El camino de récords y autocrítica de Kepa, el ojito derecho de Iribar, hasta aterrizar en el Madrid
El vizcaíno, el 'portero bonito' de Lezama, ficha por el Real Madrid tras unos años de continuos altibajos deportivos y emocionales.

Kepa Arrizabalaga era la gran joya de Lezama. El 'portero bonito' de Ondarroa al que se mimó durante años, cincelando a un guardameta de primer nivel mientras en la primera plantilla Gorka Iraizoz se iba apagando por el paso de la edad y Iago Herrerín le guardaba las espaldas. Siete años después de un debut espectacular, un traspaso frustrado al Madrid, un fichaje millonario, dudas, críticas y suplencias en Londres, Kepa llega al cuadro blanco curtido por una carrera repleta de altibajos deportivos y emocionales.
Su etapa en Bilbao contrasta radicalmente con lo vivido en Inglaterra. En casa siempre fue elogiado, adorado e incluso idolatrado por una afición y un club que veían en él a un portero para más de una década. Primero tuvo que salir cedido a Ponferrada y Valladolid, pasar unos meses repartiéndose titularidades con sus compañeros de portería, pero a finales de 2016 Ernesto Valverde se decidió indiscutiblemente por él. El 'portero bonito' era el guardián de una portería tan importante como la rojiblanca, por la que han pasado varias leyendas.
Uno de esos porteros históricos, el mejor de todos, era un enamorado de Kepa. José Ángel Iribar le apadrinó desde muy pequeño y fue uno de sus grandes defensores, aunque no hacía ni falta. Nacido en 1994 el pueblo pesquero de Ondarroa, como Iñigo Martínez, Kepa ingresó en Lezama desde la primera categoría de la estructura bilbaína, en Alevín. Marcelo Bielsa fue el primero en ingresarle en dinámica del primer equipo, por delante de Aitor Fernández, hoy en Osasuna, y siempre respondió. O al menos así lo dicen los que compartieron aquellos primeros años con él.

Sus compañeros de equipo lo veían cada día en Lezama y quedaron impresionados desde el primer día. Muchos siguen diciendo que no han visto a otro igual. O al menos a ninguno tan espectacular, con tanta solvencia y con esos reflejos. "Esa sensación de que no le puedes hacer gol". Se dice pronto, porque en los últimos han pasado por allí Unai Simón, Alex Remiro, Julen Agirrezabala o incluso el mencionado Aitor Fernández.
También cuentan que a él nunca le pesó la responsabilidad de que su nombre apareciese junto al del Txopo. Incluso, una parada realizada el 4 de abril de 2017 frente al Espanyol en San Mamés fue comparada con la icónica de la leyenda rojiblanca.
Muchos de sus ex compañeros en Bilbao quedaron impresionados desde sus primeros entrenamientos y le siguen considerando el mejor que pasó por Lezama.
Sin embargo, la llamada del Real Madrid comenzó a torcer su renovación con el Athletic -y a romper el corazón de muchos aficionados- durante el curso 2017-18, su primero como titular indiscutible desde el inicio. Hasta que todo se frustró por una frase de Zinedine Zidane que desmoronó su fichaje por el Madrid en enero de 2018.
Finalmente renovó en Bilbao, tras una charla con Josu Urrutia y José Ángel Iribar que le hizo entender la importancia de ser leyenda en Bilbao. Sueldo astronómico, contrato largo hasta 2025 (siete años) y lo que parecía una cláusula inasumible de 80 millones de euros. Nadie pensaba que el Chelsea enloquecería ese verano tras la salida de, casualmente, Thibaut Courtois rumbo al Real Madrid. Y el joven de Ondarroa partiría a Londres como el portero más caro de la historia.
Las dudas y suplencias en Londres
En Londres, donde había firmado por siete años, comenzó una pesadilla. Una tortura. Errores impropios o al menos desconocidos en él, desconfianza y una polémica con Maurizio Sarri, en 2019, por negarse a abandonar el campo en sustitución de Willy Caballero que le supuso una multa y alguna suplencia más. Desde entonces entró en un círculo de críticas exteriores, pasando más tiempo en el banquillo que en el campo con diferentes entrenadores como el propio Sarri, Frank Lampard o Tuchel, quien acabó dándole la titularidad de nuevo antes de ser despedido.

"No fue fácil porque llevaba toda mi vida jugando, nunca había estado en una situación así. Al principio me costó situarme. Me rodeé de la gente que me quiere: familia, amigos, novia… También hice autocrítica, intenté mejorar en cada aspecto, llegar a casa con la sensación de haberlo hecho cada día lo mejor que podía. Por ahí empecé, recuperando la confianza dando lo mejor de mí cada día. A partir de ahí los resultados empezaron a llegar", explicó en una entrevista a Relevo el pasado mes de junio.
Durante este tiempo, en el que también dejó de acudir con la Selección y se perdió el Mundial de Catar, siguió manteniendo mucho apoyo en Bilbao. Sin perder el contacto con sus excompañeros y en ciertos momentos con nostalgia por darse cuenta de que el vestuario rojiblanco es idóneo para conseguir objetivos, sin tanta presión, unido y más protegido que en los grandes clubes europeos, donde tu rendimiento es mirado con lupa y exigido en cada partido sin lugar al error. Una prueba de ello: tras una buena temporada, habiendo recuperado la titularidad y tras la salida de Édouard Mendy, este verano ha llegado al cuadro blue Robert Sánchez.
Un fichaje que, paradójicamente, le ha permitido conseguir su objetivo de 2018. El que se frustró en invierno de aquel año. Kepa Arrizabalaga jugará en el Real Madrid para sustituir al lesionado Courtois y allí tampoco podrá fallar. Vuelve a LaLiga, donde impresionó con solo 22 años. La redención le llega en un momento clave de su carrera para dar un nuevo impulso y colocarse de nuevo en el primer escalón de los porteros internacionales. El lugar que le corresponde o, al menos, el que siempre intuyó el Txopo Iribar.