto alboroto, acabó con la expulsión de Manu Sánchez tras revisión de VAR. Soto Grado, el árbitro de todo esto, no vio en directo ninguna de las dos tarjetas rojas y se tragó el empujón de Rüdiger en un primer gol que no subió al marcador. Hubiese calmado las aguas. Pero no. El Madrid sigue dando vértigo. Y no en el buen sentido de la palabra.

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Lo que ocurrió con Kylian Mbappé esta tarde familiar de domingo en Mendizorroza sólo tiene una explicación. Le pasó a un amigo. El jueves por la tarde, en el ya mundialmente conocido juego de fútbol 'LaLiga Fantasy', fichó al crack del Real Madrid gastando todo su dinero, para ponerle de capitán además (es decir, sus puntos, para bien o para mal, se multiplicarían por dos).

El delantero de Bondy cortocircuitó contra el Alavés. Desde los primeros minutos de partido. Se le vio malhumorado, intentando acciones que no le correspondían, como si se creyera Benzema. Y claro, se dio cuenta que él no es como Karim. La zaga local le desquició, y ya tuvo un amago de explosión en un forcejeo con Abqar. En el 38, su expulsión. Una entrada durísima sobre Antonio Blanco, roja clarísima, injustificable, que dejó a los suyos al borde de la quiebra y a él le aleja del Pichichi.

El Alavés contra el Real Madrid fue justo lo que la afición del cuadro babazorro esperaba de los suyos ante el equipo blanco. Un rival que mordió desde el primer segundo de juego, que apretó y centró al área, que probó a Courtois y que sacó de quicio a las estrellas madridistas, como se pudo comprobar con Mbappé.

Después se toparon con un guion favorable, y ahí sí se les vieron las costuras. No hallaron el camino arriba, y se dispararon en el pie con la roja directa de Manu Sánchez sobre Vinicius. En igualdad númerica, los compases finales fueron un caos total, que se saldó con el triunfo agónico del Real Madrid.

Así es el fútbol. El Real Madrid defendió mejor en Vitoria con diez jugadores que con once. Los de Ancelotti, hoy con Davide como entrenador sobre el verde, resistieron con arrojo, actitud y solidaridad… y poco más. Bueno sí, con un encuentro soberbio de Eduardo Camavinga y Aurelien Tchouameni.

Casi ellos dos solos, más la mágica aportación de Vinicius en la segunda mitad, le brindaron el triunfo a los blancos. Camavinga rubricó su gran choque con el gol de la victoria, un golazo, tras combinación con Fede en la frontal y zurdazo de pura calidad al ángulo. Tchouameni, por su parte, se bastó para dominar al Alavés con un jugador más.