FC BARCELONA

Carles Miñarro deja su forma de ser como legado, pero también una lucha pendiente: "No se hacía notar, pero siempre estaba..."

El doctor estuvo vinculado desde 2006 al deporte catalán y luchó para que la medicina deportiva volviera a la Universidad.

Carles Miñarro acompaña a Gavi fuera del campo después de darse un golpe en la cabeza. /AFP
Carles Miñarro acompaña a Gavi fuera del campo después de darse un golpe en la cabeza. AFP
Alberto Martínez

Alberto Martínez

La vida de Carles Miñarro, de 53 años, se apagó el sábado por la tarde en una de las habitaciones del Hotel Melià, en Pedralbes, en Barcelona. Era un día más en la oficina del médico, quien se había convertido en la mano derecha del doctor Ricard Pruna después de permanecer siete años en el fútbol sala culé, y se preparaba como de costumbre para el partido ante Osasuna. Había examinado a un Robert Lewandowski que se quedó fuera de la lista, había comido con la expedición azulgrana... y se había ido a su cuarto. Y lo que llegó después fue el drama que asoló a su familia, amigos, a la plantilla, al club y al deporte catalán, porque la historia de Miñarro en la medicina deportiva es extensa, y allí por dónde pasó los que le conocieron destacan "su sonrisa" y sus "ganas de ayudar siempre".

"Lo recuerdo majo, cercano, con una sonrisa, siempre de buen humor. Era un amigo más de los jugadores. Siempre estaba disponible si la familia necesitaba algo", recuerda Abraham González, exjugador del Terrassa de 2004 a 2007, justo cuando Miñarro, que por aquel entonces tenía 31 años, comenzaba su carrera en el deporte. En 2001, se licenció en la Universitat Rovira y Virgili de Tarragona en Medicina y Cirugía, y durante tres años cursó en la Universitat de Barcelona Medicina Deportiva, una especialidad que ahora ha desaparecido y por la que siempre luchó para que se volviera a aceptar. Es su pelea inacabada, su cuenta pendiente a nivel profesional, porque con dos hijos y una vida por delante en el plano personal le quedaban muchos momentos mágicos por disfrutar.

"Su vida era cien por cien la Medicina, estaba pendiente 24 horas. Tenemos un grupo de whatsaap para defender nuestra especialidad, porque antes se podía cursar y ahora no. No hay una especialidad deportiva, sino que puedes hacer cardiología, traumatología... Él era un gran defensor de lo nuestro", relata Montse Bellver, doctora en el CAR de Sant Cugat, que tiene el acuerdo con el Consorcio Sanitario de Terrassa. De hecho, Miñarro fue en 2016 vicepresidente de la Societat Catalana de Medicina de l'Esport y en 2019 su presidente, dejando claro su liderazgo también en esta área. "Intentamos velar por la promoción de la medicina en el deporte, de la innovación, el tratamiento... Hacemos sesiones científicas y un congreso, el último fue en el CAR en octubre". Y peleaban por encontrar el espacio perdido en las aulas.

La carrera de Miñarro fue extensa, multidisciplinar, aunque la cara más visible fuera la de sus años en el FC Barcelona. En el Terrassa, donde empezó en 2004, permaneció hasta 2012, cuando firmó dos años por la UE Sant Andreu y posteriormente Miguel Olmo, el padre del actual jugador del Barça, se lo llevó a Sabadell, donde permaneció hasta 2016. "Un tío fenomenal. Si tenía problemas, me iba al CAR y me ayudaba, me pasó cuando me rompí el escafoide, él me ayudó", recuerda uno de los trabajadores de aquel CE Sabadell que conoció y disfrutó de la ayuda de Miñarro.

