Así cambió el Barça en el segundo tiempo para desarbolar al Sevilla
Los de Xavi han goleado en el segundo acto después de un primer tiempo muy espeso.

Exsiten partidos que narran temporadas. La victoria del Barça ante el Sevilla de Sampaoli es una de ellas, con un segundo tiempo que contiene todo lo que Xavi quiere que sea su equipo después de un primero que dejó en el aire cierta sensación de agobio, como de estar ante una película repetida y gastada. No quedó rastro en el segundo acto pese a que no hubo cambios de fichas. El gran cambio fue futbolístico. Y emocional.
Pedri es el narrador de este equipo. Si en los primeros 45 minutos no juntaba dos frases seguidas y el libro que leía el Barça estaba lleno de blancos, en el segundo empezó a meterle subordinadas al juego. Bajando a la base de forma definitiva, De Jong encontró en Pedri un apoyo que permitió que la posesión empezara a tomar sentido y hundiese de verdad al Sevilla, no solo de cara a la galería, sino notando cada arremetida. Y pasar de contar con un mal Pedri a hacerlo con uno en forma es como pasar de subir cinco pisos por las escaleras a hacerlo en ascensor. El Barça salió al campo como si en vez de líder fuese segundo, como si en vez de un colchón de seis puntos tuviese que recortar. Es en la urgencia en el escenario que Xavi hundió a los de Sampaoli.
Se pasó de mover la pelota de forma horizontal, con mucho pase de seguridad, a verticalizar con dos ajustes. El primero nacería fuera, con un Alba que empezó a verse alimentado por Pedri, que al nacer en el sector zurdo más abajo y estar Kessie fijando más arriba, hundió solo con su presencia al Sevilla. Pocos laterales se manejan mejores en situaciones límite que Alba, como si fuese un surfista bordeando olas gigantescas, siempre evitando el fuera de juego, ladeando el cuerpo para cortar en el momento justo. El Barça empezó a centrar, incluso con un Kounde más agresivo que alimentó a Raphinha, huérfano en el primer tiempo, rebosante en el segundo.
Xavi entendió que la mejoría no pasaba por cambiar piezas (la entrada de Kessie por el lesionado Busquets es un mensaje claro para sus atacantes), sino por transformar el mensaje. En vez de calma por la ventaja cosechada respecto al segundo, se incidiría en la necesidad de los tres puntos. Así se empezó a inclinar el verde, a dejar al Sevilla en un estado de duda que el equipo aprovechó con ganas.
Mención especial para Raphinha, un extremo "rodeado de dudas" que lleva ya producidos 14 goles en todas las competiciones, un jugador que no parece brasileño: no tiene la genialidad de los mejores, pero sí la tozudería de los que saben de sus posibilidades. Su zurda es eléctrica, precisa cuando entra en calor y sabe hacer daño al rival. Sin Dembélé, lesionado, suma dos goles y una asistencia en dos partidos.
No hay mejor noticia para el FC Barcelona que haber tomado el pulso a nivel emocional a una competición que le venía reservando golpes mortales, caídas imprevistas. Con esta defensa (impecables de nuevo), el equipo se puede permitir ser mucho más agresivo, a ratos kamikaze cuando no tiene la pelota, porque es como saltar de cabeza en una piscina que sabes que es muy profunda. El riesgo es siempre mínimo. Queda por saber cómo gestionará el equipo de Xavi una ventaja desconocida para un grupo poco acostumbrado a ganar. Si la muestra es lo de hoy el resto ya lo saben: ganar como necesidad. Ganar para reconocerse.