Claudio Giráldez y el difícil camino hasta llegar a Primera División con el Celta: "He vendido seguros y he hecho otras muchas cosas para poder sobrevivir"
El técnico de O Porriño descubre su lado más personal.

Claudio Giráldez (1988) vive por y para el fútbol, sobre todo desde que llegó al primer equipo del Celta el pasado mes de marzo. A sus días les faltan horas para poder compaginar sus primeros pasos en los banquillos profesionales con la faceta de padre, hijo, marido y amigo, algo que también sabe disfrutar, aunque en pequeñas dosis. En esta segunda parte de la entrevista, el entrenador de O Porriño se abre para mostrar su faceta más personal y relatar cuales son sus aficiones, esos momentos que le han marcado a lo largo de su vida o los años en los que no pudo vivir del fútbol y tuvo que buscar otros trabajos para poder salir adelante. Todo ello mientras explica sus pasiones fuera de los terrenos de juego o su frustrada carrera futbolística.
¿Qué recuerdos tiene Claudio Giráldez de su infancia? ¿Cómo pasa a los días de pequeño?
Una infancia muy feliz con una familia que ha tenido la suerte de estar unida. En mi caso, con mucha gente alrededor a mi núcleo más cercano. Una sensación de tener una niñez rodeada de fútbol, yo empecé con tres años, pero también estudiando con mi hermana. Pude tener de todo y ser feliz.
¿Cómo era la vida en casa?
Mi padre trabajaba muchas horas y mi madre lo dejó cuando nací yo y estaba pendiente de nosotros en casa. Cuando me fui para Madrid con 13 años me convierto en una persona algo más adulta, aunque mis padres venían todos los fines de semana. Les agradezco mucho por cómo me educaron y también por el cariño que me dieron. Tuve una infancia fácil dentro de los problemillas que puede haber.
Con 13 años usted lo dejó todo y se marchó al Real Madrid. ¿Entiende entonces casos actuales de niños que toman un rumbo así?
Creo que la vida pertenece a cada uno y opinar de los demás es un error porque cada situación es distinta a todos los niveles. Yo sabía que mis padres iban a estar conmigo los fines de semana, que la distancia entre ambas ciudades se iba a acortar muchísimo y también iba con un compañero que ya conocía y lo que lo hacía todo más sencillo. Nos pareció la mejor decisión en aquel momento. Ahora lo pienso como padre y no me gustaría que mis hijas se fuesen tan jóvenes, por lo que mis padres sí que fueron muy valientes. Estuve cerca de ser profesional del fútbol y, además, siempre fui feliz. Pero la decisión contraria es súper respetable. Cuanto más cerca esté de su entorno, para un niño siempre será mucho mejor.
Usted, como padre, ¿daría luz verde a que su hijo de esa edad se marchase ahora a un Madrid o Barcelona?
Le apoyaría. Intentaríamos valorar todas las opciones que hubiese encima de la mesa para que fuese feliz. Al final la vida va a de eso, de que seamos felices. Mis padres me vieron tan feliz a mí que me apoyaron mostrándome las dificultades que había. Yo nunca me he notado ninguna carencia por haber tomado esa decisión y he sido mucho más maduro por tener que afrontar los problemas desde joven.
En la otra parte de la entrevista habló de todo el tiempo que le dedica al fútbol. Eso es tiempo que no le puede dedicar a su familia
Es el mayor hándicap que tenemos. Debemos encontrar ese equilibrio para poder darle todo ese tiempo y cariño a nuestras hijas. También entiendo que es un momento vital en el que estamos llegando a un mundo nuevo en Primera División y que tenemos que dedicarle ese número de horas. También estamos coordinando una serie de procesos que a la larga saldrán de manera más automática y que nos quitarán menos tiempo. Es cierto que muchas horas de trabajo las intentamos hacer en casa, cerca de nuestra familia, para que podamos compaginar ese tiempo con las dos partes de nuestra vida. Me gusta demasiado lo que hago, así que no tengo la sensación de estar tanto tiempo trabajando.
¿Siente que se está perdiendo cosas con su pareja, sus hijas (tienen poco más de dos años y unos meses) o su familia por cumplir su sueño?
Tenemos que renunciar y suplirlo de otra manera, como tienen que hacer otros padres y madres con trabajos que les llevan mucho más tiempo. Lo haces también por el porvenir de tu familia y creo que hay cosas que se pueden suplir de una forma no tan directa en cuanto a tiempo. Mi vida es así, lo vamos entendiendo y ojalá podamos cada día cumplir con nuestras responsabilidades personales, pero a veces es incompatible del todo.
¿Le agobia que ahora le paren por la calle o prefiere tener este tipo de repercusión en Vigo y O Porriño?
No me gusta esa parte de la 'fama', prefería ser una persona anónima, pero no me molesta y lo entiendo como un agradecimiento. Además, lo hacen con cariño e ilusión. No soy una persona tan importante como para que me paren o me muestren admiración porque solo hago mi trabajo, que es en un deporte y poco importante para el devenir de la sociedad. No creo que deba tener esa repercusión social, pero entiendo que el fútbol mueve masas. Si tuviera que elegir, preferiría no ser 'famoso'.
¿A qué dedica su tiempo libre?
A mi familia y amigos, a estar el máximo tiempo con ellos. Soy feliz cuando estoy con ellos y en cuanto a aficiones, me gustan mucho el cine y la música. Si puedo ir a un concierto, es lo que más me llena y divierte.
¿Qué tipo de música escucha?
Escucho mucho tipo, por desgracia, porque tengo en el vestuario la que ponen los jugadores, que no me gusta tanto. Si tengo que elegir, rock e indie, tanto en inglés como en castellano.