Compaginando su paso por el CAR, también entrenó a Mikel Akzaparren, ahora en el CE Manresa, cuando estaba en el Sant Andreu. "Todos responderemos que era una grandísima persona. Estaba siempre de buen humor, con una sonrisa, y dispuesto a lo que fuese. Lo tuve como jugador y entrenador. Lo que le pidieses, él te decía sí, o que no si no se podía hacer. Iba un sábado fuera de horas a visitar jugadores o a que lo visitaran", relata, y reconoce que "él estaba en el CAR y nosotros íbamos allí a verle, teníamos esos recursos, luego cuando entré de técnico, no podía asumir tanto pero llegamos a un acuerdo e hizo más de lo que le tocaba".

Josu Rodríguez, compañero de Azparren en el Narcís Sala, recuerda especialmente una anécdota con Miñarro: "En mi segundo año en el Sant Andreu, en la 2013-14, nos clasificamos para la Copa del Rey y fuimos pasando eliminatorias hasta que nos tocó el Atlético de Madrid. Yo tenía 23 años y ese para mí era un partido soñado, siempre había querido jugar contra un Primera. Unos días antes de la eliminatoria me lesioné el tobillo en un golpe con el portero Morales, y estuve toda la semana yendo al CAR a verlo a él para que me tratara. Me permitió recuperarme y estar disponible. Y, gracias a él, pude jugar unos minutos contra el Atlético".

 

Cuidó a numerosos medallistas en el CAR: «Siempre le podías llamar»

Pero todos esos trabajos de clubes los combinaba con sus proyectos en el CAR de Sant Cugat, su cuartel general. Su relación con el centro data de 2006, cuando la Generalitat de Catalunya le encargó lo que se conoció como PAFES (La Promoció d'activitat Física Saludable). Miñarro era el líder de esta iniciativa que incorporaba el deporte como herramienta para tener una vida más saludable. "A partir de ahí empezó con nosotros en la Unidad asistencial y preventina del deporte. Y estuvo de 2011 a 2017", apunta Belver. En ese tramo, Miñarro se encargaba de la salud de los deportistas del CAR de Sant Cugat, especialmente los gimnastas, pero al ser un centro que engloba todas las disciplinas le tocaba lidiar con todas las especialidades, lo que le ayudó a generar más conocimiento práctico.

"Era una persona que no se hacía notar, pero siempre estaba. Siempre le podías llamar. Siempre estaba, al margen de profesional, era muy humano y muy amigo, siempre dispuesto echar una mano", recuerda Belver, compungida por la noticia como todo el centro. "Me consta que era una gran persona y un excelente médico muy querido por los jugadores y por los clubes donde ha trabajado. Ha sido una gran pérdida", añade el doctor Ramon Cugat, que no tenía un trato tan estrecho pero lo conocía.

Y lo fichó el FC Barcelona para el fútbol sala. Y allí echó raíces y se convirtió en una de las personas más queridas y útiles de la sección de la entidad azulgrana. "Era una persona educada, nunca tenía un no para nadie. Recuerdo tener mal de estómago o problemas en las cervicales y el te ayudaba y te daba ejercicios. Incluso, le pedí consejo para el miedo a volar y me explicó que era lo mejor. Era afable con toda la expedición", explica uno de los asiduos en los desplazamientos del fútbol sala.

Jugadores como Sergio González o Sergio Lozano, que han tenido lesiones de larga duración, han pasado por sus manos. "Ahora estaba ayudando al aterrizaje de los nuevos médicos", recuerda, siempre servicial, porque el médico se convertía en "un médico de todos casi las 24 horas al día".

A Miñarro le tocó también vivir la época del COVID, por lo que una de las imágenes que más se recuerda de él es con su "seriedad cuando le tocaba trabajar", con una lista de nombres en la mano y esas palabras de "mañana a las 7:00 PCR's", algo que fue común en el deporte entre 2020 y 2021.

La vida se le acabó pronto a Miñarro, que este martes recibirá un sentido homenaje en el Estadi Olímpic de Montjuïc al que se sumaran todos los clubes por los que pasó y el CAR de Sant Cugat. Y también ese gremio de la Medicina Deportiva que seguirá luchando por la causa que abanderó Miñarro.