El canterano del Real Madrid que dejó el fútbol a los 22 años y ahora viste de lujo el Bernabéu: "Un día me di cuenta... y pedí la baja voluntaria"
Marcos Blázquez se formó en La Fábrica y, después de colgar las botas hace más de un año, ahora trabaja en la empresa de su familia.

La vida de Marcos Blázquez (23 años) cambió radicalmente hace más de un año. Ni él mismo sabe si lo hizo para bien o para mal. Lo cierto es que, en sólo unos meses, pasó de soñar con correr la banda derecha del Bernabéu a trabajar en un negocio familiar "de más de 50 años" que, curiosamente, ha sido el encargado de "hacer todos los acabados decorativos de lujo" del estadio blanco. "A esas sillas [señala algunas de las sillas que se encuentran en la redacción] sí les podría hacer algo, pero nos dedicamos, sobre todo, a revestir el metal, a hacer acabados de lujo en tiendas importantes como Gucci, Louis Vuitton, Bulgari... Algo en la casa de Ramos, Simeone o Melendi también hemos hecho", explica en una entrevista a Relevo, antes de microfonarse y hablar sobre cómo ha cambiado su vida.
En las categorías inferiores del Real Madrid permaneció un total de 12 años, "desde benjamín hasta el primer año de Castilla", y, después, probó suerte en el DUX Internacional de Madrid, Guadalajara y Las Palmas. Precisamente esa temporada en el filial amarillo supuso un punto de inflexión en su carrera y, también, en su vida: "No disfrutaba [del fútbol]. Iba a muchos psicólogos buscando la solución, pensando que era una motivación, pero no estaba contento. Me levantaba por la mañana amargado... Llegó un día en el que me di cuenta y dije 'hostia, lo mismo ya no quieres esto, Marcos, no puedes estar más así'. Es mucho tiempo de pensártelo". Poco después, su vida cambió por completó: dejó el fútbol a los 22, empezó a trabajar en la empresa de su familia... y vistió el Bernabéu de lujo.
Para quienes no sepan de ti o te hayan perdido la pista, ¿a qué se dedica ahora Marcos Blázquez?
Bueno, mi vida ha cambiado desde hace un año y medio, que dejé el fútbol de manera un poco radical. Fue de sopetón, estaba en Las Palmas [en el filial], pedí la baja voluntaria y lo dejé. Ahora he vuelto a casa, que tenía muchas ganas, y trabajo en la empresa familiar de acabados decorativos de lujo con mi padre, aprendiendo todo. Primero, para poder liderar la empresa si quiero y, con mucha humildad, empezar de cero.
Empiezas en la cantera del Madrid en benjamín. ¿Cómo lo recuerdas?
Pues mis inicios... [piensa]. Jugué un año en el equipo de mi pueblo. Empecé en el Real Madrid con ocho años, en benjamín, y hubo dudas ahí. Casi estuve a punto de irme al Atlético de Madrid, pero mis padres vieron las instalaciones y decidieron que me fuese al Madrid. Cuando eres pequeño, no decides tú. Es la época que recuerdo con más cariño. Eres muy inocente, estás ilusionado y flipado... Lo único en lo que piensas es en jugar. No tienes pájaros en la cabeza ni presión ni otro tipo de cosas.
En la cantera, normalmente, los ojos se van a los delanteros, extremos, mediapuntas... La posición de lateral, la tuya, no suele lucir tanto.
Sí, a ver... La del lateral siempre ha sido una posición que pasa desapercibida, pero sí es verdad que en el fútbol actual es una de las posiciones que más de moda está, o más importancia se le da, porque ha cambiado mucho el fútbol. Yo era un poco anárquico. Mi estilo de juego era todo lo contrario: si el lateral no destaca, yo intentaba destacar el doble. Me gustaba esa posición.
En tu generación había grandes jugadores (Miguel Gutiérrez, Arribas, Dotor...) a los que apuntaban todas o casi todas las miradas. ¿Cómo se convive con eso? ¿Llegas a sentir 'celos'?
Nunca lo he sentido así, porque, bueno, mi estilo de juego siempre ha sido muy diferente al de un lateral normal. Era un lateral de mucho recorrido, desparpajo... Siempre me ha gustado tener el balón. He jugado toda la vida con Miguel Gutiérrez, el lateral izquierdo del Girona, que tiene una calidad extrema para ser lateral y siempre ha destacado, y mi juego era un estilo así. Yo quería la pelota por abajo y destacar, destacar desde atrás, que es muy difícil. Siempre me he sentido protagonista.
