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Eric Bailly, el central que Espanyol y Villarreal vendieron por más millones que partidos jugados: "Quedó atrapado por la guerra en su país"

El jugador fue descubierto por el club perico en un draft en Burkina Faso.

Bailly, en una acción con Leo Messi. /AGENCIAS
Bailly, en una acción con Leo Messi. AGENCIAS
Alberto Martínez
Marc Mosull

Alberto Martínez y Marc Mosull

El scouter perico Emili Montiagut viajó en 2010 a Burkina Faso para asistir a Promoafrica, una especie de Operación Triunfo futbolística, un draft que organizaba la empresa de representación Promoesport para que los ojeadores de varios equipos de LaLiga examinaran de primera mano a los principales talentos africanos. Se jugaban hasta seis y siete partidos al día en un campo por el que pasaron unos 200 jóvenes futbolistas.

A Montiagut le llamó poderosamente la atención un chaval marfileño de 15 años, un portento físico capaz de adaptarse a distintas posiciones: "Lo vi de lateral y de mediocentro, y me gustó. Iba muy bien por arriba y tenía criterio con el balón. Luego lo vi de central y me gustó todavía más". Lo anotó en su libreta. Su nombre era Eric Bertrand Bailly, natural de Costa de Marfil, donde su madre trabajaba de sol a sol y eso le obligó a criarse con sus abuelos.

El ojeador perico convenció al club y al agente Rodri, de Promoesport, para firmar al chico y llevarlo a Barcelona, aunque la entidad blanquiazul se hizo solo con el 50% de sus derechos. La otra mitad fue para la empresa de representación. "Cuando llegó a Sant Adrià y lo vieron los técnicos, les encantó. Tanto Dani Poyatos como Fran Navarro se lo llevaron para jugar torneos y entrenarse con los juveniles pese a ser cadete", comenta a este periodista Montiagut. De inicio, Bailly estuvo unos meses sin poder competir oficialmente a causa de problemas de documentación.

Atrapado por una guerra civil

Durante ese lapso de tiempo, el joven aprovechó para regresar unos días a su país natal, sin demasiada fortuna, pues estalló un conflicto bélico que sacudía su tierra, la Segunda Guerra Civil de Costa de Marfil. "De golpe explotó la guerra en su país. Pasaron los meses y a Eric no le dejaban salir. Quedó atrapado en la guerra de su país. Antonio Morales, gracias a sus gestiones con la policía, logró sacarlo del país y que regresase al club periquito", dice Montiagut.

"Era un espectáculo. Tenía un físico privilegiado y lo hacía todo muy fácil", analiza Montiagut, que, como Raúl Longhi, creía que pese a ser "muy rápido y potente" y ser "técnicamente bueno con las dos piernas", le faltaban por pulir "aspectos tácticos", aunque ya "se le veía que lo tenía todo para ser un excelente central". En el filial estuvo a las órdenes de un Manolo Márquez que tiene grabada una anécdota sobre él: "Jugamos un día en Palamós, y me acuerdo de que le dije a mi hija: hazte una foto con él, será internacional y muy bueno. Y se hizo la foto".

En octubre de 2014, apenas dos años después de haber empezado a jugar con el Juvenil A, Eric Bailly debutó con el primer equipo del Espanyol, cuando tenía 20 años y cinco meses. Lo hizo en un encuentro contra la Real Sociedad en el RCDE Stadium de la mano del técnico Sergio González y sustituyendo a Sergio García. Fue el tercer debutante del curso, después de Jairo Morillas y Joan Jordan.

Precisamente, entonces el marfileño vivía en la casa de Barcelona del centrocampista de Regencós. Allí, Bailly, que soñaba con ser como su ídolo Sergio Ramos, se pasaba los ratos jugando a la Playstation, viendo fútbol y estudiando para un módulo al que se apuntó de matemáticas, que le encantaban. Y una vez a la semana cocinaba comida africana. Un mes después de su primer partido, Bailly disputó el segundo, como titular y ante el Villarreal. Y así hasta tres veces más, pues en enero de 2015 se marchó a la Copa de África tras ser convocado por Costa de Marfil. La profecía de Manolo Márquez se cumplió incluso antes de lo esperado.

Campeón de África

En un combinado nacional con figuras de la talla de Yayá y Kolo Touré, Serge Aurier, Gervinho, Kalou o Doumbia, el jovencísimo Eric Bailly, una sorpresa en la lista, lo jugó prácticamente todo. Además, con el simbólico 21 a la espalda. Y levantó el cetro continental, disputando los 120' de la final contra Ghana y lanzando uno de los penaltis en la tanda que coronaron a los Elefantes como reyes de África. Para entonces, el defensor ya no era futbolista del Espanyol, pues durante la disputa de la competición, el Villarreal se hizo con sus servicios y el 50% de sus derechos al abonar unos 5.7 millones al club perico.

Fue una venta "obligada" debido a su situación contractual, según explicó el club blanquiazul. El Espanyol estaba forzado a dejarlo salir si alguien presentaba una oferta del 75 por ciento del valor de la cláusula de Bailly, que todavía tenía ficha del filial, por ello jugaba con el dorsal 30. Si fue así es en parte porque la entidad perica, sin liquidez y con problemas de impagos, declinó abonar en su día los 200.000 euros que le pidió Promoesport por otro 30% del jugador, que apenas jugó cinco partidos con el primer equipo blanquiazul y dejó en caja más de un kilo por encuentro disputado.

El Villarreal multiplica su valor

Tras su marcha, Eric, "un chico modesto y bastante reservado" regresó varias veces a Barcelona para ver a los amigos que había dejado en la ciudad, como Joan Jordan o Pau López, otro de sus más íntimos, y en el club, donde era muy querido. Se le vio varias veces en Sant Adrià al tiempo que se convertía en un central de primer orden y llamaba la atención de los grandes de Europa, caso del Manchester United, que en junio de 2016 pagó una cifra cercana a los 40 millones, entre fijos y variables, para convertir a Bailly en el primer fichaje de la era Mourinho en Old Trafford. El Espanyol, por cierto, se llevó algo más de un millón de ese montante como club formador.

En su año y medio como groguet, Bailly disputó 35 partidos de Liga, con lo cual su traspaso volvió a salir a más de un millón por encuentro, siendo además récord para la entidad, que hasta entonces nunca había vendido un jugador tan caro. De hecho, a día de hoy sigue siendo la mayor operación realizada por el club castellonense junto a la de Bakambu y la de Nicolas Jackson.

Tras salir del United, en 2023, con una cesión de por medio a Marsella, se marchó al Besiktas y fue repescado el año pasado por el Villarreal tras la llamada de un Marcelino al que ya tuvo en su primera etapa en la ciudad de la cerámica. No se lo pensó ni un minuto. A sus 30 años se enfrentará este lunes al Espanyol, el club que le descubrió, le dio la oportunidad de darse a conocer en Europa y del que se fue hace diez años. Seguro que se acordará entonces de Montiagut, Morales, Longhi, Márquez, Joan Jordan y compañía, pues todos ellos pusieron su granito de arena para que se consolidara en el fútbol profesional y levantará títulos en Inglaterra y con su selección.