¿Ve otros deportes le gusta ver por televisión?
Cuando tengo tiempo, sí me gusta mucho el deporte y aprendo de cualquier disciplina. El balonmano en lo táctico me encanta. Baloncesto y tenis son los que más veo y pádel el que más practico.
Desde que es entrenador del primer equipo, ¿ha cambiado en algo su vida? Casa, coche…
De hecho, mi coche lo vendí porque el club me da uno (sonríe). Voy liquidando deudas que tenía y vivo en la misma casa.
En los partidos le hemos visto con diferentes vestimentas. ¿Sigue algún patrón?
Me gusta mucho la ropa, siempre me gustó. Tengo la afición de poder vestirme de maneras distintas porque me preocupo por lo que llevo. No hay ningún patrón, sino que es en función de lo que siento que debo llevar por el rival, el escenario y sobre todo el clima. Me gusta ir acorde a lo que creo que toca y que muestre mi personalidad. No quiero llamar la atención ni dar la nota ni vestir de una manera que no sea la apropiada.
¿De quién se acuerda Claudio Giráldez cuando le pasan cosas buenas?
Primero mi padre, que hace 11 años que falleció y es una de las personas que me han marcado en mi vida. También de mi madre, mis hijas, mi familia, amigos que me han marcado en el camino hasta aquí… Y con la gente con la que estoy en mi día a día y me aguantan en los malos momentos. También de las personas del cuerpo técnico que soportan mis enfados o la exigencia desmedida que tengo a veces. Siempre estoy apretando y a veces exijo más de lo debido o aprieto más a la gente, pero voy aprendiendo también en eso. Soy una persona directa en la forma de hablar, pero que busca el beneficio común, en este caso del club, pero también con un amigo o con mi familia. Y a nivel deportivo de los jugadores, porque todo lo bueno que me pasa es gracias a ellos.

Usted lleva años trabajando con una psicóloga en el cuerpo técnico. ¿Es necesario normalizar el hecho de acudir a estos profesionales?
Creo que la cabeza es el motor de todo, lo tengo claro. Puede cambiar a una persona un 200% un momento puntual o una situación de la vida. Creo que lo mismo ocurre en un equipo o con un deportista. Encontrar esa estabilidad, saber disfrutar las cosas buenas sin despegar los pies de la tierra, saber afrontar un problema o una mala decisión… Tenemos que ver a alguien que nos ayude y que nos pueda guiar. Me parece vital y creo que mucha gente que era reticente ha cambiado su forma de pensar después de comprobar el beneficio que le ha dado. Todo está vinculado a la felicidad y cuando lo somos, rendimos mejor.
¿El Claudio entrenador de 2024 pondría al Claudio jugador de 2007?
Uf (suspiro). En muchas cosas, sí, pero en muchas otras, no. Era muy exigente como jugador a la hora de analizar todo y buscar respuestas. Pero en el campo era algo vago, no me gustaba en esfuerzo físico y creo que no era consciente de que lo que tenía que mejorar en ese apartado. Sí me gusta tener jugadores inquietos, con los que debatir y que me muestren el punto de vista de la gente que está dentro del terreno de juego. De aquellas hablaba mucho, pero era de la ley del mínimo esfuerzo dentro del terreno de juego. Por eso soy entrenador.
¿Qué le faltó para triunfar en el fútbol?
Centrarme en mejorar mis carencias, que sobre todo eran físicas, y en la determinación de superarme. Tenía calidad en la pierna izquierda, pero la derecha no la usaba y la cabeza, tampoco. También es cierto que antes se trabajaba menos en el plano individual. Es lo que me pude reprochar a mí mismo, aunque estuve cerca en muchos momentos y quizás ahí me faltó la suerte de poder tener una actuación buena en un partido importante. A lo mejor con otro proceso o otro camino… No le puedo reprochar nada a nadie, que creo que me ayudaron en todo lo que pudieron.
De no haber sido entrenador, ¿dónde cree que estaría trabajando?
Seguiría entrenando, pero de otra forma. Hace unos años me dedicaba a más cosas aparte del fútbol porque tenía que sobrevivir a nivel económico. He vendido seguros, he llevado a gente becada a nivel deportivo hasta Estados Unidos, he trabajado muy puntualmente como periodista en prácticas, he ayudado en canteras con cosas que no tenían que ver con el fútbol como conseguir patrocinios.. He hecho muchas cosas para poder sobrevivir y aprendí que con el fútbol era muy difícil salir adelante si no eres profesional. Ha habido momentos en los que entrenando a cadetes o juveniles, o jugando en Tercera no te da para poder mantener a una familia. Esa naturalidad de dedicarte a lo que toque para poder vivir feliz, también me hace disfrutar de donde estoy ahora. Me siento un privilegiado.
¿Un punto de inflexión en la vida personal de Claudio Giráldez?
El fallecimiento de mi padre. Valorar que tienes problemas graves de verdad. Fue hace 11 años y fue el momento en el que más me puso los pies en la tierra la vida. A partir de ahí te enfocas de otra manera, dándole menos importancia a problemas menores y creo que es lo que más me ha cambiado.
¿Un exjugador del Celta al que le gustaría entrenar?
Si tengo que decir, diría Borja Oubiña y Mostovoi. El primero por la inquietud que me generaba cuando jugaba, siempre con el balón hacia delante, y el segundo por el talento, era por el que salía de mi casa para ver al Celta cuando era niño. También otros por su complejidad. Me vienen a la cabeza Emre Mor o Pione Sisto, que también tenían mucho talento pero me hubiesen supuesto un reto.