La posición de lateral es muy complicada en el Madrid.
A mí siempre me han pedido jugar desde atrás, tener desparpajo, recorrido, ida y vuelta... El Madrid tiene mucho el balón, pero también juega a la contra, se adapta muy bien a todo tipo de situaciones, pero sí que, obviamente, lo primero que te piden es defender. Te piden registros en todos los aspectos.
En tu caso, que eras un lateral de ida y vuelta, muy físico, las lesiones han jugado un papel importante.
No sé si esa ha sido la consecuencia [ser un lateral físico, de ida y vuelta, de mucho desgaste físico], pero sí es verdad que yo jugaba y entrenaba así, y era algo que me salía. Lo doy todo siempre. Si volviera atrás, que no me arrepiento porque siempre lo he dado todo, sí me ha pasado factura, porque nunca me he dosificado: daba el 120% entrenando, daba el 120% jugando... Después se ve más fácil, pero en el momento las ganas te pueden.
Cuando te lesionas es como si desaparecieses.
Sí, sí, total. Eso es así, pero es que es normal. Lo vi en mí, pero miras alrededor y es así, es algo lógico. El tiempo no se para por nadie y si no estás tú, está otro, pero sí es verdad que a mí las lesiones me han perjudicado. Yo sabía que cuando volviera iba a estar, porque vuelves, haces dos partidos buenos y parece que la lesión ha desaparecido, y no pienso que sea mala suerte, son cosas que pasan. He tenido muchísimas lesiones y eso que me he cuidado al trescientos por cien. El fútbol es así y la vida, igual.
Cada vez cuesta más que un canterano llegue al primer equipo. ¿En el vestuario, entre vosotros, hablabais sobre la falta de oportunidades? Desde fuera parece evidente, pero es como si siempre se justificase con algo.
Son cosas que asumes. El fútbol ha cambiado mucho, antiguamente los recursos no eran tantos en cuanto a fichajes y en el Madrid tienen que jugar los mejores del mundo. Tú, para estar en el Madrid, tienes que demostrar que eres de los mejores. Y la única manera, excepto casos muy remotos, es demostrarlo fuera. Salir y volver. Porque es así, porque en tu puesto va a estar el mejor lateral del mundo y, con esos salarios y ese nivel, oportunidades hay pocas, lógicamente.
¿Es falta de oportunidades, de nivel, una mezcla...?
No creo que sea de nivel. El ejemplo está en el FC Barcelona, que ha pasado un momento económico jodido, hablando mal, y ha sacado a relucir a sus canteranos. No te queda otra, porque ha sido porque no te queda otra. No creo que haya sido por querer subir de repente a todos los canteranos. No tienes el poder económico para fichar al mejor mediocampista del mundo, pues a jugar los chavales. Tienen los conocimientos de la cantera, muchos se pueden hacer crack mundiales, claro que sí, pero es jugar y verlo... Y que te den la oportunidad, que es lo complicado.
Después de muchos años, más de 10, decides irte del Madrid. ¿Por qué?
A ver, fue un poquito drama. Yo en la cantera estaba muy bien mirado, siempre he apuntado maneras, la gente siempre estaba con la expectativa, con esa cosa. Todo fue el año previo a la pandemia. Tuve una recaída de una lesión grave del cuádriceps, que estuve a punto de operarme, me estuvieron tratando fisios del primer equipo a escondidas, médicos... No veían la solución y me sometía a una EPTE [aplicación de microcorrientes a través de una aguja de acupuntura] cada semana, cuando normalmente se hace una al mes. Te pinchan y te queman el músculo para romperte una cicatriz, porque yo me lie una tremenda. Fueron tres de sufrir, de pasarlo mal. Entrenaba, porque me dejaron empezar a entrenar, pero no podía jugar. Ahí sí que se olvidó la gente de mí, porque dijeron: "¿Qué será de este chaval?". Pero volví como un tiro, jugué tres partidos de titular y el entrenador, no se me va a olvidar, me dijo en la charla: "Marcos, te lo has ganado, estás de vuelta, es tu momento".
