FC BARCELONA

Jules Koundé prendió Canaletes en una celebración del Barça de otros tiempos: "Boti, boti, boti..."

Los aficionados azulgranas festejaron por todo lo alto la consecución de la Copa del Rey con más de 5.000 personas por las calles.

Canaletas fue una fiesta con el título de Copa del Barça. /RELEVO
Canaletas fue una fiesta con el título de Copa del Barça. RELEVO
Xavi Espinosa

Xavi Espinosa

Jules Koundé fue la llama que encendió Canaletes. Como en aquellas noches mágicas de 2009, cuando el Barça de Guardiola conquistaba el triplete y la 'fuente mágica' se convertía en el corazón de una ciudad entera, la noche del sábado del 26 de abril Barcelona volvió a detenerse en el tiempo para revivir aquella euforia colectiva. La fuente de Canaletes, testigo silencioso de tantas gestas históricas, volvió a ser el epicentro de la celebración. El Barça logró una victoria 'in extremis' ante el Real Madrid en la final de la Copa del Rey. Un gol del central francés Jules Koundé que desató la locura en Barcelona y que puso en marcha los motores de muchos aficionados culés que se desplazaron hacia el centro de la ciudad.

Alrededor de 5.000 personas se congregaron en Barcelona para festejar la conquista de la Copa del Rey, en una escena que evocó las grandes noches de Champions y ligas memorables. Cánticos como "Boti, boti, boti, madridista qui no boti" o "Un dia de partit", resonaban en cada rincón, mientras los fuegos artificiales iluminaban el cielo barcelonés y los tambores marcaban el ritmo de una celebración que parecía no querer acabar.

Canaletas fue una fiesta azulgrana.

Más que un título, más que un trofeo, la noche fue un reencuentro emocional entre el Barça y su gente, entre la historia y el presente. Un recordatorio de que, pese al paso del tiempo, hay emociones que nunca se apagan. "Yo esto hacía tiempo que no lo vivía. Es la Copa, vale, pero le has arrebatado al Madrid", decía Sergi Lladó, un aficionado azulgrana eufórico durante la celebración.

Más que un título copero

La sensación era de alivio, a la vez que de euforia. Los de Hansi Flick lograron el segundo título de la temporada y la primera 'piedra' de un soñado triplete que empieza a ser una posibilidad más que real. Lo hicieron remontando un partido que se puso entre las cuerdas en más de una ocasión, pero sobre todo, tras el gol de Tchouameni de cabeza en el minuto 83. Pero si algo ha demostrado el Barça esta temporada, es que mejora en los escenarios grandes y tras el empate de Ferran y el 3-2 de Koundé, los aficionados del Barça enloquecieron.

La Fuente de Canaletes no recibía una celebración tan multitudinaria desde la Liga conquistada en 2023 bajo el mando de Xavi Hernández. Desde entonces, la fuente había estado relativamente tranquila en cuanto a grandes festejos. Pero lo de anoche rompió todos los esquemas: más de 5.000 personas llenaron la Rambla, superando incluso las previsiones más optimistas. La policía tuvo que cortar algunas calles porque se empezó a llenar de catalanes y catalanas de todos los rincones de Barcelona y sus afueras. El ambiente fue ejemplar: abrazos entre desconocidos, sonrisas, fuegos artificiales y bengalas que tiñeron el cielo de azulgrana. Había de todo, familias enteras, padres, hijos, abuelos, grupos de amigos y hasta turistas que pasaban por la Rambla y no sabían el motivo de los cánticos, aunque no dudaron en unirse a la celebración.

Desde el momento en que el árbitro señaló el final del partido, la marea azulgrana empezó a tomar la ciudad. Al principio, grupos pequeños de aficionados bajaban cantando y ondeando banderas, pero en cuestión de minutos, Canaletes y los alrededores se vieron desbordados. Muchos aficionados veteranos no dudaron en comparar la noche con celebraciones históricas como la Champions League de 2006 en París o el 5-0 al Madrid en 2010. "Esta es la esencia del Barça: pasión, sufrimiento y fiesta cuando toca. Hoy Canaletes ha vuelto a ser lo que siempre fue", comentaba emocionado un aficionado que aseguraba no ver algo igual desde la era Messi.

Este nuevo título representa mucho más que una Copa del Rey para el Barça. Es un soplo de ilusión en una temporada que va 'viento en popa', una reivindicación de una generación de jóvenes talentos y, sobre todo, de un estado anímico que va ligado con el año del equipo.