Llegó la pandemia y me quedaba un año de contrato justo, el siguiente, el primero de Castilla, y pasé de renovar y de volver a ser la leche a que haya una pandemia mundial, y suficiente que nos metieron en un ERTE como a la mayoría de trabajadores de toda España. Pues, obviamente, no me renovaron. Me tocó salir, con un año de contrato, a un club a última hora, que ni fui yo el que quería con todas las oportunidades que tenía. Un representante, que no voy a decir quién, me hizo esperar a renovar: "A ver si renovamos con el Madrid, a ver si renovamos con el Madrid...". Pasé de irme a cualquier filial que me hubiese querido a acabar en un club como el DUX. Al final fue un año muy bueno, pero no vas donde tu quieres.
¿Cómo son esas reuniones individuales que organiza el Madrid a final de temporada para comunicaros si seguís o no?
Cuando llegas al Madrid hay unas normas básicas nada más entrar: desde dar los buenos días, la educación más simple, hasta las cosas más duras. Recuerdo con ocho, nueve, diez, once o doce años ver a los padres en un pasillo, de brazos cruzados, y ver a los niños llorando. Es un momento duro, te vas con tus compañeros, te da vergüenza... Ahora me río, pero le llamábamos 'el pasillo de la muerte'. Está todo el mundo esperando a ver a quién echan, a quién no... Es un poco duro.
En tu caso, ¿llegas a tomártelo como algo personal?
No, no, no. No me lo tomo como algo personal porque tengo claro que el fútbol es así y por circunstancias ese año no pude lucir y, cuando empecé a hacerlo, pasó eso [lesiones y pandemia]. Son cosas que pasan, no me lo llevo a la personal. Es así y no lo puedes cambiar.
Después de tantos años con la misma rutina de ir a Valdebebas, entrenar, jugar los fines de semana... Cuando dejas de formar parte del Madrid, ¿te sientes perdido? Al final, te pinchan un poco la burbuja.
Yo ni hice pretemporada ese año [en 2020, después de salir del Madrid]. Estuve todo el verano esperando, esperando, esperando [para ver si el Madrid le renovaba] y, al final, casi me quedo sin equipo. Vas el primer día [en el DUX Internacional de Madrid] y no sabes ni a dónde vas, no te han enseñado las instalaciones, no sabes quiénes son tus compañeros, no conoces a entrenador, que ni te ha pedido, pero bueno... Siempre, gracias a mis padres, he tenido las cosas claras y humildad al doscientos por cien. Te cambia la vida completamente porque pasas de tener todos los recursos a ser humano. Es que el Madrid es el Madrid, y está el Madrid y luego el resto, las cosas como son.
¿Qué aprendiste ese año?
Aprendes un poco lo que es el fútbol real, que no es tan bonito como una cantera, porque el día a día cambia mucho. No todo el mundo va a tu mismo ritmo, en el Madrid sois todos chavales, todos físicamente al doscientos por cien... Yo había días que quería entrenar a muerte y, obviamente, estás en un equipo con veteranos y se dosifica todo más, se planifica todo más para que la gente no se canse. No se demuestra tanto entrenando y se enfoca más en el partido, en que la gente llegue bien al fin de semana... A mí me costó más emocionalmente, porque veía que daba el nivel pero no dejas de ser un niño y te ven como eso, como un niño.
Después, jugaste en el Guadalajara y en el filial de Las Palmas.
Empiezo la pretemporada y un día le dije a Alfredo [Santaelena, entrenador del DUX en aquel momento] que quería irme, que quería buscar un filial, porque lo tenía, y que creía que era bueno volver a un filial y aprovechar esa bala. Las circunstancias se torcieron con el tema de representantes... Un representante muy, muy famoso me dejó tirado, casi me quedé sin equipo y acabé en el Guadalajara. Fue un buen año, sí, teníamos un equipazo, pero pasas de ver tus expectativas muy altas, porque puedes, pero bajas dos peldaños por una decisión que no es tuya. Pero bueno... [piensa] siempre he sido fuerte mentalmente y esos detalles, el entorno quizá, lo que no es fútbol, es lo que me ha ido desgastando.
Y dejas el fútbol. ¿Qué te hace llegar a ese punto?
Todo es emocional. Empezamos en esto [en el fútbol] porque es lo que nos gusta, porque somos felices y es lo que quieres. También se junta que yo soy una persona superfamiliar, muchísimo, y llegué allí [al filial de Las Palmas] y empecé como un tiro. Y, bueno, te vas sintiendo bien pero, en el mismo año, tuve tres lesiones: una luxación de clavícula de la que no me operé y me arrepiento, porque me he quedado ahí medio regulín, y estuve tres meses parado, me recuperé... y, después, me partí dos ligamentos del tobillo y parcial la rodilla y me vi solo.
Trabajé muchísimo la cabeza, mucho, pero llevaba ya tiempo que no disfrutaba. Iba mucho a psicólogos buscando la solución, pensando que era una motivación, pero yo siempre me pagaba mi preparador físico, entrenaba con Adolfo Madrid, el preparador físico de Marcos Llorente, al que agradezco mucho, me cuidaba, pagaba nutricionista... Lo hacía todo, pero no estaba contento. Me levantaba por la mañana amargado y busqué la solución en lo emocional, en trabajar la cabeza, y llegó un día que me di cuenta y dije: "Hostia, lo mismo ya no quieres esto, Marcos, no puedes estar más así". Es mucho tiempo de pensártelo, no es una decisión de la noche a la mañana. Arranqué la siguiente pretemporada, pedí la baja voluntaria y hasta aquí.
Ahora te dedicas a algo completamente diferente...
Ha cambiado completamente [a lo que se dedica]. La vida del futbolista tiene cosas muy buenas, muchas cosas a las que renuncias y, ahora, quizá tenga menos tiempo porque, al ser la empresa familiar, es tuyo. El horario, a veces no hay horario... Me levanto todas las mañanas a las seis, la producción en la fábrica [Blázquez Checa SL] arranca a las siete y el horario es de siete a tres. Me he apuntado con los amigos en el equipo de fútbol por hacer deporte y eso... Me gusta ir al gimnasio, aunque ahora tengo que volver, pero mi rutina es ya de una persona normal, un trabajo habitual, pero con mucha ilusión porque es algo nuevo y estar al lado de mi padre y de mi hermano es lo mejor que hay.
Para quien no tenga ni idea de lo que son los acabados de lujo, ¿en qué consiste y qué te ha llevado al Bernabéu, a la casa de Sergio Ramos...?
Nosotros lo que hacemos es revestir el metal. Todo el tema de sillas, mamparas de baño, una puerta, un pomo, una manivela... Cualquier detalle. Lo que hacemos es darle una exclusividad de un tono que el cliente quiera o demande, pero todo siempre hacia el lujo, hacia lo diferente. Pasó todo de ser una empresa muy industrial a irse más a la decoración, a lo exclusivo por reinventarte un poco, porque ese sector se quedó obsoleto y mi padre estuvo hábil en su día, y empezó a dar palos de ciego porque al principio te equivocas, fallas... Y, ahora, lo que le dije a mi padre: "Yo vengo a aprender de ti, a no cambiar nada, solo con humildad...". Y en eso estamos, en mejorar las redes sociales y hacer marca en las ferias de decoración.
Compartiste en Instagram una historia en el Bernabéu. ¿Cómo llegas allí?
Antes, lo que te digo de las redes sociales y hacer marca, no se hacía, pero a raíz de estar en ferias y conocer gente, yo soy al fin y al cabo como un proveedor final. La empresa, el Real Madrid, contrata a tal arquitecto; tal arquitecto contrata a un decorador y el decorador tiene sus proveedores. Y luego estoy yo, que no soy fabricante, sino que dejo bonito el material de los demás. A raíz de estar en ferias y cosas de esas, conociendo a interioristas muy de moda, importantes y muy famosos, te llaman; "Oye, vente a tal obra, vamos a ver esto, quiero que me des alguna idea". Fuimos a un premontaje y hemos hecho todo el Bernabéu entero, la obra nueva: todo lo que van a hacer en el skyline [skybar], los palcos nuevos y todo eso. Todavía quedan cosas por ahí. Las casas de famosos... Ahí no te enteras porque no te lo cuentan [trabajas en la casa de un famoso sin saber que es su casa]. Es más privado.
¿Qué habéis hecho en el skybar?
En el skybar... Todavía no está acabado, pero hemos hecho el botellero gigante, porque quieren hacer una zona con DJ, y quieren forrar la cabina, hemos hecho mesas, zócalos que van en las paredes... Un poco de todo, y eso que nos quedan cosas por hacer. Hemos hecho de todo, ya hay cosas que ni me acuerdo.
Y, para terminar, lo más importante de todo: ¿Te arrepientes de la decisión que tomaste?
No, no, la verdad es que no. Lo medité mucho, trabajé mucho la cabeza y me di cuenta de lo que quería. Ahora estoy en uno de los momentos más felices de mi vida. No jugaba al fútbol por prestigio ni fama ni reconocimiento... Y, ahora, estoy con mi familia, que es lo más grande que tengo y estoy supercontento.